La Junta Patriótica de Gobierno.
Aspectos Constitucionales y Políticos

LA JUNTA PATRIÓTICA DE GOBIERNO. ASPECTOS CONSTITUCIONALES Y POLÍTICOS

Nosotros hemos venido planteando y construyendo una alternativa para salir de la terrible crisis política, económica y social que confronta el país, esta es, la Junta Patriótica de Gobierno 

Desde que la hicimos, el 12 de mayo del año pasado, hemos recibido adhesiones, comentarios, críticas. Esa es la idea, colocar una propuesta, que necesariamente debe ser ajustada, enriquecida, pero que tenga claro sus principios y objetivos.

Para nosotros, el basamento constitucional de nuestra propuesta es un punto de partida. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es producto de un amplio proceso de discusión nacional y consenso democrático, al ser aprobada mayoritariamente en las elecciones del 15 de diciembre de 1999. Luego de años de desestabilización política, golpes de estado y sabotaje petrolero, la Constitución pudo probarse como un instrumento efectivo para resolver los conflictos internos del país, con la realización del referéndum del 16 de agosto de 2004. A partir de la amplia votación que recibió el presidente Chávez, 54.36% a favor de su continuidad al frente del gobierno, la Constitución, y el cuerpo de leyes derivadas de ella, ha sido aceptada por todas las fuerzas políticas, sociales y económicas del país como el libro de todos, lo cual, nos permitió tener gobernabilidad y desarrollo económico y social hasta el 2013, cuando se produjo la muerte el 5 de marzo, del presidente Chávez. 

Es por ello que, en este escrito, el primero de una serie sobre la Junta Patriótica, vamos a abordar algunas consideraciones constitucionales y políticas de la propuesta. Luego, seguiremos sobre los elementos programáticos y de funcionamiento de la misma, pero nos parece crucial que cualquier propuesta planteada para salir de la grave crisis que tenemos, esté enmarcada en la Constitución y el respeto a nuestra soberanía nacional.   

Por supuesto que nuestra propuesta va a contracorriente de las fuerzas que se disputan el poder en el país, puesto que va más allá de los intereses económicos o grupales en pugna, tanto nacionales como internacionales, por medrar o seguir medrando en el poder para su propio beneficio. La Junta Patriótica es una alternativa para la mayoría, esa que, en silencio o de manera indiferente, lleva sobre sus hombros el peso de la crisis; esta propuesta reivindica la democracia participativa y protagónica, además de  la soberanía del gran ausente: el pueblo.  

Pero también va dirigida, de manera muy especial, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, puesto que ella tiene el mandato constitucional de velar por el cumplimiento de la Constitución y preservar la soberanía nacional, ambas violadas y en peligro desde hace tiempo. 

Además, porque la Fuerza Armada es la que tiene el monopolio de la violencia y es una institución que, a pesar de todos los problemas que son evidentes, derivados de su apoyo al gobierno de maduro, posee una arraigada Doctrina Militar Bolivariana, la cual es una fuente inagotable de ejemplo, inspiración y principios políticos, necesarios para resolver la crisis del país a favor de los intereses de la patria. 

Hoy día, nuestros ciudadanos están secuestrados en su voluntad política por dos facciones de la derecha, la que representa maduro y la que representa guaidó. Ambos con inmenso poder y recursos para accionar. 

En el país se han impuesto el miedo y la violencia, no solo ejercidos directamente por el gobierno, que lo hemos denunciado y seguiremos haciéndolo, pues revela el carácter esencialmente fascista de su actuación, sino también por la oposición extrema, que hace uso de un lenguaje intolerante, que no deja espacio a ningún tipo de reflexión política. Una oposición inquisidora, que acusa y condena, asumiendo el rol de jueces, que difama a ultranza y que le plantea a su base política la desaparición del chavismo a todo costo.

El escenario de la “aniquilación del contrario”, planteado, tanto por el “madurismo” como por el “guaidocismo”, ha cerrado las puertas a cualquier discusión. La política con “p” minúscula avanza por el tuiter y el control férreo de los medios de comunicación.  La “judicialización de la política”, la amenaza permanente de encarcelamiento, violencia, persecución y revancha, paralizan el pensamiento. El éxodo, las difíciles condiciones de vida, la ausencia de servicios básicos, el hambre y el establecimiento de un Estado policíaco en el país, ha desmovilizado al pueblo.

Debo reiterar que esta propuesta de la Junta Patriótica es una propuesta venezolana, propia, basada en nuestra experiencia del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Me refiero a la Junta Patriótica presidida por Fabricio Ojeda, capaz de aglutinar a todas las fuerzas políticas de entonces, junto a los militares, para derrocar al dictador. Pero no se trata, para nada, de cambiar la situación política actual, para volver a la IV República. Hay que restablecer las condiciones políticas, económicas y sociales que teníamos al momento del fallecimiento del presidente Chávez, hecho que marcó la debacle del país. Porque la elección presidencial del año 2012 fue la última donde se debatieron tesis programáticas en la sociedad, con plenas garantías y libertades, y donde el pueblo respaldó con una importante mayoría el Plan de la Patria y el liderazgo del presidente Chávez.  Todos los eventos electorales posteriores, estuvieron signados por la emergencia de una situación sobrevenida, como fue la elección de 2013, las elecciones para gobernadores y las elecciones legislativas. 

Ya el proceso de elección de la Asamblea Nacional Constituyente y reelección de maduro están muy cuestionados en su legitimidad, por la ausencia de garantías políticas en el país y la falta de confiabilidad del organismo electoral, a raíz de la salida de la compañía Smartmatic.

El objetivo de la Junta Patriótica es conducir al país por un período de, entre 18 meses a 2 años, conducente a crear las condiciones para que se convoquen elecciones y puedan legitimarse todos los poderes del Estado.  

Los principios que fundamentan la actuación de la Junta Patriótica están establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, a partir de su preámbulo y a todo largo de su articulado, en especial, el Título I sobre los Principios Fundamentales, cuando consagra los valores que la rigen y que por tanto, constituyen la razón, el espíritu y propósito de las instituciones, de los Poderes Públicos, de la estructura del Estado, entre otros, como lo son, el de participación, soberanía y respeto a los derechos humanos, como única vía para el logro del fin, que no es otro que el establecimiento de un Estado social de derecho y de justicia.  

La Junta Patriótica es un instrumento para garantizar el respeto y seguimiento de tales principios de participación, soberanía y protección de los derechos humanos, así como para el restablecimiento de la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los plenos derechos políticos, económicos, sociales y humanos de los ciudadanos; el Estado social de derecho y justicia; y, la plena soberanía sobre el manejo de nuestros asuntos políticos, militares y económicos, al igual que nuestros recursos naturales. Es decir, la Junta Patriótica es un instrumento para garantizar el cumplimiento de la Constitución, razón por la cual, es una condición “sine qua non“, que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana esté representada en ella al más alto nivel y sea el árbitro para conducir el país hacia los objetivos establecidos por la misma, preservando la gobernabilidad.   

La Constitución establece que “el pueblo de Venezuela tiene el derecho de desconocer a la autoridad que contraríe los valores, principios o garantías democráticas o menoscabe los derechos humanos”, y para ello, la misma consagró el “Referéndum Revocatorio” como un instrumento del ejercicio de la democracia protagónica y participativa. maduro es responsable de la peor crisis de nuestra historia contemporánea, de la violación de los derechos humanos fundamentales de los ciudadanos, de nuestra Constitución y soberanía. Ha bloqueado la posibilidad de activar los mecanismos establecidos en la Constitución. Empeñado en mantenerse en el poder a toda costa, con una pérdida de “autorictas”, fundada en el hecho de que no está cumpliendo con el fin para el cual fue electo; e incluso, su presencia en el poder, su obstinación de mantenerse en él y su manifiesta incapacidad para conducir al país, ha llevado a la República a una situación de debilidad tal, que corre el riesgo de ser agredida por fuerzas extranjeras.   

Lo anterior no quiere decir que debamos entregar nuestro país a la extrema derecha, que es la opción representada por guaidó, esto es, un segmento de la sociedad  con mucho poder económico e internacional, que no estará en capacidad de conducirlo en su proceso de reconstrucción, no solo porque su liderazgo es artificial, sin experiencia y sin capacidades demostradas de gobernar, sino porque su base programática expresada en su Plan País, nos devuelve al planteamiento más neoliberal de la IV República, donde se entrega el petróleo y el manejo de nuestra economía, a los factores transnacionales que los apoyan políticamente. 

Este programa político-económico que allí se expresa, ya fue ejecutado en Venezuela en los finales de la IV República con los resultados desastrosos que todos conocemos y que tuvo su expresión dramática el 27 de febrero de 1989, con “El Caracazo”. Nadie quiere un país tutorado por fuerzas extranjeras y un gobierno que no sea soberano en sus decisiones. De allí, la necesidad de la Junta Patriótica, un organismo incluyente de todos los sectores políticos y sociales del país, que nos pueda conducir al restablecimiento de la soberanía popular.  

La Junta Patriótica puede convocarse, vía “referéndum”, como está contemplado en la Sección Segunda del Capítulo IV: De los Derechos Políticos y del Referendo Popular de la Constitución), lo cual, la dotaría de la legitimidad que otorga la decisión popular.  

Es urgente acordar esta vía para activar la Junta Patriótica de Gobierno, el país está en momentos definitorios. No es necesario ahondar en la necesidad de cambiar el estado actual de las cosas en el país, pero lo que sí habría que mencionar, es que se está produciendo un cuadro internacional muy peligroso, que puede tener consecuencias traumáticas que marquen para siempre nuestro futuro. Nosotros estamos completamente en desacuerdo con una invasión militar de fuerzas extranjeras a Venezuela, no la apoyamos ni la apoyaremos nunca, no solamente por razones de principios y patriotismo, sino porque jamás transigiremos en la violación de nuestra soberanía de nuestro territorio, esto, independientemente del país de que se trate, las fuerzas o las razones que se invoquen para una acción de este tipo.

Igualmente, rechazamos la injerencia e intromisión extranjera en nuestros asuntos. Nos parece inadmisible la presencia de fuerzas militares extranjeras dentro de la Fuerza Armada de nuestro país, así como, cualquier incursión o acción militar extranjera, así sea, limitada o “quirúrgica”. Verdaderamente como venezolano, no entiendo, ni puedo compartir, la postura de algunos sectores o dirigentes que llaman abiertamente a una intervención militar extranjera en Venezuela. La historia juzgará estas posturas y la experiencia mundial indica lo traumático de este tipo de situaciones y la tragedia que, para todos los habitantes, independientemente de su posición política, la misma significa. Nuestros problemas debemos resolvernos nosotros mismos, la soberanía es un principio irrenunciable.

Entre los factores de poder internacionales que están en disputa en Venezuela, y que tienen la posibilidad de desencadenar una acción de este tipo, debe privar la sensatez y la inteligencia suficiente para entender que una situación como la de Libia, Irak o Siria, en un país tan complejo como Venezuela, no le conviene a nadie, por mas intereses políticos circunstanciales que pueda haber en este momento. Aquí resulta más importante pensar en “el día después” y entender que, el chavismo como bloque histórico (que no es lo mismo que el madurismo), es una realidad en el país y que está muy arraigado en el pueblo, como se ha demostrado en todos estos años.  

A las fuerzas populares, a los ciudadanos, los chavistas y de la oposición, la inmensa mayoría del país, los invito a que participen de la propuesta de la Junta Patriótica. La crisis y la actuación del madurismo ha desbaratado desde sus cimientos la organización popular y el entramado de espacios para el debate de ideas políticas que se había conformado, tanto por los partidos políticos, como por las organizaciones sociales. Por ello, debemos hacer un esfuerzo superior para lograr reunificar fuerzas y una masa crítica que piense y actúe con una alta conciencia de los grandes desafíos que confrontamos como país hacia el futuro.  

Hay que dejar de un lado el egoísmo, el miedo, los intereses subalternos, pero sobre todo, el odio y la intolerancia, tanto de las élites tradicionales, que crecieron bajo la sombra de la IV República, como las que han crecido bajo la sombra del madurismo. 

Es momento de dejar la revancha a un lado, en este “ojo por ojo” que nos dejará como un país de ciegos. Hoy es Domingo de Ramos, estoy lejos de mi patria por razones de persecución política, pero con el corazón siempre en ella, recordando la bajada, un día como hoy, de los “Palmeros del Ávila”, o acompañando a mi abuela a misa con la Virgen del Valle, es el fin de la cuaresma y el inicio de la Semana Santa. Vayan mis mejores deseos para todos en estos momentos de dificultades y peligros que acechan.