“Chávez entregó su vida a este pueblo para que algunos sientan que ahora pueden traicionar la Revolución”

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Esta reflexión, de alguien que no mencionaré, es una verdad gigantesca y es parte de la tragedia que está viviendo nuestro país.

El madurismo siente que es dueño y señor del país, del legado de Chávez por lo que, a cuenta de «autoproclamados hijos del Comandante», sienten que tienen el derecho de traicionar a la Revolución Bolivariana y al pueblo.

Nadie lo tiene. La Revolución Bolivariana, por la que el Comandante Chávez se inmoló, ese sueño de todos, producto del esfuerzo personal y colectivo de este proceso, que levantó las banderas del socialismo y el anti imperialismo, de las que el pueblo se apropió haciéndolas suyas, va más allá del sectario círculo del madurismo.

Son ideas por las que tantos hombres y mujeres dieron su vida en el pasado en nuestro país, en América Latina, en el mundo entero; y el Comandante Chávez tuvo la virtud de volverlas nuestras, elevando la mirada del pueblo, pensando en grande. Tuvimos un sueño colectivo y con él avanzamos e hicimos que lo imposible, lo extraordinario, se convirtiera en un acto cotidiano. Era el «vivir bien», la «Venezuela potencia», «el Plan de la Patria».

Por eso, nadie tiene el derecho de proclamarse dueño de ese sueño, mucho menos «heredero», ni poseedor de la «verdad» de Chávez. El Comandante Chávez nos pertenece a todos, es del pueblo, es lo único que nos queda, que moviliza, es la única esperanza. Su pensamiento no puede quedar entre las paredes de los burócratas, ni ser convertido en una «franquicia» del madurismo.

Chávez fue leal en extremo al país, al pueblo, ha podido retirarse a salvar su vida, pero decidió mantenerse en la batalla, en su última campaña electoral. Probablemente, sentía que todo dependía de él, que nuestro movimiento popular, político, no estaba listo para su partida.

Él trabajaba de manera casi desesperada por construir conciencia y organización popular, para que la revolución se asentara y fortaleciera en el seno del pueblo y las Instituciones del Estado. Su presencia era vital, crucial, era la conexión de la revolución con el alma del pueblo.

Su partida y en lo que han convertido su sueño, su revolución, le ha dado, tristemente, la razón a sus peores temores, y a su infinita angustia por preservar su obra en el tiempo.

Por eso, la responsabilidad del gobierno, del PSUV y de los dirigentes que estuvimos tantos años a su lado, es inmensa, es irrenunciable, histórica.

En este momento en el que el Pueblo está solo sufriendo esta tragedia que azota al país, esta crisis descomunal, hay que recordar a Chávez, su obra y desenmascarar la traición y entrega del madurismo. Pero más allá de eso, hay que acompañarlo para retomar el camino de Chávez.

Está claro para todos, que ésta no es una revolución fracasada, ésta es una revolución traicionada. Los traidores están allí, en el Gobierno, en los que lo apoyan, en el PSUV, en los dirigentes que guardan silencio, o que mienten descaradamente. ¿Por qué lo hacen?,¿cómo llegan hasta ese punto? Tal como Mephisto, la batalla es en el alma humana.

Siempre he pensado que más allá de las excusas o promesas, una situación se mide por los hechos. Por eso, afirmo que el madurismo y su pésimo gobierno, han traicionado a la Revolución y al país. El pueblo venezolano ha sido traicionado en su sueño.

Los pilares de la Patria que nos dejó Chávez han sido demolidos por la acción nefasta del madurismo. Aquí no se trata sólo de improvisación e incapacidad. Hay que entender que se trata de otro modelo, un golpe de timón a la derecha.

Destrozó la economía, lo cual define al servicio de qué intereses está un gobierno. Ésta ya no será más ni socialista, ni al servicio del pueblo, ni soberana, es una economía al servicio de un capitalismo parasitario, rampante, muy atrasado. Veamos:

Se desmanteló la capacidad productiva del país, tenemos una caída permanente, acumulada, año tras año del PIB. Se ha destruido el trabajo, el empleo y nos hemos convertido en el país de los bonos, del carnet y la chamba.

El Bolívar «soberano» no tiene valor, pues no se soporta en ningún hecho económico concreto, la devaluación de la moneda es el azote de nuestra economía.

La inflación, ese mecanismo que expropia el trabajo y la riqueza de las mayorías, ha alcanzado niveles nunca vistos en el mundo.

La escasez de alimentos y de medicamentos, es una tragedia que sufre el ciudadano de a pie, un infierno, la angustia cotidiana del pueblo.

La gente sueña con volver a la normalidad de hace tan sólo cinco años: poder comer, comer lo que quiera, vestir, estudiar, trabajar, viajar, tener medicamentos.

Ahora, la tragedia es lo cotidiano, la falta de luz por horas y horas, las «perreras», los enfrentamientos donde mueren los jóvenes de los barrios, los tiroteos en medio de la calle, la muerte por falta de medicamentos, los que buscan comida en la basura, el miedo, las calles vacías, que los pobres tengan que enterrar a sus muertos en el patio de la casa, los presos políticos, «la tumba», se han convertido en hechos cotidianos.

La industria petrolera, el motor del país, está destrozada, cotizada por sucesivas administraciones incapaces que han hecho colapsar su producción, hace tan solo a mediados de 2014 producíamos 3 millones de barriles día de petróleo y hoy, en este momento, producimos sólo 1,1 millón de barriles día ¡Hemos perdido 1,9 millones de barriles día!

Maduro tenía que cumplir su «vendetta» contra la empresa y sus trabajadores. El paso lento e increíble de una gandola de combustible que va rodando sobre los rines, sin cauchos es como un símbolo de la destrucción de la empresa. Hoy, los otrora orgullosos trabajadores petroleros, jóvenes, profesionales, han salido por miles de ella, del país. Otros cientos están presos, perseguidos o sustituidos por incondicionales a cualquiera de los grupos del madurismo. Ahora se privatiza PDVSA,

Se entregó el Arco Minero a las mismas transnacionales que Chávez expulsó del país. Se destrozan nuestras tierras indígenas, el ambiente, se envilece a nuestros pueblo, se entregan nuestros recursos mineros.

Se entrega el Gas de la Patria, el «Perla 3X», el «Mariscal Sucre», nuestros recursos naturales para la industrialización de hidrocarburos, para el desarrollo interno.

Entonces, ¿Quién traicionó a la Revolución Bolivariana?¿Quién enterró al Plan de la Patria?¿Quién traicionó la obra de Chávez?: ¡el Gobierno y sus apoyos políticos!

Si hablamos de lo social, lo cual es el centro y objeto de la Revolución Bolivariana: una tragedia.

Nadie se atreve a mostrar los números de la mortalidad infantil, del aumento de la pobreza, pobreza crítica, del «coeficiente de Gini». Un gobierno que no informa nada, sólo se miente, se manipula.

¿Dónde están las Misiones Sociales? Desmanteladas, inoperantes, desmovilizadas. Antes eran un hervidero de pueblo apasionado, movilizado, superándose. Ahora languidecen en un ministerio, se acabaron, el pueblo vuelve, derrotado, a los «ghettos» de donde una vez los sacó Chávez, la Revolución: otra vez, sin estudio, con trabajo ocasional, la delincuencia, la exclusión.

Hoy, en la Venezuela madurista, existe una terrible, gigantesca, desigualdad social, injusticia, inequidad. Estudios indican que nos aproximamos a una estructura social como la de la atribulada Haití: un 20 % de la población vive bien, pueden pagar, comprar, porque reciben divisas, tienen contratos, manejan dólares; mientras una inmensa mayoría, el 80%, «está pelando», se empobrece más y más, vive con severas limitaciones, privaciones de todo tipo y pasa horas y horas buscando alimentos, medicinas, sin poder pensar y hablar sino de eso.

El pueblo vive angustiado, resignado, los que pueden se van; lo hacen por millones, 2,3 millones según la ONU que es una organización mucho más seria que cualquier ministro o vocero del madurismo.

Entonces, ¿Quién ha traicionado al pueblo, a sus Misiones Sociales, a la reivindicación social y humana que Chávez les prometió, les dio?¿Quién traicionó el «Vivir bien» del pueblo?¿Quién traicionó la esencia de la Revolución Bolivariana?¿Quién es responsable de esta debacle social? Maduro, su gobierno y sus «incondicionales».

El gobierno traicionó y destruyó la obra de Chávez, de eso, no hay duda. Vendrán mil excusas, distracciones, pero el pueblo hace tiempo que dejó de ser pendejo. Todos saben, los obreros, en los barrios, los ministros, el PSUV, los campesinos, los jóvenes, hasta la oposición lo sabe. ¿Por qué no lo dicen, no dan un paso al frente?¿Es que acaso el chavismo era un «tigre de papel»?

Una razón de este silencio es el miedo, la otra es que el madurismo sigue usando, sin ningún rubor, la imagen del Comandante Chávez. Manipulan y golpean a la vez.

El gobierno ha instaurado un sistema de represión, coerción, miedo, persecución, que combina con la corrupción, el Clap, el Carnet de la Patria, los bonos. Tiene todo el control de los medios sociales, los tradicionales y las redes.

Actúan con crueldad, con violencia, toman rehenes, secuestran, el objetivo es neutralizar, castigar, sembrar el miedo, no les importan las leyes, ni la Constitución.

El madurismo es muy hábil en el pacto, el acuerdo a puertas cerradas, con la oposición, con los privados, con quien sea.

Todo lo compran, lo entregan, hacen con los recursos del Estado, con el patrimonio de los venezolanos lo que les parezca, no se sienten obligados a rendirle cuentas a nadie, no les importa.

El autoproclamado «protector del pueblo», «constructor de victorias», «protector del futuro», y no sé cuántos títulos más le harán falta, nos ha conducido a una estrepitosa derrota, ya no sólo al chavismo y al socialismo, sino a todo un país.

Hemos caído en un foso, un abismo, de donde costará salir. Estamos a la cola del mundo, hemos retrocedido décadas. Y eso hay que decirlo. Como decía el Comandante Chávez: para resolver un problema, hay que comenzar por reconocer que lo tenemos.

Nuestro problema, el problema del país, es Maduro y el madurismo como grupo de poder. Es un gobierno malo, autoritario y de derecha, que le propinó a este pueblo un «choque», un trauma, para que olvidaran a Chávez, para desmovilizarlo, para desesperanzarlo, borrar el sueño de una revolución posible, y sobre las ruinas de esta revolución traicionada por ellos mismos, entonces, edificar un nuevo acuerdo de convivencia, profundamente anti-nacional, dispuesto a entregar toda nuestra soberanía económica, para sobrevivir a su propio desastre y ser aceptados a nivel internacional.

La ética de este gobierno es tan distinta a la nuestra, a la de Chávez. Es una ética extraña, es la ética del desastre. Acusan, mienten y abusan del poder.

¡A Maduro salió quien lo defienda! ahora utiliza a sus partidos aliados, UNT y AD, para descalificarme y atacar al chavismo. Usa privados y testaferros para ocultar sus negocios, detrás de cada pedacito de patria que se entrega, hay un negocio. La Cancillería emite un comunicado para defender a los empresarios que suministran las «cajas Clap» desde México, nunca visto, en vez de solicitar información para investigar una denuncia tan grave. El Fiscal amenaza al que vuelva a hablar sobre la muerte de Albán, el que difiera de su versión de «suicidio» está «cometiendo un delito». Cosas del madurismo.

Esa es la verdad, que como decía Chávez, parafraseando a Artigas, «con ella ni ofendo, ni temo». Espero que no ofenda «sensibilidades», pero con lo que digo, no temo a nada.

Insisto, cada uno tiene que asumir sus responsabilidades, yo he asumido la mía, no es fácil enfrentarse políticamente a un gobierno intolerante y autoritario como el de Maduro. Permanentemente recibo ataques, amenazas contra mi familia, que «ahora irán contra ella», pero no puedo hacer más nada. Callar no es una opción. Esta tragedia no se tapa con tuiters, y no se sale de ella con miedo.

Es importante que el chavismo salga de su letargo, su parálisis emocional, su desmovilización. Maduro ha fracasado y no hay tiempo. La derecha no tiene elementos políticos para conducir al país, no puede hacerlo de manera pacífica. La guerra no es una opción.

El bloque histórico del chavismo, ese segmento con capacidad de movilización y conciencia, esos amplios sectores manipulados y que aguardan en silencio, deben entender que es ahora nuestro momento.

Así como se creó el chavismo, así se rescatará la Revolución Bolivariana traicionada por el madurismo, con Chávez, desde las bases, desde los espacios construidos por la revolución: sus partidos, el Poder Popular, las Misiones, Trabajadores, campesinos, militares, los jóvenes, profesionales, los que escucharon y trabajamos con el Comandante, en torno a sus ideas, sus postulados, desde los sectores revolucionarios, progresistas, patriotas; los que no quieren que a nuestro país lo sigan destrozando, entregando; todos los que queremos salir de este desastre e iniciar la reconstrucción de Venezuela. Con Chávez Siempre, ¡Venceremos!