EL CIELO ENCAPOTADO DE BARINAS

El pueblo de Barinas, el mismo de Ezequiel Zamora y del Comandante Chávez, le propinó una paliza a nicolás maduro y a su candidato oportunista, Jorge Arreaza. Ambos llegaron a Barinas a “patotear”, a “malandrear” a los Chávez, a comprar –sin vergüenza alguna– el voto de los barinenses, ofendiendo su dignidad al hacer  un abuso grosero en la utilización de los bienes y recursos del Estado: regalaron neveras, lavadoras y cemento, pintaron parques y fuentes, compraron votos, trasladaron electores y autobuses, todo ésto ante la presencia y la anuencia de la plana mayor del psuv, de ministros y altos funcionarios del gobierno (algunos de los cuales visitaban por primera vez el Estado).Nada de eso les sirvió: ¡El pueblo de Barinas REVOCÓ al madurismo!

Han echado mano de todo tipo de teorías y elucubraciones como “a maduro le convenía perder, para sacarse a los Chávez de encima” –cosa que sucedió hace tiempo–, que “el derrotado es Diosdado” (supuesta “ala dura” del chavismo), o que “al gobierno le convenía perder para legitimar al CNE”, entre otras tantas supuestas estrategias conspirativas que evaden y distraen para, de esta manera, tratar de banalizar lo que allí sucedió; y, así lograr desviar la atención del meollo del asunto. Pero la realidad es simple y clara: Barinas demostró que nadie quiere a maduro, ni a nadie que lo represente; la gente está harta del gobierno malandro de nicolás maduro. “El que tenga ojos que vea”, como le gustaba parafrasear al presidente Chávez.

Lo hemos dicho en numerosas oportunidades, nicolás maduro no es capaz de ganar una elección, ni siquiera haciendo trampa. En Barinas hicieron de todo: el Plan República secuestró las actas con los resultados electorales del pasado y ante ésto el CNE guardó silencio. Luego, uno de sus alacranes de la “fracción Clap” de Álex Saab introdujo ante el TSJ una solicitud del gobierno, de inhabilitación del candidato ganador en las elecciones de noviembre, quien había sido indultado y perdonado meses antes, en el contexto del eterno juego de “toma y dame” del gobierno con la oposición. 

Convocaron nuevas elecciones e inhabilitaron, al menos, a dos candidatos de la oposición, uno tras otro, tratando de encontrar el contendor más débil. Además impidieron, por medio de una inhabilitación, la participación del  candidato del Partido Comunista de Venezuela, sin razón alguna y con la misma arbitrariedad con la cual inhabilitaron a los candidatos del PCV en las pasadas elecciones regionales de noviembre, tal como hace Jorge Rodríguez cuando le niega, una y otra vez, el derecho de palabra al Diputado Oscar Figuera (PCV) en las sesiones de la Asamblea Nacional, por cierto, el único que dice algo en el hemiciclo del Poder Legislativo.

Con posterioridad, nicolás maduro hizo renunciar al gobernador Argenis Chávez; y, por intermedio del psuv, le ordena que “se desaparezca”, ya el madurismo no quería nada con él, no querían “rayarse” con el hermano del presidente Chávez. Finalmente, maduro impone –pues en el psuv se hace “lo que diga maduro”– a su “mejor candidato”: Jorge Arreaza, un mandadero y oportunista que ha desfilado por todos los cargos del gobierno utilizando el apellido de los Chávez, un apellido que carga prestado. El problema de la candidatura de Arreaza no radica en su absoluta ausencia de carisma y en que no emociona a nadie, el problema de Arreaza reside en que es la más acabada expresión de la traición a Chávez, a sus políticas, al socialismo: fue Arreaza, como vicepresidente de maduro, quien modificó el Plan de la Patria, lo alteró, para luego arremeter contra el gobierno y los ministros de Chávez, desmantelar el equipo del Comandante  e instalar a los maduristas en todos los espacios del gobierno y del Estado, persiguiendo y denostando de los chavistas, con especial saña en contra de aquellos que avanzábamos en el propósito del socialismo, de manera leal y firme, con Chávez y junto al pueblo.

Lo primero que hizo Arreaza fue tomarse una foto con el maestro Chávez y doña Elena, para tuitear y  de inmediato arremeter contra Argenis Chávez, dejando claro que el madurismo no quiere nada con los Chávez, ni nada que tenga que ver con el comandante. A pesar de arremeter contra los gobernadores anteriores (los Chávez), Arreaza recorría el Estado con la foto del Comandante, montaba bicicleta –tratando de emularlo– y andaba por el Estado medrando con  el recuerdo y sentimiento del pueblo chavista. Solo la rebeldía –el espíritu rebelde del presidente Chávez– se manifestó en el mismo Argenis Chávez –víctima del atropello de maduro– cuando, con bastante aplomo y dignidad, hizo algún comentario el mismo día de las elecciones.

Si bien es cierto que ni el futuro de un país, ni una revolución puede reducirse a un tema de nombres y apellidos, en este caso estamos hablando nada más y nada menos que del apellido de Hugo Chávez, como símbolo, como jefe de la Revolución Bolivariana, quien estableció una relación amorosa única con el pueblo. Por ello, en nuestra situación y condiciones de la revolución, liderada de manera indiscutible por el genio y figura del Comandante Chávez, lo que se diga y haga en relación con su nombre sí tiene una importancia capital: Su nombre no puede despacharse de manera utilitarista como lo hace el madurismo; más aún, si Chávez ya no se puede defender, si no le puede hacer frente a tanta infamia porque ya no está entre nosotros. 

El pueblo de Barinas rechazó, de manera contundente y categórica, al madurismo, a su candidato y a su dinero. Lo hizo porque repudia a este gobierno; porque este ha traicionado al pueblo, lo ha empobrecido, ha destruido al país y ha acabado con los logros y conquistas de la Revolución Bolivariana. Entre el actual psuv y AD no hay diferencia, solo cambian los nombres. 

El pueblo de Barinas no pudo optar por una opción revolucionaria y Chavista, simplemente porque ésta no existía. Entre los candidatos no había ninguno que representara a Chávez, ni a la Revolución Bolivariana; por eso se expresó con el voto castigo, así envió una señal de rechazo y de hastío hacia el gobierno, sus trampas y mentiras.

La debacle del madurismo, nada más y nada menos que en Barinas, es una señal clara de que tiene sus días contados. Barinas abre las puertas al Referéndum Revocatorio. Lo hemos dicho: hay que activar este instrumento de la Constitución  y revocar a maduro, como condición indispensable para reagrupar al Chavismo, sacarlo del foso donde lo enterró el madurismo y solo entonces, al quitarnos de encima a esta cúpula represiva y criminal que se aferra al poder, podremos abrir los cauces de la política, recuperar el ejercicio de nuestros plenos derechos, de la soberanía popular y abrir el debate de las ideas y de un proceso ya impostergable de encuentro nacional. Para esto es necesario restablecer la Constitución y abrir las puertas a la participación política del pueblo, sacar a maduro para rescatar al país del abismo e iniciar su necesaria reconstrucción.

Barinas demuestra que, si todos los factores políticos subordinan sus intereses grupales al interés supremo del país y nos concentramos en el objetivo de desalojar del poder a esta cúpula corrupta y reaccionaria que se ha enquistado en Miraflores, la victoria está garantizada. 

En un Referéndum Revocatorio, sin peleas de candidaturas, sin divisiones, sin manipulaciones, el gobierno no podrá evitar –a pesar del control sobre el CNE, de sus trampas y manipulaciones– que el pueblo se exprese de manera contundente y mayoritaria en su voluntad de revocar a maduro. Las trampas del madurismo no pueden cambiar los resultados de elecciones con la participación masiva de los ciudadanos. 

Nosotros queremos revocar a maduro, para dar la batalla por rescatar el país, a la Revolución Bolivariana, para poder volver al seno del pueblo a luchar por el Plan de la Patria, trabajar por la reconstrucción del país, por la vigencia y respeto los derechos y garantías constitucionales, por la recuperación de las conquistas alcanzadas por el pueblo en Revolución. 

Hay que Revocar a maduro, como única posibilidad de, junto al pueblo, volver al camino de Chávez, a la Esperanza Patriótica de un futuro pleno, con justicia social, igualdad y equidad, restablecer el Vivir Bien de los venezolanos y la posibilidad de tener una Patria Soberana.

El psuv –o lo que queda de él–, el campo revolucionario y el poder popular, disperso y amordazado, tiene que ser capaz de interpretar lo sucedido en Barinas. Tenemos años advirtiendo que el madurismo, en su política de restauración del capitalismo y su paquetazo económico impuesto con la violencia, no solo ha sepultado a Chávez y al socialismo, sino que ha creado las condiciones para una violenta regresión al pasado, un retroceso pavoroso para el país y el pueblo.

El Revocatorio es la única oportunidad que tiene el Chavismo de recomponerse, para quitarse de encima al madurismo, que lo asfixia y lo está extinguiendo en todo el país; es la ocasión que existe para poder reagruparse, reivindicar a Chávez, al socialismo y recuperar las políticas de la Revolución Bolivariana. 

El Revocatorio es la manera de evitar la profundización del fascismo impuesto desde el gobierno o el que resulte de un conflicto sangriento, cruento, en el país.

El Referéndum Revocatorio es un instrumento contemplado en nuestra Constitución de 1999, por Chavez y la Constituyente, justamente como máxima expresión de la democracia participativa y protagónica del ejercicio de la soberanía del pueblo. No se le puede temer al pueblo, tampoco a la Constitución. 

Es el momento de activar el Revocatorio como un mecanismo constitucional para movilizar al pueblo, movilizar a la Revolución Bolivariana, una Revolución desde abajo, con el pueblo como protagonista, auténtica. Es necesario dar una orientación revolucionaria al profundo malestar y rechazo que existe en el seno del pueblo, es necesario acabar con este desastre; si no lo hacemos cualquier cosa puede suceder en nuestro país. 

El cielo encapotado de Barinas anuncia tempestad, la historia juzgará si el Chavismo auténtico fue capaz o no de interpretar y actuar de manera audaz y revolucionaria en este momento histórico, junto al resto de las fuerzas patriotas, civiles y militares, del país –que somos la mayoría– para dar un paso al frente y asumir el compromiso y la acción que el pueblo reclama.