Fuerza en la ONU

Cuando asumí la responsabilidad como embajador de nuestro país ante la Organización de Naciones Unidas, lo hice con un alto sentido del deber y compromiso con la defensa y promoción de los más sagrados intereses de nuestra Patria y nuestra Revolución.

Aquel 05 de enero de 2015, arribaba a Nueva York, con una extraña sensación al dejar mi país y mi espacio natural de lucha y trabajo en el campo petrolero. Son momentos en que todo lo hecho pasa por la memoria, se recapitula y se hace una evaluación política de las circunstancias sobrevenidas para planificar el curso de acción, prepararse para nuevos escenarios y mantener la voluntad de seguir combatiendo.

Venía de Cancillería, donde por unos meses, hicimos un despliegue intenso de actividades junto a sus trabajadores, apegado a su institucionalidad. Llegué sin cambiar a nadie, conociendo y aprendiendo a trabajar con un equipo con su propia cultura organizacional, sus debilidades y fortalezas. Llegué, como decía el Comandante, para estar por entero, sin plan personal ni alternativo, solo hacer la Revolución desde donde esté. Fue realmente poco tiempo, intenso y gratificante. Vaya mi saludo a todos los trabajadores y trabajadoras de la Cancillería.

Hacía meses que había dejado la conducción de nuestra querida Nueva PDVSA y entrañable Ministerio del Petróleo, desde donde, junto a un extraordinario grupo de colaboradores y trabajadores, probados en las más duras circunstancias de confrontación y combates, logramos, durante intensos años de trabajo, hacer aportes fundamentales a la consolidación y profundización de nuestro proceso Revolucionario.

Desde el Golpe de Estado de 2002, en la Junta Directiva de PDVSA, hasta la confrontación y derrota del Sabotaje Petrolero, desde finales de 2002 e inicios de 2003, ya como Ministro de Energía y Minas del Comandante Chávez y luego en nuestra ofensiva Revolucionaria, a partir de finales del año 2004, como Presidente de la Nueva PDVSA, con el despliegue de la Política de Plena Soberanía Petrolera, el rescate del régimen fiscal petrolero, la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, la reversión de la privatización de PDVSA, el desmantelamiento de la nefasta apertura petrolera y el nacimiento de la Nueva PDVSA, Roja Rojita, factor fundamental para el impulso y desarrollo de las Misiones y de los programas sociales de la Revolución, que permitieron sacar a nuestro Pueblo de la exclusión, pobreza y negación de sus derechos fundamentales que padecieron durante la cuarta república.

Fueron más de doce años de combate en la primera línea junto a nuestro Comandante Hugo Chávez. Años de ofensiva Revolucionaria, donde tuve el honor no solo de trabajar con nuestro Comandante, sino de contar con su afecto y confianza, amistad, hasta el extremo de confiarnos algunas de las operaciones y tareas más difíciles, complejas y confidenciales de la Revolución. Puedo decir, con mucho orgullo y sin falsa modestia, que cumplimos exitosamente todas las tareas asignadas, desde las profesionales, políticas, internacionales hasta las Misiones y Grandes Misiones.

Así lo reconocía y expresaba el Comandante a viva voz cuando las circunstancias lo ameritaban, reconocimientos que para mí significaban mayor compromiso y gran honor. Sabía que nuestro Comandante no solo era jefe de la Revolución y del Estado, sino que, además, era riguroso y exigente con su equipo de colaboradores, no era una persona dada a los halagos ni falsas posturas. Cuando la extrema derecha nos atacaba, allí estaba la voz y figura del Comandante Chávez que salía en respaldo y defensa de nuestro trabajo y conducta, nuestro desempeño, calidad y ética revolucionaria. Le salía al paso a la derecha, no permitía el vilipendio de sus cuadros revolucionarios, no permitía la agresión. Entendía que los ataques a cualquiera de nosotros o a nuestra gestión, era un ataque contra la Revolución.

No le hacía ningún tipo de concesiones al enemigo, porque sabía que la derecha no le daría tregua a la Revolución, que haría lo que fuese, incluso lo impensable para nosotros, para derrotar al campo Bolivariano, al Pueblo. Creo que fui uno de los pocos, si no el único de sus Ministros que, por lo menos en público, el Comandante ratificó como Ministro de Petróleo y Presidente de PDVSA en al menos dos oportunidades durante su última campaña electoral de 2012. Eran cosas del Comandante, era su gobierno. Por eso el candidato de la extrema derecha que pretendía derrotar al Comandante, atizó la campaña de odio y desprestigio contra la Nueva PDVSA y contra mí en lo personal.

Lo cierto es que siempre, desde la derrota del sabotaje petrolero y el desarrollo de la política de Plena Soberanía Petrolera, la Nueva PDVSA y sus trabajadores, incluyéndonos, fuimos objeto del odio, la saña y el desprestigio de la derecha y del interés transnacional. Era una postura que definía y deslindaba los campos. No había dudas, ni matices, la Nueva PDVSA era un referente de Chávez y la Revolución Bolivariana.

Por ello, al recibir la instrucción de entregar mis responsabilidades como Ministro de Petróleo y Presidente de PDVSA, situación que fue antecedida de una terrible campaña de rumores e intensa actividad de palangristas de todo tipo, cuando supe que ya no seguiría al frente de las altas responsabilidades que me había confiado el Comandante Chávez, procuré actuar con la mayor responsabilidad y disciplina, como siempre he actuado en el campo de la Revolución. No sería yo quien dividiría, ni propiciaría ninguna desestabilización de nuestro gobierno, sobre todo en conocimiento de las debilidades del momento y la importancia, crítica, fundamental, de la estabilidad interna en PDVSA y en la actividad petrolera, a la luz de la agresión de la contrarrevolución y las fuerzas que creían y creen que es el momento de la restauración y el pase de factura a los hombres y mujeres de Chávez.

Convoqué un acto en el salón Simón Bolívar de la Campiña, conectado con todas las áreas operativas y administrativas de nuestra empresa, para transmitir un mensaje a los trabajadores. Era más que una despedida. Entendía claramente que una etapa de la Revolución terminaba, por ello quería dar un mensaje hacia el futuro, para que todos entendieran que, por encima de cualquier circunstancia personal, era fundamental mantener el trabajo, la mística, el impulso revolucionario dentro de la empresa, pues se confrontaba la agresión de la derecha y vendrían circunstancias político sociales complejas, derivadas de una situación económica que, tal como advertí en todas las instancias de gobierno, al congreso de partido y al sector económico relacionado, sería difícil y, por supuesto, dejaría un flanco abierto para desestabilizar al país y la Revolución.

Ese mensaje está grabado para la historia e invito a todos los trabajadores y dirección del sector petrolero y sobre todo de PDVSA a revisarlo, creo que tiene hoy más vigencia que incluso cuando lo pronuncié, hace casi tres años ya. Nunca me paso por la mente que, tras mi salida, se iniciaría el desmantelamiento de los equipos de trabajo de tanta calidad revolucionaria, acrisolados durante doce largos años y que fueron tan exitosos durante nuestra gestión. Es fundamental prestar atención a la cuestión petrolera como eje fundamental de la recuperación de nuestra economía.

Llegué a las Naciones Unidas imbuido del mismo espíritu Chavista, comenzamos el despliegue político. Sin cambiar a nadie, con el mismo equipo, sus fortalezas y debilidades, asumiendo las tareas de representar a nuestro país, por primera vez luego de 25 años en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Desde allí proyectamos nuestra postura ante los distintos temas que a diario se debaten en el seno de este órgano de la ONU que tiene el monopolio de la fuerza y de la imposición de sanciones y otras medidas coercitivas con el objetivo de garantizar la paz y la seguridad internacional ante cualquier situación o país que la amenace.

Por supuesto que, desde ese asiento, se tiene una apreciación y comprensión más clara y detallada de los grandes intereses en pugna en el mundo, y de lo que se ha llamado la «real politic». La actividad del Consejo, nos permitió desentrañar los secretos de actuación, formas y tácticas, utilización, uso y abuso de facultades otorgadas a los llamados miembros permanentes del Consejo de Seguridad para, en clara violación del espíritu de la Carta, imponer sus intereses nacionales en consecución de sus objetivos geopolíticos. Logramos reforzar nuestra cooperación y alianza estratégica con países hermanos como la Federación Rusa y China; y un conjunto de países, que como nosotros, eran miembros no permanentes del Consejo.

Levantamos las banderas de la paz y denunciamos las acciones injerencistas e intervenciones militares que han desangrado a los pueblos del Medio Oriente y Norte de África. La guerra en Siria, la desestabilización generalizada en Libia, el colapso de las instituciones del estado iraquí producto de la guerra, el surgimiento del terrorismo, promovido por otros países para desarrollar una brutal guerra contra el pueblo Sirio, su gobierno e instituciones.

Le vimos el rostro a las crisis humanitarias en Siria, Yemen, Somalia, Sudán, Darfur, Sudán del Sur. Millones de desplazados por la guerra, violaciones masivas de los derechos humanos, la intervención militar y la desestabilización. La tragedia de los millones de migrantes que, desesperados, tratan de cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa, huyendo de las guerras y hambruna, generadas por un orden mundial injusto. Cuando un migrante logra llegar a las costas del Mediterráneo, ya ha cruzado el desierto y sobrevivido a horrores inimaginables.

Hemos denunciado la imposición de sanciones y medidas restrictivas contra países, respondiendo al interés de grandes potencias conocidas como «P3» en el seno del Consejo de Seguridad. El 70% de los Comités de Sanciones se refieren a países africanos, dirigidos por las antiguas potencias colonialistas quienes, por esta vía, mantienen tutorados a estos países. Muy pocos salen de los Comités de Sanciones.

Levantamos nuestra voz contra el colonialismo que aún persiste en 17 territorios reconocidos por la ONU. Hemos luchado sin cálculos egoístas a favor de los derechos inalienables del Pueblo Palestino, a 70 años de la Nackba, o expulsión de los palestinos de su tierra, a 50 años de la ocupación israelí de Palestina y el Golán Sirio, a diez años del brutal bloqueo contra la Franja de Gaza. Logramos, al término de nuestro periodo de dos años en el Consejo de Seguridad, aprobar una resolución, luego de diez años de silencio, condenando la expansión de los ilegales asentamientos israelíes sobre los territorios ocupados de Palestina en un proceso de colonización que no se detiene, entre otras cosas, por la superioridad militar de Israel y por la protección de EEUU en el Consejo de Seguridad.

Participamos del histórico acuerdo nuclear de Irán; del establecimiento de la Misión Política de Verificación de los acuerdos de Paz en Colombia; de la elección del nuevo Secretario General, Antonio Guterres. Nuestro asiento en el Consejo fue la voz de los Pueblos del mundo en desarrollo, de la paz, del respeto a la soberanía y la no injerencia en los asuntos internos de los países, la lucha contra el colonialismo, contra la guerra, contra las ocupaciones militares. Esta postura de principios, que son los principios de nuestra Revolución, nuestra Fuerza, nos ha ganado un amplio respaldo de la mayoría de los países y grupos regionales de la ONU, e incluso de sus propios equipos de funcionamiento.

También tenemos intensa actividad en la Asamblea General de las Naciones Unidas, y sus órganos subsidiarios, son los espacios democráticos por excelencia de la ONU, pues respetan el principio de igualdad soberana de los Estados. Fuimos reelectos como miembros del Consejo de los Derechos Humanos, a pesar de que trataron de dividir la región lanzando otra candidatura; hemos sido electos por dos años consecutivos Presidentes del Comité de Descolonización; fuimos electos a la vicepresidencia de la primera Comisión de la Asamblea General para su 72 periodo de sesiones; fuimos electos en la Asamblea General con una abrumadora mayoría del 90% de los votos. Primera vez, luego de 21 años, que nuestro país ocupa la presidencia de una de las Comisiones de la Asamblea, en esto caso de la Cuarta, la Comisión de Política Especial, responsable de las Misiones de Mantenimiento de la Paz, Descolonización y la Cuestión Palestina.

Esta presencia en la ONU, la Fuerza de nuestro país, de nuestra Revolución, nuestra política de principios, respeto a la Carta de las Naciones Unidas, por el Multilateralismo, por el Derecho Internacional, nuestra defensa de la paz, en contra de la guerra y del intervencionismo, en contra del colonialismo y de las intervenciones militares, nuestro compromiso con el desarrollo humano, las Metas del Milenio, la Agenda de Desarrollo 2030, la lucha contra el Cambio Climático, nuestro respeto a la diversidad, la cultura, nuestra historia y el ejemplo que el Comandante Chávez dio a los Pueblos del Mundo, son los factores de nuestra Fuerza en la ONU.

Los Estados Unidos maniobran e intentan contaminar estos espacios con sus mentiras y manipulaciones. Intentan trastocar nuestra realidad y crear las condiciones para justificar una agresión contra nuestro país. No podrán. No podrán ni en el Consejo de Seguridad, ni en la Asamblea General. En cualquiera de esos espacios los derrotaremos, con el apoyo de nuestros países hermanos, nuestros aliados, con la Fuerza de nuestra presencia en las Naciones Unidas. Cuando llegué acá, hace casi tres años, sabía, intuía que llegaría este momento, de defender a nuestro país, nuestra Patria de las agresiones extranjeras. Estamos preparados, con Chávez. ¡Venceremos!