La pasión necesaria

En una Revolución como la venezolana, diría que en cualquier proceso de transformación radical, la Pasión cobra un rol extraordinario. Cuando se trata de contrarrestar y sobreponerse a la estructura y funcionamiento del sistema que se quiere superar y se resiste a ser cambiado, que tiene importantes mecanismos de defensa y reproducción como el capitalismo, la Pasión se convierte en indispensable.

Esto es aún más importante en un mundo globalizado, donde los grandes medios ideológicos del capitalismo, de la cultura de la dominación, abarcan cualquier rincón del planeta. Donde las instituciones financieras, políticas, multilaterales, condicionan la cooperación a un esquema predeterminado de relaciones, el capitalista.

Y donde el poderío militar de las grandes potencias y sus mecanismos de actuación como la OTAN y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, actúan para corregir cualquier desviación de conducta o acción, que amenace sus intereses.

En países periféricos a las grandes economías, marcados por el rol asignado por la economía dominante: proveedores de petróleo, azúcar,  frutas, café, minerales, esparcimiento, campos de ensayos nucleares, mano de obra barata, bases militares, y en especial, para países como el nuestro, deformado en su economía y composición de clases sociales por el modelo rentista petrolero, no funciona aquel determinismo teórico de la construcción de la conciencia revolucionaria a la par del desarrollo de sus clases sociales, en particular, de la clase obrera.

El Comandante Chávez supo insuflar a nuestro pueblo de una  inmensa Pasión por la Revolución Bolivariana. Con su palabra, ejemplo, acción decidida, valor, sacrificio  y compromiso real con los más pobres, supo ganarse el amor del pueblo, respeto y autoridad que nadie podía disputarle como Jefe de la Revolución. El Comandante Chávez, en el desarrollo de su épica y entrega al servicio del país, fue construyendo una relación espiritual con el pueblo venezolano, que le valió el amor profundo de todos nosotros, y el reconocimiento y admiración de los líderes del mundo.

De parte de la oligarquía y sus medios, comenzó una campaña terrible contra el Presidente. Primero lo tildaron de loco, exacerbaron el racismo, lo vincularon a fuerzas guerrilleras, lograron impregnar a importantes sectores de las élites y clase media venezolana, una conducta irracional y patológica contra el Comandante, basada en el desprecio hacia nuestro pueblo y la prepotencia de los poderosos. Activaron lo único posible contra el amor: el odio, el fascismo.

La mayor prueba a esa Pasión se manifestó el 13 de abril del 2002. Contra todos los pronósticos de los golpistas del 11 de abril, los medios, los políticos de la cuarta república y sus derivados, cuando todavía no les había pasado la borrachera, cuando Washington y Madrid se iban de bruces saludando al nuevo gobierno, los militares golpistas agradecían a los medios de comunicación mientras cerraban VTV, cuando disolvieron en un acto infame las instituciones creadas en el proceso Constituyente, comenzaban a repartirse el botín del Estado y la represión se desataba en nuestras zonas populares, cuando se llevaban a Chávez a un viaje sin retorno, cuando todo esto acontecía y sentíamos que nos arrebataban un sueño, allí insurgieron el pueblo y los soldados: todos a Miraflores!, ¿dónde está Chávez?, ¡queremos ver a Chávez!, eran las consignas del Pueblo.

En un acto extraordinario de pasión, valor, amor, el pueblo se movilizó buscando a Chávez, en los cuarteles, Miraflores y en la calle. Marchaban desde todos los barrios hacia Miraflores. Cuando los soldados tomaron Miraflores y el Palacio Blanco, cuando ondeó el tricolor de la Patria desde la alcabala N3 de Fuerte Tiuna y desde Maracay se leía el mensaje del Comandante Chávez, ya la oligarquía estaba en desbandada, las televisoras privadas pasaban comiquitas y los actores internacionales estaban desconcertados.
Nadie entendía cuándo, cómo, ni quién movilizó al pueblo. Todos estábamos felices, volvió Chávez, se restableció la Constitución y el Presidente legítimo. Se expresó la pasión y lealtad del pueblo hacia su Presidente. Fue un una prueba, una gran victoria.

Por supuesto que el imperialismo se dió cuenta que tenía un severo problema en Venezuela. Un Presidente capaz de resistir y sobreponerse a un golpe de estado perfecto. Con una operación mediática impecable, utilizando todos los medios a su disposición: militares, la vieja Pdvsa, televisoras, gobiernos extranjeros, el odio de la clase media, con el argumento de puente Llaguno. A partir de allí, se dieron cuenta que había una poderosa conexión amorosa entre el Líder y su Pueblo que aunque no la entendían, tenían que destruir.
El Comandante Chávez, después del Golpe y de la respuesta popular del 13 de Abril, pasó a la ofensiva, le dió mayor contenido a la Pasión, dotándola de razones sagradas para la lucha.

Deslastró a nuestras Fuerzas Armadas de golpistas, quienes terminaron en la Plaza de la vergüenza. Inmediatamente, se preparó, nos preparamos, para la próxima batalla inminente: el Sabotaje Petrolero.
Recuerdo aquella tensa reunión en el Salón del Consejo de Ministros con los dirigentes de la Revolución y el Presidente Chávez, cuando se decidían las líneas estratégicas de actuación. Había dudas, resquemores, propuestas de conciliación. Nosotros estábamos convencidos de que venía una batalla crucial para nuestro futuro y que había que darla en toda la línea.

Le habíamos entregado al Presidente unas reflexiones políticas que hacían un paralelismo entre nuestra situación, y las consideraciones del Libertador en el Manifiesto de Cartagena “… a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar…”. Para nuestra alegría y admiración, el Comandante Chávez no sólo leyó la carta y mostró su acuerdo, sino que decidió la “Toma de la Colina”. Fue la primera vez que lo escuché delinear la estrategia de la Batalla de Santa Inés: “Que el enemigo avance con todo lo que tenga y nosotros esperarlos en un punto, resistir, y a partir de allí, avanzar con toda nuestra fuerza y batirlos completamente”. Así lo hicimos, con el Comandante al frente del combate a favor del pueblo y de la Patria. Fue otra prueba, otra victoria.

La derrota del sabotaje petrolero y el surgimiento de la Nueva Pdvsa, permitió dar una extraordinaria batalla en la conciencia. Cada instalación liberada y episodio de heroísmo de nuestros obreros, soldados o comunidades, el Comandante Chávez lo transformaba en una lección política para nuestro pueblo.

Darle contenido a la Pasión, fue uno de sus principales empeños. Él sabía lo que había sucedido el 27 de febrero en el Caracazo, un pueblo sin dirección, ni objetivos claros es presa fácil de sus verdugos.

Nuestro pueblo, en la batalla con Chávez, en los momentos de desprendimiento, donde no había cálculo egoísta, ni interés personal o grupal, en el momento de la unidad en el combate, allí como la fusión que se produce con el movimiento de las placas tectónicas, surgió un pueblo mucho más consciente que nunca!
Con la nueva Pdvsa y el control soberano de nuestro petróleo, el Comandante Chávez pasó a la ofensiva con las Misiones, extraordinarios esfuerzos para la prefiguración de una sociedad distinta, solidaria, amorosa, desprendida, socialista. Empoderar al pueblo, dotarlo de posibilidades, conocimiento, reivindicar la vida, ha hecho que esa Pasión instintiva, se transforme en conciencia.

En este proceso, el Comandante Chávez siempre estaba presente, con la palabra, la coherencia en la acción. Su anti-imperialismo, doctrina Militar Bolivariana, Nueva Pdvsa Roja Rojita, Misiones, Consejos Comunales, empoderamiento de la Mujer y e indígenas, protección de niños, internacionalismo y su prédica socialista, convirtieron esa Pasión inicial en una revolucionaria, Chavista, Patria. Esa es la que sobrevive, la que mantiene cohesionado al Pueblo, en las más difíciles circunstancias, la que hay que cuidar, la Pasión necesaria.

El presidente Chávez sabía que la pugna ideológica con el capitalismo y sus “reflejos condicionados”, como decía el Comandante Fidel, era uno de los principales riesgos de la consolidación de nuestra revolución. Superada la prueba del Golpe, la complejidad de la revolución pacífica, de nuestra Revolución Bolivariana es la de convivir con las instituciones, grupos de poder económicos y aparato ideológico del sistema que se quiere superar, en un marco de amplias libertades como lo consagra nuestra Constitución.

Por eso su exigencia diaria a los ministros, a las Fuerzas Armadas Bolivarianas y a la nueva Pdvsa. El entendía que eran los líderes y las instituciones de la Revolución los que podían extender la acción revolucionaria y empoderar al pueblo. Instituciones vinculadas al ejercicio de la soberanía y con poder real, militar y económico. Eran sus instituciones, su creación. Por eso las defendía, no permitía que la diatriba política, ni los grupos de ningún tipo, ni siquiera los del campo de la Revolución, ni los ataques de la oposición mellaran la imagen o reputación de las mismas. Eran sus soldados, sus trabajadores, la vanguardia del proceso, abriendo la posibilidad de crear nuevos espacios para la Revolución transfiriendo poder al pueblo.

Al mismo tiempo, los equipos de estrategia que alimentan a la oposición, sus medios y que direccionan el accionar contra nuestro proceso, nacional e internacionalmente, lo saben y por ello los únicos acusados, perseguidos, vilipendiados, son los mandos militares, trabajadores o directivos de Pdvsa. Es una manera de golpear a Chávez, su prestigio, sus creaciones, su autoridad, golpear la Pasión y desmovilizar al pueblo.
Por eso la coherencia en la acción, para reforzar la Pasión y la conciencia adquirida en esas instituciones.

La Doctrina Militar Bolivariana fue acompañada con la expulsión de la misión norteamericana de Fuerte Tiuna y sus servicios de inteligencia, la desvinculación absoluta con la “Escuela de las Américas”, el fortalecimiento e incremento de capacidad militar de nuestros componentes, la relación y estrecha cooperación con nuestros amigos en el mundo, su participación en la batalla diaria por la soberanía y la superación de la pobreza junto al pueblo.

La plena soberanía petrolera y la creación de la nueva Pdvsa, fue acompañada con la recuperación del ingreso petrolero, la Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, la victoria sobre Exxon Mobil, la batalla de juicios y arbitrajes internacionales, nuestros modelos de contratos petroleros y empresas mixtas, la nacionalización de las operaciones del Lago de Maracaibo, operaciones de producción. El incremento de nuestra capacidad técnica, acceso a tecnologías y diversificación de mercado. La participación de nuestros trabajadores en todas las Misiones, construcción de universidades, viviendas, colegios, hospitales, La Estancia, La Gran Misión Vivienda Venezuela, la batalla política, por la economía, la soberanía, la batalla internacional.

La forma y contenido de hacer las cosas, desarrollar Misiones o Grandes Misiones, producir petróleo y defender la Patria, tiene que ver con una batalla diaria por la conciencia que se expresa en la Pasión.
Nuestro Comandante pagó con la vida su amor al pueblo y a la Patria, su sacrificio no será en vano. Prefirió el camino más difícil; sus conquistas sociales, políticas y económicas, son enormes. No perdamos en medio de la batalla en la que estamos la perspectiva de todo lo que hemos avanzado.

Hoy, Domingo de Resurrección, día de fe y esperanza, la oposición violenta no respeta al pueblo, ni su fe. Durante Semana Santa ha practicado la violencia. Mientras tanto, en las Naciones Unidas hay preocupación, se informa que  EE UU probó el lanzamiento de una bomba termonuclear B61-12 sin carga  atómica; el pasado 13 de abril lanzó sobre Afganistán “la madre de todas las bombas” (MOAB), y dirige una flota de guerra hacia la península Coreana. El papa Francisco pide al mundo detener a los señores de la guerra. Nos debatimos entre el cielo y el infierno. Venceremos!