¿Y ahora qué?

Se han obtenido importantes e innegables triunfos políticos en la difícil coyuntura actual. Los resultados del 15 de octubre son una clara expresión de ello, como ya lo comentaba el artículo pasado, tiene muchas lecturas y mensajes. Quiero insistir en el mensaje más importante: el Comandante Chávez y su legado sigue vivo en el corazón del Pueblo, en la conciencia del humilde. Acá no hay milagros, fenómenos ni liderazgos alternativos al del Comandante Chávez. También considero importante entender, que esa conciencia que mantiene al Chavismo está fundada en en la posibilidad del socialismo, la justicia social, la redención de todo el pueblo, un futuro mejor, luminoso para nuestra patria.

La obra de Chávez no solo está inconclusa, sino que corre peligro de ser destruida. Por ello, en el fondo de toda la diatriba política, lo que se juega es el legado de Chávez. De toda la tragedia de su desaparición física queda para la conciencia del país, su palabra vibrante, su ejemplo, sus acciones, su obra.

La épica de Bolívar nos la contaron otros, en el camino se distorsionó, a los suyos los persiguieron y desaparecieron, los borraron de la historia hasta que llego Chávez a reivindicar la profundidad de la gesta Bolivariana. Pero la historia de Chávez la vivimos nosotros, nadie nos la puede contar, estabamos allí, a su lado. Lo más importante no es haber sido testigo, lo más importante fue conocer las razones, motivaciones, el plan, el objetivo, discutirlo, apoyarlo. Lo más importante ha sido contribuir a fortalecer una idea generadora del Comandante, un planteamiento estratégico y ayudar a desarrollarla o ejecutarla con éxito. Estamos vivos, activos, con el compromiso intacto y resteado con sus ideas, su figura, su política, su acervo, su ética y su amor por el pueblo. Firmes con la Revolución Bolivariana, con el Socialismo, con la tarea pendiente.

Esto que declaro con convicción, lo sostengo siempre con las ideas y la acción revolucionaria, desde el lugar donde que trabajar al servicio del Estado Revolucionario y del pueblo venezolano. Así lo he demostrado y seguiré haciendo siempre. Sé que a algunos sectores les molesta esta actitud de mi parte, ser Chavista, y no claudicar a ello, es la razón de tanto odio, ataques, difamaciones y amenazas de todo tipo.

Lo hermoso de nuestro proceso es que la mayoría de nuestro pueblo piensa y siente de esta forma. Así como los patriotas que acompañaron a Bolívar, a pie o caballo, con lanza o espada, sin pedir nada a cambio, los que atravesaron los Andes solo para obtener la gloria de ser libres y llevar libertad a otros hermanos. De esa misma forma, en otras circunstancias y condiciones, el pueblo pobre, el de a pie, el del barrio, el llano o la montaña, el soldado, el ex guerrillero, el estudiante, pescador, obrero, los de abajo, los que nunca tuvieron voz, también acompañaron al Comandante Chávez en su épica, todos podemos decir, «yo luché al lado de Chávez», lo hicimos juntos, lo apoyamos, lo queremos, lo rescatamos de la muerte aquel 13 de abril, lo acompañamos en todas las batallas, en derrotar el golpe de estado, el sabotaje petrolero, la guarimba, en la victoria popular de la Batalla de Santa Inés, sin pedir nada a cambio, solo el hecho, el impulso de hacer una Revolución. Chávez ofreció la redención de los pobres, una sociedad justa, un país posible, un futuro, una nueva sociedad que prendió en el corazón y se constituyó en la conciencia política de las mayorías del país, por ello entregó su vida, en un acto de amor hacia su Pueblo.

Por ello, al ver el Mapa Rojo, después de la victoria del 15 de Octubre, yo prefiero pensarlo como un Mapa «Rojo, Rojito». Porque ése es el color del Comandante Chávez, el Rojo Rojito. Es un concepto puro, el Rojito lo que refleja es la pureza y el desprendimiento del pueblo, la ética y honradez del humilde, del trabajador. Nuestro Comandante lo acuño con ese sentido, un sentido positivo, un sentido de victoria popular, un sentido casi ingenuo pero a la vez muy poderoso de la fuerza de la revolución, de la hegemonía de la política con «P» mayúscula: transparente, luminosa, sin atajos, sin secretos.

Por eso bautizaba todo con el Rojo Rojito, no solo a su querida Nueva PDVSA, nuestra siempre querida empresa, bastión de la Revolución y la Patria, como a él le gustaba decir, sino también le decía así a su carro, así se vestía, así se vistió el pueblo, así marchábamos, de ese color fue la boina del 4 de febrero, la nacionalización de la Faja Petrolífera, de ese color las grandes concentraciones populares, desbordando Caracas en un remolino de fervor popular, de pasión patria, la marea roja, es el color que identifica al pueblo, al futuro, al humilde al revolucionario, es el color que también desata el odio y la intolerancia de la extrema derecha, de la violencia de las elites contra el pueblo humilde.

Ese mapa es Rojo Rojito, porque se expresó de manera militante, esperanzada, disciplinada, el amor del Pueblo por Chávez, la esperanza de defender su legado, mantener la posibilidad revolucionaria.

El que crea que el Pueblo no está molesto o disconforme con la situación económica, los precios, la inflación, la especulación, está completamente equivocado de país. Nuestro pueblo lo sabe, lo vive todos los días y lucha para resolverlo hasta donde alcance el esfuerzo comunal o cualquier mecanismo de defensa de su economía familiar. Pero su lucha y su esperanza es resolverlo en el campo de la Revolución.

El que crea que el tema de la inseguridad no es una de las principales angustias en cualquier zona de las grandes ciudades, barrios o urbanizaciones, de los padres, de los jóvenes, el que no lo reconozca esta desconectado de la realidad. Expresar preocupación por los problemas del país, solo refleja la realidad y no puede ser ignorada o menospreciada. Porque entonces los mecanismos de defensa de la revolución se apagan o desactivan, se impone el miedo y es como volar sin un radar, sin un contacto con la realidad.

Llevo tiempo expresando mi preocupación al ver como se ha desarrollado una creciente intolerancia a la crítica o el debate de ideas en el campo de la Revolución. Se ha recurrido a la descalificación, cerco mediático y exclusión política. Esto es más preocupante aun cuando quien estímulo a nuestra militancia, nuestro pueblo y poder popular a ser críticos fue Chávez. Él mismo era el principal crítico de su Gobierno y nos sometía a la interpelación del pueblo, de toda la población. Buscaba la crítica, la «novedad» y tenía suficiente fuerza y seguridad para entender que evadir o desconocer los problemas, era el camino a perder el arraigo y la confianza del Pueblo, era la ruta al estruendoso colapso político de la cuarta república.

Lo que diferencia una crítica constructiva de un «salto de talanquera» es el «¿Qué hacer»? de Lenin o más de por acá ¿Y ahora qué? La respuesta a estas preguntas define los campos: una crítica constructiva, responsable, oportuna viene acompañada de soluciones dentro del campo de la Revolución, dentro del Socialismo, dentro del Chavismo, sin descalificar, ni fracturar la unidad del Pueblo, ni de la Revolución. ¡Se trata de pensar y actuar como Chávez lo hacía!

Pero si la crítica viene acompañada de un bandazo a la derecha, de abandonar al Socialismo, de abandonar a Chávez, de derrocar a la Revolución, propiciar una alianza con la derecha, de entregar el petróleo a las transnacionales, de desplazar a los equipos o cuadros de la revolución, entonces no solo es un salto de talanquera, sino sencillamente lo que se conoce en la calle como un «raje», una traición.

Dejar atrás el sectarismo y el temor a las opiniones. La mayoría de las veces, este temor está acompañado de inseguridad en lo que se hace o falta de autoridad que en vez de imponerse por el miedo, debe ganarse por la acción, el ejemplo. Muchas veces son los aduladores los que promueven esta conducta. En muchos ministerios u organismos y empresas del Estado, cuando se produce un cambio en la dirección, parece que hubiese cambiado el gobierno, se inicia un desplazamiento de cuadros políticos con experiencia, se crean grupos de interés, se recurre a la descalificación y en otros casos a la persecución. Todo dentro del mismo campo de la Revolución. Esto afecta, de manera muy profunda, la eficacia en la gestión, la continuidad de programas o líneas de acción, la pérdida del impulso revolucionario y la desmovilización o dispersión de cuadros revolucionarios.

Al final el gran afectado es el pueblo, todo el país, porque esta situación se refleja en la capacidad de un desempeño o gestión asertiva en áreas críticas o claves del país, la economía y la revolución: petróleo, finanzas, producción, alimentación.

Entonces, habiendo obtenido un triunfo político importante en las regionales, instalado la Constituyente, neutralizado a la derecha golpista, viene la pregunta necesaria: ¿Y ahora qué? Que no prevalezca el triunfalismo. El que sea un mapa Rojo Rojito, quiere decir que el pueblo, paciente, Chavista, disciplinado pero aguerrido a la vez, está dando una oportunidad política a la Revolución para resolver los problemas y hay que hacerlo con carácter de urgencia.

Hay que establecer una agenda de acciones, un Plan, en el ámbito económico y avanzar o garantizar su ejecución. Luego evaluar cómo va el Plan, si se cumplió, en cuanto se cumplió, cual fue el resultado, si se alcanzó el objetivo. Sino vamos a estar solo reactivos sin recuperar la ofensiva en lo económico. Para ello el Plan necesita el apoyo de todos. Si se decide hacer, se anuncia al pueblo, entonces TIENE que hacerse, sino se deteriora tremendamente la confiabilidad de los anuncios. Esto en economía es terriblemente perjudicial. Además deja el espacio libre para que se despliegue el capitalismo en su accionar destructivo: el paralelo, la especulación de precios, el acaparamiento, la inflación. Se convierte todo en un círculo vicioso, nada virtuoso. Erosiona todo en cascada, lo peor, allá en la calle sigue golpeando al pueblo.

El pueblo está listo y tiene conciencia para acompañar a la Revolución en una salida Revolucionaria a la crisis. Hay que diseñarla y planificarla bien, explicarla, trabajar por ella, concentrar fuerzas hasta romper el cerco del capitalismo. El capitalismo y sus mecanismos, activos a nivel nacional e internacional, van a seguir estrechando el cerco: sanciones, pagos de deudas, bloqueo a financiamientos, a suministros, caída de la producción petrolera, retiro de empresas, rumores de «default», el mercado especulativo, el paralelo. Es una confrontación.

Entonces hay que responder con fuerza, firmeza, un Plan para romper este cerco. La respuesta no es ceder a las transnacionales, ellas no nos van a salvar, ni a la revolución, ni al pueblo, ni al país.

Los sectores económicos nacionales deben decidir de qué lado están ubicados, a que apuestan, sus agentes políticos han fracasado en el festín de la violencia, ahora la Revolución tiene que pedir cuentas y avanzar en un Plan de acuerdo a las condiciones actuales.

Las empresas e instituciones del Estado deben ser eficaces. Articular la gestión con los problemas del pueblo y la situación nacional, ninguna empresa puede estar por su cuenta, sin cumplir metas, sin concentrarse en la solución de los problemas del pueblo, no puede ser indiferente. Dejar de buscar los enemigos entre nosotros, la cacería de brujas, las peleas de grupos, los intereses personales, la destrucción de la moral y la desmovilización de obreros, trabajadores, gerentes. No puede cundir el desasosiego, el desánimo, ni la descoordinación en la resolución de los problemas priorizados. Debe prevalecer el pensamiento Chavista, en base al liderazgo y la asertividad en las decisiones, el cumplimiento de las metas, así se construye el liderazgo en cada sector, en cada empresa, debe existir la condición que siempre reclamaba el comandante Chávez: compromiso político y claridad ideológica, pero además capacidad técnica, gerencial, calidad revolucionaria y liderazgo. Apoyo para el desempeño de la tarea, sacrificio, ejemplo, mística.

Se debe entrar con fuerza, sin consideraciones mezquinas, en el sector financiero, en los mecanismos de especulación que tanto daño le hacen al país. No es un enemigo fantasma, está allí y opera con la participación de instituciones y empresas que operan en el país. El paralelo es un destructor de equilibrios económicos, de la economía, sigue actuando a sus anchas.

El pueblo Chavista está allí, votando por nuestros candidatos, movilizado, es un acto de conciencia y fe. El bando opositor, ausente de liderazgo, violento, ha sido derrotado y sus partidos se desploman entre sus llamados insensatos a una invasión y sus intereses personales y grupales. Ese Mapa Rojo Rojito es un mensaje del Pueblo, es la mano de Chávez, se debe honrar tanta lealtad. Con Chávez siempre ¡Venceremos!