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El asesinato de Chávez es la clave para entender por qué el país se ajusta a los planes imperiales.

Imitando a Oscar Wilde,  si la policía masacra a un grupo de presuntos delincuentes en Aragua es una desgracia para el gobierno, si gatillos alegres vuelven a ajusticiar a otros “presuntos” en la Cota 905, es una calamidad dentro los órganos de seguridad, pero si aparecen más exaltados y asesinan a 30 fugados de la cárcel de Guanare, ya es un descuido (un poco para rematar el tema del fiscal tartufesco).

Un gobierno descuidado. Un gobierno que omite corregir los errores ¿Será esa una forma sutil de eliminar lo que molesta? No creo que haya algo premeditado en hacerse el pendejo frente a la actuación de las policías y la GN; el gobierno sencillamente no existe: ¡lo que vemos en televisión es el gobierno!; una puesta en escena. ¡El Estado no existe!, y nadie piensa en eso. El país se comporta como si fuera normal tener tres asambleas nacionales y que los otros poderes estén bajo el mando del maduro y Diosdado.

¿Cómo llegamos a esto? Creo que la explicación la da con claridad Toby Valderrama en su último escrito: lo único que explica el desgobierno y el hecho de encontrarnos ahora en una situación social y económica peor, más injusta y con una población más dócil que en la cuarta, es una conspiración, un plan muy bien pensado y armado desde Estados Unidos, para sacar a Chávez y reinstalar los privilegios y su vieja política.

Quizás esta idea haya germinado en el siniestro Grupo de Boston o más adelante, no lo sabemos, pero no es  casual la secuencia de los hechos: el asesinato de Chávez y el hecho de no haberse investigado; el sorpresivo pacto con la empresa privada, con los capitalistas, y la dilapidación de miles de millones de dólares de nuestras reservas en tres años y la consecuente paralización de todos los planes previstos por Chávez; la persecución de chavistas y ex ministros; la conformación de un gabinete económico dirigido por empresarios; el desmantelamiento de PDVSA y privatización. Todo realizado dentro de un escenario de guerra falsa que justificara la perenne urgencia, la improvisación  de las políticas de Estado que terminó reinstalando el viejo sistema, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, liberando los precios, restituyendo las empresas socialistas y las tierras a los privados; haciendo ley lo que fueran soluciones temporales, como las cajas de los CLAP, los bonos, etc – ahora es ésto lo que llama Maduro cínicamente “socialismo en lo social” (toda esta nomenclatura madurista debe estar escrita en algún manual perdido en Miraflores: “guerra económica”, “socialismo en lo social”, “nuevo modelo económico”, etc. eufemismos con los que se disimula ante la vista de los incautos) –.

Lo que explica una restitución tan perfecta es un plan hecho afuera, con la colaboración del gobierno de Maduro y algunos actores invitados de la derecha nacional (¿Quién conoce los verdaderos acuerdos del Grupo de Boston o lo que se negoció en Santo Domingo en casa de Cisneros?)

El desgobierno de Maduro encaja perfectamente en la restauración ¿Qué mejor manera de restaurar las fuerzas productivas capitalistas que el laissez faire, dejando que los ricos hagan lo que quieran? (¡¿Acaso se creen el cuento de la pelea de Maduro con Lorenzo Mendoza?!) Las instituciones que la revolución ha debido ir cambiando gradualmente no se cambiaron, y ahora dentro de ellas resulta natural actuar con los viejos vicios del capitalismo, desde la corrupción del funcionario público hasta la clásica represión en los barrios y la persecución política. La conciencia política de la población ha debido cambiar con la revolución pero no se hizo, y ahora su mentalidad es cada vez más egoísta, es más dócil e indiferente al destino del país y del vecino, el capitalismo y su espíritu encajan perfectamente en el “nuevo modelo” viejo de maduro.

Quizás las cosas no han sucedido a la perfección, nadie tiene el control total sobre la conducta social, pero las etapas sí se cumplieron, la obra cumplió con el calendario programado. Quizás hubo daños colaterales pero todo se hizo según lo previsto. En el asesinato de Chávez está la clave de todo.

Investigar políticamente las causas de ese crimen hubiera develado el plan, nos hubiésemos precavido de él. Si en vez de salir a abrazar a Mendoza y Cisneros, hubiéramos dedicado meses en debatir las causas políticas del crimen, este país fuera otro ahora, incluso es posible que Maduro no fuera presidente, ni Delcy y Jorge Rodríguez hubiesen tomado por asalto a PDVSA, Pérez Abad no hubiera sido ministro, porque hubiésemos pensado en las razones política del aquel crimen, porque hubiésemos descubierto una conspiración detrás ¿Nadie se ha puesto a pensar en qué momento y qué tiempo fue falsificado el Plan de la Patria, apareciendo la nueva versión a pocos meses de la original? Esa nuevo Plan fue elaborado antes de la muerte de Chávez y forma parte de la conspiración (la versión falsificada fue encartada en la diario Ciudad Ccs. Con una cubierta roja, sin la presentación original y con una introducción redactada por otra persona ajena a las ideas de Chávez)

Así como en la muerte de Chávez está la clave para entender nuestro presente y esta conspiración, en el Plan de la Patria original está la clave para salir de este atolladero, político, moral, social y económico.

¡Viva Chávez!

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