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ActualidadEl carácter apestado y la verdad, el caso Maduro y la mentira

El carácter apestado y la verdad, el caso Maduro y la mentira

“¿Cómo esa calamidad ridícula ha podido apoderarse del mundo?”, Wilhelm Reich se pregunta

Resumiendo el asunto, Wilhelm Reich, siguiendo la tradición de Freud, identifica dos tipos de caracteres extremos en el individuo moderno: el carácter sano o sexual (el del individuo que resuelve su “Edipo”, es satisfecho sexualmente en su tierna infancia sin traumas y castraciones, y que más adelante desarrolla una inmensa capacidad de trabajo) y el carácter neurótico (que no resuelve su “Edipo”, castrado y reprimido, y que pierde la capacidad de trabajo, de concluir proyectos, de llegar a resultados). No obstante a estos dos, Reich añade un tercer carácter, el del “neurótico controlado”, el cual equivaldría al neurótico de Freud, un individuo que se sabe impotente y lucha constantemente en contra, de forma manifiesta. Para Reich el “neurótico” más bien padece de lo que él llama la “peste emocional” o “carácter apestado”, es grupal, gregario.

En uno de sus artículos publicados en la revista “Orgone Energy Bulletin”, julio 1952 (traducido por Francisco Telles), nos dice esto: “El carácter apestado es por lo general una estructura activa móvil emotiva. Pero su emotividad se encuentra “cortocircuitada” de tal manera que todas sus ideas válidas y todas sus buenas intenciones se evaporan  antes de que puedan concentrarse para producir efectos durables”.  Define a un individuo reprimido (sexualmente reprimido) que acumula energía (superior a la media) que debe descargar, y descubrir los medios para hacerlo, de ahí su habilidad para la astucia, el “truco sofisticado” para movilizar a la gente “sin enfurecerlos”, “Nunca se distanciará excesivamente de la masa, dándose aires de “buen tipo”, de “muchacho de pueblo”, jugando con la honestidad y la sinceridad, manifestando convencimiento (a nivel subjetivo, hacia dentro) de lo que dice. Pero no puede deshacerse del sentimiento de ser un genio abortado, de ser alguien perturbado y dotado a la vez. Ese sentimiento lo comparte con el común de los mortales, pero él lo asume de una forma particularmente aguda.”

“El carácter apestado es profundamente cobarde y tiene mucho por ocultar, particularmente en el plano sexual”… continúa Reich,  “Todo ser humano posee algo por ocultar, ya sea un pionero (un joven), un individuo de la masa, o un administrador. Lo que se oculta son pequeños asuntos personales por fuera de la escena pública dominada por los chismes y la calumnia. El núcleo de esa angustia social es lo que se llama “la vida privada”, o la vida amorosa de cada quien.” La gente suele enterarse de esos secretos, pero como ellos poseen secretos iguales (nada del otro mundo) se establece una relación de complicidad entre el grupo, “cada uno tiene así una conciencia cargada que él oculta bajo la máscara de buena conducta.” Esa manía del que juzga y condena con el chisme, de sentirse una persona buena y decente.

De esta culpa se aprovechan los líderes, de esta fatalidad (“todos tenemos un secreto qué ocultar”),  para arrear a las masas, haciéndoles cometer sacrificios indecibles, pagar cárcel, o morir en una guerra,… pudiendo simplemente decir y vivir con la verdad, hacer de la verdad algo natural. Sin embargo, “ese secreto”, obliga a que toda una sociedad de “seres apestados” viva mintiendo y mintiéndose, que sus individuos vivan de y en la mentira, llevados de las narices por sus líderes particularmente “apestados”, impotentes, incapaces de llegar a término sus ideas o proyectos,  manipulando con astucia a la masa y a los más jóvenes, pues el control de la masa le es vital para sus ambiciones personales (nada del otro mundo), pero siempre secretas. 

Esto tiene que ver con la  revolución y tiene que ver con la traición a la revolución. La sociedad nueva debe ser una sociedad de individuos también nuevos, el “hombre nuevo”, del que habló el  Che Guevara. Y ese hombre debe vivir con la verdad o lo más cerca posible de ella, sin sentir vergüenza de sus “pequeños  o grandes secretos”, vicios, defectos, “pecados”, etc., para no dejarse manipular en una sociedad perversa y de pervertidos, de pacatos, de hipócritas gazmoños que viven de secretos.

Los niveles de las mentiras pueden alcanzar dimensiones hitlerianas, como es el caso de esta campaña electoral, donde se ha conjugado toda la fuerza de la astucia y la mentira, la picardía perversa, para hacer que la masa siga a sus líderes en sus ambiciones personales, el control sobre los mortales. Los niveles de la vergüenza colectiva y la mentira han hecho que la masa abandone a Rafael Ramírez en medio de una calumnia, cada cual temiendo de sus propios secretos. El sistema funciona; un “apestado” calumnia a un enemigo y la masa, sabiéndose copartícipe de secretos condenables socialmente, permite su sacrificio,  el linchamiento de Cristo, se resigna a ser llevada de las narices, incapaz de pensar, de actuar, de rebelarse de manera valiente y autónoma.  Una revolución requiere de gente valiente y que no mienta jamás, no de una sociedad de cómplices, que acepte los secretos como  algo natural, la mentira como algo natural, porque todos tenemos “rabo de paja”; eso es miserable. ¡La verdad por encima de todo!

Por último, “…medidas prácticas  para combatir esa injerencia nociva:

1.- Saber distinguir la fisionomía retorcida   2.- Insistir para que todo sea hecho a la luz del día sin tapujos   3.- Utilizar sabia pero decididamente el arma de la verdad   4.- Enfrentar decididamente a la peste emocional. No ceder ni aceptar compromisos. Dominar los sentimientos de culpabilidad y aprender a conocer nuestros puntos débiles.   5.- No vacilar, y si es necesario, revelar nuestros puntos débiles e incluso nuestros secretos, la gente sabrá responder comprensivamente.   6.- Tratar de aliviar la presión del sentimiento de culpabilidad de los individuos, sobre todo en materia sexual, dominio principal de ataque de la peste emocional.  7.- Revelar a todos, de una manera abierta y visible, nuestros móviles, objetivos y métodos.   8.- Aprender incesantemente de defenderse de la mentira pérfida.   9.- Dirigir toda la curiosidad humana hacia grandes problemas de la vida, en particular, la educación de los niños.”  Wilhelm Reich

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