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“El nuevo bloque histórico”, “la economía real”: el discurso metafísico de los petulantes

La metafísica, para resumir, es todo aquello que, en los tratados aristotélicos, quedaba más allá de la física, de la naturaleza. Y para seguir resumiendo, la naturaleza (lo físico) representa, en este caso,  la realidad. Cuando un historiador dice que en estas elecciones se va a consolidar “el nuevo bloque histórico revolucionario”, esta es una afirmación “metafísica”, ¡de dónde sale tal disparate!, a saber: del puro y simple deseo; les es dado como una verdad desde el más allá,  “un nuevo bloque histórico revolucionario” que se consolida en unas elecciones de oportunistas, dándose zancadillas y cabillazos, que se arañaron con furia y maña, de candidatos reaccionarios de acción y corazón, para quedar en un puesto salidor, como caballos pinchados corriendo una carrera amañada, en este clásico de la democracia burguesa. El único crédito con que cuenta esta afirmación es un argumento falaz, ad verecundiam, apelar a la “autoridad” de un experto historiador, pero sin sentido histórico: de esta especie metafísica están hecho todos los discursos  del gobierno y de los gobierneros; son palabras que les caen en la mente ordenaditas, que se posan allí como pomos de nieve que caen del cielo de los deseos, o quizás robadas de algún libro, donde seguramente tuvieron más sentido. Un historiador debería concentrarse más en leer el periódico y leer bien lo que acontece en la calle, que en soltar frases bonitas, ampulosas, las cuales son las alfombras que  esconden la basura.

A las personas que fantasean mucho, quizás por alguna empatía, les gusta mucho esos discursos exaltados que los apartan de la realidad. Cuando el dolor es muy fuerte es preferible dormir y soñar. Atrapados entre lo malo y lo peor, la mayoría ha optado por la evasión, cualquier forma de ella; creer en los discursos gobierneros, aferrarse a “diosito y  la virgen” (como aconseja el presidente), o a la corte yoruba, a María Lionza, pasar la tarde en “pare de sufrir”, hacer tai chí y meditación en el parque del este, no importa el método, con tal de no soportar más dolor de lo necesario. Y eso de lo necesario es lo amenazante que se vuelto la vida, la convivencia con nuestros semejantes y con la ausencia de gobierno y de instituciones.

Los habitantes de Venezuela nos hemos convertido, en su mayoría, en un caldo para el cultivo de la mentira. “Estamos en vía a la recuperación económica real”, dice Delcy Rodríguez; “debemos crear una cartera de productos de exportación”,  fantasea Maduro, todavía invitando a los empresarios a tener confianza en la producción nacional, lo que quiere decir que todavía están tratando de convencer a los inversionistas, que de eso depende la recuperación económica real, de la que habla la vice.

Una población trabajadora con una alimentación y una salud deficitaria, que sólo tiene en perspectiva ser explotada mucho más de lo que ahora lo es, en las ZEE (cuyo atractivo principal para los inversionistas es el bajo costo de la mano de obra), un pueblo deprimido, enfermo y triste va a producir, por arte de magia, va a recuperar la “economía real”; ¡si ésto no es mentira tampoco lo son los otros deseos y creencias que nos embarga el espíritu de la ignorancia!, como el cuento del “nuevo bloque histórico revolucionario”.

Es difícil soportar la realidad,  como la muerte, pero es eso lo que tenemos como certeza. Si, y sólo si la aceptamos, la reconocemos y nos reconocemos  como pacientes de ella, podremos superarla. La realidad no son los deseos de Maduro o de Delcy, la realidad nos toca el estómago y el sistema nervioso, y en el medio está nuestra mente. Debemos hacer que nuestra mente se ajuste a las demandas del cuerpo, dejar  la fantasía de un lado y descifrar el gran peo donde estamos metidos todos.

Por ejemplo, no contamos con un pueblo trabajador fuerte ni entusiasmado para producir, cobrando 2 dólares mensuales; para que los ricos se hagan  más ricos y exporten todo lo que nosotros necesitamos aquí. ¡Necesitamos producir para consumo interno!, ¡para tener seguridad alimentaria, para tener medicinas, gasolina, cemento, semillas, escuelas y universidades!; el excedente, si lo hay, se exporta, esa es nuestra “economía real”, una que dependa de nuestro trabajo, de nuestra salud física y mental, y no del capricho de los capitalistas. Superar el rentismo petrolero no es una fórmula mecánica, es la voluntad política de cambiar el sistema, depende de nosotros trabajando como sociedad y para la sociedad, no de liberar la furia de los capitalistas, su codicia y egoísmo esclavizando a nuestros trabajadores. La “economía real”, para los socialistas, es aquella que coloca al ser humano delante, y luego el ser humano y la vida natural, y detrás los mecanismos; la conciencia social por encima de la lógica egoísta del capitalista, la cual solo sirve para hacer crecer a países fuertes,  ya desarrollados, y aun así siempre necesitarán de explotar a pueblos y países como el nuestro.

Si no queremos pasar por tontos adormilados, hay que armar bien el problema para luego resolverlo, tener una visión amplia de él y no quedar atrapados en el remolino de las elecciones y el diálogo de los avispados oportunistas. El trabajo lo adelantó Chávez con su plan de la patria, ese es el modelo de plan de acción política socialista, contamos con esa base teórica. Negar eso es mezquino y tonto a la vez, cuando más nadie  ha hecho una igual o parecido.

¡VOLVAMOS A CHÁVEZ CARAJO!

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