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ActualidadFalsa retórica antiimperialista

Falsa retórica antiimperialista

«Los Estados Unidos parecen destinados

por la providencia para plagar

la América de miseria

en nombre de la libertad»

Simón Bolívar

Clamar por una política antiimperialista en tiempos de la actual crisis de hegemonía que sufre la sociedad venezolana, tras el colapso rentístico, no pasa de ser una cínica postura para ocultar el fracaso de un desgobierno que pretende eternizarse en el poder sustentado por una casta pretoriana.

A través del tiempo acumulándose promesas incumplidas de manera permanente, se ha creado un caos irreversible en la actual coyuntura, donde a su vez conviven la presencia de títeres del vecino de la Casa Blanca, que igualmente pretenden, a su manera, retroceder la historia para volver a los designios de lo que vivió Venezuela durante las cuatro décadas del Pacto de Punto Fijo, donde la hegemonía adeco-copeyana terminó por cederle paso a dos hechos que marcaron historia, la rebelión popular de febrero de 1989, pueblo sin el apoyo de la Fuerza Armada, y las sucesivas rebeliones militares del año 1992, Fuerza Armada sin apoyo popular; antecedentes estos a la experiencia del gobierno del Comandante Chávez, con todos sus logros y méritos en la distribución de la renta de los hidrocarburos, el pago de una deuda social acumulada, posiblemente desde 1830, y la recuperación de la soberanía del recurso petrolero; cuestiones que han sido tiradas por la borda, a partir de un gobierno solicitado por el propio Comandante Chávez en su alocución a la Nación el 8 de diciembre del año 2012, anterior al agravamiento definitivo de su salud y la siembra definitiva de su semilla el 5 de marzo del 2013.

La misma Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada por mayoría popular el 15 de diciembre del año 1999, ha sido puesta de lado por un desgobierno que a todas luces continúa un proceso de desmantelamiento del aparato administrativo del Estado venezolano, rematándolo al peor postor, lo que significa ni más ni menos, que liberar a bajo costo los activos, proveyendo campo abierto para la absorción de capitales especulativos, que terminan de hacer más vulnerable el territorio y las poblaciones que allí residen; con el riesgo que corre actualmente la República de ser desmembrada política, territorial, social, económica y culturalmente.

Ese riesgo, ya presente ante un proceso de éxodo masivo, millonario de personas que en forma desesperada han buscado refugio fuera de las fronteras del país, y ahora sintiendo las realidades de la crisis que afecta a otros países de quienes apoyan una salida de fuerza, para nuestros problemas, países que se habían mostrado como íconos de la democracia latinoamericana, que hoy se ven subsumidos en una crisis política y social, de profundas proporciones.

La realidad actual venezolana, requiere de un cambio radical de gobierno orientado por los principios constitucionales que nos dimos los venezolanos en diciembre del año 1999, sin interferencia alguna de quienes por decenios han sido la verdadera cara de los gobiernos reaccionarios, particularmente encabezados por una élite que hoy sufre la ira de parte del pueblo norteamericano, expresada con profundo dolor por la gente de color y los sectores menos privilegiados de la emigración de América Latina.

En Venezuela si queremos superar el laberinto en que nos encontramos, se requiere el concurso de las mejores voluntades, cultivada por generaciones en nombre de la libertad, de la igualdad de los seres humanos, sobre todo si se participa de la idea y de la necesidad de un cambio a nivel mundial que supere la grave crisis estructural de la lógica del metabolismo del capital, que sea sustituida por otra del trabajo libre, creador, de respeto a la diversidad de los pueblos, como garantía de una justicia que no parta de la actual desigualdad en tantos millones de seres humanos, de los casi ocho mil que actualmente habitamos el golpeado y mal tratado planeta Tierra.

La solución a nuestros problemas de los venezolanos debemos encontrarla nosotros mismos, de manera independiente, sin interferencia alguna de gobiernos, de intereses foráneos, que solo buscan profundizar y hacernos creer en el sistema capitalista actual, por demás plagado de desigualdades y divisiones de clases, ya subsumido en una profunda crisis estructural más allá de lo que expresa la terrible pandemia viral.

Debemos buscar soluciones que surjan de la base y las necesidades del pueblo, de aquellas organizaciones revolucionarias que junto a los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, sea capaz de encauzar y enrumbar las energías positivas de este pueblo de Bolívar, de Sucre, de Urdaneta, y de tantos patriotas que dieron su existencia para las generaciones futuras.

No hay tiempo que perder, si deseamos ¨Refundir la República Bolivariana¨, son momentos de actuar en pro de la felicidad de la mayoría de quienes hemos decidido vivir en paz, de luchar y hacer valer ante el mundo los principios y legado de los héroes de nuestra Independencia.

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