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ActualidadLa nueva OPEP con empresas, capitales y sin Países

La nueva OPEP con empresas, capitales y sin Países

El mundo ha cambiado su estructura económica, política y de alianzas desde que Donald Trump se convirtió en el candidato estadounidense de las trasnacionales, del gobierno ruso y del mercado chino. Una vez ubicado en la Casa Blanca, la era Trump se hizo presente. Tal ha sido el impacto del cambio que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) -ahora sin la fuerza de los Estados- ahora hace lo que ordena el presidente de Estados Unidos (recortar, junto a Rusia, la producción de petróleo).

Fue en el mismo 2016 que la OPEP empieza a dar señales de cambio en su estructura política, cuando el 26 de abril el Rey Salmán del Reino de Arabia Saudita anuncia la aprobación de un proyecto presentado por el entonces vice-heredero al trono, su hijo el príncipe Mohamed Bin Salman -hoy heredero directo, apoyado por EEUU-, el cual lleva por nombre “Visión Saudí 2030”. En ese plan se establece como objetivo superar la dependencia del petróleo a partir de 2020 y diversificar la economía, donde se pondrá en venta el 5% del gigante petrolero Saudi Aramco -empresa del Estado- y se creará el mayor fondo soberano del mundo.

Un movimiento que pocos advirtieron -y advierten-, donde la OPEP empezó su mutación de una Organización de países productores de petróleo a una Representación de empresas y fondos de inversiones. En palabras más simples: en la OPEP están dejando de regir los Estados; el precio y la producción de petróleo lo están definiendo las empresas y los capitales. Se acabó la política dentro de la OPEP. Se crearon planes y proyectos de promoción de inversión de capital privado a cambio de la soberanía que los países miembros tienen sobre su recurso natural.

Soberanía a cambio de endeudamiento. A simple vista suena ilógico que un gobierno tome esa decisión, si se asume la política como garante de la soberanía del Estado. Pero ese canje “soberanía por deuda” es perfecto para aquellos gobiernos que buscan afianzar y alargar su poder con el apoyo político y económico trasnacional, donde la economía de libre mercado permite el blanqueo de capital y el control trasnacional sobre el recurso natural.

Por ello, no fue menor lo que logró el heredero Bin Salman desde la dirección política de la petrolera del Reino. Saudi Aramco es la empresa más cara del mundo con un valor de 1,9 billones de dólares americanos para el cierre de 2019, seguida por Microsoft (1,15 billones USD), Apple (1,12 billones USD), Google (927 mil millones USD) y Amazon (862 mil millones USD). Por ello impactó el mercado mundial la salida a la bolsa de la gigante árabe en diciembre de 2019, colocando a la venta del 1,5% de sus acciones, recibiendo ofertas por 104 mil millones de USD (4 veces el valor de lo colocado), logrando negociar la venta final por más de 26 mil millones de USD y consiguiendo una suba del 10% en sus acciones. Los inversionistas saben dónde ir cuando una empresa da dividendos de 1.540 millones de dólares al año por el 1.5% de las acciones.  Así, Saudi Aramco dejó de ser 100% nacional y el príncipe Bin Salman obtuvo el apoyo para trazar libre su camino a la corona saudí. Un canje perfecto tras el telón de una “economía no dependiente del petróleo” para cambiar soberanía por poder.

A su vez, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Qatar hicieron movimientos para también captar la inversión extranjera, presentando planes y objetivos para dentro de 10 años, al igual que Arabía Saudita.

Visión Nacional Qatar 2030”, “Visión Abu Dhabi 2030” y “Visión Kuwait 2035” tienen en común que su objetivo es captar 800 mil millones de USD del capital privado para inversión, prometiendo ser ellos el Centro de desarrollo Global del mundo financiero y de inversiones. Todos los planes apuntan a un desarrollo urbano de fantasía en una economía no petrolera que, al final, depende de los hidrocarburos.

Todas esas inversiones se canalizan a través del fondo soberano de inversión de cada país: Frente del Fondo de Inversión de Arabia Saudita, Fondo de Inversión Soberano de Kuwait, Compañía de Inversión Mubadala (Abu Dhabi) y Fondo QIA (Qatar). Todos reciben financiamiento de los ingresos petroleros, poniendo ese capital en inversiones que no son propias de los fondos soberanos. Sin embargo, las inversiones ahora se están colocando en áreas mucho más estratégicas globalmente (telecomunicaciones, internet, comunicación satelital, empresas de chips y microchips, energía renovable), pero manteniéndose alejadas del fin que debe tener los fondos soberanos de inversión.

Estos fondos de inversión no son del todo transparentes. Invierten en economías en crisis para adquirir bienes y recursos a bajo costo o acciones de empresas que estén a la baja. Igual invierten en economías sólidas una inyección de capital que logra bajar las tasas de interés del tesoro nacional de esos países, lo cual permite el endeudamiento entre su población y aumenta el precio de las acciones y en el mercado de bienes raíces.

Son fondos especulativos financiados por la renta en petróleo y gas o por dividendos de otras inversiones financiadas por la misma renta, colocando la inversión en activos fuera de sus fronteras que difícilmente generen ingresos al Estado. No son como el de Noruega, un fondo de pensiones que solamente se colocan en el mercado bursátil y cuyo capital acumulado y la rentabilidad en las inversiones les pertenece a todos los noruegos.

Para el año 2019 los fondos de inversión del Golfo Pérsico y Asia ya habían colocado 43 mil millones de dólares en América Latina, siendo Chile su mayor receptor con más de 24 mil millones de USD.  Suriname ya tiene un fondo soberano sobre la extracción de oro y petróleo y Guyana está trabajando sobre el fondo de inversión en el marco del plan “Década del Desarrollo”.

Estamos ante un panorama petrolero y gasífero en donde todo pasa por Saudi Aramco (Arabia Saudita), Exxon Mobil (Estados Unidos), Russneft (Rusia), Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) y, en menor incidencia, Total (Francia), Shell (Holanda) y Repsol (España), mientras los fondos soberanos de inversión de Kuwait, Abu Dhabi (Emiratos Àrabes Unidos) y Qatar hacen el trabajo financiero.

La OPEP perdió sus voces críticas: la de Irán al lidiar con las consecuencias de las sanciones impuestas por Estados Unidos (EEUU), la de Irak al tener que suplir de combustible a las tropas norteamericanas y negociar con el pueblo kurdo, la de Argelia por su inestabilidad política, la de Libia por los estragos de la invasión que asesinó a Gadafi y dejó dos gobiernos, y la de Venezuela con el fuerte desplome de su producción a partir de 2014 y la inestabilidad de su política petrolera en el último quinquenio.

Luego de 4 años, ésta es la nueva OPEP: con empresas, capitales y sin Países. ¿Nadie lo notó?

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