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ActualidadLas contradicciones: de los discursos de “paz”, a resolver "todo" con cárcel

Las contradicciones: de los discursos de “paz”, a resolver «todo» con cárcel

Las contradicciones están exponiendo la ridiculez del gobierno. El rey se exhibe desnudo y no lo sabe (o se hace el pendejo).

El gobierno buscó la paz con estas elecciones pero a un candidato opositor lo deshabilitan con astucia y a otros los ponen presos (como si eso pudiera cambiar la realidad electoral del gobierno, la realidad); es una forma de mostrar quién manda, “malandrear” al enemigo político diciendo, “yo hago lo que me da la gana”. Pero se habla de paz. Una jueza es encarcelada por juramentar a una alcaldesa de la oposición (la excusa fue por no estar en funciones) ¿será que no se les ocurre otra forma más civilizada de resolver esos impases, sin exhibir tanto subdesarrollo? Resulta que el odio y el miedo escurren por la piel. Pareciera que Venezuela, a nombre del gobierno, vuelve a las “maneras” de las tiranías sureñas, se les une poco a poco en el retraso político. Proponen la paz con las reglas del juego “democrático” y luego patean la mesa. (El caso de Barinas es el colmo de la desfachatez, por no decir de la ridiculez.

Ahora Maduro, frente al disparate de acusar a los observadores de la UE de espías y la merma electoral y demás pifias, les exige a los gobernadores que se ocupen del pueblo, con un discurso y una pasión que nos recuerda a Chávez regañando a Jesse Chacón; Maduro buscando culpables, huyendo de los espejos. Conversa con los opositores como todo un estadista, pero por otro lado da órdenes a TSJ… Pero es solo un discurso y una pose, para los cuales su auditorio con invitaciones siempre será sensible. Desde ahora en adelante sus discursos serán arengas, reprimendas con el ceño fruncido; será así hasta la próxima metida de pata, o hasta que llegue el final definitivo.

Cuando se es tan “cacho”, un discurso exaltado resulta útil, lo puede disimular un tiempo, pero no todo el tiempo. Estamos en una etapa donde las metidas de pata del gobierno rebasan los discursos, arengas, reprimendas y etc. Hacia afuera los contrastes son cada vez más evidentes, como es el caso de esa tienda Amazon Depot”, que abrieron en el centro. En el caso de la tienda algunos visitantes consideran que es el comienzo de la salida de la crisis, pero muchos se preguntan cómo es posible, si Estados Unidos bloquea las importaciones. Y piensa uno –“Si el bloqueo es así de “terrible”, la corrupción debe estar igual de disfrazada, quizás de jueces indignados”. Otros dicen, “¿salida de la crisis, importando? ¿Y dónde está la producción nacional?”,…pero hay quienes dicen con razón, “¿y quién tiene sueldos en dólares?”.

Otro disparate es la desfachatez con la cual el TSJ deshabilita a destiempo al candidato ganador en Barinas y luego suspende las elecciones, “desaplicando” las normas y decisiones del CNE (¡qué es eso pa ellos!).

Pero la más clara contradicción es que, a pesar de los discursitos (disimulos y mentiras), el gobierno pierde apoyo y pierde en las elecciones, y así comienzan a aparecer las fracturas en la lealtad interna. En adelante todo será distinto dentro del grupo que gobierna y del partido de gobierno, empezará otra migración; una oleada desmarcándose de esta impúdica chifladura, comenzará la diáspora clientelar, la saltadera de talanqueras; emergen las contradicciones internas… y como dicen, el animal herido se pondrá más peligroso

La unidad madurista, la lealtad clientelar no soporta la derrota en una crisis, sobre todo el rechazo del colectivo. En los estados y ciudades de mayor densidad de población la abstención supera el 60 %, a pesar de los inscritos en el partido, a pesar de los discursos y de los cuentos chinos sobre el crecimiento económico y la prosperidad. La masa, que ha servido de base electoral, de apoyo al gobierno, comienza a abrir los ojos: la prosperidad es fácil de comprobar en la calle – si es que se puede llamar así a las importaciones y a la vida cara – y saber hacia dónde va, a qué población beneficia. Mucha gente ha sido indiferente a la apuesta por la “paz” de las elecciones, porque tiene que luchar en otra guerra a diario para comer o vivir con un mínimo de dignidad, sin morir, sin que se les caigan los dientes, quedarse ciego, o estalle con la tensión alta o en una crisis diabética. No importa cuántas tiendas abarrotadas y productos se consigan en ellas. Una guerra como la que se libra a diario contra el hambre y la salud no puede ser tan cruenta como enfrentar a la Guardia Nacional para saquear el Excélsior Gama de los Dos Caminos, o enfrentarse al gobierno directamente. Y eso lo saben, lo huelen los que han vendido su lealtad.

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