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ActualidadLas distracciones de Jaua

Las distracciones de Jaua

Nuestra sociedad está en crisis. No solo el gobierno, no solo el Estado, nuestra sociedad se ha partido en pedacitos. Cada quién trata de sobrevivir a las carencias y necesidades sin mirar al lado. No hay medios adquisitivos fijos ni claros. El país está dolarizado sin dólares, aquellos que los consiguen son afortunados. No hay efectivo, no hay bolívares. Los sueldos no existen, en la mayoría de los trabajadores no representan un valor significativo para la vida. Las cajas del Clap y los bonos sorteados son pírricos y no completan lo básico necesario para vivir decentemente. Ante esta situación la conciencia social se pierde; cada quien  sale a buscarse la vida como sabe o como puede. A causa del virus y la cuarentena la masa se atomiza y  cada partícula se capsula de forma individual en sus casas (y aun así hay robos nocturnos oportunistas).  Con la cuarentena impuesta y la paranoia se agrava todo, se despedaza más la sociedad. Estamos mentalmente sensibles. El intercambio humano escasea porque escasean los recursos materiales y las razones políticas y morales para él: esa es la propensión del conjunto, fraccionarse y encerrase en sus propios asuntos.

Mucha gente se distrae de este desbarajuste como puede y el tiempo que puede, para eso es Directv y para eso están los “problemas nacionales”; de éstos nos hablan los “Elías Jaua”, moderados conciliadores. Esa posición “apaciguadora” representa un punto intermedio entre la manipulación del gobierno y lo que cree mucha gente que son las razones del gobierno para no darnos una vida mejor. Son los problemas de otros, con los cuales cargamos todos, gracias a la imposición de un punto de vista mediático (Roberto Malaver),  a las “noticias nacionales”, por su efecto e intención de manipular y desviar la atención hacia otro lado, el lado que no es.

Las “noticias nacionales” nos distraen de la raíz del problema verdadero, que no es una noticia, es una verdad que yace en el fondo, el problema vivo, existencial de la revolución, y de la nación, de la propia idea de pueblo; es lo que padecemos a diario como pérdida, como sociedad y como individuos. Los efectos del terror nos distraen de no ver en el fondo la causa de una disolución existencial. Quizá, de llegar a conocer este origen el gobierno sería otro, en sentido estricto, sustancial.

Dice el sentido común de nuestro pacifista social: “…el anuncio de la administración Trump de impedir militarmente la llegada de buques provenientes de Irán, cargados con combustibles para aliviar la actual situación de desabastecimiento de los mismos que afecta a toda la población; … la suspensión, producto de las sanciones unilaterales y por tanto ilegales, del principal servicio de televisión satelital en Venezuela –es decir Directv –, afectando cerca de 10 millones de personas; … la noticia de la confiscación judicial de CITGO, empresa refinadora de combustibles de propiedad venezolana en los Estados Unidos, hoy manejada ilegalmente por el fallido gobierno paralelo de Juan Guaidó, con el aval del gobierno de Donald Trump … paradójicamente, están forjando un punto de encuentro de amplios sectores en torno al rechazo a la intervención armada, a las sanciones ilegales y a la pérdida de nuestros activos patrimoniales como Nación.” https://www.aporrea.org/imprime/a290904.html

Hace unos días citábamos a Fidel Castro, en uno de sus discursos a los CDR, donde decía a su gente que no se podía construir una unidad por razón de una amenaza de guerra, o de motivaciones fortuitas o superficiales, sino a través de la conciencia, y ahora nos asombramos de cuán perceptivo era Fidel, vemos como nuestro conciliador da valor a una unidad fortuita, “paradójica”, producto de una contradicción sin conciencia de ella, lo que es en el fondo eso, una falsa conciencia nacional que emerge del fondo como las impurezas, o cuando mucho, es un deseo personal, como “pacificador social”, de que sea posible esa rara unidad  nacional basada en amenazas y miedo.

Con el caso de Directv Jaua teme junto al gobierno a una sublevación popular de “10 millones de personas”, por razones realmente ridículas, las cuales más bien desprestigiarían a cualquier revolución socialista respetable. Esa sanción afectaría a quienes contratan Directv y son adictos al cable, o sea, a la clase media pobre y empobrecida, machucada de miedo y de hambre, que no defendería ni su propia honra en una eventual invasión extranjera, pero sí sería capaz de tumbar al gobierno.  En el caso de Citgo, preocuparse por esto es un gesto patriotero tonto: a nadie le afecta ni le interesa el destino de Citgo, la industria petrolera ya está quebrada, rematada desde hace rato; peor que la venta de Citgo es no producir gasolina en nuestras refinerías, o alimentos, medicinas. Citgo y los barcos iraníes no van a solucionar un problema social y político tan grave; solo con gestos patrioteros insulsos no vamos a recuperar lo perdido. Con gestos no se defiende un país, con deseos, con miedo. Se trata de 10 millones (incluidos intelectuales, políticos, trabajadores etc.) de pendejos, no de patriotas.

Cuando Jaua dice: “…paradójicamente, están forjando un punto de encuentro de amplios sectores en torno al rechazo a la intervención armada, a las sanciones ilegales y a la pérdida de nuestros activos patrimoniales como Nación”. Esto quiere decir que funciona la distracción, los que deberían ir a la raíz del problema terminan quedándose en la superficie, chapoteando sobre sus consecuencias sin ver las causas. La causa del problema es nuestra falta de conciencia social, de conciencia del deber social, y  el gobierno parásito madurista que es como un tumor maligno: no sirve y estorba; “la causa está en Miraflores”. Y él lo sabe, cada quién lo sabe, pero no hay tiempo para ocuparse de eso, hay que llenar el estómago.

Jaua: “Cada vez más, con sentimiento patrio, leo, veo y escucho voces opositoras de todos los ámbitos de la vida política, económica, social y cultural deslindándose de la ignominia. Con coraje y valentía, dirigentes políticos, periodistas, empresarios, académicos, entre otros, le salen al paso al chantaje de ser señalados como “colaboracionistas del régimen”, cuando en verdad los mueve un auténtico sentimiento de defensa de su Patria, nuestra Patria; del derecho del pueblo a vivir con tranquilidad y de promover un acuerdo político democrático y transparente.

Mientras “los mueve un auténtico sentimiento de defensa de su Patria” – si esto es cierto– se distraen del hecho de que no hay patria, cuando miran hacia los lados no encuentran nada, solo desolación y caos.

Creemos que Jaua describe muy bien el nivel de conciencia política que soporta el miedo. Hasta allí alcanzan a ver esos ojos acobardados, temerosos, ¡no de perder  la revolución!, sino de que haya una revolución social verdadera, un cambio de conciencia,  y la masa reaccione contra la vergüenza de vivir excluidos de todo, y sometidos a la voluntad de manipuladores y pícaros.

¡Viva Chávez!

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