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ActualidadNo existe sabiduría popular dentro de la miseria humana.

No existe sabiduría popular dentro de la miseria humana.

La miseria humana es una desproporción, es un “monstrum”. La miseria humana sólo produce más miseria y acaba con los pueblos, con los imperios, y con los presidentes petulantes. Cuando llegaron los invasores de Roma no hicieron mucho esfuerzo; Roma se dejó conquistar porque no había nada qué conquistar, todo se había acabado. Cuando llegaron los Bárbaros no pasó nada porque ya la barbarie estaba entre ellos, como dice el poeta, nunca llegaron porque eran ellos los bárbaros, sin leyes qué respetar, sin Estado, sin gobierno ciudadano, sin honor y gloria, sin decencia o dioses a quienes temer. Cuando los pueblos se hacen miserables, el lado más irracional de la humanidad los deforma hasta lo irreconocible.

En la miseria todo lo bello y bueno desaparece, ni siquiera hay un artista presente que lo testifique con el gran espejo que es su obra, confiriendo sentido a la esperanza; el arte, la poesía y la literatura se confunden con la realidad, se convierten en cinismo y desesperanza… la ciencia, el ingenio, las técnicas en las armas del verdugo.

La miseria es el combustible de la peor violencia, el estallido social, la rebelión social que arrasa todo.

Hoy vivimos en Venezuela una experiencia social inédita para muchos, desconocida en muchos años. Se le agotan las distracciones al gobierno, las fiestas (llega el momento en que sabremos “que cada uno es cada cual”); se agota el sedante de las bolsas de comida y las limosnas, no son suficientes, cada vez el enfermo social reclama dosis más fuertes para contener su ira.

La miseria socava las relaciones sociales, la armonía. Las enfermedades irritan, las necesidades hacen insoportable las relaciones familiares; el padre se desespera, los hijos insatisfechos gritan, los más pequeños chillan, la madre los golpea o los lanza a la calle. Nadie tolera al otro un pequeño tropiezo, una mirada sostenida, el tono al hablar. Vivir es para las mayorías una aflicción que no deja salidas racionales para librarse de la angustia. La mayoría no se da cuenta, porque todos temen reconocerse en el otro y desvían las miradas.

Pero se acerca ese momento en que nos veremos a los ojos. Entonces se romperá el aliviadero de las migajas y limosnas, y estallará la ira social arrasando con todo a su paso. “Es lo que espera el imperio”, dice mi hermano, “es lo que espera el capitalismo”, lo corrijo yo.

La torpeza del madurismo los tiene en caída libre por un abismo que parece sin fondo. Después de la muerte del comandante Chávez sus hijos no supieron qué hacer con la herencia de la revolución socialista. En ese momento emerge la “falta de carácter” que ahora le damos el nombre de “madurismo” (por tener como cara visible al presidente Nicolás Maduro). Estos “sindicaleros”, de forma pragmática, traicionan el proyecto socialista, detienen el impulso revolucionario, para luego borrar de forma definitiva a Chávez de la memoria colectiva.

La torpeza del madurismo está en que no supo qué hacer con el gobierno en sus primeros años, hasta que lo encomienda a los intereses privados capitalistas. Luego de quebrar a PDVSA, sin dinero, sus cómplices terminan rematando el país como una mercancía de segunda mano a oportunistas de todas partes, fabricándose un discurso de propaganda, justificaciones seudocientíficas y seudorevolucionarias para lo que claramente a la distancia se ve como una claudicación al enemigo, una traición. Ahora el “monstum” de la miseria los amenaza también a ellos, porque saben que frente a él no se salva nadie; sólo el capitalismo quedará de pie, hasta que le llegue su hora.

Si los socialista cobramos conciencia de cuál será el destino próximo de una sociedad deshecha por la miseria humana –la miseria material, espiritual y moral –, podremos adelantarnos a la explosión social irracional y a la barbarie fascista. La idea es encausar la violencia hacia un cambio político verdadero socialista –no capitalista, no aburguesado, sin estimular el personalismo y la banalidad pequeñoburguesa –; evitar la anarquía sin propósitos y volver a identificar claramente cuáles son los verdaderos enemigos de la paz social, de la justicia social y de la igualdad; desde ya comenzar a develar la mentira del falso socialismo de Maduro, denunciar cómo y en qué momento se traicionó el proyecto socialista y a Chávez…, debemos (ahora es tarde) ir creando esta conciencia entre la gente con todos los recursos que tengamos a la mano para hacer oír nuestra denuncia y nuestra palabra de redención socialista.

El líder que reclama esta restitución de la constitución y de su espíritu revolucionario, le toca distinguirse de todo lo hecho por el madurismo, distanciarse del oportunismo sobre un plan. El plan existe, solo hay que asumirlo sin complejos, con valentía revolucionaria, sin el miedo y la vergüenza madurista de estos flojitos sin alma.

El líder que necesitamos –desde ya – debe dar un paso al frente y asumir esta honrosa tarea, sea en la trinchera militar, desde el exilio, o en las fábricas, industrias básicas, o del campo. El líder que necesitamos es aquel que cuenta con más posibilidades y recursos que el común, pero sobre todo con la conciencia social y política, necesarias para rescatar nuestro país de las garras de la miseria, de la miseria va sembrando el capitalismo, la desigualdad, la indiferencia, las necesidades, a su paso.

CONTRA EL OPORTUNISMO Y LA MISERIA, VOLVAMOS A CHÁVEZ

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