Otra vez ausente y con uniforme prestado

Es la segunda vez, que nicolás maduro se ausenta, nada más y nada menos, que del Desfile del 24 de junio, Conmemorativo de la Batalla de Carabobo y del Día del Ejército venezolano. El año pasado, se celebraban los 200 años de la Batalla, donde se sellara la Independencia de Venezuela; y, maduro, Jefe de Estado y Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, no asistió a tan importante evento oficial. Como siempre, el gobierno no dio explicaciones, lo que dio pie a todo tipo de especulaciones. Ahora, nuevamente lo hace, sin indicar las razones, pero transmitiendo un mensaje desde algún lugar, vestido con un raro uniforme militar. Trajeado así, no sólamente se ve falso e inapropiado, sino que todo esto, la ausencia y el uniforme prestado, configura un cuadro que nos obliga a realizar algunas reflexiones.

La actitud de maduro con respecto a los militares es DISPLICENTE y UTILITARIA, de una absoluta falta de respeto hacia la institución más importante del país, la que, por cierto, lo sostiene en el poder.  

De mi trabajo como ministro, 10 años consecutivos al lado de Chávez, siempre observé el profundo respeto que el Presidente tenía por la institución militar —de la cual era parte integral— y su perfecta comprensión de lo que cada acto conmemorativo, de ascenso, significaba para la misma. No faltó a ninguno de ellos, nunca, pasara lo que pasara: Golpe de Estado, Sabotaje Petrolero, paramilitares de Daktari, voladura de Danilo Anderson, guarimbas y todo tipo de amenazas de las que éramos objeto. El Presidente Chávez y sus ministros, participamos de todos los eventos militares, sin miedo, sin flojera. No había excusa. En lo  particular, me correspondió celebrar, durante 12 años, mi cumpleaños, el 4 de agosto, en los desfiles de la Guardia Nacional, pues la fecha coincidía con la de la creación de este componente militar. 

Entre muchas cosas que lamento del asesinato del Presidente Chávez y las terribles consecuencias que este hecho ha tenido para el país, es que él no hubiese alcanzado a celebrar los 200 años de la Batalla de Carabobo, el Bicentenario de nuestra Gesta Emancipadora y del Ejército Libertador, que para Él era algo sumamente importante. ¡Cómo hubiese disfrutado el Presidente Chávez, el orgullo y honor de estar allí junto a sus oficiales y soldados, para mostrar el reconocimiento de todo el país a nuestra institución castrense y su historia Bolivariana! 

Pero, más allá de Chávez, hay que recordar que ningún Presidente de la IV República se ausentó en el Desfile de la Batalla de Carabobo. Ni en la época más compleja de la violencia política y la guerrilla; Betancourt,  Leoni,  Caldera, Carlos Andrés, ninguno se ausentó ese día. Luego, ni Luis Herrera, ni Lusinchi, se ausentaron de un desfile tan importante para la institucionalidad del Estado. Todos los Presidentes anteriores, tanto Chávez, como los de la IV República, entendían cabalmente la importancia del Ejército para el funcionamiento del Estado, y por ende, la presencia del Jefe de Estado en actos de tal índole. No se trata de un tema protocolar, es un asunto político, porque en este tipo de actos, lo protocolar no es un tema de forma, sino de fondo. La posición de Jefe de Estado genera obligaciones constitucionales, legales, morales y éticas que, obviamente, a nicolás maduro, no le importan. 

Por otra parte, a ningún Presidente, ni aunque fuera militar, como era el caso de Chávez, se le ocurría ir a un acto de conmemoración de la Batalla de Carabobo —el más importante de la Fuerza Armada— vestido de militar. Jamás, en mis 10 años consecutivos de ministro de Chávez, lo vi, en un acto militar de la importancia del indicado, con uniforme militar. Cosa que él ha podido hacer (en alguna oportunidad lo hizo, para otros eventos), porque Él sí lo era. 

Pero aquí, lo grave es que maduro que no es militar, se muestre con ese uniforme prestado –que no es ni chicha ni limonada– portando unas preseas de Comandante en Jefe, que parecieran ser más un amuleto para conjurar el miedo que lo envuelve, que algo que corresponda a sus méritos. La aparición de maduro con el uniforme prestado recuerda a Blanca Ibañez, cuando se presentaba en actividades de gobierno, (ella era la querida del presidente Lusinchi) trajeada como “Generala del Ejército”. 

Es obvio que maduro está usando un traje que no le corresponde, para transmitir un sentido de autoridad que no tiene entre los militares; pero, además, lo hace de manera inadecuada. No entiende maduro, que en estos actos, el Jefe del Estado y del Ejecutivo está representando un Poder Civil, no militar. 

Al no existir explicación ante un acto tan grave, entonces el país se encuentra ante la necesidad de especular. Aunque debemos hacer una salvedad, que es preocupante: a nadie le importa si maduro fue o no, al acto de Carabobo, si estuvo de gira y se montó en un camello. Nadie lo vio, a nadie le interesa. El país se ha desconectado de la política y de la institucionalidad, de las fechas patrias y celebraciones más importantes de Venezuela, de lo afirmativo venezolano, de la que hablaba Alberto Adriani.  

Pero, hay que analizar la ausencia, con las graves implicaciones que tiene en nuestro país. Si se trata de pura y simple flojera o  del menosprecio a nuestras instituciones –en este caso, la militar–, lo que ya sería una actitud grave para un Jefe de Estado. Esto explicaría muchas cosas, respecto a la conducta del gobierno: su rechazo al conocimiento, al estudio, a la crítica, a los maestros, a las universidades, así como el odio hacia los trabajadores y gerentes de PDVSA. 

Un gobierno que estimula la vida fácil, la dolarización, el saqueo, los casinos, las comisiones de todo tipo,  la minería de Bitcoin, la especulación; a la vez que ha destruido la economía basada en el trabajo, a PDVSA y el resto de las empresas e instituciones financieras, quebrandolas, corrompiendolas, para luego venderlas en pedazos, sea en secreto o en la Bolsa de Valores. Mientras, el resto de las instituciones del Estado, empezando por el Sistema de Justicia, están desmanteladas y puestas al servicio de los más bajos intereses del madurismo. 

Pero si la ausencia de maduro se trata de miedo, resulta aún más grave, porque confirma  el talante cobarde de un gobierno que le teme a todo y arremete, con toda la ferocidad del que tiene la ventaja, en contra de los ciudadanos y de sus opositores políticos, de nosotros, los chavistas, de los trabajadores y, sobre todo, contra el pueblo pobre e indefenso, convirtiendo la violacion de los DDHH en una política de Estado.

Así ha quedado registrado en los Informes de todas las instancias internacionales de Derechos Humanos de la ONU: masivas ejecuciones extrajudiciales (14 mil, entre 2016 y 2021); miles de detenciones arbitrarias, torturas, cientos de trabajadores y militares patriotas secuestrados, sin ningún tipo de derechos, los muertos en custodia; la persecución al exilio; la censura absoluta; los linchamientos morales, la judicialización de la política. 

El pasado 23 de junio, se coló la noticia, en los medios europeos, donde, producto de los mecanismos de verificación y transparencia existentes en España, salió a la luz pública que el gobierno de nicolás maduro intervino los teléfonos de 1 millón 584 mil 547 de venezolanos, utilizando para ello a la empresa española Telefónica (Movistar). Es un número EXORBITANTE de intervenciones que, por cierto, no incluye las que hace el gobierno a través de Cantv y de Movilnet.  Este hecho, absurdo, demuestra que, por primera vez en nuestra historia, estamos en presencia de un gobierno policial que vigila masivamente a sus ciudadanos, violando sus garantías, derechos humanos y constitucionales. 

Pero todo indica que la ausencia de maduro de los desfiles de la Batalla de Carabobo y día del Ejército, es producto de una combinación de ambos aspectos: flojera y miedo. Una mezcla de indolencia y desprecio a las instituciones, con la paranoia propia del que se sabe aislado, con un alto rechazo, sin pueblo. Ese miedo que le ha calado hasta los huesos, lo refleja en su habitual intolerancia a cualquier opinión o disidencia y propensión al discurso bajo, infamante del odio y la actuación absolutamente ilegal de sus policías, jueces y Fiscal, en contra de quien se oponga a este desastre. 

Pero cualquiera podría decir en este momento “¿A quién le importa eso? Hay problemas más urgentes: los salarios, el hambre, las pensiones, etc…”  Pero yo digo, ¡Sí, sí importa!, porque esta actitud de maduro, es un patrón de conducta de todo el gobierno, que se refleja en las acciones y omisiones, en defensa de los intereses nacionales. 

Por ello, en manos de maduro se ha perdido el Esequibo. No tuvo, ni tiene, la fuerza, ni la capacidad, para plantarse ante las transnacionales petroleras, que hoy día, operan a sus anchas, en el territorio en reclamación, explotando nuestros recursos naturales –petróleo y gas– bloqueando, de facto, nuestra salida al Atlántico. 

Esta actitud de maduro llevó a morir a una cantidad importante de nuestros soldados, en la frontera con Colombia, cuando él se involucró en un conflicto que no es nuestro, utilizando, siempre, el discurso guerrerista contra Colombia, para ocultar los severos problemas de Venezuela. Esperamos que ahora con Gustavo Petro, maduro deje de utilizar al país hermano como una excusa para su fracaso. 

La actitud de maduro, genuflexa e indolente, también ha permitido que todo tipo de empresas y aventureros, se hayan adueñado de PDVSA y destrozado a la otrora quinta empresa más importante del mundo, condenando a nuestro pueblo a la pobreza; o que,  los empresarios del madurismo hayan invadido el ARCO MINERO, destrozando nuestras selvas, nuestros bosques, desplazando a nuestras pueblos indígenas de sus tierras ancestrales y entregando el control de este territorio a todo tipo de grupos irregulares y criminales. 

Además, esta actitud de maduro también ha hecho que, ante las sanciones norteamericanas en contra de los altos jerarcas del madurismo y de PDVSA, él mismo haya entregado toda la economía del país y esté dispuesto a negociar con el patrimonio del pueblo venezolano, para salvar la cabeza de los “agentes” de su entorno, como Álex Saab y Erick Malpica.  

Valdría la pena, por supuesto guardando las distancias, revisar lo que hizo el Presidente Chávez o el Comandante Fidel Castro; el liderazgo iraní o más recientemente el mismo Vladimir Putin, para defender a sus respectivos países de las sanciones; por cierto, sanciones y bloqueos masivos, que no tienen nada que ver con la situación de Venezuela. Ninguno de estos dirigentes entregó a su país, ni sus recursos, ni sus empresas. Y en el caso de Fidel Castro y Chávez, ninguno abandonó  el socialismo, o las conquistas sociales del pueblo. 

Claro, habría que agregar, que a la actitud del propio maduro se suma, su determinación de entregar la revolución bolivariana, para mantenerse en el poder. Las sanciones no han sido más que la excusa. Lo que ha sucedido con maduro y su gobierno, es similar a cuando la mafia arreglaba los combates de boxeo, cuando, el boxeador que ya estaba entregado antes de subirse al ring, apenas lo tocaban, caía a la lona y no había manera que se volviera a parar. 

La permanente ausencia de maduro, su incapacidad y falta de autoridad, la ausencia de un proyecto y compromiso con el país, lo convierten en un grave peligro estratégico para el Estado Venezolano, que debe hacer reflexionar a las instituciones y fuerzas políticas, que aún se mantienen en pie. 

Este gobierno hace agua por todos lados, naufraga y se sostiene en el poder por la violencia y los pactos a espaldas de los venezolanos. No son capaces de salir a las calles, mucho menos de ir a un desfile militar.

La acción del gobierno de maduro y la camarilla que lo acompaña, actúa en secreto, al margen de la Constitución y las leyes, provocando la pérdida de nuestra soberanía económica y territorial, llevando al país al abismo, sumido en la peor crisis política, económica, social  e institucional, de toda nuestra historia. De esta situación sólo saldremos con el pueblo, con la Constitución y Chávez!