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La Constitución Bolivariana y el Plan de la Patria de Chávez, banderas de nuestra rebelión.

Quién iba a creer que el entusiasmo revolucionario se diluyera en diez años. Por eso hay que aprender esta lección: el asunto no es aprehender el ritmo de los  cambios, lo  importante es sostenerlo en el tiempo.

Hoy, huérfanos de casi todo, migrando a espacios que se creen más retributivos, cada quien encerrado en sus pensamientos y asuntos privados,  unos expuestos a la inclemencia de la anarquía institucional y otros persiguiendo a distraídos para ganarse algunos dólares – conseguir algunas ventajas, robar una casa o robársela, explotar a enfermos y traficar con medicamentos en los hospitales públicos y privados, extorsionar a los ancianos y más débiles en las carreteras… –,   quizás  lo único que nos puede proteger de este despelote sea el espíritu y la letra de la Constitución bolivariana, todavía vigente; aporreada pero no vencida.

Sin Chávez para que nos defienda, sin el entusiasmo que nos contagió cambiando la vieja sociedad, después de su muerte quedó impresa la marca de la revolución social en nuestra Constitución Bolivariana. Habrá que hacer las cosas a la inversa, no hacer una Constitución nueva sino  defender la que tenemos, habrá que exigirle a los renegados que por lo menos respeten la madre de las leyes, frente a un gobierno que se cree con el  poder a hacer lo que sea, como sea y donde sea,  y a un pueblo  desorientado que actúa sin otra ley que la del más fuerte, la ley de los caprichos personales y la que impone el miedo.

Los  “María Corina  Machado” vienen por la constitución, a abolirla. El madurismo la “dribla” porque, por ahora, no se atreve a derogarla o cambiarla. Ahora, en este estado  de indefensión, de orfandad institucional, (política, moral), lo más revolucionario es llamar  a  que se respete la ley, impresa en nuestra Constitución, que en su espíritu se muestra bastante clara y directa (más allá de “la exégesis” de los sacerdotes Jesús Farías y Herman Escarrá).  Hemos alcanzado un nivel de descomposición institucional y social, que, el sólo hecho  de defender la Constitución resulta revolucionario, y un verdadero “acto terrorista” para aquellos que la ignoran y con naturalidad violan sus normas a cada rato, confiados en que todos estamos ciegos por la calima de nuestros propios problemas, en que  hoy nadie tiene tiempo para su letra y menos comprender su espíritu. En las latitudes apacibles del poder (del “madurato”, y de Fedecámaras y sus análogos), el texto de la constitución incómoda: allí nadie quiere consultarlo y mucho menos obedecer sus mandatos, como si fuera un manifiesto extremista marginal.

El otro texto, impreso en el papel  y en la memoria de muchos, es  el Plan de la Patria, el que leyó y explicó Chávez en su presentación ante el CNE, a finales del 2012. Ahí están  las líneas principales que perfilan  la nueva sociedad, el socialismo del siglo XXI, la acción a seguir a fin de alcanzar el punto de “no retorno” al capitalismo, venciendo, paso a paso y sin perder el ritmo, la lógica del capital…, así está escrito. Ya no hay falsificación que lo pueda borrar.

El Plan de la Patria está hecho para iluminar la acción política de la revolución. No pretendió ser una ley porque  las leyes ya estaban escritas, por lo menos las fundamentales, la  ley del  Trabajo, la Ley de hidrocarburos, son de las más importantes, y que hoy se quieren eliminar. Fue concebido por Chávez para completar el blindaje ideológico de la Constitución como texto revolucionario, que subordina lo económico a lo social,  profundamente igualitario e incluyente, que defiende a los derechos de los más vulnerables, de los que menos tienen  y pueden, de cara a los que todo lo tienen y pueden. Sin el Plan de la Patria, la Constitución siempre será presa de interpretaciones para favorecerá los más ricos y poderosos, como es el caso del renegado Jesús Farías cuando dice que “no se puede entender la constitución al  pie de la letra”, para justificar las políticas neoliberales del gobierno. El Plan de la Patria es el complemento político de nuestra Constitución Bolivariana, la yunta moral y espiritual anti fascista, con la cual podemos defender la rebelión social en contra del madurato,  de un gobierno fallido, traidor a Chávez y al  socialismo, y defendernos de los “María Corina Machado” que vienen por nosotros con todo.

Con la  Constitución bolivariana en una mano y el Plan de la Patria en la otra hay que salir a la calle en rebelión, para reclamar nuestros derechos y la vuelta al  socialismo, a exigir un cambio de gobierno y retomar el camino que trazó Chávez antes de ser asesinado. Solo  a los chavistas nos es legítimo invocar el artículo 350 de nuestra constitución, porque es nuestra, porque creemos en su  letra y nunca la vamos a eliminar. Revivamos con la acción la letra muerta:

“Artículo 350. El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos.

¡NO AL NEOLIBERALISMO INHUMANO, NO A LA MENTIRA CAPITALISTA, NO AL  FASCISMO!, ¡VOLVAMOS A CHÁVEZ!

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