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El asedio

El pasado miércoles 17 de mayo, obtuvimos una resonante victoria en las Naciones Unidas al derrotar la maniobra del Gobierno Norteamericano de introducir como tema de la agenda del Consejo de Seguridad la situación interna de Venezuela. Quiso el Imperialismo, por esa vía tan peligrosa, estrechar el asedio contra nuestro país, querían emboscarnos y fallaron, pero la intención o mala intención de la potencia más agresiva y poderosa del mundo debe poner en guardia a todos los venezolanos.

El Consejo de Seguridad es uno de los órganos más importantes de las Naciones Unidas, su principal característica es que tiene el monopolio del uso de la fuerza en el sistema multilateral. La Carta de las Naciones Unidas establece que el Consejo de Seguridad puede actuar sobre cualquier situación o país que sea una amenaza a la seguridad y paz mundial.

El Consejo puede invocar el Capítulo VII de la Carta para actuar de varias maneras coercitivas sobre una situación que sea tal amenaza, por la imposición de sanciones, bloqueos, etc, hasta el uso de la fuerza militar. El Consejo tiene quince miembros, cinco permanentes: EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia y China, quienes tienen la prerrogativa del veto a las decisiones y manejan de manera conjunta los procedimientos del Consejo de Seguridad y de las Naciones Unidas; y diez miembros no permanentes, electos por dos años por la Asamblea General de las Naciones Unidas, sin derecho al veto. Los miembros permanentes tienen el control del Consejo de Seguridad.

El grupo llamado P3: EEUU, Reino Unido y Francia, generalmente actúa como bloque y usa el Consejo de Seguridad para desarrollar sus propias políticas nacionales. Por otra parte, el P3, ha venido creando un andamiaje de tutelaje e intervención desde el Consejo de Seguridad sobre países y situaciones a su conveniencia.

Por una causa u otra, cerca del 70% de los Comités de Sanciones afectan a países africanos, el Consejo de Seguridad ha sido el instrumento para actuar militarmente en Libia, asediar y sostener la guerra en Siria, Yemen, Irak y mantener en el tiempo la ocupación ilegal de Palestina por parte de Israel y del Sahara Occidental por parte de Marruecos, por solo mencionar algunas.

Acá en la ONU, si un país entra a la agenda del Consejo de Seguridad, no se sabe cuándo saldrá, queda como un país tutoreado por las grandes potencias, en manos de un club selecto de países, con una estructura y funcionamiento absolutamente antidemocrático, que contrasta con uno de los principios de la Carta de las Naciones Unidas: la igualdad soberana de los Estados.

La última vez que estuvimos presentes en el Consejo de Seguridad como miembro no permanente, electos en la Asamblea General por una votación abrumadoramente mayoritaria de los países, fue para el periodo que acaba de culminar:2015-2016.

Me correspondió la honrosa labor de representar a nuestro país en este organismo tan importante y llevar la voz de nuestro pueblo, de la Revolución Bolivariana y defender el legado del Comandante Chávez en este estrado, el más alto de la Política Internacional.

Allí levantamos dignamente nuestra voz en apoyo a las causas justas de los Pueblos, en defensa del principio de no intervención, el respeto a la soberanía, en contra de la guerra y participamos activamente en proteger y defender a los países en desarrollo de todas las maniobras e injerencias que se cuecen en el Consejo de Seguridad.

Debemos decirlo con claridad, afortunadamente contamos en el Consejo de Seguridad con la presencia de dos miembros permanentes: Rusia y China, con los cuales tenemos una relación estratégica que nos permite trabajar en conjunto en defensa de los principios de nuestra política e intereses nacionales y el de los países en desarrollo.

Por otra parte, el trabajo constante de apoyo, consulta y vocería de países hermanos que están bajo medidas u acciones coercitivas del Consejo de Seguridad, situaciones que los amenazan, así como países hermanos que sufren la guerra, la agresión extranjera, el flagelo de la ocupación militar o el terrorismo, nos ha permitido fortalecer la posición internacional de nuestro país y demostrar al mundo la seriedad y profundidad de nuestros principios y acciones lo cual nos ha ganado gran apoyo y respeto en el seno de las Naciones Unidas.

Así, lo puedo decir con toda propiedad, haber derrotado el intento de EEUU de llevarnos al Consejo de Seguridad, solicitando su intervención en nuestros asuntos internos, ha sido una gran victoria para nuestro país. La potencia agresora quedo aislada en sus pretensiones, por ilegales, injustificadas y nuestro país no entro, no tiene por qué entrar, en la agenda del Consejo de Seguridad.

No seremos jamás un país vulnerado en su soberanía, ni tutoreado por ningún país u organismo internacional. Somos los hijos de Bolívar y Chávez. Lo que no puedo entender, lo que no tiene ninguna justificación y lo que me indigna como venezolano, es que existan personas, medios de comunicación y partidos o dirigentes de la oposición que siendo venezolanos, apoyen y pidan, de la manera más vergonzosa, una intervención extranjera en nuestro país.

Estos señores están cometiendo el delito de traición a la patria, son unos irresponsables al instigar y coaligarse con la extrema derecha de Florida y del continente para pedir y casi que exigir una intervención de fuerzas extranjeras en el país. ¿Hasta dónde pueden llegar sus apetencias personales? ¿No tienen límite alguno? ¿No tienen ningún sentido de patriotismo, de dignidad? ¿Cómo se puede andar recorriendo las sedes de organismos internacionales, países con gobiernos de derecha o el gobierno que sea, grandes y peligrosas potencias, que quieren apropiarse de nuestros recursos, de nuestro petróleo, que no les importaría descargar sus arsenales militares o desplegar su odio contra nuestro pueblo, ocupar nuestra tierra? ¿Cómo se puede hacer esto y luego pretender dirigir nuestro país? No conocen al pueblo, ni a nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, ni a nuestros obreros.

No lo vamos a permitir, bajo ninguna circunstancia. Yo siempre agradeceré al Comandante Chávez y al Pueblo Bolivariano la posibilidad de trabajar y luchar por nuestro país, por nuestro petróleo, por nuestra soberanía, nuestro desarrollo social, por el socialismo. Me honra servir a mi país, y así lo he hecho en cualquier circunstancia, con nuestra Revolución Bolivariana. Por una razón u otra, luego de las altas responsabilidades desempeñadas en el Estado Venezolano y en la Dirección de la Revolución Bolivariana, estoy acá, lejos de mi patria.

Soy consciente de mi tarea y por ello tengo dos años preparándome y trabajando para este momento, el de defender a todo nuestro Pueblo, la integridad del país desde estos espacios, en momentos definitivos para nuestro futuro, lo he hecho con honestidad y lealtad y lo seguiré haciendo con firmeza, sin cálculos egoístas como me enseñó mi padre a conducirme desde muy joven y como nos enseñó el Comandante Chávez, en la Revolución Bolivariana.

El asedio contra nuestro país es muy grave, es una estrategia articulada desde el exterior con los agentes y operadores políticos de la desestabilización. Han creado una situación de violencia en las calles a raíz de una actuación ilegal de la OEA, tomando como excusa errores de algunas instituciones.

Sus acciones y su narrativa están perfectamente articuladas con los factores e intereses extranjeros que nos asedian. Cuando se estimula la violencia desenfrenada y sin sentido en las calles, sin objetivos, sin liderazgo, sin conducción sin control, lo que se buscan son muertos, aumentar una cuenta sangrienta para dar argumentos a la acción internacional.

No les importa quien muere, ni en cual circunstancia, lo que hacen es cabalgar sobre la tragedia y transformar estos sentimientos dolorosos en odio y combustible para una violencia extendida, a través del uso de las redes sociales en lo que la CIA llama una operación de «enjambre». No es nuevo, ya lo han hecho en otras situaciones como Libia, Siria y Ucrania.

En base a estas situaciones desgarradoras de violencia y muerte que condenamos y son repudiables vengan de donde vengan, se estimula y articula una acción fascista de asedio y violencia contra dirigentes y el pueblo Chavista.

Son comunes ahora las golpizas e intentos de linchamiento contra cualquiera que ellos sospechen Chavista o Bolivariano, como si eso fuese un delito. Parecen las hordas del partido nazi alemán o las falanges franquistas. Artistas y gente de los medios de comunicación utilizando irresponsablemente las redes sociales para incitar el delito y la violencia, deben ser llevados a la justicia, son instigadores al crimen.

Ahora se ha desarrollado una operación de asedio, persecución y violencia contra ciudadanos venezolanos en el exterior, incluso niños, acusados de Chavistas o funcionarios del gobierno, nuevamente, como si esto fuese un delito.

Acá en la Misión de nuestro país en la ONU tuvimos un incidente de agresión, repelido como corresponde por un funcionario nuestro en defensa de una joven trabajadora, y activamos a los cuerpos de seguridad de este país, es correspondencia con la Convención de Viena y de sus propias leyes.

El agresor está preso y hemos llevado ante la justicia a otros agresores, que suponen que aquí están en Baruta o Chacao. Cuando por otra parte los dirigentes de la oposición y algunos medios irresponsables hablan de «crisis Humanitaria en Venezuela», ellos están alineados con el libreto que han preparado para una actuación extranjera.

El término «crisis humanitaria» en las Naciones Unidas es una categoría de situación bien definida, que de existir reclama la actuación de sus distintos organismos. Pero «crisis humanitaria» presupone una situación como la de Siria, donde hay doce millones de desplazados, cientos de miles de civiles asediados y cerca de 300.000 muertos; o la de Irak donde hay diez millones de desplazados y no existen instituciones del Estado que puedan contener el avance y desmanes de los grupos terroristas o los asesinatos entre distintos grupos étnicos; la de Yemen sometida al bloqueo y bombardeo sistemático de su pueblo y toda su infraestructura de salud, donde las victimas principales son niños; o conflictos como los de Darfur, Sudan del Sur o Somalia, donde hay cientos de miles de muertos por hambre, no existen instituciones que los atiendan y hay una violencia, una guerra sin ningún tipo de control o regulación.

Cuando se usa este término para describir la situación de nuestro país, se está buscando la intervención internacional. Ésto no niega, nunca lo he hecho y creo que es un error hacerlo, que no estemos ante una situación económica-social muy compleja.

Es una situación que está erosionando el apoyo popular a la revolución, al socialismo y que está llevando a algunos sectores de la sociedad a la confusión, lo que los hace caer bajo la manipulación y las operaciones políticas o de desinformación de la extrema derecha venezolana e internacional.

No podemos cometer errores, ni fallas en la apreciación de la situación económica, política y social del país, es muy compleja, los enemigos nos asedian y acechan a la caza de una circunstancia que favorezca sus planes. La dirección política de la revolución y las fuerzas progresistas, deben declararse en emergencia para abordar permanentemente esta situación.

En el momento en el que me correspondió desempeñarme como Vicepresidente del área económica y estaba al frente de PDVSA, propuse una serie de medidas y curso de acción, previniendo una situación como esta, incluso la expuse en el Congreso de PSUV.

No hubo la discusión necesaria, suficiente comprensión o conciencia de la situación que se avecinaba. Nosotros tenemos razones sagradas para la lucha, tenemos un pensamiento y un legado que defender en beneficio de nuestro pueblo, tenemos un Plan y un futuro para nuestro país. Tenemos un Pueblo noble, tenemos cómo vencer. Tenemos a Chávez. ¡Venceremos!

Chávez nos lo dijo

La situación actual de asedio y violencia contra nuestro Pueblo y las instituciones del Estado Venezolano, revisten una gravedad y una intencionalidad que pareciera estar siendo subestimada por algunos sectores.

Ya en los meses y días finales de la vida del Comandante Chávez, el centro de sus preocupaciones eran las amenazas que se cernían contra nuestro pueblo y la profundización de los intentos desestabilizadores de la extrema derecha venezolana con sus aliados internacionales. Él siempre pensaba estar al frente de esta nueva batalla, aunque estaba consciente de su grave situación de salud, jamás rehuyó sus responsabilidades y nos instruyó, hasta sus últimas horas, quiénes eran los enemigos de la Patria y la preparación para hacerle frente a esta situación. No se equivocó el Comandante y hoy estamos frente a una situación de desestabilización que puede ser la antesala de un conflicto de gran escala en nuestro país.

Hablo con la responsabilidad y seriedad que me ha caracterizado en mis funciones al servicio del Estado Venezolano y de la Revolución Bolivariana, con la legitimidad que tengo en nuestro proceso político, con mis doce años como Ministro y estrecho colaborador del Comandante Chávez y la lealtad que he demostrado y seguiré demostrando en mi palabra y mi acción. Soy profundamente leal a mis convicciones revolucionarias y Chavistas, leal al Socialismo y al Pueblo Venezolano.

Por eso puedo decir, sin que se me acuse o se sospeche de cualquier interés subalterno o mezquino, mucho menos contrarrevolucionario, que subestimamos la situación que el Comandante nos alertaba. Es el momento de ajustar lo que haya que ajustar para salir victoriosos, garantizar la paz del país, la continuidad del proceso Bolivariano y la posibilidad de construir el Socialismo.

La extrema derecha venezolana ha tomado la conducción de una parte violenta e irracional de las fuerzas de la oposición, con una clara expresión del fascismo y una lamentable, pero muy peligrosa, subordinación a potencias extranjeras.

Estos sectores violentos no tienen liderazgo. Lo más oportunista de la dirigencia de la oposición trata de cabalgar sobre este fenómeno, para capitalizar a favor de su parcialidad política o su interés personal, los acontecimientos. Aparecen en las primeras etapas de las demostraciones de la oposición, para dejarse ver por la prensa, incluso estimulan a los grupos que ya están preparados para un enfrentamiento a que avancen y choquen con las fuerzas del orden público y luego, así de la nada, tal como llegaron, desaparecen y esperan a resguardo cómo va la cuenta sangrienta para luego volver a aparecer, esta vez ante los medios internacionales, pidiendo una intervención extranjera.

Quiero reiterar mi profundo sentimiento de rechazo e indignación por las muertes y asesinatos de jóvenes, estudiantes, músicos, transeúntes, trabajadores, policías, Guardias Nacionales. Los culpables, perpetradores, tendrán que rendir cuentas ante la justicia, pero los instigadores también.

¿Cómo es posible que en las redes sociales, voceros de la oposición llamen al asesinato de sus adversarios, a la persecución y la agresión incluso de niños? ¿Por qué no se toman medidas ejemplares al respecto? En cualquier país del mundo, aunque sea una amenaza o una instigación de este tipo, provocaría la actuación de los organismos del Estado. No se tolera. Pareciera que existen sectores interesados en desatar una espiral de violencia. No respetan ni a los muertos en el cementerio, insultan y provocan a las Fuerzas Armadas, atacan hospitales y servicios públicos del Pueblo ¿Qué pasaría si se desata y se sale de control una violencia generalizada en las calles? ¿Quién responderá por las víctimas?

Afortunadamente, las fuerzas del orden público están conteniendo los hechos violentos. Es su responsabilidad, preservar la paz ciudadana ¿Por qué los sectores que promueven la violencia insisten en pasar a zonas que no están permisadas, que están en paz, sobre todo las zonas populares? ¿A cuenta de qué insisten en ingresar a una base militar? ¿Qué están buscando? ¿A cuál irresponsable se le ocurre que pueden entrar a una base militar a quemar helicópteros, sin que eso tenga consecuencias? ¿En qué país del mundo esto se permitiría?

Nuestras Fuerzas Armadas han actuado con suma responsabilidad, no acuden con sus armas de reglamento, no tienen órdenes de disparar. Por ello se observan, se difunden y estimulan, imágenes de golpizas e intentos de asesinatos a miembros de las fuerzas del orden público. Se busca provocar una respuesta desproporcionada, un hecho trágico que alimente y justifique una intervención extranjera o el odio que está movilizando a algunos sectores. El Ministro de la Defensa lo ha dicho con claridad, las Fuerzas Armadas actuarán con el equipo diseñado para contener este tipo de hechos violentos y sancionar cualquier exceso, si lo hubiese. Lo que está claro es que ninguna autoridad ha aupado excesos ni actos de violencia, si estos ocurren, son igualmente condenables y repudiables, en cambio una oposición sin rostro la estimula, la promueve y la incita de una manera absurda.

Por otra parte, cuando los líderes de la oposición asisten a entidades políticas o gubernamentales en los Estados Unidos, Colombia, Brasil, Perú a pedir una intervención contra nuestro país ¿En qué están pensando? Esa actuación no tienen antecedentes en nuestra historia política ¿Han pensado en las consecuencias contra nuestra integridad territorial y nuestra soberanía? ¿Quieren un escenario como Libia, Siria? ¿Quieren destrozar al país? ¿Quieren que nuestros jóvenes soldados o civiles mueran bajo el terror de los paramilitares o fuerzas extranjeras? En cualquier otro país estos llamados de líderes de la oposición en el exterior serían sancionados por constituir traición a la Patria, espionaje o actuación a favor de potencias extranjeras.

Los líderes de la oposición acuden a instancias que saben que están comprometidas con su aventura, como el caso de la OEA. Pero cuando a su Santidad el Papa Francisco se le ocurre insistir en el diálogo y opina que la oposición está dividida, entonces los mecanismos de propaganda de la violencia, sus líderes de oportunidad y sus redes sociales, descalifican al mismo Papa, lo ofenden, lo insultan, lo maldicen, y ni siquiera la Conferencia Episcopal sale en su defensa. Perdónalos Dios, pero ellos sí saben lo que hacen.

Entonces, ¿De qué estamos hablando? ¿Por qué nuestro país debe seguir conmocionado por estos hechos de violencia? ¿Por qué la extrema derecha la estimula en esa lógica irresponsable de buscar un salto al vacío? ¿Qué le proponen al país que no sea o no pase por un ajuste de cuentas, violencia, venganza, fascismo puro? Es que acaso se les ha ocurrido que van a poder sacrificar al Pueblo, al Chavismo, nuestras instituciones, las Fuerzas Armadas Bolivarianas, la Nueva PDVSA, las Misiones, al Poder Popular sin ninguna respuesta ¿Sin violencia, sin desestabilización? Lo reitero: no lo permitiremos.

Mientras estos hechos tan graves suceden y la amenaza se concreta, pareciera que hay sectores que subestiman esta situación y se dan el lujo, o se toman la licencia, para desarticular los mecanismos de defensa de la revolución. Debo alertar, y lo digo responsablemente, que he observado con preocupación la afectación y el daño político que se está haciendo a instituciones e instancias de la revolución, espacios del Poder Popular, por problemas grupales u otros intereses subalternos. El desplazamiento de liderazgos naturales y formas de participación diseñadas por el Comandante Chávez para mantener viva la pasión y el compromiso revolucionario con el Pueblo, espacios conquistados por la Patria para mantenerse activados en defensa de las conquistas económicas, políticas y sociales, resulta muy peligroso y es una clara subestimación de las amenazas que confrontamos. Constituye un proceso de desmovilización y desarticulación que está poniendo en jaque las posibilidades de gestión del gobierno, la solución de los problemas de la sociedad y al fin de cuentas desmoralizar y desestimular a importantes sectores del Pueblo en momentos de dificultades y asedio a la revolución.

El proceso de despolitización y desmovilización de PDVSA por ejemplo, es muy peligroso y preocupante. Esta institución, creada por la revolución, por el Comandante Chávez, es fundamental para el desempeño económico y la solución de los problemas del Pueblo. Lo digo con pleno conocimiento de la empresa y sus trabajadores. Saludo a los trabajadores y trabajadoras de la Nueva PDVSA, mi reconocimiento permanente a su capacidad y compromiso, ellos son un bastión de la Revolución Bolivariana y no podemos permitir que los desmovilicen o desmotiven. Tienen que estar en la batalla por el socialismo, no permitir que la empresa se «corporativice» y solo se dedique a actividades del negocio, es una fuerza que no se puede desestimar, que es clave para la estabilidad del país. Imaginemos por un instante que en vez de tener a la Nueva PDVSA, Roja Rojita, tuviésemos a la vieja PDVSA meritocrática, y se lanzaran un sabotaje petrolero. No se puede desmantelar el ideario popular y revolucionario en PDVSA, hemos llegado al absurdo de una cacería de brujas y un desplazamiento de líderes naturales dentro de la propia empresa, que se ganaron su prestigio y su autoridad por su desempeño en la derrota del Sabotaje Petrolero y compromiso radical con las orientaciones y disposiciones del Comandante Chávez, incluso se ha llegado al absurdo de borrar y eliminar fotos como si eso cambiara la historia.

Debemos recordar que desde el inicio de este proceso de desestabilización económica y política, se enfilaron las baterías de la agresión contra la empresa, sus trabajadores, su moral. El mismo fascista que hoy llama a incendiar al país y derrocar al gobierno, enfiló toda su basura contra nosotros, acusando que PDVSA, la Roja Rojita, era una especie de cueva de ladrones. Nos insultaron y la falta de respuesta oportuna o el silencio permitió que esa matriz horadara la moral y desmovilizara a nuestros trabajadores. Hay que reimpulsar el socialismo y el compromiso con la revolución, no solo para marchar, sino para no ser indiferentes.

Lo mismo podría decir de la Misión Ribas, saludo a los vencedores y vencedoras, una de las misiones mejor articuladas y con capacidad de movilización, como se demostró cuando plenaron de forma combativa el Poliedro de Caracas con motivo de sus diez años. Pero además, tienen un liderazgo que lleva todo este tiempo fogueándose en el combate diario, y asumiendo las tareas de la revolución. Hay que mantenerla y recordar que el Comandante Chávez la creó fuera de la institución ministerial para que no fuera neutralizada por estructuras que llevan otros ritmos y prioridades.

Así, otras instituciones y espacios del Poder Popular a las que habría que apoyar, reactivar, reimpulsar, no permitir que se desvanezcan y llamarlas al combate y a la participación activa en defensa de la revolución y sus logros, ante la arremetida de los enemigos del pueblo; apoyar y hacer más efectiva la gestión del gobierno en la solución de nuestros problemas diarios, del día a día, con un fuerte contenido popular y revolucionario.

No será esa minoría violenta y anti popular de la oposición la que va a acabar con nuestra revolución, pero sí pueden provocar una espiral de violencia sin control en busca de la cuenta sangrienta, o un conflicto de gran escala si aquí se produce una intervención extranjera, quieren paralizar el país.

El Gobierno Bolivariano no puede permitir que se imponga la agenda de la violencia. A la vez de movilizarnos y defender nuestra Patria en todos los terrenos, nacional e internacionalmente, hay que trabajar de manera científica, precisa, con el Pueblo y los trabajadores en la solución de los problemas económicos que han deteriorado la situación o la calidad de vida de nuestros ciudadanos. Es una coyuntura que sabremos resolver, es una tormenta, como nos dijo el Comandante, como lo dijo Chávez, pero tenemos los elementos y la experiencia para vencer. Pueden haber errores, se corregirán, es mucho lo que está en juego, es el futuro de la Patria ¡Venceremos!

La línea roja

El Presidente ha convocado una Asamblea Constituyente, lo ha hecho en el marco de sus atribuciones como Jefe de Estado y apegado a lo establecido en el propio articulado de nuestra Constitución, la cual contempla esta figura en base al principio de que la soberanía reside en el Pueblo. Hasta allí, las consideraciones legales, las cuales, lejos de desestimarlas, las considero muy importantes porque no podemos desviarnos de nuestro propio marco legal, mucho menos de la Constitución Bolivariana, por ser una condición indispensable para preservar la legitimidad de toda acción que emane de cualquier órgano del Estado. Sin embargo, los temas legales, se los dejo a los Constitucionalistas y expertos, que tenemos varios en el país. Hablemos de política.

Lo primero a entender es que todo radica en un problema político, generado no solo por la confrontación crónica de dos bloques antagónicos, que tiene un ritmo y una intensidad que se ha agudizado tras la desaparición física del Comandante Chávez, sino por una crisis económica que se ha agravado en los últimos años y que, por supuesto, tiene sus impactos de orden político y social. La crisis económica también es expresión de esa confrontación de bloques históricos, hemos pretendido hacer una revolución socialista con el sistema capitalista prácticamente intacto. El capitalismo ha demostrado su fracaso en nuestro país. El modelo rentista petrolero, no es más que una modalidad de ese sistema, atrasado, dependiente y deformado por las transnacionales al convertirnos, hace más de 100 años, en una inmensa factoría petrolera.

Existen dos bloques políticos en el país que sobreviven como actores, dada la característica fundamental de que nuestra Revolución Bolivariana ha sido pacífica, no ha sido producto de una confrontación armada, de una guerra, donde el bloque de lo viejo, la anti patria, la derecha, hubiese sucumbido ante el avance arrollador del campo Bolivariano. Esta es una condición que mantiene en el tiempo las contradicciones de lo nuevo que emerge y lo viejo que no solo se resiste a desaparecer, sino que tiene una naturaleza que le permite reproducirse permanentemente: el Capitalismo.

Esta condición pacífica de nuestro proceso político nos ha obligado a avanzar y a construir la Revolución, en contra de las pesadas estructuras del Estado Burgués y del control que ejerce la oligarquía de importantes mecanismos económicos, políticos y sociales de poder. Esto nos ha hecho todo más difícil, lento, complicado, en cuanto a desarrollar y desplegar toda nuestra propuesta al país, siempre en permanente batalla contra la violencia y el poder de la anti patria, de la oligarquía, que en base a un irrestricto y permanente apoyo del imperialismo norteamericano, sus transnacionales e intereses geoestratégicos, se mantienen accionando para derrotar y revertir de manera dolorosa y cruenta los avances de la Revolución Bolivariana.

La República Bolivariana de Venezuela es crucial para la posibilidad de desarrollo independiente y soberano de los pueblos de América Latina y El Caribe. Nuestro país ha sido y es una pieza clave en el esquema de dominación norteamericana de nuestra región. No solo tiene que ver con el hecho de poseer las reservas de petróleo más grande del planeta, además de otros recursos naturales estratégicos y abundantes, sino, y por sobre todo esto, por la conciencia que irradia nuestro proceso al resto de nuestros países hermanos: la posibilidad de hacer una revolución popular, Bolivariana, Socialista, justo en lo que la potencia económica militar más grande y agresiva del mundo considera su «patio trasero» o área vital de seguridad estratégica, y en el momento que el capitalismo mundial y globalizado había decretado el fin de la historia y de las ideologías, es decir la «pax» de los sepulcros para nuestros pueblos.

Por eso es que el Comandante Chávez es un gigante, inmenso líder revolucionario, que de las entrañas de nuestro Pueblo y de los soldados de la Patria insurgió, así inesperadamente, un cuatro de febrero, levantando las banderas de Bolívar. Luego como Presidente sumó a su ideal Bolivariano su convicción anti imperialista y Socialista. El pensamiento Bolivariano, sepultado por la oligarquía por demasiados años, volvió vibrante, digno y profundamente revolucionario, de la mano de uno de sus más esclarecidos hijos, nuestro querido Comandante Chávez.

Las dificultades de conducir una revolución pacífica, solo han sido compensadas por el hecho, extraordinario, de que nuestro proceso revolucionario no ha tenido como bandera o curso de acción la violencia. Se impuso siempre la inmensa humanidad del Comandante Chávez, su conciencia de lo que una acción militar implica, en sufrimiento y destrucción, y su convicción de que la mayoría del Pueblo venezolano, de nuestra sociedad, se mantendría, como lo ha hecho en las peores circunstancias, a favor de la Revolución Bolivariana. La oligarquía y sus partidos de extrema derecha han abusado de esa concepción humanista y pacífica del Comandante Chávez y nuestra Revolución, tras un perdón, vuelve otra conspiración, ha sido un ciclo permanente de violencia e impunidad que debe acabar.

Él sabía y lo planteó de manera clara al Pueblo, que hacía falta superar la IV República, tenía que nacer la V República, refundar el país sobre otras bases, dejar atrás la «moribunda» Constitución de 1961, de allí la imperiosa necesidad del proceso Constituyente, novedoso y profundamente popular, y la gran discusión nacional sobre el marco que guiaría la refundación de nuestra Patria: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Nuestra Constitución es probablemente el legado más importante del Comandante Chávez, para el país y nuestras generaciones futuras. De su puño y letra escribió y plasmó el país posible, el futuro, en una de las Constituciones más avanzadas del mundo, con elementos del pensamiento Bolivariano y una irreductible proclama de soberanía e independencia de nuestra Patria. Obedecía a la correlación de fuerzas del momento, así como en nuestro desarrollo en el pensamiento político y económico. La ausencia de experiencia en el poder le dio una orientación que la hizo libertaria y profundamente humanista, a veces ingenua.

La Constitución y el desarrollo de sus leyes, sobre todo las habilitantes: la Ley Orgánica de Hidrocarburos, la Ley de Tierras, entre otras, la convirtieron en el marco de la refundación de la Patria y en el centro de la confrontación política en el país. Sufrimos un golpe de Estado, nuestro pueblo salió y murió en la calle, en Puente Llaguno, en defensa de la Constitución; sufrimos el sabotaje petrolero, porque nuestra Constitución reserva el Petróleo como propiedad del Estado, del Pueblo, porque evitó la privatización de PDVSA; nuestros obreros petroleros derrotaron el sabotaje y luego nacionalizamos la Faja por la Constitución; asumimos el control del petróleo, enfrentamos a las transnacionales más poderosas y agresivas del mundo, como la Exxon Mobil y la Conoco Phillips, en cumplimiento de nuestra Constitución; hemos enfrentado juicios internacionales por recuperar nuestra soberanía, porque así lo establece nuestra Constitución. El Comandante Chávez, de manera permanente, la esgrimía, la mostraba al mundo, logró que el Pueblo la conociera, la amara y al final, luego de tanta lucha, fue aceptada por todos como el libro de la Patria, la Constitución de todos. Le ha dado estabilidad y gobernabilidad al país, son las reglas, es el pacto social que nos ha permitido avanzar.

Se convoca a un proceso Constituyente para resolver una situación política que no tienen su origen en la Constitución. Si lo que se quiere es abrir un espacio para destrancar el proceso político y derrotar la violencia, tenemos que asumirlo entendiendo que ese es el objetivo y no otro, por lo que se debe establecer una línea roja, la línea de Chávez, para proteger los fundamentos de nuestra Carta Magna. Existe un riesgo, puesto que la situación política y la correlación de fuerzas son completamente distintas a las que prevalecían en el proceso constituyente de 1999, debemos impedir que se produzca un retroceso. Nuestra Constitución no puede desmejorarse en ninguno de sus aspectos fundamentales. Muy probablemente el esfuerzo constituyente tendrá que enfocarse en darle rango constitucional a los nuevos actores políticos-sociales que no existían en su momento: las Misiones, los Consejos Comunales y otras organizaciones que han ampliado y enriquecido el Poder Popular y deben tener carácter Constitucional; en lo económico, nuevas formas de participación que permitan empoderar al Pueblo como sujeto económico, ampliar la socialización de los factores de la economía, ampliar el rol del Estado, pero no sacrificar, por ningún cálculo político, ni decisión táctica, los elementos estratégicos de la Constitución de Chávez.

No permitir bajo ninguna circunstancia que perdamos el control del Petróleo o de PDVSA, no disminuir la reserva al Estado de estas actividades fundamentales para la posibilidad de desarrollo económico-social del país, de la soberanía, la independencia, del socialismo. Los Constituyentistas, dependiendo de cómo quede conformada la Asamblea Constituyente, tendrán que resistir de manera firme el embate de las transnacionales, ellos acechan, están detrás de la desestabilización para apropiarse de nuestros recursos, de nuestra empresa, para el saqueo. Los obreros petroleros, los patriotas, tienen que impedir que perdamos, debilitemos o de cualquier manera cedamos el control del sector petrolero o de PDVSA, esa es una de las líneas rojas de Chávez.

La Asamblea Constituyente es un paso arriesgado, es una gran responsabilidad histórica, se abre una rendija por la que pueden colarse elementos que den al traste con nuestra Revolución. Confío en que se imponga la cohesión y claridad de las fuerzas Bolivarianas. Los Constituyentistas tendrán que preguntarse de manera permanente: ¿Pasamos la línea Roja? ¿Dónde esta Chávez? ¿Dónde está el Socialismo?

Mientras ese proceso se desarrolla, hay que combatir y derrotar la violencia desatada por los sectores de la oposición más irresponsables y violentos. Está emergiendo el fascismo, ya de forma estructurada. El huevo de la serpiente, donde se pueden observar conductas y acciones violentas que prefiguran lo que sería este país, si estos grupos acceden al poder. No me queda duda, sería un salto al vacío e iremos a una confrontación de gran escala y un profundo proceso de desestabilización. No vamos a permitir que se arrase con nuestras conquistas y que nuestro Pueblo sea sacrificado por el fascismo, ni por una intervención extranjera.

Los organismos competentes tienen que actuar con severidad para sancionar los hechos de violencia, vengan de donde vengan, así como a quienes los están estimulando; a los alcaldes, diputados y dirigentes irresponsables que instigan la comisión de delitos a personas que, tras una capucha, están cometiendo hechos de violencia criminal y buscando provocar más luto y tragedia, sobre todo entre los jóvenes. Estos dirigentes de la oposición, irresponsables y cobardes, están instigando a la violencia, porque a ellos solo les interesa sumar víctimas a una macabra estadística de muerte para pedir una intervención extranjera, como lo están haciendo ante otros gobiernos e instancias internacionales.

Nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, profundamente conscientes y Chavistas, tienen un rol histórico que desempeñar como garantes de la paz y de nuestra Constitución, de preservar la tranquilidad y seguridad de nuestro Pueblo, nuestra sociedad, siempre en el marco de la ley y las garantías ciudadanas, preservar la integridad de nuestra soberanía. Saludo a todos los soldados y oficiales de la Patria.

Son momentos aciagos y complejos para nuestro país, para nuestro Pueblo. Se convoca al Poder Constituyente, entramos a una zona de riesgo, donde todo está en juego. Los Constituyentistas de la Patria, del Poder Popular, tienen que conocer la línea roja trazada por Chávez que no debemos cruzar. Confío en que sepamos defender el Legado de Chávez, porque de eso depende la paz y el futuro de nuestro Pueblo, de nuestra Patria ¡Venceremos!

La nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco

Este lunes primero de mayo se celebran diez años de la Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco. No es casual que sea así, en su momento quisimos que este acto transcendental para nuestra historia, se realizara precisamente el Día Internacional de los Trabajadores, el Día de la Clase Obrera.

Todas las acciones que desarrollamos con el Comandante Chávez estaban cargadas de un profundo simbolismo, puesto que tenían el propósito de crear conciencia. El Comandante Chávez todo lo hacía pensando en la conciencia que generaba, los códigos históricos de nuestra revolución están íntimamente ligados a nuestras raíces, origen patrio, épica y definición ideológica de un movimiento revolucionario Bolivariano y Socialista. Eso somos, eso queremos ser, por eso se inmoló el Comandante.

Nada era fortuito, cuidaba todos los detalles, todo era muy bien pensado, cada palabra en su contenido, como si le estuviese hablando a las generaciones futuras en las peores circunstancias y adversidades. Ahora se entiende claramente que nos habló siempre para el momento de las dificultades, hay que saberlo escuchar.

Luego de derrotar el sabotaje petrolero y una vez conquistada la colina, comenzó la ofensiva para desplegar la política de la Revolución Bolivariana: La Plena Soberanía Petrolera, una Política Nacional, Popular y Revolucionaria.

Su carácter Nacional estaba signado por el objetivo estratégico de recuperar el control soberano de nuestros recursos naturales, el Petróleo y el Gas, bajo control del Estado como representante del interés colectivo del Pueblo. Esto pasaba por tener el control de nuestras reservas, territorio, operaciones, recuperar lo que se había entregado a las transnacionales durante la apertura petrolera, refundar a PDVSA como una empresa del Pueblo, al servicio de los intereses del Estado, la Nueva PDVSA.

Se trataba de recuperar la propiedad, nuestras capacidades operativas, los ingresos, el precio, el marco fiscal, las exportaciones y la soberanía en decidir cuánto producimos y a quién le vendemos. Restablecer nuestro rol y liderazgo en el seno de la OPEP.

Su carácter Popular está definido por el destino de la renta petrolera. Una vez recuperado el ingreso petrolero, venía la definición de quién era el beneficiario. Ni para el Comandante, ni para nosotros, hubo duda: el Petróleo es del Pueblo. Se inició un proceso inédito y profundo de distribución popular de la renta petrolera. De allí fue que se pudieron desarrollar los programas sociales de la Revolución: la Misión Robinson, Ribas, Sucre, Barrio Adentro, Alimentación, Gran Misión Vivienda Venezuela, toda la infraestructura social, educativa, salud, casas de alimentación, espacios públicos, La Estancia, Consejos Comunales, Universidad Bolivariana, UNEFA, Transporte, la Defensa Nacional, Convenios internacionales con China, Cuba, Rusia, Petrocaribe. Es por ello que se pudo derrotar la pobreza y la exclusión.

El carácter Revolucionario de nuestra política tiene que ver con el Socialismo. Para pasar de un gobierno socialdemócrata a un gobierno revolucionario se deben modificar las relaciones de propiedad, trabajo y distribución; aumentar la producción en manos del pueblo, sin apropiación del trabajo de nadie, estar al servicio del interés colectivo, tener conciencia del deber social. Ese es el rol asignado a la Nueva PDVSA, Roja Rojita, por el Comandante Chávez: un poderoso instrumento de desarrollo y expansión de nuestras fuerzas productivas, de la clase obrera, generadora de conciencia que irradie a toda la sociedad, que su modelo se pudiese replicar a toda la capacidad industrial que la revolución ha rescatado o creado para el Pueblo. Por eso Chávez creó las filiales: PDVSA industrial, las fábricas de tubos, válvulas, taladros, astilleros, estructuras metálicas, plataformas, Gas Comunal, Agrícola, construcción, construcción de viviendas.

La nueva PDVSA no podía ser solo una empresa que produjera Petróleo y Gas, sin participar en el proceso político-social, porque entonces tendríamos, en cuestión de tiempo, una empresa petrolera como la Vieja PDVSA, como la Shell, Petrobras o cualquier otra entidad privada, de espaldas al pueblo.

Las características transnacionales del negocio petrolero requieren de un poderoso antídoto para mantener a sus trabajadores vinculados al pueblo, con conciencia de su papel histórico, con el único privilegio de servir a su país. Es una empresa altamente especializada, estructurada para operar, con grandes requerimientos de conocimientos, que exigen que nadie, ningún grupo o sector se apropien de ella, debe prevalecer el alto desempeño técnico, con nuevas relaciones de trabajo que permitan un proceso permanente de democratización pero sin crear el caos de grupos internos. Es como las Fuerzas Armadas, debe existir una estructura para operar basada en el conocimiento, compromiso, disciplina y experiencia. La Nueva PDVSA es del Pueblo y baluarte de la Soberanía y la Revolución Bolivariana.

La Nacionalización de la Faja refleja la capacidad y conciencia de nuestros trabajadores. Luego de comenzar el proceso de desmontaje de la apertura petrolera por allá en el 2004, con la recuperación del precio, ingreso fiscal y las áreas de producción que habían sido privatizadas a través de los convenios operativos, nos quedaba el sector más duro de las transnacionales: Los Convenios de Asociación de la Faja del Orinoco.

La IV República, AD y Copei, junto a la veja PDVSA, entregaron la Faja a las transnacionales durante la apertura petrolera. Ellos sabían que se trataba de la acumulación de petróleo más grande del mundo, pero lo escondieron, mintieron al país. Dijeron que era bitumen y nunca quisieron certificar las reservas. Habían logrado que la apertura les entregara la última gran provincia petrolera del planeta, alegando que no era petróleo, con regalías de solo 1%, sin pagar impuestos petroleros, sin que PDVSA operara, sin mayoría del Estado, sin control de las exportaciones, ni de los ingresos. Un desastre, el saqueo.

En el 2006, el Comandante Chávez había anunciado el carácter socialista de nuestra revolución. Él sabía que habíamos avanzado en el proceso de recuperación del sector petrolero, pero que nos faltaba el grupo más agresivo, estrechamente vinculado al imperialismo norteamericano: los Convenios de la Faja, llamados por la prensa nacional, como las «Asociaciones Estratégicas». El Comandante sabía que nos faltaba dar esa batalla final por nuestra soberanía, él manejaba sus tiempos.

Luego de la victoria electoral, estábamos el 8 de Enero de 2007 en el acto de juramentación de los Ministros de la Revolución para ese período, el período del Socialismo. El Comandante Chávez, luego de ratificarme como Ministro de Energía y Petróleo, me dio una instrucción en público, que se convirtió en el inicio de una ofensiva por el Socialismo: «Elimínese que empresas internacionales tengan el control del crudo del Orinoco… ¡NO! Eso debe pasar a la Nación».

Inmediatamente nuestro equipo político-jurídico del Ministerio comenzó a trabajar en el Decreto Ley de Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, el Decreto 5200 del 26 de febrero de 2007. Sabíamos que teníamos que cuidar los aspectos legales porque nos tendríamos que enfrentar a los arbitrajes internacionales.

La Movilización de los trabajadores petroleros fue crucial para la ejecución de la Ley. La Nueva PDVSA bullía de pasión y conciencia revolucionaria. Sabían que recuperando la Faja Petrolífera íbamos a ejercer Plena Soberanía sobre todo nuestro petróleo, que pondríamos fin a la entrega de nuestras riquezas.

Nos movilizamos desde las áreas de producción para concentrarnos en el Complejo industrial José Antonio Anzoátegui, conocido como Jose. Los equipos legales preparando las actas con el Ministerio Público, los operadores de otras áreas de refinación prestos a cualquier emergencia operacional, los muchachos de exploración y producción listos para controlar las áreas operativas en la Faja. Cuidamos todos los detalles. Buscamos una estatua ecuestre de Bolívar para colocar en la entrada del Complejo con una placa conmemorativa, allí debe estar.

Nos fuimos desde la noche anterior a esperar aquel primero de mayo histórico. El espectáculo era extraordinario, miles de trabajadores de la Nueva PDVSA apostados a las afueras de Jose, listos para recibir al Comandante Chávez que vendría en la tarde al acto. Los cuadros de dirección de la Nueva PDVSA estábamos allí, en primera línea con los trabajadores, cuidando los detalles y reportando al Presidente. Tarde en la noche me llamó el Presidente desde su Despacho, estaba con unos visitantes extranjeros y él les explicaba que estaba pasando. Como siempre, atento a todo.

Cuando se cumplió el plazo y comenzó el primero de mayo, entramos a las áreas e instalaciones que hasta ese momento estaban negadas al Estado. Fuimos a cada Asociación. Nos recibieron los obreros eufóricos, puesto que ahora eran parte de la Nueva PDVSA. Verificamos con el Ministerio Público y nuestros responsables, que se hubiese cumplido el traspaso como indicaban nuestras leyes. Hicimos actos simbólicos de cambios de cascos, los blancos, anaranjados y azules de las transnacionales, por los Rojos Rojitos de la Nueva PDVSA. Los muchachos responsables de las operaciones estaban todos en sus puestos y nuestros nuevos equipos de dirección operacional ya tenían control. No hubo ningún incidente, ni problema. Bajamos las banderas de las transnacionales y subimos el tricolor de las ocho estrellas. Los trabajadores taparon con grandes banderas tricolor las siglas de las transnacionales en los tanques de almacenamiento.

Estábamos en contacto con el Gobernador del Estado Anzoátegui, nuestro Compañero Tareck William Saab, a quien conozco desde que militábamos en el PRV-Ruptura y al cual expreso mi solidaridad en estos momentos.

Seguían llegando obreros desde las áreas más remotas, querían estar con el Comandante. Era un momento de máxima movilización y pasión, nos convocaba la patria y el Socialismo, era la nueva etapa de profundización de la revolución.

Cuando recibimos al Comandante nos trasladamos directo al acto mientras preguntaba todos los detalles, no dejaba de dar instrucciones sobre el futuro que se nos abriría con este paso histórico.

El espectáculo era extraordinario, cerca de cuarenta mil obreros desbordaron la gran avenida que conecta a todos los mejoradores y demás instalaciones del complejo industrial. Todo era una masa compacta, Roja Rojita, apasionada, bajo un sol radiantemente oriental, de llanura y playa. En la tarima, los Ministros de la Revolución, Dirigentes, Alto Mando Militar, Jefes de Componentes Militares, Junta Directiva de PDVSA, jefes operacionales, obreros: las fuerzas de la Revolución.

El Comandante me hizo el honor de antecederlo en la palabra con un mensaje a nuestros trabajadores. Allí, para mi sorpresa, me levantó la mano en un acto espontáneo y sincero de victoria y camaradería. Su discurso fue vibrante, puso en su justa dimensión el paso histórico que estábamos dando, la posibilidad de Socialismo, el rol de la Nueva PDVSA, el Petróleo como instrumento de liberación y redención de nuestro pueblo y la recuperación de la Faja Petrolífera como un acto de Plena Soberanía. El saludo a nuestros obreros y el realce de su papel histórico en la consolidación y profundización de la revolución y el Socialismo. Su discurso culminó con el paso rasante de nuestros aviones Sukhoi que simbolizaban el ejercicio de nuestra independencia.

Fue una jornada histórica. Invito a los trabajadores petroleros a recordar y revisar esos momentos, las tareas que nos asignó el Comandante Chávez en la construcción del Socialismo. Son ustedes custodios y defensores del legado del Comandante Chávez, nadie ni nada podrá arrebatarnos la Faja. Las transnacionales no volverán. Ahora que la derecha violenta arremete, se asoma el fascismo, ahora que no está Chávez y que el imperialismo cree acabada la patria de Bolívar, mañana primero de mayo los trabajadores deben jurar y reafirmar en su corazón infinita lealtad a Chávez, su legado, Faja Petrolífera, Pueblo y Socialismo. Así lo hicimos nosotros en los momentos de ofensiva y combate, así lo hemos hecho en los terribles momentos de su partida. ¡Venceremos!

Un salto al vacío

Nuestro país, lamentablemente, vuelve a ser sacudido por la violencia. Lo advertí en el último artículo, nos debatimos entre el cielo y el infierno. A esta altura, nuevamente, nuestro pueblo y sociedad se han visto afectados por la violencia en las calles de algunas de nuestras ciudades: Caracas, Maracay, Valencia, San Cristóbal, estremecidos por las muy tristes imágenes de las víctimas y por el luto que embarga a esas familias, para ellos todo mi sentimiento de solidaridad y condolencias, es intolerable que esto siga ocurriendo.

El libreto de la violencia y sus actores, ya es reiterado y conocido por todos. Los factores de oposición, llaman nuevamente, de manera irresponsable, con toda impunidad, al ejercicio de la violencia. Alentados y estimulados desde el exterior, y no solo desde Miami o Washington, sino también desde Bogotá, Lima, Madrid y otras capitales de gobiernos de derecha.

En esos países tienen sus espacios los sectores políticos y grupos económicos que conspiran, no desde ahora, sino desde el inicio de nuestra Revolución Bolivariana, contra nuestro país y nuestra decisión soberana de avanzar en un proceso de transformación política, económica, social, una revolución, que debe, en el discurso y los hechos, orientarse hacia el socialismo.

En estos acontecimientos violentos hay distintos grados de responsabilidad política y criminal: hay promotores, instigadores y ejecutores.

Desde la OEA, Almagro, al margen de sus competencias y en violación de los procedimientos de este organismo, sin ningún tipo de ética, ni moral, ha propiciado la injerencia y ha estimulado a los sectores violentos de la oposición venezolana, los ha recibido en la sede del organismo, les ha dado tribuna en una clara violación de los principios de la organización y en un evidente desprecio por la soberanía de nuestro país.

Almagro actúa como vocero de los intereses norteamericanos y de la extrema derecha de la región, prestándose para promover una acción contra nuestro país, al más puro estilo de las tristes actuaciones de injerencia de este organismo en los años cincuenta y sesenta, con terribles consecuencias para nuestros pueblos, como las vividas en Guatemala y en República Dominicana.

Así, desde la OEA, se ha instigado a la violencia, se han promovido actuaciones políticas claramente orientadas a una confrontación entre venezolanos, al promover la desestabilización del país y darle protagonismo a los más recalcitrantes dirigentes del odio. Allí, desde los espacios de esta tristemente célebre organización regional tutoreada por el país más poderoso del norte, no hay opiniones ingenuas, ni casualidades. Todo es parte de un plan.

A lo interno, la oposición y sus partidos de extrema derecha, siguen abusando de las expectativas de sus partidarios y de las preocupaciones que forman parte de la coyuntura nacional. Es insólita tanta irresponsabilidad y cobardía de estos personajes. ¡Qué poca calidad política y humana las de estos autoproclamados dirigentes de la oposición extremista y violenta! No tienen mensaje, ni contenido, ni propuesta alguna. Solo alimentan el odio, la revancha, la manipulación mediática. Incitan a la movilización de sus partidarios, sobre todo de la clase media en las ciudades y luego se desaparecen de la escena, se ponen a buen resguardo, no asumen responsabilidad por las consecuencias de sus acciones, los muertos los ponen otros. Como lo hicieron el 11 de Abril de 2002, cuándo llevaron a sus partidarios a una trampa montada por ellos mismos con sus francotiradores, quienes actuaron con saña y premeditación de mercenarios. Los llevaron a un salto al vacío.

Los principales partidos instigadores de la violencia tienen la misma raíz de extrema derecha, estrechamente vinculados a lo peor de la oligarquía y de los intereses transnacionales, sus dirigentes tienen la misma conducta cobarde y fascista del 11 de Abril de 2002. Si la actuación de estos personajes no tuviese consecuencias tan negativas para el país y trágicas para las víctimas, ni siquiera merecerían ningún comentario, son un grupo de personas muy ambiciosas, con mucho apoyo económico que manipulan a su conveniencia a los sectores contrarios al campo Bolivariano, mienten descaradamente sobre sus verdaderas intenciones, que son mezquinas y anti nacionales. Abusan de nuestra Constitución y leyes, de los amplios espacios de expresión política que las mismas consagran, a veces llaman a elecciones, otras al golpe de estado y muchas veces a «expresar su arrechera» sin importar los resultados.

El 19 de Abril se expresaron en la calle dos posiciones políticamente antagónicas, hasta allí todo está en el marco de nuestra Constitución y garantías del Estado a sus ciudadanos. Pero luego, y justamente aprovechando la masa opositora, comenzó el accionar violento de grupos encapuchados estimulados y coordinados por dirigentes irresponsables que están sedientos de poder y harán lo que sea para obtenerlo.

Estos grupos y sus dirigentes han recurrido a un tipo de violencia desenfrenada, sin límites, irracional, que busca crear terror en la ciudadanía y en sus propios vecindarios. Se desplazan de un sector a otro escondidos detrás del anonimato de la capucha, reciben instrucciones criminales como las «guayas» para decapitar motorizados, arrojar objetos contundentes desde los edificios o hacer uso de armas de fuego.

La violencia tiene una dinámica propia, siempre terrible, con consecuencias normalmente trágicas. Se producen entonces actos irracionales que hablan mucho de las motivaciones y sentimientos inhumanos de sus perpetradores, como por ejemplo intentar entrar, atacar e incendiar el Hospital Materno Infantil del Valle, en Caracas, o las golpizas que los manifestantes de oposición han propinado a todo aquel que parezca del campo Chavista, con un importante sesgo racista y fascista.

Esta violencia desenfrenada da mucho que pensar: ¿Cuáles son las intenciones reales? ¿Qué se persigue? ¿Dónde están los dirigentes de la oposición? ¡Que den la cara! ¿Hasta dónde quieren llegar? ¿Quiénes están detrás de estos actos de odio? ¿Se imaginan por un instante que esta gente tomara el poder en Venezuela? ¿Qué pasaría con el petróleo, PDVSA, las Fuerzas Armadas Bolivarianas, las Grandes Misiones de Chávez, los Consejos Comunales, nuestra Soberanía? Sería un salto al vacío.

Representantes de la oposición han declarado abiertamente, llaman a un golpe de estado, llaman a nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas a dar un golpe de estado, viajan descaradamente a otros países a recibir orientaciones y a pedir una intervención extranjera. Eso no sería tolerado en ningún país del mundo. Tienen que actuar las instituciones del Estado, basta de impunidad, del chantaje internacional, hay que actuar firmemente apegados a la ley para evitar este tipo de desmanes y estos llamados inconstitucionales.

Lo más triste de esta situación es que detrás de todo esto están, de manera evidente, las aspiraciones personales y grupales de los dirigentes de la oposición. Todos quieren ser presidentes, están dispuestos a violentar, nuevamente nuestra Constitución, generar caos y terror solo para llegar a Miraflores, para tener el poder, para que los grupos económicos que los apoyan saqueen nuestro país, para que las transnacionales se repartan PDVSA y se apropien otra vez de nuestro petróleo, para arrebatarle al pueblo sus conquistas sociales y el sistema de gobierno popular, para arrebatarle el poder al pueblo.

Afortunadamente, a diferencia del 11 de Abril de 2002, no tienen el control de nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, esta institución se deslastró de los elementos golpistas y está firmemente apegada a nuestra Constitución y a los principios de nuestra Revolución Bolivariana, impregnada de sentimiento Patriótico, Chavista y Bolivariano. Quiero expresar mi reconocimiento a nuestros oficiales, soldados y la actuación de nuestros componentes militares responsables de garantizar el orden público, así como nuestros cuerpos policiales, por la manera en que han cumplido con su deber y con la ley, en defensa de nuestra soberanía y la protección de nuestra población, aun a costa de su propia vida.

Yo confío plenamente en que cualquier acto criminal o al margen de la Ley, perpetrado por cualquier motivación, ocurrido en el marco de esta espiral de violencia, será sancionado debidamente por las autoridades e instituciones correspondientes.

En contraste con Abril de 2002, la Nueva PDVSA está en manos del Pueblo, de sus trabajadores, nunca más paralizarán la industria para derrocar al Gobierno Bolivariano. Felicito y reconozco a nuestros obreros petroleros por su patriotismo y apego a nuestra revolución, a pesar de una campaña permanente de desprestigio contra nuestra institución y sus trabajadores, en ellos vive la pasión Chavista, roja rojita.

A diferencia del golpe de estado de 2002, tenemos una organización popular más robusta, empoderada por la revolución y tenemos al PSUV y los demás partidos y organizaciones de la revolución como un elemento fundamental de estabilidad y lucha de nuestro Pueblo. Allí esta Chávez, en nuestro pueblo en permanente movilización, sus Misiones, sus jóvenes, mujeres y hombres, latiendo en el pecho de los que amamos a nuestra Patria.

La violencia desenfrenada de la oposición, las expresiones de odio y actuaciones fascistas nos obligan al campo patriota, bolivariano y chavista a tomar una clara conciencia de las características de una revolución pacífica. No se pueden cometer errores que liquiden la pasión movilizadora del pueblo humilde, que frenen el proceso de empoderamiento del pueblo y que pongan en riesgo las conquistas estratégicas del Comandante Chávez: el manejo soberano de nuestro petróleo, la integridad de nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, de PDVSA y la coherencia en el accionar de todas las instituciones de la revolución.

No podemos desconectarnos del sentimiento de nuestro pueblo, ni de los problemas y preocupaciones de nuestros ciudadanos. Debe prevalecer el interés supremo de la Patria por encima de cualquier interés mezquino o grupal. Como le gustaba reflexionar al Comandante Chávez, la violencia de la oposición y el odio hacia nuestro pueblo y nuestras instituciones Bolivarianas, el odio de la oligarquía y sus agentes políticos, nos deben recordar todos los días que son dos modelos en pugna, es la lucha permanente entre el capitalismo y el socialismo, entre los intereses trasnacionales y los intereses de la Patria, el futuro de nuestros hijos.

Para la oposición y segmentos de la población que no comulgan con el pensamiento bolivariano y chavista, es una oportunidad de desligarse de una oposición violenta, de desligarse de la extrema derecha. Tiene que existir un sentido de responsabilidad con nuestro país, que esté por encima de los poderosos intereses económicos que mantienen en permanente chantaje a los sectores de oposición que quieren desmarcarse de la violencia, es una oportunidad.

Lo más importante es que nosotros sí tenemos una propuesta de país, el Legado del Comandante Chávez, el Plan de la Patria, el Socialismo. Esto es lo que ha movilizado al Pueblo en defensa de nuestra revolución, nuestra posibilidad de futuro. A pesar de la muy compleja situación económica, de todos los ataques, problemas o errores que se puedan cometer, tenemos los elementos para resolverlos, sabemos cómo hacerlo, lo haremos. Nuestros problemas solo tienen solución posible en el marco de la Revolución Bolivariana, nuestro país no se puede gobernar sin el pueblo Bolivariano, sin los trabajadores, soldados, obreros. ¡Que nadie caiga en la trampa de dar un salto al vacío! ¡Venceremos!

La pasión necesaria

En una Revolución como la venezolana, diría que en cualquier proceso de transformación radical, la Pasión cobra un rol extraordinario. Cuando se trata de contrarrestar y sobreponerse a la estructura y funcionamiento del sistema que se quiere superar y se resiste a ser cambiado, que tiene importantes mecanismos de defensa y reproducción como el capitalismo, la Pasión se convierte en indispensable.

Esto es aún más importante en un mundo globalizado, donde los grandes medios ideológicos del capitalismo, de la cultura de la dominación, abarcan cualquier rincón del planeta. Donde las instituciones financieras, políticas, multilaterales, condicionan la cooperación a un esquema predeterminado de relaciones, el capitalista.

Y donde el poderío militar de las grandes potencias y sus mecanismos de actuación como la OTAN y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, actúan para corregir cualquier desviación de conducta o acción, que amenace sus intereses.

En países periféricos a las grandes economías, marcados por el rol asignado por la economía dominante: proveedores de petróleo, azúcar,  frutas, café, minerales, esparcimiento, campos de ensayos nucleares, mano de obra barata, bases militares, y en especial, para países como el nuestro, deformado en su economía y composición de clases sociales por el modelo rentista petrolero, no funciona aquel determinismo teórico de la construcción de la conciencia revolucionaria a la par del desarrollo de sus clases sociales, en particular, de la clase obrera.

El Comandante Chávez supo insuflar a nuestro pueblo de una  inmensa Pasión por la Revolución Bolivariana. Con su palabra, ejemplo, acción decidida, valor, sacrificio  y compromiso real con los más pobres, supo ganarse el amor del pueblo, respeto y autoridad que nadie podía disputarle como Jefe de la Revolución. El Comandante Chávez, en el desarrollo de su épica y entrega al servicio del país, fue construyendo una relación espiritual con el pueblo venezolano, que le valió el amor profundo de todos nosotros, y el reconocimiento y admiración de los líderes del mundo.

De parte de la oligarquía y sus medios, comenzó una campaña terrible contra el Presidente. Primero lo tildaron de loco, exacerbaron el racismo, lo vincularon a fuerzas guerrilleras, lograron impregnar a importantes sectores de las élites y clase media venezolana, una conducta irracional y patológica contra el Comandante, basada en el desprecio hacia nuestro pueblo y la prepotencia de los poderosos. Activaron lo único posible contra el amor: el odio, el fascismo.

La mayor prueba a esa Pasión se manifestó el 13 de abril del 2002. Contra todos los pronósticos de los golpistas del 11 de abril, los medios, los políticos de la cuarta república y sus derivados, cuando todavía no les había pasado la borrachera, cuando Washington y Madrid se iban de bruces saludando al nuevo gobierno, los militares golpistas agradecían a los medios de comunicación mientras cerraban VTV, cuando disolvieron en un acto infame las instituciones creadas en el proceso Constituyente, comenzaban a repartirse el botín del Estado y la represión se desataba en nuestras zonas populares, cuando se llevaban a Chávez a un viaje sin retorno, cuando todo esto acontecía y sentíamos que nos arrebataban un sueño, allí insurgieron el pueblo y los soldados: todos a Miraflores!, ¿dónde está Chávez?, ¡queremos ver a Chávez!, eran las consignas del Pueblo.

En un acto extraordinario de pasión, valor, amor, el pueblo se movilizó buscando a Chávez, en los cuarteles, Miraflores y en la calle. Marchaban desde todos los barrios hacia Miraflores. Cuando los soldados tomaron Miraflores y el Palacio Blanco, cuando ondeó el tricolor de la Patria desde la alcabala N3 de Fuerte Tiuna y desde Maracay se leía el mensaje del Comandante Chávez, ya la oligarquía estaba en desbandada, las televisoras privadas pasaban comiquitas y los actores internacionales estaban desconcertados.
Nadie entendía cuándo, cómo, ni quién movilizó al pueblo. Todos estábamos felices, volvió Chávez, se restableció la Constitución y el Presidente legítimo. Se expresó la pasión y lealtad del pueblo hacia su Presidente. Fue un una prueba, una gran victoria.

Por supuesto que el imperialismo se dió cuenta que tenía un severo problema en Venezuela. Un Presidente capaz de resistir y sobreponerse a un golpe de estado perfecto. Con una operación mediática impecable, utilizando todos los medios a su disposición: militares, la vieja Pdvsa, televisoras, gobiernos extranjeros, el odio de la clase media, con el argumento de puente Llaguno. A partir de allí, se dieron cuenta que había una poderosa conexión amorosa entre el Líder y su Pueblo que aunque no la entendían, tenían que destruir.
El Comandante Chávez, después del Golpe y de la respuesta popular del 13 de Abril, pasó a la ofensiva, le dió mayor contenido a la Pasión, dotándola de razones sagradas para la lucha.

Deslastró a nuestras Fuerzas Armadas de golpistas, quienes terminaron en la Plaza de la vergüenza. Inmediatamente, se preparó, nos preparamos, para la próxima batalla inminente: el Sabotaje Petrolero.
Recuerdo aquella tensa reunión en el Salón del Consejo de Ministros con los dirigentes de la Revolución y el Presidente Chávez, cuando se decidían las líneas estratégicas de actuación. Había dudas, resquemores, propuestas de conciliación. Nosotros estábamos convencidos de que venía una batalla crucial para nuestro futuro y que había que darla en toda la línea.

Le habíamos entregado al Presidente unas reflexiones políticas que hacían un paralelismo entre nuestra situación, y las consideraciones del Libertador en el Manifiesto de Cartagena “… a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar…”. Para nuestra alegría y admiración, el Comandante Chávez no sólo leyó la carta y mostró su acuerdo, sino que decidió la “Toma de la Colina”. Fue la primera vez que lo escuché delinear la estrategia de la Batalla de Santa Inés: “Que el enemigo avance con todo lo que tenga y nosotros esperarlos en un punto, resistir, y a partir de allí, avanzar con toda nuestra fuerza y batirlos completamente”. Así lo hicimos, con el Comandante al frente del combate a favor del pueblo y de la Patria. Fue otra prueba, otra victoria.

La derrota del sabotaje petrolero y el surgimiento de la Nueva Pdvsa, permitió dar una extraordinaria batalla en la conciencia. Cada instalación liberada y episodio de heroísmo de nuestros obreros, soldados o comunidades, el Comandante Chávez lo transformaba en una lección política para nuestro pueblo.

Darle contenido a la Pasión, fue uno de sus principales empeños. Él sabía lo que había sucedido el 27 de febrero en el Caracazo, un pueblo sin dirección, ni objetivos claros es presa fácil de sus verdugos.

Nuestro pueblo, en la batalla con Chávez, en los momentos de desprendimiento, donde no había cálculo egoísta, ni interés personal o grupal, en el momento de la unidad en el combate, allí como la fusión que se produce con el movimiento de las placas tectónicas, surgió un pueblo mucho más consciente que nunca!
Con la nueva Pdvsa y el control soberano de nuestro petróleo, el Comandante Chávez pasó a la ofensiva con las Misiones, extraordinarios esfuerzos para la prefiguración de una sociedad distinta, solidaria, amorosa, desprendida, socialista. Empoderar al pueblo, dotarlo de posibilidades, conocimiento, reivindicar la vida, ha hecho que esa Pasión instintiva, se transforme en conciencia.

En este proceso, el Comandante Chávez siempre estaba presente, con la palabra, la coherencia en la acción. Su anti-imperialismo, doctrina Militar Bolivariana, Nueva Pdvsa Roja Rojita, Misiones, Consejos Comunales, empoderamiento de la Mujer y e indígenas, protección de niños, internacionalismo y su prédica socialista, convirtieron esa Pasión inicial en una revolucionaria, Chavista, Patria. Esa es la que sobrevive, la que mantiene cohesionado al Pueblo, en las más difíciles circunstancias, la que hay que cuidar, la Pasión necesaria.

El presidente Chávez sabía que la pugna ideológica con el capitalismo y sus “reflejos condicionados”, como decía el Comandante Fidel, era uno de los principales riesgos de la consolidación de nuestra revolución. Superada la prueba del Golpe, la complejidad de la revolución pacífica, de nuestra Revolución Bolivariana es la de convivir con las instituciones, grupos de poder económicos y aparato ideológico del sistema que se quiere superar, en un marco de amplias libertades como lo consagra nuestra Constitución.

Por eso su exigencia diaria a los ministros, a las Fuerzas Armadas Bolivarianas y a la nueva Pdvsa. El entendía que eran los líderes y las instituciones de la Revolución los que podían extender la acción revolucionaria y empoderar al pueblo. Instituciones vinculadas al ejercicio de la soberanía y con poder real, militar y económico. Eran sus instituciones, su creación. Por eso las defendía, no permitía que la diatriba política, ni los grupos de ningún tipo, ni siquiera los del campo de la Revolución, ni los ataques de la oposición mellaran la imagen o reputación de las mismas. Eran sus soldados, sus trabajadores, la vanguardia del proceso, abriendo la posibilidad de crear nuevos espacios para la Revolución transfiriendo poder al pueblo.

Al mismo tiempo, los equipos de estrategia que alimentan a la oposición, sus medios y que direccionan el accionar contra nuestro proceso, nacional e internacionalmente, lo saben y por ello los únicos acusados, perseguidos, vilipendiados, son los mandos militares, trabajadores o directivos de Pdvsa. Es una manera de golpear a Chávez, su prestigio, sus creaciones, su autoridad, golpear la Pasión y desmovilizar al pueblo.
Por eso la coherencia en la acción, para reforzar la Pasión y la conciencia adquirida en esas instituciones.

La Doctrina Militar Bolivariana fue acompañada con la expulsión de la misión norteamericana de Fuerte Tiuna y sus servicios de inteligencia, la desvinculación absoluta con la “Escuela de las Américas”, el fortalecimiento e incremento de capacidad militar de nuestros componentes, la relación y estrecha cooperación con nuestros amigos en el mundo, su participación en la batalla diaria por la soberanía y la superación de la pobreza junto al pueblo.

La plena soberanía petrolera y la creación de la nueva Pdvsa, fue acompañada con la recuperación del ingreso petrolero, la Nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, la victoria sobre Exxon Mobil, la batalla de juicios y arbitrajes internacionales, nuestros modelos de contratos petroleros y empresas mixtas, la nacionalización de las operaciones del Lago de Maracaibo, operaciones de producción. El incremento de nuestra capacidad técnica, acceso a tecnologías y diversificación de mercado. La participación de nuestros trabajadores en todas las Misiones, construcción de universidades, viviendas, colegios, hospitales, La Estancia, La Gran Misión Vivienda Venezuela, la batalla política, por la economía, la soberanía, la batalla internacional.

La forma y contenido de hacer las cosas, desarrollar Misiones o Grandes Misiones, producir petróleo y defender la Patria, tiene que ver con una batalla diaria por la conciencia que se expresa en la Pasión.
Nuestro Comandante pagó con la vida su amor al pueblo y a la Patria, su sacrificio no será en vano. Prefirió el camino más difícil; sus conquistas sociales, políticas y económicas, son enormes. No perdamos en medio de la batalla en la que estamos la perspectiva de todo lo que hemos avanzado.

Hoy, Domingo de Resurrección, día de fe y esperanza, la oposición violenta no respeta al pueblo, ni su fe. Durante Semana Santa ha practicado la violencia. Mientras tanto, en las Naciones Unidas hay preocupación, se informa que  EE UU probó el lanzamiento de una bomba termonuclear B61-12 sin carga  atómica; el pasado 13 de abril lanzó sobre Afganistán “la madre de todas las bombas” (MOAB), y dirige una flota de guerra hacia la península Coreana. El papa Francisco pide al mundo detener a los señores de la guerra. Nos debatimos entre el cielo y el infierno. Venceremos!

Mirarnos en ese espejo

Como probablemente saben desde el 05 de enero de 2015, me ha correspondido desempeñarme como Embajador Representante Permanente de nuestro país ante las Naciones Unidas en la oportunidad que le correspondió asumir a Venezuela, luego de 25 años, la posición de miembro no permanente del Consejo de Seguridad.

Ha sido una designación del Presidente de la República que he asumido con la humildad y compromiso de los revolucionarios, convencido que la experiencia y aprendizaje por más de doce años al lado del Comandante Chávez y vinculación estrecha a las actividades inherentes a las altas responsabilidades al servicio del Estado Venezolano y de Revolución Bolivariana, me darían los elementos fundamentales para representar los intereses del país, como lo hemos hecho, siempre apegados a los principios de política exterior Bolivariana y profundamente leales al legado del Comandante Chávez.

Debo resaltar que este intenso trabajo en el Consejo de Seguridad, el órgano más importante de las Naciones Unidas y la proyección positiva de nuestro país en estos escenarios tan complejos del multilateralismo no hubiese sido posible sin el apoyo, compromiso y profesionalismo del grupo de compañeros de la Misión Permanente de Venezuela ante las Naciones Unidas.

Al lado del Presidente Chávez, Maestro de la política y de la conducción de los asuntos de Estado, tuve el honor de asistir, en un tiempo privilegiado y una posición de vanguardia, a la prefiguración y construcción de un sueño y un proyecto de país, propio, soberano, inclusivo, revolucionario y con profundas raíces en nuestro ideal Bolivariano, en el pensamiento y acción de nuestro Libertador Simón Bolívar.

Me corresponde ser leal a su obra, a sus ideas, a su amistad y confianza para siempre, pues comparto y sé de primera mano, de su mano, el extraordinario país y destino de grandeza que prefiguró para nuestro Pueblo.

En las Naciones Unidas, tenemos una activa participación en todas las discusiones, debates y acuerdos que se plantea el sistema multilateral para alcanzar sus objetivos, establecidos estos en la Carta de la Organización y en sus distintas declaraciones y resoluciones.

En este espejo del mundo veo reflejados los problemas y estragos de un orden internacional profundamente injusto, con marcadas desigualdades, producto del colonialismo, la guerra, el sistema capitalista depredador de recursos, de vidas y del planeta.

Es en esta realidad que resaltan con mayor fuerza los logros y profundos avances de nuestra Revolución Bolivariana, es donde cobra razón estratégica la afirmación del Comandante Chávez de que tenemos Patria, en su concepto, exacto y amplio.

En las Naciones Unidas se debaten muchos temas en los cuales nosotros como país tenemos un extraordinario avance y una experiencia que mostrar al mundo:

Cuando se habla contra el colonialismo y la ocupación militar de países y territorios, nosotros mostramos cómo obtuvimos nuestra independencia, dimos independencia a otros países y cómo somos plenamente soberanos en el manejo de nuestros asuntos.

Cuando se habla de la agenda para el desarrollo 2030, nosotros recordamos que fuimos uno de los primeros países en alcanzar las metas del milenio. Cómo avanzamos en un proceso inclusivo, en el que mostramos nuestra experiencia del Poder Popular, Consejos Comunales, el empoderamiento de la mujer, entre otros.

Cuando hablamos del financiamiento para el desarrollo, explicamos al mundo cómo la recuperación de nuestro petróleo y la riqueza de nuestros recursos naturales, nos permitió establecer los programas sociales de la revolución.

Cuando se debate sobre la igualdad de género y se denuncia la práctica de violencia, abuso sexual y restricciones de todo tipo a la mujer, nosotros explicamos que la igualdad de género está consagrada en nuestra Constitución, que existe un Ministerio para la Mujer, leyes de protección a la mujer, a la mujer embarazada, a las madres, a los niños.

Cuando se debate sobre el derecho a la educación, nosotros explicamos nuestras misiones educativas, la Misión Robinson, la Ribas, la Sucre, que somos uno de los países con mayor escolarización del mundo, que nuestra educación pública y gratuita.

Cuando hablamos de los programas de viviendas sociales, nosotros explicamos la Gran Misión Vivienda Venezuela, cómo construimos cientos de miles de viviendas de calidad para el pueblo, con un esquema de gestión y participación popular inédito, que es el secreto del éxito de este programa.

Cuando se discute sobre el orden financiero internacional y la actuación depredadora de las transnacionales en los países en desarrollo, nosotros hablamos de Nuestra Plena Soberanía Petrolera, de cómo recuperamos nuestro ingreso petrolero para sostener estos programas de desarrollo, a través de la recuperación de nuestro régimen fiscal, es decir, impuestos y regalías.

Cuando se debate sobre la necesidad de visibilizar a los pueblos indígenas, nosotros explicamos que los derechos de nuestros pueblos originarios están consagrados en nuestra Constitución, que existe un Ministerio de Pueblos Indígenas, que se respeta su lengua, su cultura, sus tierras.

Estos son algunos de los temas en debate. Los países del Sur, en desarrollo, nos escuchan con interés, con atención, todos recuerdan a Chávez. Tenemos una gran presencia en los organismos multilaterales, estamos en el Consejo de Seguridad, presidimos el Movimiento de Países No Alineados, presidimos el Comité de Descolonización, estamos en el Consejo Económico y Social (ECOSOC), en el Comité de Palestina, en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, tenemos presencia activa y nos hacemos oír en todos los escenarios, explicando nuestros avances y observando al mundo, sus problemas, los retos y los amenazas del sistema internacional multilateral por excelencia: las Naciones Unidas.

Esto no quiere decir que no tengamos problemas. Los tenemos. El Comandante Chávez decía que para resolver un problema hay que comenzar por reconocerlos para después abordarlos en su justa dimensión y superarlos para el bien del pueblo. La situación es compleja, existen factores externos de mucho peso, se han cometido errores. Pero de lo que estoy convencido y siempre lucharé por ello es que estamos en capacidad de resolverlos. Ello solo es posible en el campo Bolivariano, con el Pueblo, con el legado de Chávez.

No desviarnos ni un tantico del legado del Comandante Chávez. Cuidarnos de nuestros enemigos históricos, de las transnacionales que quieren nuestras riquezas, nos acechan. Intentan aprovecharse de nuestros problemas, proponen un pacto con el diablo. Las transnacionales no nos salvarán, por el contrario, nos empujarán al país al abismo. Quieren nuestro petróleo, ¡hay que defenderlo!

El otro espejo del mundo es el Consejo de Seguridad. Allí los reflejos son terribles, injustos, sangrientos. Tuvimos la oportunidad de levantar nuestra voz contra la guerra, la injerencia extranjera, las intervenciones y ocupaciones militares. Contra el poder, la violencia y agresividad de tres de sus miembros permanentes: Estados Unidos, Reino Unido y Francia, quienes buscan imponer sus agendas políticas y sus intereses.

Lo terrible de todo esto, es que existe un guión preestablecido: la identificación de un objetivo, sea por su petróleo, sus reservas económicas, por razones geopolíticas o ideológicas. A partir de allí, de manera perfectamente articulada, los grandes medios de comunicación, las grandes cadenas, inician una campaña mediática, difamatoria y devastadora contra esos países y sus líderes. Los vinculan a negocios de todo tipo, los acusan de corruptos, totalitarios, de violar las leyes, los derechos humanos, hasta que finalmente, alguno de estos «P3», así llamados, introduce el tema como agenda del Consejo de Seguridad.

Desde ese momento todo el sistema de injerencia se activa, los medios arrecian su campaña, escrita y noticiosa; comienza un manejo y manipulación del tema a nivel global para preparar el terreno de la agresión; comienzan a generarse informes, con fuentes dudosas o «secretas» de información; declaraciones de voceros políticamente motivados, incluso de las Naciones Unidas; informes de las «ONG» y finalmente, resoluciones del Consejo de Seguridad en las que invocan la aplicación del Capítulo VII, es decir, de la fuerza.

El país «objetivo» queda tutoreado por el Consejo de Seguridad, no se levantarán las sanciones hasta que los «P3» quieran, no se levantará la vigilancia hasta que ellos lo decidan o se inicie una intervención militar. Existe un doble discurso, mientras son muy activos contra sus «objetivos», guardan silencio criminal en situaciones como la ocupación de Palestina por Israel, la ocupación del Sahara Occidental por parte de Marruecos o la guerra y crisis humanitaria en Yemen. A veces, alguno de estos países, decide actuar fuera del Consejo de Seguridad y perpetran invasiones e intervenciones sin que nadie pueda hacer nada al respecto. Son los poderosos.

Ejemplos de este accionar hay muchos, solo basta recordar Iraq, con más de un millón de muertos y un país descuajado y destrozado; Libia, un país fracturado, sin instituciones, en manos de extremistas; Siria, más de 300 mil muertes por la guerra y violencia desatada por grupos extremistas financiados y aupados como «oposición moderada» por los mismos «P3» que, desde el Consejo de Seguridad, abogan por el respeto a los derechos humanos, mientras piden abiertamente el derrocamiento del gobierno sirio.

Todos estos países son azotados además por el fenómeno del terrorismo, por el horror de estos grupos brutales que tienen todo tipo de armas pesadas y vehículos, gran capacidad militar por cuyo origen nadie responde cuando preguntamos una y otra vez en el Consejo de Seguridad.

Pero no solo son estos casos, existen muchos más, sobre todo en África. Cerca del 70% de los Comités de Sanciones, son dirigidos por las antiguas potencias colonizadoras contra los hermanos africanos. No saldrán de allí, hasta que estos miembros permanentes quieran, es decir, para siempre. Es un mecanismo de dominación.

Estos países quedan destrozados, sin posibilidades de desarrollo, de paz o estabilidad. A los perpetradores de la agresión o intervención no les interesa, solo hacen muros y restricciones de paso en el Mediterráneo, América o Europa, para que no lleguen a sus territorios los millones de refugiados y migrantes, que huyen de los países azotados por la violencia, de los cuales miles mueren en el largo camino de la desesperanza.

Al momento de escribir estas líneas, los Estados Unidos, de manera ilegal y unilateral, bombardean una base aérea en Siria; al mismo tiempo los medios de comunicación insisten en su campaña contra el país, mostrando imágenes de la violencia opositora en las calles de Caracas y a los más connotados líderes de la misma clamando por la intervención extranjera en el país.

No quiero que nuestro país jamás esté reflejado en este espejo. Ningún venezolano sensato querría este destino para su Pueblo, para su Patria. Por eso advierto de los peligros de la injerencia extranjera. Es irresponsable promover que se vulnere nuestra soberanía y nuestra integridad territorial, solo para imponer una agenda personal, económica o grupal de poder.

Confiamos en nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas, profundamente patriotas, Chavistas y capacitadas para defender nuestra soberanía. Confiamos en nuestras instituciones del Estado y en nuestro Pueblo consciente y revolucionario, para que jamás la planta insolente del extranjero pueda vulnerar a nuestra Patria y someter a nuestro Pueblo. Daremos la batalla, en cualquier escenario, para que nuestro país nunca se vea reflejado en el espejo de la guerra y la intervención extranjera. ¡Venceremos!

La injerencia extranjera

«Venezolanos: La planta insolente del extranjero ha profanado el suelo de la Patria…» Así comenzaba la proclama del Presidente Cipriano Castro del 9 de Diciembre de 1902, con motivo del bloqueo e intervención que sufriera nuestro país, por parte de las potencias europeas. Ese fue el inicio del siglo XX para nuestra joven República, luego de haber entregado la vida de sus mejores hijos en la cruenta guerra de independencia durante la primera parte del siglo XIX que, liderada por nuestro Libertador Simón Bolívar, no sólo conquistó la independencia sino que atravesó nuestras fronteras para liberar y crear nuevas Repúblicas, en guerra contra uno de los imperios más poderosos del planeta.

Nuestra gesta independentista y pensamiento Bolivariano son profundamente antiimperialistas. Sin embargo, el siglo XX transcurrió signado por la injerencia extranjera en nuestros asuntos.

La traición al pensamiento y obra del Libertador, el asesinato de Zamora, la debilidad de nuestra República sacudida por guerras intestinas, el determinismo geográfico y la extraordinaria abundancia de petróleo y otros recursos naturales, nos convirtió en presa fácil del nuevo imperio, expansionista y muy agresivo: el norteamericano.

Éste entró y se expandió en nuestro país de la mano de las transnacionales petroleras. A partir de allí, nuestro siglo XX estuvo marcado por la injerencia extranjera. Cipriano Castro fue derrocado por imponer condiciones a la New York & Bermúdez Company; Juan Vicente Gómez fue apoyado, incluso por la marina de guerra yanqui, para entregar las concesiones petroleras a las transnacionales, por intermedio de su entorno familiar, político y de amigos, conformándose así una oligarquía entreguista y vinculada al interés extranjero.

El modelo rentista petrolero fue impuesto al país por las transnacionales; depredaron nuestros recursos petroleros, nuestro medio ambiente, nos robaron nuestra riqueza, acabaron con la agricultura, promovieron la migración a la ciudad, se crearon los barrios, símbolos de la pobreza y exclusión.

Los acontecimientos políticos del siglo XX están signados por la injerencia extranjera. El derrocamiento de Medina Angarita, el asesinato de Delgado Chalbaud, la dictadura de Pérez Jiménez, el Pacto de Punto Fijo, la violencia Betancurista, el Golpe de Estado y Sabotaje Petrolero contra el Presidente Chávez.

Nuestra economía fue deformada por el modelo rentista. Como lo diría el Dr. Maza Zabala, nuestro país se había convertido en un satélite de la economía norteamericana, sin posibilidad de desarrollarse, nos habíamos convertido en una «factoría petrolera», como afirmaba el Presidente Chávez.

Las transnacionales saquearon al país. La producción en gran escala comenzó en Mene Grande en 1914, luego nos convertimos en el mayor exportador de petróleo del mundo hasta los años 70. Para ser más exactos, todo nuestro petróleo iba a los Estados Unidos, con descuentos y exenciones fiscales, sosteniendo al complejo industrial-militar de la economía más poderosa del planeta.

Nos dejaron un país diezmado, depredaron nuestra principal cuenca petrolera, el Lago de Maracaibo, distorsionaron nuestra economía, nuestro desarrollo social, con una contradictoria y vergonzosa cadena de miseria a lo largo del país.

Las Fuerzas Armadas, luego de ser neutralizados sus factores patriotas en el período Betancurista, estaba alineada con la doctrina de seguridad y defensa del Pentágono, eran entrenadas en la tristemente célebre «Escuela de las Américas», colapsaron como institución al servicio de la burguesía durante los graves eventos del «Caracazo».

Nuestro escaso desarrollo industrial está ligado al capital norteamericano, que impuso su política de «sustitución de importaciones», para expandir sus empresas, convirtiéndonos sólo en ensambladores y depender de sus insumos. Se establecieron monopolios de productos básicos dependientes de sus casas matrices en el exterior, grandes consumidores de divisas. Es un sector industrial profundamente parasitario, con sus heroicas excepciones, sin conciencia nacional.

Se constituyó una burguesía importadora, apropiándose de la renta petrolera, a través de las políticas cambiarias y nuestra escasa producción interna. Un círculo vicioso que está diseñado para mantenerse en el tiempo y que debemos romper.

Se expandió un sector terciario y de servicio de la economía, se crearon grandes capitales a la sombra de la renta petrolera y de la especulación con el valor de la tierra y un sector financiero, que nadie se atreve a mencionar, pero que es el responsable en gran medida de las manipulaciones cambiarias, un gran extractor de divisas del país.

Estos grupos económicos tienen sus expresiones políticas, casi todas agrupadas en los partidos de la IV República y sus derivados, como decía el Comandante Chávez, algunos de ellos con claras manifestaciones fascistas. Todos tienen sus mentores y apoyos en el exterior, en una vinculación lesiva a los intereses de nuestra Patria.

Se desarrolló una poderosa maquinaria ideológica que promueve valores y posiciones políticas alineadas con los intereses extranjeros, en particular, los grandes medios de comunicación.

Cuando a las transnacionales petroleras no les interesó más el esquema concesionario impulsaron la nacionalización de 1975, «chucuta» como la llamara Juan Pablo Pérez Alfonzo, dejando abierta la puerta a la apertura petrolera, a través del artículo 5to de la Ley.

A toda esta injerencia comenzó a ponerle fin el Comandante Chávez.

Desde el corazón de nuestras Fuerzas Armadas, resurgió, con un poderoso contenido popular, el pensamiento Bolivariano. Chávez, el más genuino y fiel representante de lo afirmativo venezolano, insufló nuevamente el ideal y espíritu Bolivariano al pueblo humilde, al desposeído. Emergió el tricolor como distintivo del heroico 4 de Febrero, que estremeció la conciencia del país y movilizó al Pueblo, con una propuesta nacional y Bolivariana.

Ya en la Presidencia, comenzó a obrar a favor de la mayoría, apegado a su palabra y principios. Se volvió a entonar el himno nacional, a hablar de Bolívar, de nuestra gesta liberadora y a actuar con Soberanía, bajo el principio de que la misma reside en el Pueblo.

Todo se estremeció, el sistema comenzó a crujir y a agruparse en contra del Presidente Chávez, frente a la certeza de que cumpliría su propuesta de cambios radicales en el país. Marcó una clara distancia de lo que era la tradicional injerencia extranjera en nuestros asuntos.

Inició una política exterior independiente. Fijó posiciones valientes frente a la «guerra global» declarada por Bush contra todo aquel, «que no estaba con ellos», frente a las atrocidades de la guerra en Afganistán.

Recorrió los países de la OPEP, promoviendo la Cumbre de Jefes de Estado del año 2000, cuyos resultados se tradujeron en una exitosa coordinación entre los productores de petróleo para defender su precio. No aceptó las amenazas ni la injerencia de la Casa Blanca en contra de esta política.

Estrechó relaciones con los líderes del mundo. Fue la voz disidente en las Cumbres de las «Américas», donde se imponían los tratados de libre comercio que pretendían aniquilar nuestras posibilidades de desarrollo.

Avanzó en las leyes de la primera habilitante, definió los campos políticos, a favor del pueblo y de los intereses nacionales. Hizo un ejercicio pleno de soberanía, como respuesta, se activó la injerencia extranjera y la desestabilización.

Su valor y determinación, la profunda honestidad con su discurso, lo llevó a expulsar del Palacio de Miraflores a la embajadora norteamericana que pretendía darle ultimátum al Jefe de Estado. Superó con el pueblo, el Golpe de Estado, la toma de Plaza Altamira, sacó de nuestros cuarteles a la misión militar norteamericana y estableció nuestra Doctrina Militar Bolivariana.

Identificó con claridad la necesidad de manejar de forma soberana y en nuestro beneficio a la industria petrolera. Derrotó en toda la línea al Sabotaje Petrolero, desmontó la nefasta apertura petrolera, subordinó a las transnacionales a la autoridad del Estado y a nuestras leyes. Se implantó la política de Plena Soberanía Petrolera, utilizando el petróleo en beneficio del pueblo humilde y del desarrollo nacional.

La injerencia extranjera ha sido de todo tipo y ha tenido graves consecuencias. La abierta participación de los Estados Unidos, la extrema derecha española, el paramilitarismo Uribista, las oligarquías de la región, todos han actuado y actúan contra nuestras decisiones, contra nuestra Constitución, mostrando un absoluto desprecio y falta de respeto hacia nuestro país.

La oposición venezolana, incapaz de articular alguna propuesta o de derrotar política o electoralmente al bloque histórico del Chavismo, siempre ha recurrido a la vergonzosa solicitud de intervención extranjera, de injerencia en nuestros asuntos, incluso ha pedido invasiones. Recuerdan los episodios lamentables de 1861, cuando la godarria caraqueña pedía la intervención inglesa para detener el avance de Ezequiel Zamora.

La oposición mantiene una constante actividad en el exterior, en una especie de turismo político, visitando y convocando a cuanto fascista, cadáver político o representante extranjero, quiera notoriedad o algún beneficio personal o de grupo por hablar mal del país, por pretender dictarnos pauta, por entrometerse en nuestros asuntos. Personajes de la extrema derecha que quieren como botín a nuestra industria petrolera, nuestras riquezas, gente a la que no les interesa que demos un salto al vacío, instigan permanentemente una intervención, del tipo que sea, que ponga fin a la Revolución Bolivariana.

Luego de dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU, defendiendo los intereses del país, apegados a nuestros principios, por la paz e independencia de los pueblos, hemos visto la cruda realidad de países hermanos destrozados por la injerencia e intervenciones extranjeras, por la guerra. Países arrasados, cientos de miles de muertos, millones de desplazados o refugiados, sin Estado nacional ni instituciones, presas de una violencia criminal, del terrorismo, sin manera de gobernar sus propios asuntos, países tutoriados por las grandes potencias a través de los llamados «Comités de Sanciones», luchando en defensa de su soberanía y de su pueblo martirizado: Iraq, Yemen, Libia, Afganistán, Siria, Somalia, sólo para mencionar algunos. A los poderosos o instigadores no les importa. A veces reconocen sus errores, pero otros han puesto los muertos.

Ahora es la OEA la herramienta para agredirnos, arremeten, de la manera más burda contra el país, actúan como un partido político. No nos extraña, la OEA guardó silencio cómplice ante el derrocamiento de Jacobo Árbenz, la invasión militar a República Dominicana, el golpe de Estado y asesinato de Salvador Allende, las dictaduras fascistas de Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, la invasión de Grenada, la intervención en Panamá, en Haití, el Golpe de Estado contra el Presidente Chávez, solo para señalar algunos hechos notorios de intervencionismo.

Nuestros asuntos, por más complejos que sean, debemos resolverlos los venezolanos, con nuestras instituciones en el marco de la Constitución. Hemos adquirido una conciencia probada en los más difíciles momentos. Tenemos unas Fuerzas Armadas Bolivarianas, patriotas y garantes de nuestra Soberanía, un pueblo combativo y Bolivariano.

De la debilidad de los patriotas sólo se aprovechan los enemigos. Las transnacionales petroleras, como siempre hemos sostenido, acechan al país en dificultades, presionan, tienen agentes insospechados que actúan bajo los más variados argumentos, con los más sofisticados contratos y propuestas de auxilio, para arrebatarnos lo más preciado que nos legó el Comandante Chávez, nuestros recursos, el petróleo, nuestra Soberanía, la Patria.

Los que irresponsablemente llaman a una intervención ante el altar de los enemigos históricos de nuestro pueblo, abren las posibilidades de un zarpazo contra nuestras conquistas, nuestros valores, nuestra integridad territorial, nuestros recursos, nuestro futuro. ¡Venceremos!

¿Por qué se ataca a la nueva Pdvsa roja rojita?

La Nueva Pdvsa se caracteriza por su fuerte contenido popular, su compromiso con la Política de Plena Soberanía Petrolera, su subordi-nación al Estado y servicio al país.

Probablemente, Pdvsa y Nuestras Fuerzas Armadas fueron las únicas instituciones que se transformaron radicalmente producto de la derrota de dos complejas y violentas acciones de desestabilización adelantadas por los factores de oposición en contra del Presidente Chávez: El Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero.

De esas batallas, profundamente vinculadas entre sí, emergieron victoriosas la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y la Nueva Pdvsa Roja Rojita.

No es casual que estas dos instituciones hayan sido y sean objeto de  agresión contra el país, ambas están vinculadas al ejercicio pleno de nuestra soberanía. Así, la Política de Plena Soberanía Petrolera y la Doctrina Militar Bolivariana se pudieron desarrollar como un legado del Presidente Chávez. Por otra parte, estas dos nuevas instituciones permitieron estabilizar y desarrollar el programa de profundas transformaciones políticas, económicas y sociales de la Revolución Bolivariana.

Para los que tengan corta memoria o a las nuevas generaciones, probablemente le resulte difícil imaginar cómo eran estas instituciones antes del Presidente Chávez, habría que extenderse más en este tema para poder valorar en su justa dimensión estratégica la transformación de las mismas.

Me corresponde hablar de la Nueva Pdvsa, pues tuve el honor de ser Ministro de Petróleo durante doce años y su Presidente por diez años. Hay que decirlo con claridad, nuestra Nueva Pdvsa, fue inspirada por el Presidente Chávez. La derrota del Sabotaje Petrolero fue una batalla popular, donde nuestros trabajadores, técnicos y gerentes patriotas, restablecieron las operaciones con el apoyo y acompañamiento de las instituciones del Estado, Fuerzas Armadas, voluntarios, jubilados y del pueblo que se volcó a nuestras instalaciones a defenderlas.

El Presidente Chávez dirigió personalmente esta batalla, desde su puesto de comando en Miraflores, donde nos instalamos junto al resto del grupo “Colina”. El Presidente hablaba personalmente con los trabajadores que estaban al frente de la batalla, con los Ministros, coordinando la respuesta del gobierno. Luego, nuestro despliegue a las distintas áreas operacionales, el grupo “Colina” al frente de las operaciones, recuperando las instalaciones una a una, con un estrecho acompañamiento de los factores de la revolución y del pueblo, en una gesta verdaderamente heroica, donde el Presidente Chávez reconoció el patriotismo de nuestros trabajadores y militares en cada una de las instalaciones que se iban liberando, a la vez que desplegó una intensa campaña política y comunicacional para explicarle al país todo el proceso de normalización y las causas y motivaciones del Sabotaje, un acto tan lesivo a los intereses nacionales.

Fue una batalla sin mezquindades, sin protagonismos, unitaria. En las peores condiciones económicas, solo producíamos 23 mil barriles diarios de petróleo, suspendidas las exportaciones, sin dinero, sin gasolina, sin gas, con el paro de Fedecamaras y la constante incitación a la violencia de los medios de comunicación y los factores de la oposición, los mismos que hoy nos agreden, el pueblo estaba resteado con Chávez. Se impuso la pasión revolucionaria, las razones sagradas para luchar y la determinación de vencer.

Fue una extraordinaria lección política la que dio el Comandante Chávez y nuestro Pueblo a la extrema derecha y al imperialismo.

La vieja Pdvsa, heredera de la conducta y visión de las transnacionales petroleras, profundamente antipopular y antinacional, dirigida por una élite que impulsó la entrega de nuestro petróleo con la apertura petrolera, de espaldas al Estado Venezolano, quedaba hecha añicos por su propia mano; ellos destrozaron la Empresa, provocaron daños directos por más de 17 mil millones de dólares, además de entregar los Convenios Operativos, la Faja Petrolífera, los taladros, actividades de inyección, transporte, cerebro informático, muelles, terminales, en fin, era la desaparición de nuestra empresa nacional.

El valor más importante de la Nueva Pdvsa, son sus trabajadores, signados por el ejemplo de Chávez, fogueados en la batalla, con conciencia revolucionaria, motivación, honestidad y trabajo constante, custodios del activo más importante de la República.

La Nueva Pdvsa se caracteriza por su fuerte contenido popular, su compromiso con la Política de Plena Soberanía Petrolera, su subordinación al Estado y servicio al país.

La batalla por la derrota del sabotaje petrolero, unificó a los patriotas y revolucionarios dentro de la empresa, imponiendo una nueva relación de trabajo revolucionaria y directa, pero con la necesaria rigurosidad, conocimiento y disciplina que se impone para operar una empresa como Pdvsa y un negocio tan complejo como el petrolero. Los compañeros que asumieron la conducción de la empresa tenían, por un lado un firme compromiso con la patria y por el otro una dilatada experiencia y capacidad técnica.

La Nueva Pdvsa se convirtió en un instrumento técnico-político poderoso para establecer nuestra Plena Soberanía Petrolera. El Estado, a través del Ministerio de Energía y Minas  tuvo un aliado para hacer frente a las transnacionales, para restablecer su autoridad, nuestras leyes y políticas.
Sin la Nueva Pdvsa, no hubiese sido posible derrotar la apertura petrolera e implantar nuestra propia política, hubiese sido imposible nacionalizar la Faja Petrolífera del Orinoco, los Convenios Operativos y subordinar las transnacionales al poder del Estado.

La Nueva Pdvsa asumió, con éxito, todas las operaciones que habían sido entregadas durante la apertura, recuperó para el país: campos de producción, mejoradores,  terminales, taladros, comercialización, instalaciones de inyección, nuestro cerebro informático, etc.

La Nueva Pdvsa se involucró hasta las últimas consecuencias, en la batalla contra la pobreza, por la inclusión social, por el socialismo. Sin cálculos egoístas, atendimos al llamado del Comandante Chávez.

Por primera vez, el ingreso del Petróleo se invirtió en el pueblo, en la lucha contra la pobreza, en las Misiones, en la batalla por la igualdad social, en desarrollo humano.

Lo verdaderamente revolucionario, fue el involucramiento de todos los trabajadores, de toda la empresa al trabajo político y social en el seno del pueblo, esa era la prédica del Comandante Chávez: no ser indiferentes a nuestro entorno, a nuestra realidad, no podía seguir  fluyendo el Petróleo, atravesando campos y ciudades signados por la pobreza, sin que hiciéramos nada para cambiar esta realidad. No podía ser una empresa de privilegios y conductas que al final nos hubiese convertido en una nueva “élite meritocrática”.

Había que transformarlo todo y mantener a nuestra empresa comprometida y movilizada con Chávez y el pueblo. Ese tipo de trabajo, voluntario, fuera de la oficina, con los humildes es la única forma de mantener una conducta nacional y revolucionaria, un antídoto para no reproducir la “vieja Pdvsa”.
Pdvsa asumió responsabilidades adicionales asignadas directamente por el Presidente Chávez en su empeño de transformar el país. Había que asumir esas tareas para salir del abismo y saldar la terrible deuda social con el pueblo.

Se crearon los Distritos Sociales de Pdvsa y a partir de allí se hicieron escuelas, liceos, universidades, hospitales, fábricas, todo tipo de infraestructura social, se entregaron y acondicionaron para las nuevas universidades nuestras instalaciones en todas las áreas: la Universidad Bolivariana, la Unefa, Aldeas Universitarias.

Se creó Pdvsa La Estancia con su extraordinaria acción social y cultural. Nos hicimos cargo de la Misión Ribas, de la Gran Misión Vivienda Venezuela, apoyamos todas las Misiones (Robinson, Sucre, Barrio Adentro, etc.) en su despliegue y desarrollo de infraestructura en el territorio nacional, derrotamos el desabastecimiento con la creación de PDVAL.

Iniciamos y dimos forma concreta al desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, el proyecto estructurante más importante del país. Iniciamos los polos de desarrollo en base a la explotación del gas costa afuera tanto en el Estado Sucre como en el Golfo de Venezuela.

Cuando se presentó la crisis eléctrica, atendimos el llamado de emergencia y construimos centrales termoeléctricas de las más modernas del mundo. Asumimos una cantidad importante de tareas de apoyo y ejecución de obras y proyectos asignados directamente por el Presidente Chávez. Le dimos forma y funcionamiento a Petrocaribe y apoyamos todos los acuerdos de cooperación con Latinoamérica, China y Rusia, para construir nuestra nueva geopolítica.

Toda esta actividad está perfectamente documentada y respaldada y está allí, en todo el territorio nacional, en beneficio del pueblo. Así debe ser reconocido, sin egoísmos ni pequeñeces, el gran aporte de la Nueva PDVSA al desarrollo nacional.

A partir del año 2009, cuando colapsaron los precios del petróleo de 130 $/Barril a 35 $/Barril y Estados Unidos impuso sanciones a Pdvsa, cuestionando las relaciones de nuestro país con Irán, presentamos al Presidente Chávez  un plan estratégico de Soberanía Económica para hacer frente a esta coyuntura. Se trataba de garantizar la construcción en el país de l os suministros de bienes y servicios esenciales o costosos para el funcionamiento de la Industria y reducir la dependencia tecnológica.

En el marco de esta política se crearon las filiales No petroleras: PDVSA Industrial, fábricas de Tubos, de válvulas, de estructuras metálicas; PDVSA Servicios Petroleros; Pdvsa Gas Comunal; Pdvsa Agrícola;  Pdvsa Naval; Pdvsa Mantenimiento; la ENT, entre otras. También se buscaba impulsar la industrialización del país, se establecieron alianzas con sectores nacionales. Como resultado de esto, se ahorraron divisas y se activó el empleo, se construyeron tuberías para los gasoductos y oleoductos, válvulas, la Plataforma 4 de febrero, aditivos de perforación, se ensamblaron taladros, se distribuyó la gasolina, el gas y llevamos al mundo nuestro petróleo con barcos propios o en alianzas internacionales.

La Nueva PDVSA, se convirtió en Roja Rojita, al calor de la participación política de nuestros trabajadores en defensa del  proyecto Bolivariano y del Comandante Chávez. Los obreros, gerentes y técnicos, agrupados en las distintas organizaciones de los trabajadores, se movilizaron permanentemente y dieron la cara a la oligarquía, en defensa de nuestras conquistas. Se convirtió en una vanguardia, con gran capacidad de movilización, uno de los motores de la revolución. Un reservorio de conciencia y pasión patria, un baluarte y pilar de la revolución Bolivariana, como constantemente lo reconocía el Comandante Chávez, aún en las circunstancias más difíciles, frente al compromiso y entrega de nuestros trabajadores: “… aquí lo que se respira es Patria!”.

Así, la Nueva Pdvsa Roja Rojita tiene, además de todas sus capacidades y fortalezas técnicas, su papel estratégico para nuestro país y el ejercicio de nuestra soberanía, un profundo y poderoso referente político del Comandante Chávez, fue su creación, su inspiración. Por eso nos atacan sin tregua, tratan de confundir, su objetivo final es acabar con su obra, con la Revolución Bolivariana. ¡Venceremos!

La victoria sobre la Exxon Mobil

El 9 de marzo pasado una noticia recorrió los medios internacionales: Venezuela le ganó a la Exxon Mobil en el juicio de arbitraje del Ciadi (Centro de Solución de Controversias del Banco Mundial) en Washington.

Esto sucedía a escasos días de cumplirse cuatro años de la partida de nuestro Comandante Chávez. Supongo esa, la razón de que un hecho tan importante pasara desapercibido por el sector político nacional. Pero como es la vida, todo lo que va a ocurrir tiene su tiempo, el Comandante Chávez nos sigue dando victorias y nos recuerda que su legado está allí, como una acción revolucionaria permanente que hay que saber ver, porque está en los cimientos de nuestra Patria, en el corazón y sentimiento de nuestro Pueblo.

Como Ministro de Petróleo y Presidente de Pdvsa en el periodo 2002-2014, me corresponde explicar y recordar la batalla liderada por el Comandante Chávez, para rescatar nuestro petróleo y ponerlo al servicio del Pueblo, como un instrumento de liberación.

Esta decisión del Ciadi, un tribunal arbitral extranjero, frente al cual tuvimos que defender los intereses del país, porque durante la IV República, con la apertura petrolera, se aceptó como mecanismo de resolución de controversias, es producto de un largo proceso político-legal. De no haber atendido el juicio, el Ciadi  hubiese actuado de oficio en contra nuestra, estableciendo un pago de acuerdo a los criterios de las transnacionales y confiscando bienes o cualquier otra acción, para hacerlo efectivo. 

La decisión del Ciadi nos dio la razón frente a las pretensiones de la transnacional petrolera más poderosa del planeta. Así, con un rotundo triunfo para nuestro país, cierra este capítulo de litigios en tribunales internacionales con esta empresa transnacional, solo resta el juicio con Conoco Phillips. 

Para entender la magnitud de esta victoria y lo que significa para nuestro país, hay que hablar de la política de apertura petrolera. 

Durante la nefasta apertura petrolera, la autoproclamada “meritocracia“ que dirigía la vieja Pdvsa, junto a la clase política de la IV República y sus derivados, como decía el Comandante Chávez, quienes hoy atacan nuestra gestión al frente de la Nueva Pdvsa e insultan a los trabajadores, entregaron la Faja Petrolífera del Orinoco a las transnacionales; además, entregaron campos de producción de Pdvsa a los privados, con los llamados “convenios operativos”; entregaron las operaciones medulares de Pdvsa, tales como: taladros, inyección de gas y agua, el cerebro informático de la empresa (caso Intesa), terminales y el transporte nacional e internacional; también tercerizaron a miles de trabajadores de la industria. La apertura era la entrega del petróleo y la privatización de Pdvsa.

Igualmente, abatieron el Régimen Fiscal petrolero. Eso significó que bajaron la regalía (el pago que recibimos como dueños del Petróleo) de 16 2/3 %, que estaba prevista en la Ley Vigente, a 1%. Ni cuando la dictadura Gomecista se había entregado de esa manera nuestro petróleo, el dictador, al menos exigía 3% de pago. 

Asimismo, bajaron el impuesto del 65%, previsto en la ley para el sector petrolero, al 34%, como si fuera cualquier actividad no petrolera. Después descubrimos que, ni siquiera eso pagaban, porque sus inversiones las incluían como un préstamo con su casa matriz y por lo tanto, un costo que restaban del impuesto sobre la renta. 

Adicionalmente, daban descuentos de hasta 40% en el precio del petróleo que se enviaba a los Estados Unidos, a Citgo. Cuando el precio estaba en 10$/Barril, los envíos a los Estados Unidos tenían descuentos de hasta 4$/Barril, regalando nuestro petróleo a la economía más poderosa del Planeta. La apertura petrolera era el saqueo de nuestras riquezas. 

Cuando entregaron la Faja del Orinoco se argumentó que “eso” no era petróleo, sino “bitumen”, se ocultaba el hecho de que en la Faja se encontraba la reserva de petróleo más grande del mundo, como lo certificamos luego de su nacionalización en el año 2007, pasando nuestras reservas de 78 mil millones a 300 mil millones de barriles de petróleo.

Como “bitumen”, el barril de petróleo se vendía como “Orimulsión” a un precio equivalente al del carbón, es decir, 4$/Barril. En la apertura, la vieja Pdvsa pidió a las transnacionales que nos “hicieran el favor” de explotar la Faja, les dieron regalías de 1% y exenciones de impuesto, además del control de las operaciones y de las exportaciones. Así, Pdvsa estaba privatizada de hecho, al no tener mayoría accionaria, no operar, no exportar, ni manejar los ingresos. La apertura petrolera entregó la Faja a las transnacionales.

Uno de los aspectos más lesivos a la Soberanía del país con la apertura petrolera, es el tema de los arbitrajes. Desde la independencia, la soberanía jurisdiccional ha sido eje central del funcionamiento del país. Con la aparición del petróleo, las distintas leyes recogieron la doctrina Calvo y garantizaron que todos los asuntos y negocios en el país fueran dilucidados por tribunales venezolanos. A nadie se le había ocurrido renunciar a este principio, ni siquiera a las más feroces ni entreguistas dictaduras. Pero la IV República si lo hizo. Con la apertura petrolera, se introdujo en todos los contratos, primero de forma solapada en los convenios operativos y luego de manera abierta y desafiante en la Faja, la figura del arbitraje internacional de inversiones ante la CCI (Cámara de Comercio Internacional) y el Ciadi como exigencias de las transnacionales. 

La IV República y la vieja Pdvsa lo aceptaron y así entregaron, por primera vez en  nuestra historia, la soberanía jurisdiccional. De allí en adelante, cualquier disputa con las empresas no sería decidida por tribunales nacionales, sino por tribunales internacionales, constituidos para arbitrar cada caso, diseñados  como mecanismos que favorecen o equiparan los intereses del inversionista con los intereses soberanos de un país. Igualmente, se permitió por esta vía, que las empresas pudieran llevar al Estado ante tribunales objetando sus decisiones soberanas. 

Estos contratos eran la más clara expresión del pensamiento transnacional y entreguista que dirigía la vieja Pdvsa y que caracterizó a la IV República en sus estertores políticos o requiebros de postrimerías, como diría el Gabo. 

Los grandes medios de comunicación, los grandes bufetes de abogados, los agentes políticos de las transnacionales, los grupos económicos favorecidos con el saqueo aplaudieron la entrega como una señal de “modernidad” y ambiente “propicio para las inversiones”. He aquí una lección, no serán las transnacionales, sus contratos y sus políticas las que salven a nuestro país y mucho menos a la Revolución Bolivariana.

A toda esta historia infame de entrega y saqueo, le puso fin el Comandante Chávez, quien se planteó la necesidad imperiosa de rescatar el manejo soberano de nuestro petróleo y de PDVSA como herramientas para desarrollar el programa político, económico y social de la Revolución Bolivariana. 

El Sabotaje Petrolero, no solo mostró la cara violenta y profundamente antipopular y antinacional de la vieja Pdvsa, sino que develó de manera clara su compromiso con la apertura petrolera. El Sabotaje Petrolero fue para derrocar al Presidente Chávez y defender la apertura petrolera. El Comandante Chávez así lo entendió con claridad y actuó en consecuencia.

La derrota del Sabotaje permitió al Estado, al Ministerio del Petróleo, tener acceso a toda la información oculta de la apertura petrolera y comenzó a destapar la “caja negra” de la vieja Pdvsa. 

Así con el Presidente Chávez al frente, con su irrestricto y fundamental apoyo político, fuimos desmontando la nefasta apertura petrolera.

Sin Chávez, sin su apoyo y su valentía para resistir las presiones y el embate de los poderosos intereses transnacionales, no se hubiese podido abatir la apertura petrolera, fundar la Nueva Pdvsa Roja Rojita y desarrollar la Política de la Plena Soberanía Petrolera.

De la mano de los trabajadores petroleros y con el apoyo de las instituciones del Estado y el Pueblo Venezolano, el Gobierno Bolivariano avanzó en el desmontaje de la apertura. 

Actuamos con contundencia y decisión, apegados a nuestras leyes, nuestra Constitución y nuestros principios. Teníamos la razón.

De las 33 empresas sujetas a nacionalización y migración a la figura de empresas mixtas, 31 aceptaron nuestras condiciones y leyes. Un éxito en el proceso de restablecimiento de la autoridad del Estado Venezolano, solo dos se negaron: Exxon Mobil y Conoco Phillips. 

El resto de las empresas, entre las más grandes del mundo, aceptaron invertir y mantenerse en el país bajo control del Estado Venezolano: mayoría accionaria de PDVSA con un mínimo de 60%, con control operacional, de las exportaciones y de los ingresos. Fue restablecido el Régimen Fiscal petrolero, pagando 33.33% de regalía y el impuesto sobre la renta del 50% como establece la ley, sin exenciones de ningún tipo. 

Con la regulación del nivel de producción, de acuerdo a los intereses del Estado Venezolano, logramos elevar el precio a más de 100$/Barril, sin descuentos para nadie, sin arbitraje internacional y con plena jurisdicción venezolana. 

Recuperamos el control del Petróleo, de Pdvsa, desarrollando la Política de Plena Soberanía Petrolera. Un triunfo contundente del Comandante Chávez y la Revolución Bolivariana, que sentó los pilares para edificar la posibilidad de un destino distinto para nuestro país, el Socialismo.

Es importante reflexionar sobre esta batalla y este triunfo, porque el Comandante Chávez nos sigue hablando y dejando enseñanzas aun después de su triste partida, es su legado vivo. 

Es un triunfo de la Patria, de la determinación revolucionaria, del Gobierno Bolivariano, de nuestras leyes e instituciones, es un triunfo del Pueblo Venezolano. ¡Venceremos!