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Entrevista con EL NACIONAL | Rafael Ramírez: «PDVSA se convirtió en una agencia administradora de contratos y perdió sus capacidades operativas»

Los últimos 10 años han sido de caída libre para la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa). La fuga de trabajadores capacitados, el desvío de sus recursos, la mala administración y la imposición de sanciones internacionales sobre la industria han provocado que su producción apenas ronde el millón de barriles diarios, según los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

En medio de este escenario, la industria petrolera venezolana se ha vuelto cada vez más dependiente de la actuación de petroleras privadas, como la estadounidense Chevron, que no sólo han contribuido a incrementar ligeramente la producción de crudo en Venezuela, sino que han desempeñado un rol determinante en la comercialización de ese petróleo.

Para Rafael Ramírez, exministro de petróleo y expresidente de Pdvsa, estas operaciones representan “el negocio del siglo” para Chevron, lo cual explica, a su juicio, el lobby que ha mantenido la compañía ante la Casa Blanca. El Nacional conversó con él para conocer sus apreciaciones.

¿Qué piensa sobre el escenario actual de la industria petrolera venezolana, desde la caída de su producción hasta las sanciones internacionales a las que está sometida?

—Uno de los tantos problemas actuales de Venezuela es la falta de información. Tras el desmantelamiento del Ministerio de Petróleo, no existe lo que se llama la producción fiscalizada. Por eso, ante la ausencia de información confiable, yo recomiendo siempre tomar las fuentes secundarias de la Opep, cuyas cifras indican que la producción de Venezuela para el mes de febrero (el último mes que se ha reportado en el informe de marzo) se ubicó en 918.000 barriles diarios de petróleo. Esto es 70% por debajo de nuestros niveles de producción del año 2013, que era de tres millones de barriles por día. Ahora tenemos un problema de un colapso de la producción que se produjo fundamentalmente a partir del año 2014, a raíz de las persecuciones contra sus trabajadores y la militarización de la industria. Buena parte de esa producción petrolera depende en gran parte de empresas extranjeras: la producción de Chevron representa 240.000 b/d; la China National Petroleum Corporation (CNPC) produce aproximadamente 100.000 b/d; otros 100.000 b/d las empresas de Rusia; y las compañías europeas (la española Repsol, la italiana ENI, y la francesa Maurel & Prom) también otros 100.000 b/d. En este momento se están pagando las consecuencias de haber intervenido y haber colapsado la producción de petróleo en el país, porque depende de las transnacionales.

La producción petrolera de Venezuela ha caída desde los tres millones de barriles diarios hace una década hasta ubicarse en poco menos de un millón de barriles diarios en febrero de este año.

¿Qué pasaría si las sanciones de Estados Unidos obligan a las petroleras occidentales a retirarse del país?

—Si cesan las operaciones de Chevron, ENI, Repsol y Maurel & Prom, eso provocaría una caída de cerca de 50% de la producción de petróleo de Venezuela. El gobierno dice, y así debería ser, que Pdvsa es capaz de asumir esta producción, pero yo no creo que sea así. Conozco bien todas las áreas y los proyectos en conjunto con Chevron (en Petroboscán, Petropiar y Petroindependencia), ENI, Repsol y Maurel & Prom necesitan una gestión gerencial, operacional y de recursos que Pdvsa por sí sola no puede garantizar en las actuales circunstancias. Pdvsa se convirtió sencillamente en una agencia administradora de contratos y perdió sus capacidades operativas.

¿Qué opina de las sanciones que recaen sobre la industria?

—Yo no estoy de acuerdo con las sanciones. Ni estoy de acuerdo con ningún tipo de cosas parecidas, y lo digo claramente. Lo que yo critico es que el gobierno no ha tenido la capacidad ni la responsabilidad de prepararse para ello. Venezuela, con una producción de 900.000 barriles, no le importa a nadie en el mercado petróleo. Y debo decirlo con tristeza, porque antes sí importábamos. Sobre todo porque el precio del petróleo, que está por debajo de 80 dólares, indica que el mercado está bien abastecido, que no hay problema de suministro. Así como Venezuela ha perdido su cuota de producción, otros países la han retomado. Entonces, a nadie le importa lo que esté pasando en Venezuela salvo a Chevron, que está haciendo el negocio del siglo. Cuando la propaganda dice que en Venezuela nadie nos impone condiciones, no es verdad. El gobierno venezolano aceptó las condiciones propuestas por la OFAC en el 2022, que prohíben a las petroleras privadas pagar regalías e impuestos petroleros, y estableciendo un escenario donde es el privado el que operan y es el privado el que impone.

La Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha impuesto sanciones sobre la industria petrolera venezolana, pero también ha facilitado licencias para Chevron y otras petroleras para que continúen operando en Venezuela.

—A la caída de la producción y las sanciones se suma ahora la amenaza de aranceles

—Eso es como una especie de tenaza que se está aplicando sobre la producción de petróleo en el país. Normalmente, lo que hace el país sancionado es que redirecciona los flujos. Pero en este caso, lo que está diciendo la administración norteamericana es que también impondrá aranceles a los países que compren petróleo venezolano, y eso impide o desestimula que los países tomen el petróleo que deje la Chevron o que deje Europa. Un ejemplo de ello es la india Reliance, que dos días después de las amenazas de los aranceles, dijo que no levantaría más crudos venezolanos. Las sanciones siempre son una situación difícil, pero es peor en el caso de Venezuela por el grado de debilidad de su industria petrolera. Países como Rusia, que también están sujetos a sanciones, siguen produciendo 10.000.000 de barriles diarios y no han visto su producción caer de la misma manera. También Irán, que produce 3.800.000 b/d. Son países que pueden hacer frente a las sanciones porque han mantenido su capacidad operativa general.

¿Qué piensa que ocurrió para que esa capacidad técnica de Pdvsa disminuyera tanto?

—A partir de 2014, con el nuevo gobierno, comenzó una persecución interna. Yo tuve que salir exiliado del país. Muchos gerentes fueron puestos presos, acusados de toda una cantidad de cosas. Algunos murieron en prisión, como el caso Nelson Martínez (exmiministro de petróleo y expresidente de Pdvsa en 2017). Se produjo una razzia contra los directivos y los gerentes y trabajadores. Más de 150 trabajadores presos. El gobierno ahorita está diciendo que necesitan aumentar la producción, pero tienen en prisión a los muchachos que producían 3.000.000 barriles al día. En la Faja Petrolífera producíamos 1.300.000 b/d al 2013, pero su gerente general, Pedro León, sigue preso. Y ahorita la Faja se producen 500.000 b/d. Entonces, ha tenido juntas directivas encabezadas por gente que no sabe del negocio, que no conoce de petróleo. Y, adicionalmente, el gobierno desvió los recursos de la industria petrolera desde el mismo año 2014 para pagar deuda o para otros propósitos, dejando a Pdvsa sin recursos para sus operaciones.

Hubo una época no muy lejana en la que Pdvsa contaba con sus propios taladros y buques petroleros, pero ahora la situación es distinta: la estatal contrata a empresas, a veces con escasa o inexistente experiencia en el sector, que fletan buques para que comercialicen el petróleo venezolano

—Lo que ha pasado con el tema de los buques es que esta administración de Pdvsa privatizó la actividad del trade. El Estado, por la Constitución y la ley, debería tener el monopolio de la industria petrolera, de toda la cadena de producción, procesamiento y exportación. Con las privatizaciones (a partir de 2018), Pdvsa decidió deshacerse de las actividades de trade. Eso le abrió un espacio a una cantidad de compañías, intermediarios, gente conectada políticamente, militares, que tomó entonces las operaciones de comercialización del petróleo de Venezuela y lo hacen como pueden. Y esa especie de red poco transparente de comercialización provocó, por ejemplo, el desastre que se perdieran 22.000 millones de dólares en petróleo entre 2021 y 2022.

Ramírez considera que diseñar un plan de producción transparente es fundamental para recuperar Pdvsa.

Está claro que Pdvsa debe recuperar y aumentar la producción. Ahora bien, en medio de este contexto de sanciones y sin recursos, ¿cómo cree usted que eso se pueda conseguir?

—Hay que tener cuidado porque hay una matriz que dice que como Pdvsa no tiene recursos entonces hay que privatizarla. Y no es así. Venezuela tiene el principal recurso que cualquier empresa quisiera: las reservas. A pesar de todo lo que ha sucedido, podríamos recomponer con una estrategia acertada la producción de petróleo en Venezuela. El problema es que el gobierno no tiene ningún plan ni una estrategia estructurada. Pero también necesitas gente que pueda llevar adelante ese plan. Yo no conozco al señor (Héctor Obregón) que está al frente de Pdvsa, pero es un abogado que no tiene experiencia en la industria petrolera. La ministra (Delcy Rodríguez) tampoco tiene experiencia en la industria petrolera. Entonces, para tú hablar con los contratistas, hacer una gestión técnica, hacer una gestión de política petrolera, necesitas un cuadro técnico-político con capacidades propias, y todo eso lo han desperdigado. Por eso es que yo digo que el problema de Pdvsa es un problema político de quien está tomando las decisiones, que han sido equivocadas.

El caso Pdvsa-Cripto expuso que la estatal dejó de percibir al menos 20.000 millones de dólares, según los datos de sus cuentas por cobrar. También reveló que se contrataron a intermediarios que no pagaron por los cargamentos de petróleo. ¿Cómo se cobraba antes? ¿Cómo era el proceso?

—El sistema de cobro de petróleo establecido en nuestras leyes garantiza muchas auditorías que hoy no se cumplen. El petróleo que producía Pdvsa o los privados llegaba a los terminales y luego el Ministerio de Petróleo evaluaba su volumen. Ese cargamento de petróleo salía a clientes que ya tenían contratos a largo plazo con Pdvsa. Ese petróleo salía a esos clientes, ingresaba a las cuentas de Pdvsa y en 48 horas ese dinero pasaba a las cuentas del Banco Central. Luego, el BCV, con todos esos dólares, le daba al cambio oficial lo que le correspondía a Pdvsa e ingresaba al fisco nacional, a través del Ministerio de Finanzas, todos los recursos provenientes de la venta de petróleo. Entonces, se hacía un cheque semanal de cuánto ingresaba al país y eso se informaba al presidente Chávez. Si ahí faltaba un dólar, si ahí había problemas de cobranza, inmediatamente se convocaba a reunión. Había una alerta temprana. Antes no había manera de que ese dinero se perdiera, porque además nosotros mostrábamos nuestros informes auditados por la KPMG, que cada final de año iban auditando todas las operaciones de Pdvsa. Esos informes se publicaban y la gente los podía leer. La última vez que Pdvsa publicó informes auditados fue en el 2016. Pero si tú tratas de ver cuál es la gestión actual de Pdvsa no lo consigues. Todo eso es la excusa de las sanciones, pero es utilizado como una tapadera para ocultar operaciones que no están bien, que no son correctas.

¿Quién audita a Pdvsa ahora mismo?

—Nadie. No hay ninguna empresa que la audite, y mucho menos internacional

—¿Cuánto le cuesta a Pdvsa extraer su petróleo y hacer que le sea rentable toda la operación, tomando en cuenta que se ven obligados a vender con descuentos debido a las sanciones internacionales?

—Lo primero a entender aquí es que ningún vendedor de petróleo tiene por qué dar descuentos. Eso es una práctica perniciosa para el país. En esos descuentos está la comisión de todos los que están intermediando en la venta de petróleo, que van de entre 30% y 38% del precio. Antes, el costo técnico de producir en la Faja Petrolífera eran entre dos y cuatro dólares por barril. Y eso, tras el proceso de mejoramiento, llegaba a 12 dólares por barril. Nuestros crudos más costosos rondaban 20 dólares por barril. Pero eso era antes. Ahora no sabemos cuánto está el costo de producción porque no lo reportan. Yo dudo de que ese flujo esté entrando al país.

Tras su paso por Pdvsa y el Ministerio de Petróleo, Nicolás Maduro nombró a Ramírez como representante de Venezuela ante las Naciones Unidas.

Se supo que la propuesta de poner aranceles de 25% a los países que compren petróleo venezolano la hizo Chevron en una reunión en la Casa Blanca con Donald Trump, según reportó el Wall Street Journal. Pareciera que la estrategia de la administración Trump es restringir la comercialización de petróleo venezolano por parte de otros países mientras garantiza una mayor porción para Chevron y Estados Unidos.

—No creo que los aranceles de Estados Unidos hayan sido una estrategia de Trump para hacerse con el petróleo venezolano. Esto es un negocio para Chevron y por eso es posible que hayan pedido extender el período para cesar sus operaciones en el país (hasta el 27 de mayo de este año). También es posible que Chevron tenga sus inventarios llenos de crudo Boscán (que lo extrae su empresa mixta Petroboscán) y hayan pedido la prórroga para sacar ese petróleo de su inventario. En todo caso, estas decisiones son terribles para Venezuela porque te limitan la producción de petróleo y sus tasas (de venta). Pocos países van a querer meterse en problemas con los Estados Unidos, a menos que el volumen de petróleo venezolano fuera tanto que no pudieran prescindir de él. Pero si se trata de unos miles de barriles, como es ahora, prescinden.

—Resumamos en puntos clave: ¿cuáles serían los aspectos más fundamentales que, a su juicio, debería tomar Pdvsa para aumentar su producción?

—Primero que todo, cambiar las autoridades del Ministerio de Petróleo y retomar la política petrolera que está en nuestras leyes y nuestra Constitución. Eso es muy importante. Hay que recuperar la fiscalización y la institucionalidad; es decir, que sepamos cuánto se produce en el país, en cuánto se vende nuestro petróleo. Que se sepa todo. Segundo, tienes que tener al frente de Pdvsa a gente capacitada para el negocio petrolero. No puedes tener abogados, militares, amigos. Luego, como tercer paso, hay que restablecer las capacidades operativas. Hay que presentar un plan al país. Y entonces, a partir de allí, convocar a todo el país para cumplir un plan. Otro tema es que con unas nuevas autoridades habría más credibilidad. Necesitas a gente con credibilidad y gente con capacidad para poder hacer acuerdos con otros países. Es una situación muy compleja que requiere a la mejor gente al frente de Pdvsa, el Ministerio de Petróleo y, por supuesto, al frente del gobierno nacional.

Nota original en El Nacional

Entrevista con Luz Mely Reyes – EFECTO COCUYO | Rafael Ramírez: «El gobierno debilitó su Poderío Nacional. Hoy no nos podemos hacer cargo de la producción de petróleo en el país»

El 07 de abril, el ex ministro de petróleo y embajador ante la ONU, Rafael Ramírez, fue entrevistado por la periodista Luz Mely Reyes para el portal Efecto Cocuyo, donde se abordó la incapacidad del gobierno de Nicolás Maduro para enfrentar las decisiones del gobierno de Donald Trump (EE.UU.) en contra del petróleo venezolano, así como la situación de Venezuela luego de las elecciones, su postura ante las elecciones regionales y su realidad actual, luego de más de 7 años de persecución política por parte del gobierno madurista.

«Desde el 2018 se han estado entregando al sector privado las operaciones petroleras y las capacidades productivas de PDVSA fueron afectadas en un 70%, pasando de producir 3 millones de barriles día en 2013 (nuestra cuota en la OPEP) ha 918 mil barriles día (febrero 2025), debilitando su capacidades operacionales a partir de 2017, luego de la militarización de la industria (Manuel Quevedo), las detenciones masivas de sus trabajadores y la repartición política de PDVSA» explica Ramírez, dejando claro que estas decisiones políticas han dejado como consecuencia que PDVSA «no pueda hacerse cargo de las áreas donde operan Chervon, ENI o Repsol, a las cuales el gobierno norteamericano les quitó las autorizaciones para operar en Venezuela«.

Recordó cómo fue la gestión petrolera durante el gobierno de Hugo Chávez, donde Venezuela exportaba 1,5 millones de barriles día a EE.UU., recibía renta e impuestos petroleros, tenía buenas relaciones con Guyana, se respetaban las delimitaciones del territorio Esequibo y la fachada Atlántica venezolana, se tenía una relación de iguales con China.

Sobre la situación de Venezuela tras las elecciones, opinó que la dirigencia opositora venezolana no supo leer lo que dijo el pueblo en las urnas y desperdiciaron su caudal político. «Ellos le hacen el juego a Maduro«, afirmó quien también fue presidente de PDVSA. En cuanto a las elecciones, su visión es que no hay condiciones para participar en ella, «no es necesariamente cierto, que toda la organización del pueblo pasa por lo electoral; la dirigencia tiene que estar en la calle y construir una idea en base a objetivos comunes, y el primero debe ser el rescate de la Constitución«, reflexionó Ramírez.

PODER NACIONAL Y SOBERANÍA

Estos dos conceptos, relacionados intrínsecamente entre sí, son fundamentales para crecer como país y como pueblo, así como, para manejarse en los complejos escenarios de la geopolítica internacional y hacer frente a sus desafíos.

El Poder Nacional, más allá de su acepción jurídica, es la suma de todas nuestras posibilidades, materiales y espirituales. Es la independencia, el Poder del Estado y sus Instituciones; es el Poder Político y Popular; el Poder de la Economía, el Petrolero, el Militar, la Educación, la Ciencia, el Conocimiento; la Fortaleza Moral y Cohesión de una Nación.

Nosotros, durante el gobierno del Presidente Chávez, trabajamos para fortalecer el Poder Nacional, siguiendo la máxima del Libertador Simón Bolívar: “para poder, hay que existir”. Nos concentramos en crear una nueva institucionalidad, un nuevo marco de actuación y guía, contemplado en la Constitución, el libro de todos, que nos tocó defender junto al Pueblo, pasando por el Golpe de Estado, el sabotaje a la industria petrolera y la desestabilización política-económica. 

Sucesivamente, luego de alcanzar la victoria política, nos enfocamos en la batalla por conquistar la Plena Soberanía Petrolera, eje fundamental de la economía. Tomamos el control y manejo de nuestro recurso natural más importante: el petróleo; fortalecimos nuestra empresa nacional, PDVSA —la PDVSA del pueblo—, para desarrollar de manera independiente y propia, nuestras vastas reservas de hidrocarburos. El ingreso de la renta petrolera la pusimos al servicio del Pueblo, con las Misiones y programas sociales, para pagar  la deuda social acumulada y sacarlo de la pobreza y la exclusión, reforzando, la educación y el conocimiento, movilizándolo y cohesionándolo en torno a objetivos nacionales, se trataba de empoderar al pueblo para fortalecer el Poder Nacional. 

Por su parte, el liderazgo del Presidente Chávez, sus propuestas políticas y transformadoras, sacudieron a la América Latina. Lo que sucedía en Venezuela, entonces se convirtió en una esperanza en la larga noche de la globalización, en una referencia para los países del tercer mundo, su mensaje estremeció y retumbó más allá de estos confines, para abarcar el Caribe, Centroamérica, África. Venezuela tenía algo que decir en política internacional, en petróleo, en la OPEP, en la ONU, en la UNASUR y la CELAC; existíamos en el ámbito de la política internacional. 

Luego de la recuperación de la industria petrolera, con el despliegue de la Plena Soberanía Petrolera y los sucesivos ajustes fiscales, la economía nacional crecía de manera permanente, mientras se transformaba, poco a poco, hacia un nuevo modelo: el socialismo; a la vez, nuestro pueblo conquistaba espacios en el ámbito político, social y educativo, construyendo su “vivir bien”, cumpliendo con su deber social, trabajando en función del interés colectivo. 

En el ámbito de la política interna, había plena libertad y garantías, todos los sectores se expresaban, había una intensa discusión política, algunas veces más enconada que otras, pero se hacía un ejercicio pleno de la política con “P” mayúscula. Existía un debate nacional, con modelos en pugna, pero el gobierno estaba sujeto siempre a la voluntad popular. El país avanzaba, con tropiezos y pugnacidad pero siempre, en el marco constitucional. 

La conquista y el fortalecimiento del Poder Nacional, desestimulaba cualquier tipo de agresión contra nuestro país. Venezuela se respetaba. La Administración de George W. Bush siempre fue hostil al país, pero estaba contenida por el Poder Nacional acumulado y, sobre todo —entre otras cosas— porque en Venezuela producíamos 3 millones de barriles de petróleo al día, lo que nos mantenía entre los principales países exportadores de petróleo del mundo.

La Exxon Mobil, que siempre aspiró tomar control de la Faja Petrolífera del Orinoco y del Esequibo, territorio hasta el cual se extienden nuestras formaciones de hidrocarburos (roca madre La Luna-Querecual), estaba igualmente contenida. La teníamos a raya, por nuestra vigilancia y presencia permanente en el territorio y, porque tal como se hizo en el año 2000, no permitíamos que Guyana avanzara un milímetro en sus pretensiones de otorgar licencias petroleras en el área en disputa. 

Las transnacionales petroleras que tenían presencia en el país (más de 33), se ajustaron a nuestro marco legal y fiscal, mientras PDVSA —la PDVSA del Pueblo— tenía la capacidad financiera, técnica y gerencial, de operar nuestros campos y liderar el desarrollo de nuestras reservas de petróleo y gas. Era el Poder Petrolero en su máxima expresión, garantizando el ejercicio pleno de nuestra Soberanía.

Cuando se levantó una amenaza real, cierta, de agresión militar desde Colombia, con el gobierno de Álvaro Uribe —siempre hostil hacia la Revolución Bolivariana—, fortalecimos nuestro Poder Militar, un Poder disuasivo, dotando a nuestra Fuerza Armada de los medios y de la alta tecnología para defender nuestro territorio. 

El concepto de Soberanía era, así, una acepción integral: la Soberanía Política, Petrolera, Económica y Territorial. Venezuela pasaba de ser un país periférico de la economía norteamericana, a uno independiente de cualquier Poder hegemónico, con un Proyecto de Desarrollo Nacional, plasmado en el Plan de la Patria.  

Venezuela contaba, entonces, con la legitimidad internacional otorgada por el apoyo popular y el apego a la Constitución, ocupando un espacio en la arena de la geopolítica mundial y con un protagonismo indudable, en su ámbito político, petrolero y social. A eso, es a lo que se refería Chávez cuando decía  “tenemos patria”.

Lo que resulta increíble de todo ésto, es cómo aceleradamente, luego de la muerte del Presidente Chávez, estas conquistas fueron dilapidadas por los actuales gobernantes. Ver cómo el Poder Nacional ha sido fracturado y diluído, cómo se ha entregado nuestra Soberanía, al punto, que hoy cualquiera patea a Venezuela, desde las transnacionales, hasta un carcelero centroamericano.  

Cuando se arremetió en contra de PDVSA, nos persiguieron, nos exiliaron y encarcelaron a sus trabajadores. Militarizaron la empresa. Estaban degollando la gallina de los huevos de oro, nuestra industria petrolera, factor fundamental de nuestro Poder Nacional, entregándola al saqueo de los nuevos grupos de poder. 

Hoy, PDVSA es un cascarón vacío, una simple administradora de contratos, la cual no produce, ni siquiera, 300 mil barriles diarios de petróleo, donde nuestra menguada producción de 900 mil barriles al día, está en manos de las transnacionales. El gobierno y sus ministros se rasgan las vestiduras en defensa de la Chevron, mientras tiene en prisión o fuera de la empresa, a cientos de brillantes gerentes, técnicos y trabajadores, que la recuperaron después del Sabotaje Petrolero y que mantuvieron nuestros niveles de producción en 3 millones de barriles día, entre 2003-2013. 

A PDVSA la desmantelaron, entregando sus buques, taladros, equipos, llegando a vender sus partes como chatarra, mientras cedieron las áreas operacionales —de PDVSA— a los privados. Hoy el país ha perdido cualquier relevancia en el ámbito petrolero internacional, es un fantasma en la OPEP. 

La economía fue entregada al sector especulativo y financiero, se dolarizó y las empresas del Estado fueron desmanteladas y entregadas a los nuevos “emprendedores” o, sencillamente, se dejaron perder.  Nosotros invertimos miles de millones de dólares en empresas y proyectos para construir un nuevo modelo económico nacional, y todo eso fue dilapidado. Hoy el gobierno no es capaz de contener la inflación, porque no produce nada. Es incapaz de mantener un tipo de cambio, porque no le interesa, porque con bolívares devaluados pagan los salarios, porque el salario mínimo es de apenas 2 dólares mensuales. ¡El paraíso de Milei! 

El gobierno no tiene nada que mostrar, sólo cárceles y policías. Todo es un caos: la electricidad, los servicios públicos, el petróleo. Ya no pueden seguir echándole la culpa a Chávez, porque ellos tienen 12 años en el poder. 

Han destruido el Poder Nacional y cedido la Soberanía. Venezuela es un país de extracción, en un permanente remate,  donde se llevan el oro, destrozando nuestros ríos y selvas, saquean nuestro petróleo, el gas se lo entregan a las transnacionales en Trinidad y Tobago, la empresas del Estado cedidas a las élites económicas, la economía fuera de control, entre el infierno y el purgatorio. 

Nuestro pueblo escapa, por millones. Son maltratados, vejados, tratados como criminales, y a nadie le importa. El gobierno los usa para sus negociaciones. Son piezas de canje político. 

Todo lo que está pasando en el país es muy grave, no hay manera de que este gobierno haga frente al tsunami que se le viene encima. La inminente salida de Chevron y de otras transnacionales reviste un carácter de gravedad, no porque las necesitemos, sino porque PDVSA no está en capacidad, en este momento, con su dirección, de hacer frente a esta contingencia, pues no se trata de un problema técnico, sino político, pues el problema está en Miraflores

La imposición de aranceles a las ventas de nuestro petróleo, tendrá un efecto devastador, porque Venezuela abandonó sus mercados y su capacidad productiva, e incluso, su flota de buques. El comercio petrolero venezolano PDVSA lo cedió  a los “enchufados” del gobierno, una tribu de oportunistas sin experiencia, sin probidad y sin capacidad. Los aranceles son parte de los mecanismos proteccionistas del capitalismo internacional y los países que son afectados,  donde se entra en una guerra comercial, como han hecho China, Canadá y México, porque tienen cómo responder. No hemos visto a ninguno de los líderes de esas naciones pegando gritos o vociferando, y mucho menos, cediendo ante las condiciones impuestas, sino respondiendo con hechos concretos, porque tienen Poder Nacional. 

Lo que sucede en El Esequibo, lo hemos dicho hasta el cansancio, lo hemos advertido. Es muy grave, pues se ha configurado, por culpa del gobierno, una mezcla de incapacidad e irresponsabilidad políticas,  un despojo de nuestro territorio y nuestros recursos petroleros y gasíferos. 

Desde 2013 cuando Guyana emitió las primeras licencias a la ExxonMobil y la CNOC de China, el gobierno dejó hacer, dejó pasar, no impidieron que la Exxon perforara más de 40 pozos en el área buscando petrolero, no impidieron que la Exxon Mobil instalara tres plataformas gigantes de extracción en las propias narices de nuestra Fuerza Armada por lo que hoy Guyana produce 620 mil barriles de petróleo al día y ocupa de facto El Esequibo.

La respuesta del gobierno fue un plebiscito inútil, nombrar una autoridad para el nuevo “Estado Guayana”  ubicada Tumeremo, a más de 350 kilómetros del sitio de los acontecimientos, así como mostrar, de vez en cuando, algún oficial con un caso en un barco y en fín, puro aguaje. Mientras, la Exxon Mobil y la CNOOC —por cierto, junto a la Chevron—, siguen produciendo petróleo en El Esequibo y Guyana avanza con un poderosos equipo legal en el juicio ante la Corte Internacional de Justicia, mientras que, el Presidente de Guyana, se toma la foto con el Secretario de Estado Norteamericano, quien declara a favor de sus pretensiones, igual como hicieron los países del CARICOM. El resto de los países de la región, incluso los históricamente más cercanos a Venezuela, guardan un silencio prudente. 

Una de las razones fundamentales por las cuales Venezuela está aislada del mundo y, en particular, de la región, es la falta de legitimidad del gobierno  ante unos resultados electorales, cuestionados por “tirios y troyanos”, y un inocultable rechazo popular. Un país destruido y un pueblo en estampida. El gobierno no está en capacidad de obtener apoyo internacional. Nadie se va a “tomar esa foto”, ni acompañar sus acciones y amenazas. 

El tono, siempre agresivo y vulgar, de las respuestas del gobierno a una situación tan grave, así como los insultos y amenazas, no solo quedan en el aire y banalizan una situación tan compleja (como si estuviesen en una pelea callejera), sino que, a nivel internacional, no concita la simpatía ni el apoyo de nadie; al contrario, provoca rechazo y alejamiento, convirtiendo a Venezuela en un país paria. 

Estamos ante un escenario donde la economía nacional, a pesar de la propaganda del gobierno en las redes sociales, puede terminar de colapsar; y donde nuestro país está en vías de perder importantes elementos de su Soberanía Nacional, incluyendo el Esequibo y nuestro acceso a la Fachada Atlántica; todo ello, ante la insensatez y el estruendoso fracaso de quienes se hicieron con el poder.

Hay que lograr un cambio político. No se trata de salir de un abismo para caer en otro. Tampoco de canjear Soberanía por poder y, menos aún, pasar de un tutelaje a otro. Buena parte  del liderazgo político del país ha demostrado no estar a la altura de la situación, de las exigencias de esta tragedia, sus intereses grupales y mezquinos, lo impiden.

Nos corresponde a todos asumir conscientemente nuestro deber: a los trabajadores, a los civiles, a los militares, a los patriotas. Detener esta barbaridad, luchar  por salir del abismo, recuperar nuestros derechos, nuestro Poder Nacional y Soberanía. Sólo entonces, volveremos a tener Patria.

EL ROL DEL PETRÓLEO EN EL FUTURO DEL PAÍS

Es necesario que todo el pueblo de Venezuela, trabajadores, sectores político-sociales y sobre todo, los jóvenes, entiendan que el petróleo tiene y tendrá necesariamente un rol fundamental en las posibilidades de recuperación y reconstrucción de nuestro maltrecho país. Pero que eso será así, sólo si este poderoso y valioso recurso natural, se mantiene bajo el control del Estado, en representación del interés colectivo de los venezolanos, como se ha establecido en todas nuestras Constituciones, desde que existimos como República, a partir del Decreto del Libertador Simón Bolívar, firmado en plena Campaña Libertadora en Quito, Ecuador, en 1829. Nadie puede renunciar al concepto de que el petróleo es del pueblo.

El petróleo es un recurso natural estratégico para la economía mundial y  los venezolanos hemos sido bendecidos con este “don de la naturaleza”, al poseer las reservas mas grandes del planeta, certificadas por nosotros en 2007, que alcanzan la fabulosa cifra de 316 mil millones de barriles de petróleo, una riqueza inconmensurable, que pertenece al pueblo de Venezuela y no a la oligarquía, ni al interés transnacional. 

Dada las características de nuestra economía, la de un país petrolero, con una vasta base de recursos, no podemos pretender, y nadie puede hacerlo, perder esta ventaja estratégica y cederla a “otros” (entiéndase bien, transnacionales y el sector privado) para que sean “ellos” los que exploten y se aprovechen de las mismas, quedando para el pueblo las “migajas” que nos deje un régimen fiscal “flexibilizado” y “competitivo” para los mismos. 

¡No!, y en ésto hay que ser enfático: la entrega del petróleo y de PDVSA, significaría un retroceso abismal en nuestras conquistas históricas y nos devolvería a la época del saqueo salvaje de Juan Vicente Gómez, cuando estábamos en manos de las transnacionales y sus agentes, privándonos de la posibilidad de utilizar el petróleo para salir del abismo y reconstruir nuestra Patria. 

La ley de hidrocarburos de 1943, la nacionalización del petróleo de 1976, la creación de PDVSA y luego, la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco de 2007 y la Política de la Plena Soberanía Petrolera, constituyen avances incuestionables para el país, que todos debemos defender, en la conquista de su soberanía en el manejo de sus propios asuntos. 

Éstas han sido reivindicaciones de todos los venezolanos. Entregarlas, no sólo es una posición contraria a los intereses nacionales del país, sino una insensatez, una inmensa tontería, que únicamente beneficia al interés transnacional. 

La política petrolera de cualquier país productor, tiene fundamentalmente un carácter nacional, estrechamente vinculado al territorio, a la Soberanía, porque se trata de recuperar, para sus pueblos, el control y usufructo de sus recursos naturales.

Históricamente, el pensamiento político venezolano, en todo su espectro, ha reivindicado el control sobre el petróleo. La gran discusión ha sido la utilización de la renta petrolera, el modelo político-económico a desarrollar; pero nadie ha cuestionado el principio de que el petróleo pertenece al pueblo, quien es representado por el Estado.

Esta poderosa idea, esta legítima aspiración nacional, fue la que permitió el liderazgo de nuestro país en la fundación de la OPEP, por allá en 1961, así como, la llamada “revolución de la OPEP” en los años ‘70, que permitió la creación de las empresas nacionales de petróleo, que siguen siendo, hoy día, las más importantes del planeta. 

El hecho de que este gobierno haya destruido PDVSA, no significa que deba cuestionarse el rol de las empresas nacionales de petróleo; por el contrario, éstas no sólo son las más importantes del sector petrolero internacional, sino que son la herramienta fundamental para el ejercicio de la soberanía de sus respectivos países. 

Todos los países productores de petróleo del mundo, han luchado para conquistar el manejo de su recurso natural, el petróleo, y contar con una empresa nacional, propia, que permita su desarrollo y aprovechamiento en beneficio de sus pueblos. Tantos países exitosos, no pueden estar equivocados. 

La idea de entregar el petróleo y privatizar PDVSA no es nueva. Siempre ha sido una aspiración de las transnacionales e intereses privados que buscan apropiarse de nuestros recursos estratégicos, y más aún, en tiempos de crisis y debilidad extrema como los actuales, donde en buena parte de la élite política del país y del gobierno, se ha instaurado una actitud entreguista, un Cipayismo, en relación con el petróleo y la soberanía. Es una competencia en una especie de remate de las riquezas de nuestro país para mantenerse en el poder o arribar al mismo.

Pero hay que hacer un alto, a pesar del caos reinante, de las privaciones, del cansancio y del permanente show político, que distrae de los asuntos esenciales que están sucediendo. Hay que levantar la mirada estratégica y darse cuenta del grave daño que se está infringiendo al país y a nuestro futuro, pues una acción de este tipo, un retroceso de esta magnitud, solo profundizará el desastre, es una política ya fracasada e insostenible en el tiempo. 

Este modelo de “gestión privada” del petróleo, ya fue impuesto en el país a principios del siglo XX. En el período concesionario, entre 1914-1976, las transnacionales petroleras, se hacían cargo de todo el sector de petróleo y gas del país, no existía PDVSA, ni un MInisterio de Petróleo, por lo que, las operadoras internacionales saquearon como quisieron nuestros recursos petroleros, destruyeron el medio ambiente, deformaron nuestra economía, imponiendo su modelo rentista, pagaban mínimas regalías y no pagaban  impuestos, apropiándose de las riquezas de todos los venezolanos.

Luego de más de 60 años de control absoluto transnacional  del petróleo,  nuestro país estaba sumido en una profunda desigualdad económico-social, con una élite (representante o agentes de las empresas petroleras) que se enriqueció a la sombra del dictador o gobierno de turno, y una inmensa mayoría de venezolanos empobrecidos, al margen de la riqueza petrolera, que se fueron concentrando en los grandes cinturones de miseria que rodean nuestras ciudades y que son una denuncia viva de un modelo fracasado: el modelo de gestión transnacional o privado del petróleo. 

Por ello, la nacionalización y la creación de PDVSA, nuestra empresa nacional, nos permitió captar la renta petrolera y desarrollar nuestros propios recursos naturales, lo que nos colocó en una sólida posición como país productor de petróleo.

Luego, con la nefasta Apertura Petrolera de los años ‘90, las transnacionales volvieron a controlar el negocio petrolero, concentrando su presencia en la Faja Petrolífera del Orinoco, disminuyendo el rol de PDVSA y abatiendo el régimen fiscal, es decir, regalías e impuestos. El gobierno de turno sólo cobraba 1% de regalía, mientras imponía un paquetazo de ajustes económicos del FMI, que nos condujo al Caracazo y al colapso de la IV República.

Con el advenimiento del gobierno bolivariano del Presidente Chávez, con la Constitución de 1999 y nuestra Ley Orgánica de Hidrocarburos, y luego de la derrota del sabotaje petrolero de 2002-2003, y el nacimiento de la Nueva PDVSA, pasamos a la ofensiva por la conquista de la Plena Soberanía Petrolera. 

Se produjo la migración de los ilegales Convenios Operativos de la Apertura Petrolera, y se nacionalizó la Faja Petrolífera del Orinoco, donde se llegaron a acuerdos con 31 de las 33 empresas internacionales, constituyendo la figura de Empresas Mixtas, contempladas en la ley, que, si bien permitía la participación de los privados, garantizaba el control efectivo del petróleo por parte del Estado, a través de PDVSA. 

La derogación de la Apertura Petrolera, nos permitió restablecer el régimen fiscal petrolero, ajustando las tasas de regalías a 33,3% y el impuesto petrolero a 50%, lo que nos permitió captar el máximo de la renta petrolera e ingresar al país, más de 700 mil millones de dólares en ese período. 

Con la distribución popular y revolucionaria de la renta petrolera, se utilizaron ingentes recursos para saldar la deuda social acumulada desde la crisis de los años 80, a través de los incuestionablemente exitosos programas sociales llamados Misiones, bien sea, en el área de salud, educación, alimentación, vivienda, cultura y desarrollo de infraestructura social, entre otras miles de cosas maravillosas, de gran impacto humano, que se hicieron cotidianas y características de la Revolución Bolivariana. 

Las empresas internacionales de petróleo, con la excepción de la Exxon Mobil y Conocophillips, se mantuvieron en el país a través de las Empresas Mixtas, subordinadas al marco fiscal y legal vigente, respetando nuestra soberanía jurisdiccional. En nuestro gobierno, se mantuvo una posición firme en defensa de su soberanía, sin ceder un milímetro en nuestros intereses nacionales, y fuimos capaces de mantener el trabajo y la actividad creciente con nuestros socios internacionales. 

Al mismo tiempo, PDVSA como empresa nacional de petróleo, recuperó su rol de operador petrolero, siempre fortalecida y vibrante, capaz de operar todos nuestros campos y producir un promedio de 3 millones de barriles día, es decir, 1.000 millones de barriles por año, durante 12 años consecutivos, satisfaciendo el mercado interno y atendiendo la diversificación de nuestros mercados internacionales de petróleo, a la vez que, sus trabajadores, con todas sus capacidades técnicas y conocimientos, estaban igualmente desplegados en la batalla contra la pobreza y la exclusión, construyendo el nuevo país, que luego fue plasmado en el Plan de la Patria.

Nuestro modelo demostró su viabilidad y su potencia. Venezuela no sólamente recuperó todos sus índices de desarrollo humano, sino que, su poder nacional se fortaleció. Era un país importante, con un rol esencial en la OPEP, en la Región y en el escenario internacional, con un liderazgo, el del Presidente Hugo Chávez, que demostraba en los hechos que un mundo mejor es posible.  

Luego, este gobierno, de manera insensata y criminal, arremetió contra la PDVSA del Pueblo, la Roja Rojita, persiguiendo y encarcelando a sus trabajadores, provocando el colapso de sus capacidades productivas. Hoy, el país produce escasamente 897 mil barriles día de petróleo, de los cuales, sólo 300 mil corresponden a PDVSA, ayudada por los llamados contratos de servicio, muy cuestionados, desde el punto de vista operativo y legal. 

Perol por otra parte, a partir del decreto 3.368 y la sentencia 153 del Tribunal Supremo de Justicia, el control de la producción petrolera que resta en el país, ha sido cedido a los privados, en contravención a la Reserva Constitucional y a lo establecido en la Ley Orgánica de Hidrocarburos. El gobierno ha estado dispuesto a esto y a más, como lo demuestra haber aceptado el “modelo Chevron”, como modelo de producción de petróleo en el país, a la vez que han derogado, de facto, el régimen fiscal petrolero; el rol del Ministerio de Petróleo ha disminuido enormemente y PDVSA ha pasado de ser la Empresa Operadora de Petróleo, a un cascarón vacío, una “agencia” que solo administra los contratos.  

Nuevamente, el modelo de gestión privada del petróleo, bien sea en su versión de época concesionaria, de Apertura Petrolera o de política madurista, han demostrado ser un fracaso.  

Venezuela es un país petrolero, con las reservas de petróleo más grandes del planeta. Haber privado al pueblo venezolano de la renta petrolera para cederlo al interés privado, ha demostrado, antes y ahora, que solo nos conducen a la pobreza y al colapso de nuestra economía nacional. 

El petróleo es del pueblo, del pueblo venezolano, y PDVSA es nuestra operadora nacional. La gran tarea —en vez de rematar la Patria—, el gran reto, es lograr un cambio político que nos permita restablecer nuestra Plena Soberanía Petrolera y reconstruir nuestra querida PDVSA, junto a sus trabajadores, comprometidos con la patria, para convertir nuevamente al petróleo en un instrumento de liberación de nuestro pueblo. 

Hay que defender nuestra Soberanía, el petróleo y PDVSA, la PDVSA del Pueblo, porque son las únicas posibilidades de salir del abismo, de resolver la grave crisis económica y social. Los trabajadores petroleros están llamados a movilizarse para defender una política petrolera que sea verdaderamente nacional, popular y revolucionaria.

Todo esto es posible. Lo demostramos en los aciagos momentos de la derrota del sabotaje petrolero, y lo hemos demostrado durante más de 12 años de crecimiento económico y el vivir bien del pueblo, y como estamos seguros podemos demostrarlo y hacerlo otra vez, junto a los trabajadores y al pueblo, nuevamente en beneficio de todos los venezolanos.

Y LA ARMADA SE TOPÓ CON LA EXXON MOBIL …

El pasado sábado 1ero. de marzo, el buque patrullero oceánico venezolano “Guaiquerí PO-11”, se topó con la inmensa plataforma FPSO de la Exxon Mobil, que opera en aguas territoriales del Esequibo. 

La FPSO “Prosperity”, es una instalación diseñada para procesar y almacenar petróleo en las operaciones Costa Afuera, y es de dimensiones extraordinarias de 349 metros de largo por 60 metros de ancho, y es una de las 03 plataformas FPSO que están en operaciones en aguas del Territorio Esequibo (la cuarta, llamada “One Guyana”, estará arribando a Guyana en estos días). 

Aunque es público y notorio la existencia de estas operaciones en nuestras aguas en reclamación y a pesar de que lo hemos denunciado en sucesivos artículos publicados desde el 2018,  la Exxon Mobil, junto a la  China National Offshore Oil Corporation (COONC) y otras transnacionales petroleras, entre ellas, la “amiga Chevron”, han realizado desde el 2013, una intensa campaña de exploración de petróleo y gas en aguas de El Esequibo, han perforado más de 48 pozos (utilizando plataformas de grandes dimensiones) y han comenzado a producir petróleo desde el 2015. Hoy día Guayana se ha convertido en una nueva potencia petrolera que produce 616 mil barriles día de petróleo, en aguas del territorio en reclamación, evidentemente violando nuestra soberanía y el “Acuerdo de Ginebra” de 1966. 

Pero nuestra Armada Venezolana, parece que se enteró de todo ésto, cuando se tropezó con la inmensa plataforma “Prosperity” hace una semana, entrando en contacto directo con esa realidad que ha querido ocultar tanto el gobierno, como el Alto Mando, sobre la ocupación de facto de nuestro territorio. 

Inmediatamente, el mismo sábado, el presidente de Guyana, Irfaan Alí, “denunció” la incursión del buque venezolano en sus supuestas “aguas territoriales”, enviando alertas a los países del Caricom, OEA, Reino Unido y Estados Unidos, así como, a la Corte Internacional de Justicia. Subsecuentemente, la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, del Departamento de Estado Norteamericano, emitió una nota advirtiendo que “no tolerará incursiones de Venezuela en aguas territoriales de Guyana, que son reconocidas internacionalmente”. 

A todas éstas, la vicepresidente y ministra de petróleo, Delcy Rodríguez, secundada por todo el gobierno, calificó al Presidente Guyanés, de ser “el Zelensky del Caribe”, mientras que, su aparato de propaganda, sólo atinó a hacer un video de un oficial de la Armada Venezolana, quien, con atuendo de combate, juraba que estaban listos para defender la integridad de la patria, acompañado con imágenes de una ametralladora de la misma embarcación y disparando hacia el vacío.  

El hecho quedó allí y pasó a formar parte de otra campaña de propaganda, con acusaciones y amenazas repetidas en los programas de odio, una y otra vez, puro aguaje. 

El gobierno amenaza a la Exxon Mobil y Guyana, y les advierte que se elegirá un “gobernador”, del recién creado (por decreto presidencial) “estado Guayana”, que pretende ejercer nuestra soberanía en El Esequibo, desde Tumeremo, a más de 500 kilómetros de distancia del foco de operaciones Costa Afuera de la Exxon Mobil en aguas del Esequibo y que tiene, nada más y nada menos, de por medio, un extenso territorio con una intrincada selva. Mientras que, el resto de las medidas anunciadas por maduro el 06 de diciembre de 2003, entre ellas, el otorgamiento de “concesiones mineras” y “licencias petroleras” en el área del Esequibo, quedaron para el tuiter y los aplausos de los mandos militares que estaban presentes. 

Este episodio, del encuentro del pàtrullero con la plataforma de la ExxonMobil, operando en nuestras propias narices, que si no fuera trágico, pareciera un chiste, comporta  un hecho grave y definitivo, para nuestro país: en manos del gobierno de nicolás maduro y de este mando militar, encabezado por Padrino López, se ha perdido el Territorio Esequibo, y con él,  más de 11 mil millones de barriles de petróleo (descubierto por las transnacionales en el área) y el acceso a nuestra Fachada Atlántica. 

Lo que ha sucedido es insólito. Lo denuncié y advertí al propio nicolás maduro, todavía en 2013 como Ministro de Petróleo, y no hicieron nada; por el contrario, el gobierno ordenó liberar, junto a toda la data sísmica que obtuvieron, al buque explorador y de sísmica “Teknik Perdana”, contratados por Anadarko Petroleum, que habían sido retenidos por el patrullero oceánico de vigilancia “Yekuana”, en octubre de 2013.

Luego advertí,  ahora como Embajador de Venezuela ante las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad, al propio nicolás maduro de la intensa actividad política del entonces presidente de Guyana, D. Granger, en la Asamblea General de las Naciones Unidas. No sólo, no hicieron nada, sino que, la entonces ministra de Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, me informó y le hizo saber al último buen oficiante del Secretario General Antonio Guterres, el noruego Dag Neilander, que todo lo de Guyana sería tratado directamente por ella desde Caracas y que su embajador de confianza, Samuel Moncada, era el único autorizado para ello. 

Después de abandonar el gobierno, tras mi renuncia del 4 de diciembre de 2017 y desde el exilio, he hecho lo único que ha estado a mi alcance, escribir, alertando del grave peligro para la integridad territorial del país. 

Pero en lugar de escuchar, en este tema y el tema petrolero, la respuesta del gobierno ha sido atacarme y desatar la persecución política en mi contra y de mi familia. La última perla, fue la acusación hecha por el fiscal sicario de que yo era “un agente” de la Exxon Mobil (precisamente yo, que conduje la nacionalización de las empresas de la transnacional en la Faja Petrolífera del Orinoco, en 2006), por el solo hecho de denunciar que el llamado referéndum en supuesta defensa del Esequibo del 2 de diciembre de 2023, no solo era una maniobra electorera,  sino que no servía para nada, como efectivamente ha sido. 

La realidad es que, hoy día,  la patria de Bolívar, sumida en el caos del madurismo, en la peor crisis de su historia reciente, ha perdido el vasto territorio del Esequibo, sin que el gobierno haya dado siquiera una muestra seria de fuerza, ni haya desplegado actividad diplomática alguna, ni tenga una estrategia político-legal asertiva. Parafraseando a Andrés Eloy Blanco, Venezuela está perdiendo el Esequibo “sin disparar un solo tiro”

La propaganda dice que el sol de nuestra patria sale por El Esequibo. Es cierto, pero lo triste es que primero ilumina a las plataformas de la Exxon Mobil, antes que al pueblo venezolano. 

Existen innumerables ejemplos de disputas territoriales, como la del Mar de China, entre China, Vietnam y Filipinas, o en el Mediterráneo, entre Grecia y Turquía, donde el movimiento, de aunque sea un buque, incluso, de un barco pesquero, genera una respuesta tan contundente de parte del país que defiende sus aguas territoriales que, inmediatamente, se genera toda una actividad político diplomática para tratar de remediar la situación y todos los organismos multilaterales se abocan a resolverlo. 

En nuestro caso, se tendría que haber hecho muchas cosas, que aún hoy día se pueden hacer, pero el gobierno necesita una legitimidad y un apoyo popular que no tiene.  

La negligencia en el tratamiento de este asunto es de tales dimensiones, que el gobierno no supo —o no quiso— hacer valer el Acuerdo de Ginebra, una decisión histórica de las Naciones Unidas, incluyendo el Reino Unido (la entonces potencia colonial), que resulta fundamental para darle legitimidad a nuestro reclamo, que reconocen los derechos legítimos de Venezuela sobre el Territorio en disputa y establecen un mecanismo para la resolución de esta controversia. 

Este Acuerdo, que fue una victoria indudable de nuestra política exterior, allá en 1966, se dejó de lado, en una mezcla de incapacidad, conveniencias políticas y “astucias” gubernamentales, para buscar infructuosamente, el apoyo de la primera Administración de Trump, dejando hacer a la Exxon Mobil lo que le diera la gana en nuestro territorio, lo que nos ha conducido a una situación donde, de facto, Guyana violó lo establecido en el mismo y ha entregado, a diestra y siniestra, licencias para explorar y producir petróleo, no solo a la Exxon Mobil, sino a la CNOOC de China, la Amerada Hess (ahora Chevron), la Total, la Chevron, la Repsol, la Anadarko, y a toda la constelación de empresas petroleras presentes en el Territorio Esequibo, que han convertido a Guyana en una potencia petrolera al sur de nuestro hemisferio.

Pero no sólo se dejó perder el Acuerdo de Ginebra, sino también todo el apoyo político del Caribe, aquel que se ganó con Petrocaribe, bajo el gobierno del Presidente Chávez. Hoy, el Caricom, en bloque, apoya las pretensiones de Guyana, demostrando que Venezuela está aislada también en el Caribe. Ni siquiera haber entregado el gas de la patria a la Shell en Trinidad y Tobago, cosa que rechazamos, se ha transformado en un apoyo político por parte del país más importante y más influyente del Caricom. 

El aislamiento del gobierno venezolano es tal, que ni Cuba, ha dicho nada en nuestro favor o por lo menos, denunciando a las transnacionales petroleras. 

Por su parte, Brasil, genuinamente preocupado por la estabilidad de la Región, además de compartir más de 2000 kilómetros con el Territorio Esequibo, tras sus intentos de buscar una solución negociada el 15 de diciembre de 2023, en San Vicente y Granadinas, ha sido objeto de ataques y agresiones verbales, por parte de los operadores políticos del gobierno de Venezuela.   

Como si ésto fuera poco, uno de los actores claves y socio de la Exxon Mobil en la explotación de petróleo en El Esequibo, es la CNOOC de China (una empresa nacional del Estado Chino) y la “amiga” Chevron. En el primer caso, el gobierno no ha hecho valer, de ninguna forma, la relación estratégica construida por el gobierno de Hugo Chávez, con la República Popular China. Y en el segundo, la Chevron produjo a su antojo petróleo en Venezuela, sin pagar regalía ni impuesto, hasta que Trump le revocó la licencia el pasado 04 de marzo.

Con la Plataforma FPSO, “Prosperity” con la cual el patrullero de la Armada se topó el 1ero. de marzo, la producción de petróleo de la Exxon Mobil, la CNOOC y Chevron, alcanzó los 600 mil barriles día de petróleo en el 2024 en el bloque Stabroek. 

Pero, en pocos días, estará arribando al Esequibo e iniciando operaciones de producción la FPSO “One Guyana”, con lo cual la producción de Guyana alcanzará los 970 mil barriles día de petróleo este mismo año, según anunció el CEO de la Exxon Mobil, Mister Darren Woods, un volumen que, por cierto, supera la producción actual de nuestro país. 

Para 2027 (en solo dos años) la Exxon Mobil y sus socios esperan alcanzar una producción de 1,2 millón de barriles al día en El Esequibo. Estos números, no son promesas improvisadas, sino datos precisos, verificables.  

Así, desde el punto de vista geopolítico, en Suramérica, el ranking de los principales productores de petróleo, donde Venezuela campeaba cómodamente en 2013, hoy está encabezado por Brasil, luego, México, Guyana y finalmente, en empate Venezuela y Colombia, seguidos por Ecuador.  

Esto que ha sucedido, no sólo es responsabilidad directa del gobierno de maduro, sino también, y de manera muy particular, del Alto Mando Militar, encabezado, por más de 10 años, por el General en Jefe Padrino López, como Ministro de la Defensa. 

Nadie puede decir ahora “que no sabía”, que no se dieron cuenta; y menos aún en el mundo de los satélites, del GPS, de las redes sociales, de la globalización y todos los medios y fuentes informativas, que han dado detalles hasta el cansancio del desarrollo de las operaciones petroleras en el Esequibo. Pero si nada de eso existiese, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana tiene la responsabilidad Constitucional de vigilar y defender, utilizando todos los medios disponibles para ello, en nuestra soberanía territorial, pero no lo hicieron. 

Todos los gobiernos pasan y éste pasará. Se producirán cambios políticos, pero el efecto de los cambios en relación al territorio, los vinculados a la soberanía, son permanentes. Recuperar nuestros espacios, nuestros recursos y nuestro acceso a la Fachada Atlántica, requerirá, en primer orden, otra dirección política, otro gobierno; y, en segundo lugar, una acción decidida en el frente político, diplomático y legal, que permita llevar las cosas a un punto de acuerdo justo para ambas partes. 

Aquí no se trata de ninguna postura contra el pueblo de Guyana. Por el contrario, cuando estuvimos con el Presidente Chávez, se desarrolló una política de acercamiento, que lejos de ser una postura entreguista, como han señalado factores políticos del país, allanaba el camino de una solución negociada que hiciera prevalecer nuestros derechos sobre esta inmensa porción de nuestro territorio. 

Porque la verdad es que las transnacionales petroleras están saqueando los recursos naturales del Esequibo, en condiciones similares a las que operaba la Chevron en nuestro país desde diciembre de 2022, bajo los términos de la licencia de la OFAC; pero en Guyana, al  menos, pagan 1 por ciento de regalía y algo de impuestos. Por lo que estamos seguros que, al pueblo de Guayana y al de Venezuela, lo que les conviene es un acuerdo justo en la explotación de los recursos naturales en el área, que los beneficie mutuamente. Pero, en este momento, no es así. 

Este gobierno y este Alto Mando Militar, mostraron debilidad y ambivalencia desde 2013, luego del fallecimiento del Presidente Chávez, y por esa rendija se colaron las transnacionales que hoy ocupan TODO nuestro Territorio. Para tener una idea, uno solo de los Bloques de los más de 10 que ha entregado Guyana, el enorme Bloque Stabroek, de 28.600 de kilómetros cuadrados, corta la línea fronteriza delimitada con Trinidad en 1990, bloqueando el acceso a nuestra fachada Atlántica.

Es importante señalar que nosotros logramos unificar los yacimientos de gas de la Plataforma Deltana, con Trinidad y Tobago en el 2007, justamente con el objetivo de preservar nuestros recursos y que ese país reconociera, por la vía de estos acuerdos, nuestra soberanía en estas áreas marítimas.  

Todos estos, son elementos para una efectiva defensa de nuestros derechos y nuestro territorio. 

Seguirá el aquelarre del gobierno, la deriva dictatorial, los ataques, la persecución política, pero, como dijo Galileo Galilei ante la hoguera de la Inquisición, y refiriéndose al mundo, “nonostante gira” (“sin embargo, gira”). La geopolítica mundial cambia y los grandes intereses transnacionales toman sus espacios, en detrimento de la soberanía nacional y la patria se pierde sin nadie que la defienda. 

Los presos políticos califican y condenan el madurato

El trato a los presos políticos es una medida de la calidad de un gobierno. Es en los presos, los más desvalidos de una sociedad, donde se manifiesta el verdadero respeto a los derechos humanos. Su indefensión, su vulnerabilidad pone a prueba al poder. En los presos se manifiestan las características más íntimas, el alma de los gobernantes, los desamparados están expuestos al sadismo, al abuso, la arbitrariedad, la crueldad, al odio a la vida, pero también a la bondad, la consideración, el amor al prójimo.

En la Venezuela del pranato madurista, hay miles de presos políticos, o debíamos decir secuestrados, sin juicio, sin causa; también reeditaron la figura del desaparecido, y, en el mejor estilo nazista, trajeron a estas tierras el crimen genético, la condena consanguínea, los familiares de los disidentes son también martirizados. El maltrato es la norma, al punto que los presos del helicoide van a una huelga de hambre, definitivo recurso de los despojados de todo derecho. Protestan el trato inhumano. La huelga de hambre, es objeto de una brutal censura, ellos que antes sufrieron el maltrato por sus posiciones humanistas, hoy les avergüenza que se evidencie su calidad de renegados viles.

Esta huelga, los condena a la vista del mundo y de la historia. Nada justifica este sadismo con los débiles. Deja en evidencia la calidad de la cúpula gobernante y hace cómplices a los que callen.

Este trato a los secuestrados, no es un hecho aislado, el madurato, es un pranato, inhumano, que se manifiesta con fuerza en todos los ámbitos de la sociedad: La educación pública fue desmontada, la salud, privatizada en la práctica, corrió igual suerte, la economía no se salva del cataclismo. La vida sufre en manos viles. El humano está relegado, el centro de los afanes del pranato es la acumulación material, y el sadismo como expresión del poder. Esta conducta brota de los profundo de esas psiquis. Se irá agravando, no hay esperanzas de enmienda, es su naturaleza que se expresa en el poder.

La Patria gime bajo la férula del madurato. Hay que salvarla, devolverla a sus hijos, hoy errantes por el mundo, padeciendo lo inmerecido. Debemos rescatar la condición humana del venezolano, devolverle la pertenencia a una Patria, el orgullo de ser, de tener un país donde el centro sea el humano, donde se pueda vivir sin miedos insólitos, donde el futuro sea una garantía y no una incertidumbre.

Fundemos un nuevo gobierno capaz de estos logros. Evitemos, en el desasosiego del sufrimiento, optar por soluciones que son espejismo, falsos profetas que enmascaran lo mismo que hoy se padece. El madurato no cayó del cielo, es la respuesta del capitalismo al ensayo Socialista, Humanista, del Chavismo. El camino está marcado, lo transitamos con el Comandante. En aquellos días supimos el valor del humano, empoderado, unido, tras metas altruista. Nunca como entonces el venezolano voló tan alto en búsqueda de su humanidad perdida.

Si el país sigue en las garras del pranato, se profundizará el antihumanismo, se verán horrores, la represión de lo diferente, alcanzará niveles inéditos en este país, la infamia es creativa.

El nuevo gobierno, el gobierno de la esperanza, debe tener como primer punto de las primeras horas de ejercicio del poder, La Libertad de todos los presos políticos. Debemos fundar un país donde pensar diferente al gobierno ¡no sea un delito!

¡CHÁVEZ ES EL CAMINO!

CONSECUENCIAS DE LA SALIDA DE CHEVRON

Pareciera inminente que la Administración Norteamericana, revocará o modificará las Licencias de la OFAC, que permiten las operaciones petroleras de la Chevron y otras empresas internacionales en Venezuela. 

El mismo Donald Trump lo anunció el día miércoles 26 de febrero de 2025, en su cuenta en Truth Social (red social alterna a X), señalando el incumplimiento del gobierno de maduro a los acuerdos previos con la Administración de Joe Biden en materia electoral, así como, a lo pactado con Richard Grenell para la repatriación de miles de venezolanos, que el gobierno de maduro se comprometió a traer  a Venezuela a su costo. Por su parte,  el Secretario de Estado, Marcos Rubio, indicó que estaban trabajando en los términos y condiciones de las nuevas medidas ejecutivas; mientras, el día de ayer, se produjo otra de las renovaciones automáticas de la Licencia 41 a favor de Chevron, causando revuelo en el madurismo. 

Pero el gobierno está en vilo, expectante, guardando silencio, ante una situación que, como hemos dicho en anteriores artículos, se le viene encima como un tsunami.

Las reacciones y posturas ante la permanencia o no de la Chevron en el país, la imposición de nuevos condicionamientos o el retiro o no de las Licencias, generan en el mundo político venezolano, posiciones diversas. Desde el aplauso a sanciones extranjeras, hasta la incredulidad de que la Administración Trump, luego de la visita de Grenell, re-imponga sanciones al sector petrolero; incluso, la Ministra de Petróleo, salió en defensa de la Chevron. Increíble. Cosas veredes,  Sancho. Mientras tanto, el pueblo venezolano, con o sin la Chevron, sigue sumido en la pobreza. 

No deja de ser triste, ver como todo un país, está expuesto a la incertidumbre de las decisiones de una potencia extranjera. Y esto es así, básicamente, porque tal como ha dicho el Toby Valderrama en su más reciente artículo, Venezuela ha perdido la soberanía en el manejo de sus propios asuntos y ésta es una debilidad estratégica, que nos deja inermes ante la cambiante geopolítica mundial. 

Esta situación no es una sorpresa, por lo menos para nosotros, que lo hemos alertado en distintos escritos, y no desde ahora, sino hace ya bastante tiempo, desde el exilio. 

La destrucción de PDVSA, el encarcelamiento y persecución de sus trabajadores, el desmantelamiento de sus capacidades operativas y la entrega de sus áreas operacionales y actividades productivas a los grupos económicos del gobierno, ha dejado al país sin su principal instrumento de ejercicio de Soberanía, sobre el área más importante de nuestra economía: el petróleo. Como dijo muchas veces el Presidente Chávez, PDVSA la Roja Rojita era “un bastión de Soberanía”, una poderosa empresa nacional al servicio del pueblo. Pero ella no existe más, el gobierno la destruyó para dejar el petróleo en manos de la Chevron y otras empresas privadas.

Tras la derogación de la Política de Plena Soberanía Petrolera y el violento ataque en contra de PDVSA, nuestra empresa nacional pasó de ser una gran productora de petróleo a una simple administradora de contratos. El gobierno entrega, a diestra y siniestra, nuestro petróleo y nuestro gas, en su permanente empeño de mantenerse en el poder, dando manotadas de ahogado, como aquel a quien se lleva la corriente.  

Como le gustaba parafrasear a Chávez, “Dios habla con las matemáticas”; y en el sector petrolero, los números son fundamentales para entender lo que está sucediendo. 

Al cierre de 2013, según sus Estados Financieros Auditados por la KPMG, PDVSA tenía una producción promedio de petróleo de  3 millones 15 mil barriles día, 796 mil barriles día equivalentes de gas y 1,27 millones de barriles día de productos (gasolina, diesel, GLP, etc.), éstos últimos refinados en el territorio nacional. Las exportaciones promedio eran de 2,42  millones de barriles día de petróleo y se generaron ingresos por 120 mil millones de dólares, de los cuales, 20 mil millones fueron a pagos de Regalias, 7,2 mil millones Impuestos y 13 mil millones de dólares fueron otros aportes al estado, incluido al desarrollo social, con ganancias de 12 mil millones de dólares. 

PDVSA era una empresa con 231 mil millones de dólares de activos, de los cuales, 130 mil millones en propiedades, plantas y equipos, y un patrimonio de 84,5 mil millones de dólares; todo ello, al servicio del Poderío Nacional, al servicio del Pueblo. 

Ésta era la empresa cien por ciento estatal, que sostenía el bienestar del pueblo, las garantías sociales y la economía de todo el país.

Once años más tarde, la realidad es muy distinta: Venezuela sólo produce 890 mil barriles día de petróleo; de ese volumen,  Chevron genera 230 mil barriles día, mientras que, la rusa  Roszarubezhneft y CNPC de China, producen 111 mil y 105 mil barriles día, respectivamente, para un total de 446 mil barriles día, equivalentes al 50% de la producción nacional . 

Existen otras empresas europeas, medianas y pequeñas, que juntas producen 73 mil barriles día de petróleo. Mientras que, hay un conjunto de empresas mixtas entregadas por el gobierno para su operación a grupos económicos afines, que eran grandes productoras de petróleo, y hoy día en conjunto escasamente llegan a 127 mil barriles al día. 

Por su parte, PDVSA por su propio esfuerzo sólo produce cerca de 250 mil barriles día de petróleo, parte de ellos, a través de “contratos de servicios”, de dudosa legalidad, entregados a empresas con escasa capacidad. 

Esa es la realidad, el desastre, consecuencia del desmantelamiento de la Política de Plena Soberanía Petrolera que desarrollamos durante el gobierno del Presidente Chávez, y de la aniquilación de la PDVSA del pueblo. 

Por eso, hoy día, la maquinaria de propaganda del gobierno brinca de alegría cuando, automáticamente, se renueva una licencia, o el gobierno —tan dado a los discursos grandilocuentes— baja la cabeza y guarda silencio; también, cuando el presidente de la Asamblea no puede contener su cara de regocijo, ante la presencia del enviado de la Administración Norteamericana. Están desesperados y entregados   

Entendiendo lo que sucede en el sector y en el mundo. He escrito  sucesivos artículos este mismo año, donde he ahondado en los aspectos técnicos de la situación petrolera del país, como el publicado el 19 de enero, titulado “Chevron, Talón de Aquiles del madurismo”; luego, en relación con la visita de Richard Grenell y ante el alboroto del gobierno, el 2 de febrero, llamado “Poner las cosas en su sitio”, donde alertaba que aquello no significaba nada, pues Grenell fue a liberar a los norteamericanos secuestrados y hacer exigencias para llevar de vuelta a los migrantes venezolanos al país y; finalmente, el pasado 16 de febrero, hice una reflexión sobre la pérdida de soberanía en el titulado “El País Tutelado”. 

Todos son advertencias y reflexiones, como siempre, hechas desde lo más profundo del sentimiento patrio, preocupado por la extrema debilidad del gobierno que compromete estratégicamente la Soberanía de nuestro país. Porque, no sólo es el petróleo y el gas lo que se ha perdido y lo que se ha entregado: es el oro del Arco Minero, el manejo de la economía, es el Esequibo

La Exxon Mobil, anunció, el pasado 12 de febrero, que la producción de petróleo que desarrolla en conjunto con la china CNOOC y la Chevron, justamente en aguas del Esequibo, alcanzará los 970 mil barriles día de petróleo este mismo año (a la fecha produce 660 mil b/d), colocando la producción de Guyana por encima de Venezuela y muy cerca de su meta de 1,2 millones de barriles día de petróleo, señalada para 2027, convirtiéndose así, en la nueva potencia productora de petróleo; cierto que, en condiciones semicoloniales, pero cobrando una importancia geopolítica inusitada, sobre todo, usufructuando nuestro petróleo, de nuestro territorio, y ocupando el espacio estratégico de la Fachada Atlántica de nuestro país. 

En este punto, Guyana está ejerciendo una soberanía de hecho sobre el territorio en disputa, consolidando la ocupación, mientras el gobierno proclama con algarabía que elegirá un “gobernador” para Guyana, que despachará desde Tumeremo.

Qué hará o no la OFAC con su Licencia, nadie lo puede controlar, mucho menos, el gobierno. Nosotros hemos criticado y denunciado los términos y condiciones de la Licencia 41, otorgada a favor de la Chevron, puesto que éstas imponen sus condiciones por sobre la Constitución y las leyes venezolanas; allí, la Chevron no paga regalías, ni Impuestos Petroleros y tienen el control de todas las operaciones. Lo grave es que el gobierno aceptó y celebró estos términos y condiciones, lo que significa un enorme retroceso en política petrolera y soberanía nacional, es el “modelo Chevron”.

Esta Licencia no solamente es inconstitucional, sino que, no favorece en nada al pueblo venezolano; como tampoco los acuerdos hechos con la Shell, donde el gobierno envía el gas del Proyecto Mariscal Sucre, al norte de Paria, para que la transnacional lo procese y exporte desde sus instalaciones en Trinidad y Tobago; ni el desastre del Arco Minero que ha devastado nuestra selva y territorio al sur del país. 

Ninguno de estos Acuerdos o proyectos, se traducen en beneficios o mejoras de calidad de vida de los venezolanos, ni contribuyen al desarrollo nacional. Por el contrario, siguen erosionando lo que Chávez llamaba el “Poderío Nacional”, la “Soberanía”, que son la única posibilidad de hacer frente a las distintas exigencias y cambios de la economía y política internacional. 

Tal como están las cosas, el país es vulnerable a cualquier decisión que tome la OFAC. Si la Chevron es impedida de seguir llevándose el petróleo venezolano, como lo ha estado haciendo durante ya más de 2 años, la producción de petróleo del país disminuiría alrededor de  200 mil barriles de petróleo al día. Ésto se debe, fundamentalmente, a que el gobierno cedió toda la gerencia y operación de las Empresas Mixtas PetroBoscán, PetroPiar y PetroIndependencia, a la conducción de la Chevron, violando la Ley Orgánica de Hidrocarburos y dejando al país expuesto a las decisiones de terceros.

Es importante resaltar que los contratos de Empresas Mixtas originales, incluyen una cláusula donde establecíamos que si el socio minoritario, en este caso, Chevron, decidiese abandonar las operaciones, PDVSA las asumiría. Pero era nuestra poderosa PDVSA, la Roja Rojita, la que en 2013 producía, como empresa, 1 millón 885 mil barriles día de petróleo; teníamos la capacidad, la fuerza, el conocimiento y el compromiso. 

Pero los gerentes y trabajadores que son capaces de llevar a cabo esta tarea, como lo hicimos en tres meses, tras la derrota del sabotaje petrolero de 2002-2003, estamos exiliados y perseguidos o presos, tratados como delincuentes comunes, permanentemente maltratados, en los calabozos y centros de detención del gobierno. 

La situación para Venezuela se agrava, porque con la salida de Chevron, también se suspenderá el suministro de Nafta utilizado como diluyente para la producción crudos extrapesados en la Faja Petrolífera del Orinoco.

Si la licencia de la OFAC —no sabemos, nadie sabe— no sólo revoca la autorización a la Chevron para operar en el país, sino a otras empresas internacionales, como la ENI, la REPSOL y la MAUREL & PROM, con lo cual, la producción de petróleo podría caer aún más, para ubicarse entre 600 y 650 mil barriles día de petróleo. 

Si dicha Licencia revoca o impone restricciones a las exportaciones o importaciones de crudo o productos, la situación se agrava aún más, sobre todo porque durante la gestión del General Quevedo, PDVSA perdió su flota propia de buques. 

Este escenario, todo esto, era previsible, y la pregunta es: está el gobierno preparado para ésto; tiene la Ministra de Petróleo, preparado un plan de contingencia; tiene el Presidente de PDVSA, el abogado Héctor Obregón, capacidad para hacerle frente a esta situación? Sólo el tiempo lo dirá. 

Venezuela no es el único país productor que enfrenta estas situaciones. Irán y Rusia son ejemplos recientes de países petroleros sujetos a verdaderos bloqueos y un paquete de sanciones, nunca vistos. Sin embargo, Irán se mantiene produciendo más de 3,3 millones de barriles de petróleo al día y Rusia, aún en guerra y sancionada, se mantiene produciendo 9 millones de barriles de petróleo al día. 

La gran diferencia, es que a ninguno de los liderazgos de esos países, se les ocurrió la peregrina e irresponsable idea de desmantelar y destruir sus empresas petroleras, ni por razones políticas, ni para entregarlas a los grupos económicos que los sostienen en el poder. El petróleo es un asunto serio y complejo, no permite improvisaciones.

Son momentos complejos para el país. Nadie puede alegrarse de lo que sucede. Es triste cómo nuestra patria, hasta 2012, creció, se fortaleció y era respetada, con sus capacidades petroleras y productivas al máximo, hoy está sumida en la pobreza y no le importa a nadie, no tiene ninguna fuerza. 

Lo que, a esta altura, debe estar claro para todos, es que este gobierno ha fracasado estruendosamente en toda la línea y de seguir allí la patria continuará en el abismo. Nosotros reivindicamos a Chávez, sus políticas y su pensamiento y creemos que ello es la única manera de salir de esta situación de extrema debilidad, de este abismo. 

Unir a todos los venezolanos, incluir a todo el pensamiento nacional, con una dirección patriota y comprometida con el pueblo, para volver al Plan de la Patria y a la posibilidad de defender y reconstruir nuestro país.   

La espantosa confusión del madurato

El madurato, asumió el ejercicio del gobierno con la conducta del guapetón de barrio. Olvidó las enseñanzas de los próceres, ya decía Martí en carta a Máximo Gómez: «Un pueblo no se funda, General, como se manda un campamento». Por supuesto, como era de esperarse, el resultado fue un soberano desastre, a la vista está. Al principio perjudicó al país, éxodo, desastre económico y ético, de eso se ha hablado hasta la saciedad, era un asunto de mal gobierno. Ahora, dada la situación mundial, la estulticia nos coloca en los límites de la extinción, es un asunto de vida o muerte, existir o extinguirse.

Los imperios están en los prolegómenos de una guerra mundial, disputan espacio y ganancias. La geopolítica exige mucha inteligencia, mucho estudio para ubicarse en medio de estas tensiones. El imperio gringo está empollando a un pichón de Hitler. Trump, ya lo declaró, es el paradigma de su gobierno, volver a ser grandes otra vez. Para eso se comporta como un agresivo empresario, valga decir, como un gánster de aquellos que asolaron a Chicago, arrasa con todo, lo material y lo espiritual. Los otros imperios, europeos, chinos, los rusos, ensayan nuevas alianzas que entren en la disputa del planeta.

En esta confrontación, los países débiles, entiéndase, países con gobernantes débiles, divorciados de su pueblo, difícilmente sobrevivirán, serán masticados por la voracidad imperial. No es exageración, si vemos lo que pasa con Ucrania, tendremos un ejemplo del peligro inminente. Ucrania llevada a una guerra, por uno de los imperios, desbastada; pero “ayudada” a resistir por los otros imperios, que ahora, después de tres años, le exigen como pago, pedazos del país, la Soberanía. Si vemos los planes para Gaza, no habrá lugar para la duda. Europa se asusta, los chinos callan, Sur América tiembla.

Y maduro, sale con brío a la palestra, y como guapetón de barrio, dice:   «no me le rajo a nadie, ni me le rindo a nadie»…,   y lo dice en frío, solitario. Cuando ha debido de convocar una gran manifestación, una prueba de la fuerza del madurato, desde allí convocar a la América toda a resistir el embate de este peligroso neohitler que es trump, mandarlo a la mierda. Perdón, nos olvidamos que esa fuerza la dilapidó, que maduro, al traicionar el legado del Comandante Chávez, perdió la fuerza, solo le queda el circo, el alarde barato. Risas provoca en el pentágono, y recuerda al melancólico noriega

La situación es de grave peligro para la existencia de la Patria, de las Patrias. Los gringos vienen por el petróleo, vienen por las riquezas venezolanas, dónde quiera que se encuentren, y vienen por el ejemplo que Chávez dio. No se conforman con menos.

¿Qué hacer?

La ruta está clara: Se debe construir una jefatura que emocione a la masa, que le proporcione razones sagradas por las cuales luchar, que haga que merezca la pena los sacrificios. Hay que salir del madurato.

Se necesita un gobierno que tenga la estatura para llamar  a los gobernantes y a los pueblos de la América, del mundo a un polo antifascista, antiguerra, por la defensa de la vida, de la Soberanía de las naciones. Un polo que defienda al mundo de la voracidad imperial. La Venezuela de Chávez puede ser, está llamada a ser, el promotor de este polo de humanismo.

¡QUÉ FALTA HACE CHÁVEZ!

¡VOLVERÁ!

EL PAÍS TUTELADO

Luego de más de 11 años de madurismo en el poder, nuestro país, nuestra querida Venezuela, la Patria de Bolívar, es un país tutelado por potencias extranjeras y grupos económicos, poderes fácticos que actúan a su antojo para satisfacer sus propios intereses, en detrimento de los intereses colectivos del pueblo de Venezuela.

En manos de este gobierno y su cúpula de poder, se ha perdido uno de los legados más preciados del Presidente Chávez: La independencia, la Soberanía, la Patria. En manos de la traición y mezquinos intereses, hemos perdido, o mejor dicho, se han entregado las conquistas más importantes de los últimos cien años de vida Republicana, nos han retrogradado a la época de Juan Vicente Gómez, en términos de soberanía nacional.

No exagero. Me imagino que aquellos que defienden este desastre, los traidores y cómplices, o los que sencillamente guardan silencio enfrascados en su día a día, pensarán que no es importante, que resulta inútil discutir y reconocer que somos un país tutelado. ¡Insensatos!

Ser un país tutelado, sin soberanía, ni independencia, se refleja en todos los ámbitos de la vida nacional, afectando enormemente nuestro presente y, sobre todo, nuestras posibilidades futuras. Veamos.

El sector petrolero, fundamental para nuestra economía y posibilidades de desarrollo, está entregado al interés transnacional y a los de los grupos económicos que medran a la sombra del gobierno.

El madurismo destrozó y arrasó con PDVSA y el Ministerio de Petróleo, para derogar la política de Plena Soberanía Petrolera —en vigencia cuando estábamos en el gobierno con el Presidente Chávez—, con el objetivo de entregar el petróleo y el gas. Hemos pagado con el exilio y una feroz persecución política, a la vez que cientos de trabajadores lo han hecho con prisión y ostracismo e incluso, con la muerte, en la arremetida violenta del madurismo en contra de la PDVSA del Pueblo.

En el sector petrolero, el tutelaje se refleja en dos aspectos: por una parte, las condiciones impuestas por las transnacionales petroleras, que han logrado el control de la producción de petróleo, el manejo de las exportaciones, descuentos del 40% en el precio y exenciones de impuestos y regalías, cuyo caso más emblemáticos es el de la Chevron, con la licencia de OFAC; y por la otra, los grupos económicos vinculados al gobierno, han exigido a éste que les entregue PDVSA, una demanda que se inició a partir de 2018, con el decreto 3068, donde maduro autorizó a sus ministros a entregar el petróleo a su mejor parecer. Así, a través de los llamados “Acuerdos de Servicios Petroleros”, de Quevedo, la “reestructuración” de Tareck El Aissami o los “acuerdos de cooperación” de la actual ministra, los grupos privados se apropiaron de las áreas operacionales de PDVSA, mediante contratos inconstitucionales y que violan la Ley Orgánica de Hidrocarburos.

Pero no sólo ello, con la denominada “Ley Antibloqueo” y con la perfecta excusa de las sanciones, los operadores económicos del madurismo lograron que el gobierno les entregara las exportaciones de petróleo del país. Se han hecho fortunas saqueando los recursos de todos los venezolanos, y cuando algún escándalo emerge del secreto absoluto, se descubre, por ejemplo, que Tareck El Aissami y el alto gobierno, se llevaron, nada más y nada menos, que 22 mil millones de dólares en petróleo, cuya resultado de su venta jamás ingresó al país, entrando a la dimensión desconocida de las “criptomonedas de maduro”, tal como acaba de hacer Milei en Argentina.

El tutelaje del país llega al punto que una agencia extranjera, la OFAC (Oficina de Control de Bienes Extranjeros), dependiente del Departamento del Tesoro de EE.UU., es la que determina cómo y en qué condiciones las transnacionales se llevan nuestro petróleo. El caso de la Chevron es el más emblemático. La transnacional petrolera, produce y se lleva hasta más de 250 mil barriles día de petróleo, SIN PAGAR Regalías, ni Impuestos petroleros. Estas condiciones son violatorias de la Constitución y de la Ley Orgánica de Hidrocarburos de 2002, y el gobierno, no sólo las acepta, sino que promueve el “modelo Chevron” en otros sectores de economía, donde los “ministros”- “empresarios” se reparten el país.

Nada de esto ha resultado en términos de incremento de producción y beneficios para el pueblo venezolano, sólo se enriquecen los enchufados del “milagro” del gobierno; y por supuesto, las transnacionales que hacen Lobby en Washington para seguir teniendo la “ganga” de maduro.     

Hoy día, de nuestra industria petrolera, patrimonio de todos los venezolanos, sólo quedan ruinas. El instrumento estratégico del Estado Venezolano, para ejercer la soberanía sobre el manejo del petróleo, ha sido desmantelado y entregado a los grupos económicos que apoyan al madurismo, incluyendo a las transnacionales, que nos saquean a cambio de mantenerlo en el poder.

La producción de petróleo venezolana, sigue por debajo del tan prometido “millón de barriles día”, y por supuesto, muy inferior a  los 3 millones de barriles día que la PDVSA del pueblo, durante el gobierno de Chávez.

El Último Reporte de la OPEP (MOMR), del pasado 12 de febrero, indica que al mes de enero de 2025, de acuerdo con sus fuentes secundarias –las únicas confiables, en un país donde no se fiscaliza la producción de petróleo–, la producción se ubica en 892 mil/barriles día (2 millones 110 mil barriles día por debajo de nuestra producción de 2013). De esta menguada producción, la Chevron produjo y se llevó más de 290 mil barriles día, mientras que los chinos y los rusos, produjeron y se llevaron 200 mil barriles diarios. La tragedia de todo esto, es que PDVSA, nuestra otrora poderosa empresa nacional, sólo produce menos de 400 mil barriles al día, el cual ni siquiera es con esfuerzo propio, sino que se le adiciona la producción de todo tipo de contratos ilegales e inconstitucionales entregados por los ministros de turno a los grupos económicos de su entorno. 

El tutelaje y la entrega del país se traduce en pobreza y miseria para el pueblo, que no puede recibir ningún beneficio de la producción petrolera, porque, aunque esta se ubique tan solo 892 mil barriles día, debería generar, como mínimo, ingresos por 30 mil millones de dólares anuales. La realidad dice, que el ingreso petrolero no llega al país, el pueblo cada día está más pobre; las carencias, la destrucción en la calidad de vida del venezolano, en cuanto a salud, educación, servicios, transporte, salario y seguridad social, sigue deteriorándose hasta niveles insoportables. Han salido más de 7,5 millones de venezolanos —y seguirán saliendo—, no en busca del “sueño americano”, como cínicamente dicen los voceros del odio del madurismo, sino de una posibilidad de vida, de trabajo. No importa si los deportan como criminales y el gobierno de maduro paga por ello; nuestros muchachos siguen desesperados, buscando una oportunidad para reconstruir sus vidas. 

El país tutelado tampoco tiene moneda. Han destruido el bolívar, desapareciéndolo bajo el imperio del capitalismo puro, sustituyéndolo por el dólar estadounidense, con el cual se tasan todos los gastos cotidianos del venezolano, mientras los salarios bonificados por el gobierno y las pensiones, siguen pagándose en bolívares devaluados, billetes de monopolio.  

La mega devaluación del bolívar es indetenible, porque el gobierno deja que su valor se deslice a niveles absurdos. Hoy el salario mínimo es de 2,3 dólares, para evadir sus responsabilidades laborales con la clase trabajadora. El gobierno del “presidente obrero” ha hecho el saqueo más grande a los salarios, los ahorros y fondos de pensiones de los trabajadores.   

El país tutelado justifica la entrega del petróleo a la Chevron y a otras empresas petroleras, con el argumento de “pagar una deuda” a las transnacionales; pero, no es capaz, de pagar la deuda del Fondo de Trabajadores de PDVSA (recursos que están allí, en PDVSA, y le corresponden a los trabajadores) o pagar pensiones o un salario digno al venezolano (este último, cuando Chávez, equivalía a 450 dólares al mes).

El país tutelado ha entregado el Gas de la Patria, el gas del Proyecto Mariscal Sucre y que sostendría el desarrollo e industrialización del Estado Sucre con el CIGMA, a las transnacionales que operan en Trinidad y Tobago, a la Shell,; mientras, en el país el gas no existe, no hay, ni para atender el parque termoeléctrico, ni llenar las bombonas de uso doméstico.

El país tutelado ha entregado nuestro territorio, selvas y bosques del Arco Minero, así como tierras indígenas y parques nacionales, a la destrucción y al saqueo de empresas internacionales, grupos económicos y militares, que se llevan, para su beneficio, el oro y otros minerales preciosos y estratégicos, dejando una herida abierta en el corazón ancestral de nuestra patria. 

En el país tutelado, el pueblo se entera, por las declaraciones de Conoindustria, que el ministro-empresario, héroe del madurismo, está entregando las empresas del Estado, de forma inconstitucional y secreta al saqueo de los privados. Yo sólo quiero recordar, y tengo todos los documentos que lo demuestran, que para adquirir o crear esas empresas estatales que hoy se están rematando, se utilizaron al menos 100 mil millones de dólares de recursos del Fonden y del Fondo Chino, pagaderos con petróleo. Son empresas de todos los venezolanos. Mal puede ahora el gobierno, repartirlas entre sus allegados. Pero esto sucede, justamente por tratarse de un país tutelado.   

En el país tutelado, la Exxon Mobil, CNOOC de China y la propia Chevron, anuncian que este año la producción de petróleo en aguas del Esequibo, de nuestro Esequibo, alcanzará la cifra de 940 mil barriles día de petróleo.

En el país tutelado por la mentira y el culillo, el gobierno sólo dice que elegirá (en su farsa electoral) un gobernador para el Estado Guyana y tendrá su asiento en Tumeremo. Si esto no fuera una tragedia y una burla a nuestro país, sería un mal chiste. 

Nadie sabe qué le prometió maduro a míster Grennel, pero lo que es cierto es que el gobierno no dice ni pío, pero no en contra del maltrato a nuestros connacionales (estigmatizados como criminales), sino ante lo que sucede en el Esequibo, donde las transnacionales hacen lo que le da la gana y Guyana sigue consolidando su soberanía sobre nuestras aguas territoriales. Lo que sucede en el Esequibo es una verdadera vergüenza para nuestra Fuerza Armada Nacional  Bolivariana

La actitud del gobierno y su estrepitoso silencio, su “aguaje” permanente, contrastan enormemente con la posición de la Presidenta Claudia Sheinbaum, de México, que no sólo no deja que atropellen a su país, sino que ha tenido la serenidad y la valentía de responder a ello.  

Lo triste es que mientras todo esto sucede, miles de venezolanos siguen siendo objeto de la represión y la violencia del Estado; miles de activistas políticos de la oposición y del chavismo, familiares secuestrados, trabajadores, militares, pueblo inocente, menores de edad, ex candidatos presidenciales (como el caso del Ingeniero Enrique Márquez), son víctimas de la violación de los Derechos Humanos. El gobierno se ha convertido, abiertamente, en uno policial, al punto que ya no se sabe quién manda allí. Lo que está claro, es que es un gobierno tutelado. 

Venezuela vive en una dictadura, un Estado policial y violento que viola permanentemente la Constitución y las leyes; un gobierno tutelado que sigue entregando la patria para mantenerse en el poder. Una dirigencia política de cualquier bando, extraviada en sus propios intereses y contradicciones, en sus propios y particulares tutelajes.  

Para salir de la pobreza y de la miseria, del atraso y el tutelaje, del aislamiento, hay que construir una alternativa patriota y bolivariana, que reivindique los mejor de Chávez, lo mejor de Bolívar y los mejor del pensamiento nacional y revolucionario, para salir de este abismo de miseria material y espiritual y del tutelaje que sigue entregando la patria.