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MUSCAR, Erick Prince y el colapso de PDVSA

La explosión ocurrida en el Complejo MUSCAR, el pasado 11 de noviembre, es un hecho grave, por sus consecuencias inmediatas sobre la industria petrolera y porque refleja el profundo daño causado a la misma, luego de más de 8 años de persecución a sus trabajadores, su militarización y las sucesivas intervenciones, su desmantelamiento, abandono y la entrega de PDVSA. 

El Complejo Operativo MUSCAR, es una instalación estratégica de procesamiento gasífero ubicada al norte del estado Monagas, cerca de la población de Punta de Mata, entre los campos petroleros de Musipán y Carito. Este Complejo constituye la base de todas las actividades de manejo de gas, desarrolladas en el Distrito Norte de la División Punta de Mata de PDVSA. Su principal función es la recepción, tratamiento, acopio y distribución del gas producido en dicha área, tanto para atender el mercado interno, como para su reinyección en los yacimientos y soportar la producción de petróleo del norte de Monagas. 

Además, su influencia abarca el procesamiento del gas asociado al crudo de las unidades de explotación Furrial, Carito y Pirital, así como, la segregación óptima de gas destinado a la Planta de Extracción de Líquidos Santa Bárbara.

El Complejo MUSCAR es, además, el centro de recepción y distribución más importante de gas en Venezuela, puesto que,  en sus instalaciones, se manejan y se despacha aproximadamente el 80% del total de gas que se produce actualmente en el país, es decir, que en el mismo, se maneja todo el gas del oriente venezolano.

La explosión e incendio ocurrido en MUSCAR, no sólo paralizó el Complejo, sino que, también destruyó el múltiple y afectó el tubo troncal de transmisión de gas MUSCAR–Anaco. Este tubo es clave, pues conecta el gas procesado con el centro de distribución nacional en Anaco, desde donde se envía gas a Guayana y las empresas básicas, a Margarita, la Región Capital, la Central, la Centro-Occidental y parte de la Costa Oriental del Lago.

Sin el tubo troncal, no hay forma de transportar el gas hacia los centros de distribución, lo que afecta su disponibilidad en Margarita, Guayana y otras regiones, impactando centrales termoeléctricas y la extracción de líquidos necesarios para producir GLP (gas licuado de petróleo) , lo que agrava la crisis de cilindros de gas doméstico.

La explosión y suspensión de las operaciones en MUSCAR, obligó al cierre de pozos en los Campos de Furrial, Carito y Pirital, por motivos de seguridad, lo que representa una pérdida de alrededor de 120,000 barriles diarios de crudo.

De este total, aproximadamente, 50,000 barriles diarios, son destinados como diluyentes para procesar crudo extrapesado en la Faja, lo que afecta la producción de 125,000 barriles de crudo Merey-16, principal producto exportable de Venezuela. La afectación directa e indirecta por el incidente, alcanza cerca de 195,000 barriles diarios de producción y 125.000 barriles días de petróleo para la exportación.

Como resulta obvio, la explosión de MUSCAR es un hecho muy grave, que amerita, de parte del gobierno, una explicación seria al país, sobre sus causas y consecuencias, además de la información real de cuándo será restablecida la operatividad de este Complejo y  las operaciones en el Norte de Monagas.

Pero evidentemente, no ha sido así. El gobierno y las autoridades del Ministerio de Petróleo y PDVSA optaron por el silencio, a pesar de que las imágenes mostraban que se trataba de un evento mayor. Nadie del gobierno dijo nada, como si no fuera con ellos. Sin embargo, las explosiones sucesivas ocurridas en la Instalación y la magnitud de las llamas, además de la alarma entre las poblaciones aledañas, daban cuenta de una situación que no podía ser ignorada. Pero, ni la Ministra de Petróleo, ni el presidente de PDVSA, persona absolutamente desconocida en el sector, dieron la cara al país. Nadie dijo nada, ninguna información seria, veraz, se imponía el mutismo. 

Luego, la Ministra-vicepresidente —y de allí en adelante, todo el gobierno—, salió con la fantasiosa acusación de que, un hecho de tal magnitud, se produjo por la acción terrorista de uno de sus ex-amigos, Erick Prince (fundador del grupo mercenario BLACKWATER), a quien la misma vicepresidente recibió y le ofreció una cena privada en el año 2019. De allí en adelante, un hecho tan grave se diluyó en la diatriba de las teorías conspirativas y “ataques del imperialismo”, que son la excusa preferida del gobierno para distraer incautos, tapar sus incapacidades y esconder sus políticas.

Repite la Ministra el argumento de su antecesor, también Ministro-vicepresidente y estrella del gobierno, Tarek El-Aissami —hoy defenestrado—, que cuando se producía uno de los recurrentes incidentes en nuestra desmantelada PDVSA, recurría rápidamente al argumento del “ataque terrorista”, tal como sucedió con la explosión del gasoducto que conecta el Centro Operativo El Tejero con MUSCAR (marzo 2021), cuando señaló como responsables del “atentado terrorista” a grupos “paramilitares colombianos”; o cuando, en octubre de 2020, explotó la Unidad de Alto Vacío de la Refinería de Cardón y el mismo ministro dijo que se trató de un “ataque terrorista con un Dron”. Todo esto sucedía, mientras entregaban a sus “amigos” empresarios y militares, 23 mil millones de dólares en petróleo, que jamás regresaron al país.

Pero, aunque sean argumentos inverosímiles y gastados, de inmediato la maquinaria de propaganda, e incluso los jerarcas de la represión del gobierno, lo usaron para acusar y meter en un mismo saco a cualquiera que haga oposición política al gobierno o denuncie este desastre, sea Chavista o de la oposición tradicional, o cualquiera que interponga —en el ejercicio del derecho a la tutela judicial efectiva— un recurso legal solicitando la aplicación de la Constitución, para ser señalado de cualquier cosa en el ejercicio de la “Judicialización de la Política” o “lawfare”, instrumento de percusión política preferida del gobierno.

Pero a pesar de estas tácticas propagandísticas del gobierno —que nadie le cree—, el país sigue sumergido en el caos, mientras, el mismo remata PDVSA, el petróleo y el gas, entrega la economía y bienes del país a sus socios privados de Fedecámaras y Conindustria, que como ellos mismo han anunciado, “recibirán” más de 250 empresas estadales que el gobierno y su Ministro de Industrias han decidido entregarles, tal como pretenden hacer con Monómeros en Colombia. Si no fuera por los empresarios o la denuncia del Presidente Petro, en Venezuela no nos enteramos de la ola privatizadora, porque el gobierno no dice nada y utiliza a Erick Prince para desviar la atención. 

Mientras tanto, el caos se profundiza. La Isla de Margarita, ha sufrido un “racionamiento” de energía eléctrica (originado por la explosión en MUSCAR) de hasta 16 horas diarias desde el 12 de noviembre, así como una escasez de gasoil, que tienen a la población al borde de la desesperación. No hay luz, pero de inmediato, nuevamente, el gobierno dice que es culpa de “Erick Prince”, evadiendo su responsabilidad, tanto en lo ocurrido en MUSCAR, como en la gestión del sector eléctrico en el país. Pues Margarita, si bien es cierto que recibe gas del oriente a través de un gasoducto (que no sabemos si hoy día funciona o no), también lo es que existe un cable eléctrico que lo suministra desde tierra firme —que opera parcialmente— y dos termoeléctricas que pueden funcionar con gas o diesel, que están por el suelo. Sin embargo, es más fácil echarle la culpa “al imperialismo” o meter preso a cualquier desafortunado que consigan. 

La realidad es que la industria petrolera sigue cayendo y desmoronándose, entre la incapacidad y la entrega. El “modelo Chevron”, no funciona para el país, sólo satisface, con creces, a las transnacionales y a la nueva “burguesía revolucionaria” que se ha apoderado del sector, mientras el pueblo sigue sumergido en la desesperanza y la pobreza. 

Desde que el madurismo asaltó PDVSA, persiguiendo y encarcelando cientos de trabajadores y gerentes (que continúan presos sin que a nadie le importe la violación de sus Derechos Humanos), y se repartieron y militarizaron la empresa, la producción de petróleo ha caído de una manera catastrófica, en un colapso que llegó al 80%. 

En 2013 tuvimos una producción promedio de 3 millones de barriles día de petróleo, nivel que se mantuvo desde la derrota del Sabotaje Petrolero, hasta la muerte del Presidente Chávez y nuestra salida del sector petrolero. Estos niveles de producción y nuestra política de Plena Soberanía Petrolera, nos permitió sostener la economía del país y las conquistas del pueblo. Nadie abandonaba Venezuela.

Pero a partir del 2015 y, sobre todo, luego de la militarización con el General Quevedo en 2017, la producción cayó hasta 1,15 millones de barriles día (enero 2019) y luego llegaría a 330 mil barriles diarios con Tarek El-Aissami. A partir de la entrega de la producción a Chevron, desde enero del 2023 se ha incrementado en 200 mil barriles día, un volumen que no paga regalías, ni impuestos; es decir, es un negocio de la transnacional y del madurismo.

Si vemos la gráfica de la caída de la producción de petróleo del país durante el gobierno de maduro, junto a la cantidad de Ministros y presidentes de PDVSA presos e inclusos muertos en prisión, podremos concluir que el problema de la industria petrolera, el problema de PDVSA, está en Miraflores. Lo que ha sucedido en PDVSA, el colapso de su producción, el caos operacional, explosiones, derrames, desmantelamiento y la entrega del petróleo y el gas a las transnacionales, es responsabilidad única del gobierno, de la cúpula madurista, que tiene un control absoluto de la empresa y del país, el país del miedo.

Entrevista con Daniel Estulin – ESTULIN.MEDIA | Rafael Ramírez: «NICOLÁS MADURO ES IGUAL QUE MILEI»

El ex ministro de petróleo de Venezuela y embajador, Rafael Ramírez, fue entrevistado por la reconocido politólogo, escritor e investigador, Daniel Estulin, para el canal digital ESTULIN.MEDIA, donde quedó claro que el madurismo no es la continuación del chavismo, sino todo lo contrario, un gobierno lleno de inseguridades y rodeado de personas que el presidente Hugo Chávez sacó de su gobierno o le fue quitando funciones. «Chávez se concentró en resolver la deuda social. Venezuela funcionaba, hasta el 2012».

Durante poco más de una hora, el ex ministro de petróleo del presidente Hugo Chávez, dejó claro las diferencias entre chavismo y madurismo, «el chavismo tiene el objetivo de hacer una transformación revolucionaria, lo cual está reflejado en su política, reivindicando al petróleo para sacar a la gente de la pobreza (lo cual sucedió). El madurismo decidió que la revolución se posterga y ahora los jefes son ellos, usando el petróleo para enriquecerse (el madurismo) mientras se lo ceden a las transnacionales, entregándole la economía a las nuevas élites para que se enriquecieran«.

También aclara que Chávez no dejó «un heredero de una corona», sino que dio instrucciones para que, ante una situación sobrevenida, si él (Chávez) no podía estar en condiciones de asumir sus funciones el 10 de diciembre de 2013, como presidente reelecto, el chavismo votase por maduro en una nuevas elecciones.

El también ex presidente de PDVSA, cuenta la incomodidad de los ministros de Chávez dentro del gobierno de Maduro, la traición madurista, el control de PDVSA, le destrucción de las conquistas sociales, la fuga de los ingresos petroleros, lo que hicieron junto a Tarek el Aissami, la violación de los DDHH, el terrorismo de Estado, la migración venezolana, así cómo de la necesaria reagrupación del chavismo, desde las bases.

Acá la entrevista completa

LA MUERTE DEL TESTIGO Y LA CRUELDAD DEL FASCISMO

El pasado 14 de noviembre, murió bajo custodia del gobierno, Jesús Martínez Medina, lo que lo convierte en el onceavo preso político que fallece en tales circunstancias. 

El “delito” de Jesús Martínez, fue haber sido testigo de mesa en las pasadas elecciones del 28 de julio. Como otros 2.000 venezolanos, Martínez fue detenido arbitrariamente por los Cuerpos de Seguridad del Estado, los días siguientes al fraude (en su caso, fue al día siguiente, el 29 de julio), acusados de “terroristas”, un argumento genérico que ha sido utilizado por los tribunales y la fiscalía para ejecutar la orden de represión dada de forma directa por nicolás maduro el mismo 29 de julio desde Miraflores.

La muerte de Jesús Martínez Medina constituye, no sólo un acto violatorio de la Constitución y las leyes venezolanas, que establecen claramente la responsabilidad del gobierno en preservar la vida de los detenidos, sino del Derecho Internacional de los DDHH, en particular, lo relativo al derecho a la vida. 

El fallecimiento de este venezolano, no es un hecho aislado y, por el contrario, constituye un acto más de crueldad del gobierno, enmarcado en un patrón de conducta represivo, absolutamente ilegal y violatorio de cualquier consideración humanista. Primero, porque este ciudadano anzoatiguense no ha debido ser detenido de ninguna forma, pues ser testigo electoral no constituye ningún delito en Venezuela, por el contrario, es un deber; segundo, porque era una persona gravemente enferma de diabetes, hecho que era del conocimiento de las autoridades.  

La valiente periodista Mary Pili Hernández, en un hecho excepcional en el país, publicó un tuit pidiendo su liberación por razones humanitarias, a la vez que mostraba fotos impresionantes del detenido, donde se veían las lesiones en sus piernas provocadas por tal enfermedad, lo que se conoce como “pié diabético”.  

A pesar de que los familiares solicitaron al juez, de manera reiterada e insistente, la concesión de una medida cautelar de liberación por razones de salud, la misma fue negada una y otra vez, contraviniendo al Código Orgánico Procesal Penal, que le ORDENA su otorgamiento en tales situaciones. Violaron la ley y lo dejaron morir, lo que lo convierte en otro crimen político del gobierno.

Lo sucedido con Jesús Martínez, se ha convertido en una práctica común en el sistema de justicia venezolano que actua como instrumento de la política de violación de los DDHH del gobierno de nicolás maduro, tal como lo han constatado y denunciado los Organismos internacionales de los DDHH de la ONU.

Los órganos represivos del madurismo, incluyendo cuerpos policiales, fiscales y jueces, tienen como elemento común en su accionar la crueldad, el ensañamiento, los castigos colectivos, el secuestro, la tortura y tratos inhumanos y degradantes de los detenidos políticos; y ahora, como si fuera poco, la detención arbitraria de menores de edad, una práctica aplicada por Israel en contra de los niños Palestinos en los Territorios Ocupados; o por las dictaduras fascistas del Cono Sur, como fue denunciado en “La Noche de los Lápices” y “Sinfonía para Ana”, audiovisuales donde se deja testimonio de los más de 140 estudiantes de secundaria que fueron secuestrados, torturados y desaparecidos, durante la última dictadura militar en Argentina.

Ahora el gobierno, en un ejercicio cínico del poder, en sus típicas “astucias comunicacionales”, trata de lavarse las manos y desviar la atención de estos hechos tan graves. Por un lado, deja morir con crueldad a un venezolano en prisión, sólo por haber sido testigo electoral; y ahora, libera decenas de detenidos que NUNCA han debido estarlo, como una “gracia” del “Jefe”, que lo segundones salen a atender de inmediato, para tratar de tapar este crimen. Lo peor, es que los responsables de estas actuaciones represivas esperan ser aplaudidos. Pero nada cambia, mientras no liberen a todos los presos políticos y cese la violación de los DDHH en Venezuela. 

La situación de represión generalizada y violación de los Derechos Humanos, no sólo se ha convertido en una Política de Estado con el gobierno de nicolás maduro, sino que, la misma pretende ser justificada por sus organismos de propaganda, al mejor estilo goebeliano, cuando el regimen nazi pretendia dar una justificacion etica a sus crimenes.

Los actuales gobernantes tienen sobre sus hombros la responsabilidad de no pocos crímenes políticos, incluyendo, la muerte en custodia de prisioneros. Con la tragedia de Jesús Martínez, ya son 11 los prisioneros políticos fallecidos en las cárceles, entre los que están, las del Ingeniero Nelson Martínez y la del General Raúl Isaías Baduel

A estos asesinatos, se suman los de Oscar Pérez, quien, junto a sus acompañantes, fue volado utilizando un RPG (lanzacohetes antitanque portátil ruso), a pesar de que habían depuesto las armas y pidieron, por las redes sociales, rendirse ante las autoridades de la fiscalía, las cuales jamás aparecieron. También la del Concejal Fernando Albán, lanzado desde el piso 10 de la sede del Sebin, y el Capitán de Corbeta Rafael Acosta Arévalo, fallecido en tortura.

Todos éstos son crímenes políticos, que se producen en medio de una nueva oleada represiva del gobierno que, luego de las elecciones, quedó al desnudo, sin apoyo popular y que se sostiene sólo por la violencia. No hay NADA que pueda justificar tales hechos, quien lo haga así ha perdido sus principios mínimos de actuación política para entregarse a la jauría del fascismo . 

Los Cuerpos de Seguridad del madurismo actúan de la misma forma que lo hicieran el SIFAC y la DIGEPOL, los temibles órganos criminales que impusieron por la fuerza al Puntofijismo. La única diferencia —y hay que decirlo—, es que, a pesar de la situación de represión generalizada en aquellos años, esos asesinatos fueron denunciados y hubo voces valientes en el Congreso, como la de José Vicente Rangel, que vencieron el miedo y lo hicieron públicamente, y se interpelaban a los fiscales, quienes tenían que rendir cuenta al país. 

Pero en estos años oscuros del madurismo, donde se ha impuesto el miedo, esta tragedia de violación de DDHH transcurre en el mas absoluto silencio.

Nadie dice nada. Los dirigentes políticos de la oposición callan; los del chavismo también. Los aliados internacionales del gobierno y la “izquierda oficial”, se hacen los locos. Los diputados sólo levantan la mano para aprobar leyes inconstitucionales. Los medios de comunicación, son del gobierno. La Fiscalía es cómplice y verdugo. Ni siquiera, tenemos la voz de la Iglesia, como cuando el Padre Jesús María Olaso sembró cátedra en defensa de los DDHH.

Por su parte,  los órganos del Estado que deberían controlar y poner freno a la acción ilegal del Poder Ejecutivo, es decir, al gobierno y a los Jefes de los Policías: el Poder Legislativo (la Asamblea Nacional), el Poder Judicial y la Fiscalía General de la República, por el contrario, actúan como instrumentos implacables de la represión del gobierno. Omiten sus responsabilidades y actúan violando la ley, lo que los convierte en cómplices y perpetradores. 

No hay ninguna instancia del Estado restaurador y reaccionario que proteja los derechos de los ciudadanos. No se guardan, ni siquiera, las formas. El madurismo hace lo que le da la gana, imponiendo en el país la cultura de la violencia del pranato. 

Este desenfreno represivo del gobierno viene acompañado de una actitud de burla hacia los familiares, sobre todo, a las madres de las víctimas. En los programas de odio y en las redes sociales, voceros y altos funcionarios se burlan del dolor de los familiares que, de forma justa, claman por la libertad de sus hijos. Olvidan, algunos de ellos, que los suyos (fundamentalmente, sus madres) salieron a las calles a reclamar la libertad de sus hijos y recurrían a cuantas instancias judiciales fuera posible, para exigir su libertad.

Los familiares y las madres de los presos políticos, tienen el derecho y el deber de reclamar la libertad de los suyos. No se puede amenazar a quien practique la solidaridad, sobre todo, si se trata de sus hijos; más aún, cuando son menores de edad y han sido encerrados, por decenas, en centros de detención destinados a presos comunes. 

El gobierno con sus medios de propaganda, ha instalado una narrativa de deshumanización de las víctimas, acompañado de un discurso de instigacion al odio, que pretende darle sustento ético a la violación de los DDHH.

Otro elemento de la crueldad del madurismo, se ejerce a través del Sistema de Justicia, el cual impone penas absolutamente desproporcionadas a los presos políticos o víctimas de la represión, acusados, siempre, de “actos terroristas”.   

Tal es el caso de tres ciudadanos, quienes fueron sentenciados a la pena máxima de 30 años de prisión por —supuestamente— haber saboteado el sistema eléctrico nacional, uniéndose a los miles de planes terroristas con los que el gobierno justifica el caos. Todo el país sabe que el colapso eléctrico, no tiene que ver ni con ataques terroristas, ni rayos especiales, ni acción de ninguna iguana, sino a la responsabilidad exclusiva de la pésima gestión del gobierno que, desde hace 11 años, tiene sometido al país entero a permanentes y constantes apagones.

Igual sucedió con el colapso de PDVSA, tras la intervención de la industria y la militarización del sector petrolero, donde cientos de trabajadores han sido los “chivos expiatorios” para justificar el desastre del gobierno, los cuales aún se encuentran encerrados, olvidados y  sin ningún tipo de derechos; mientras, otros miles salieron de la empresa. El madurismo asumió el control absoluto de todos los espacios del sector, y el resultado está a la vista de todo el país.

El evento más reciente ocurrió el 11 de noviembre, con la explosión de la planta de gas Muscar, en Punta Mata, en el estado Monagas; aunque es un evento grave, desde el punto de vista operacional, sigue estando en absoluto secreto. Ni la ministra, ni nadie, han sabido explicar al país qué sucedió y qué consecuencia tendrá al afectar la producción de crudo del norte de Monagas y la posibilidad de mezcla con crudo de la Faja Petrolífera del Orinoco para exportar. Nadie dice nada, nadie da la cara. 

El madurismo ha instalado la indolencia y el fascismo como conducta. Sus dirigentes y responsables de gobierno, se han convertido en estimuladores del odio, de la persecución y de violación de los Derechos Fundamentales consagrados en nuestra Constitución. Actúan al margen de toda consideración legal y, lo que es más grave aún, de cualquier consideración humana. 

Este gobierno y su maquinaria policial, se han ensañado en contra del pueblo indefenso, para imponer el miedo y el silencio, mientras el país continúa sumergido en el abismo del desastre creado por ellos mismos.

El madurismo no sólo ha traicionado al pueblo y a Chávez, sino que ha llevado al país a una debilidad extrema, donde el Estado Venezolano  muestra una incapacidad absoluta para hacer frente a los grandes retos, incluyendo, los geopolíticos, que se presentan en el horizonte inmediato de la patria. 

Con este gobierno, se ha perdido la soberanía del país. Han violado la Constitución y las leyes, los DDHH de los venezolanos. Se ha entregado la economía y el petróleo. Arrebataron las conquistas y garantías sociales. Se destruyó PDVSA y el Arco Minero. Se ha perdido El Esequibo. Se ha perdido la fuerza y la presencia de más de 7.8 millones de venezolanos, que debieron escapar de la patria. Se ha perdido un sueño, y con él, buena parte de la espiritualidad de lo afirmativo venezolano. ¿Qué más vamos a perder? 

En manos del madurismo, terminaremos perdiendo todo. El madurismo ha demostrado, en estos 11 largos años, que no son capaces de defender los intereses del pueblo; por el contrario, han destruido al país. Ellos reivindican la unidad civil-policial, nosotros reivindicamos al pueblo, la unidad de los patriotas, la unidad cívico-militar, aquella del 23 de enero y el 13 de abril, la de Fabricio Ojeda y Chávez, para detener este desastre, evitar la disolución o la pérdida de la Patria.

EL PODER

Con relación al poder, se ha escrito y reflexionado desde tiempos remotos. Los grandes pensadores y creadores de la historia, han dedicado buena parte de su esfuerzo a tratar este tema. 

En el ámbito de las ideas políticas y la ideología, su tratamiento ha sido exhaustivo, no sólo por el interés que concita en la organización de la sociedad, sistemas políticos y económicos, sino porque las manifestaciones del mismo, sea de un poder constructivo, virtuoso y transformador, o de uno negativo, destructivo, retrógrado y violento, tienen severas implicaciones en el destino del humanidad.  

No pretendo, por supuesto, equipararme a ninguno de estos importantes teóricos.Pero dada la terrible crisis, caos y fractura espiritual que atraviesa nuestro país, me viene a la mente la necesidad de hacer algunas reflexiones, partiendo de nuestra experiencia reciente y, muy particularmente, de la mía propia en el poder, con el gobierno del Presidente Chávez. 

Así, quien lea estas líneas, puede hacer una comparación y apreciar la gran diferencia entre el poder durante el gobierno de Chávez y el poder actual. 

Me correspondió el hecho extraordinario de ser protagonista del proceso de cambios revolucionarios durante el período de la Revolucion Bolivariana, liderada por el Presidente Chávez.  

Aunque he militado en el campo revolucionario desde muy corta edad —a los 15 años—, no fue sino con el Comandante Chávez, en Miraflores, que el pueblo llegó al poder, donde lo mejor del pensamiento de Bolívar y Fabricio Ojeda, fue la base sobre la cual se erigió su teoría y práctica revolucionaria.  

Un primer comentario, entonces, es que, para que el poder sea revolucionario, debe tener una teoría y una práctica revolucionaria. Puede parecer una perogrullada, pero éste es un elemento fundamental, porque de lo contrario —y es lo que sucede actualmente—, el poder en sí mismo lo que hace es sostener y reproducir los valores y el sistema hegemónico en la sociedad o el mundo, en este caso, el capitalismo.

Otro elemento que habría que agregar, es que, desde una visión revolucionaria, el poder con Chávez, era virtuoso, constructivo. En el gobierno, junto al Presidente Chávez, pudimos desarrollar un esfuerzo transformador, prefigurando una nueva sociedad y un nuevo sistema económico más justo, equitativo y humano: el socialismo. Teníamos una meta y un propósito, que se reflejaba en el Vivir Bien del pueblo venezolano. 

El gobierno de Chávez en el poder, al corresponderse a un poder revolucionario, era un instrumento del pueblo para impulsar la Revolución, la movilización popular y la justicia social. El gobierno respondía a los intereses populares, no al de las élites, ni a las transnacionales.  

Luego, un aspecto fundamental es que, el poder de Chávez, se basaba en el pueblo. Estaba legitimado permanentemente por el mismo, en ejercicio pleno de la soberanía popular, que no sólamente estaba expresada en el voto, sino en su participación directa en el proceso transformador del país, en la aplicación del concepto de una Democracia Revolucionaria, Participativa y Protagónica. 

Por ello, el gobierno de Chávez nunca recurrió a la represión, ni a la violación de los DDHH, como Política de Estado. Los principios humanistas y la autoridad de Chávez, le permitían superar, con el pueblo, la desestabilización política y económica, en ejercicio de la política con P mayúscula; y, por supuesto, con la efectividad de su gobierno, como demostramos en la ocasión del Sabotaje Petrolero. 

En el caso de Chávez, el poder, además, se sostenía en la asertividad y el carisma de su liderazgo, y en una autoridad indiscutible como Presidente del país. Siempre estuvo subordinado a las instituciones del Estado que, muchas veces, se oponían abiertamente a su gobierno (como el caso del TSJ y los “militares preñados de buenas intenciones” en el 2002)

El Presidente Chávez, siendo un militar con un extraordinario liderazgo en este sector, se sometía permanentemente al control popular del ámbito civil; así, seguía un concepto profundamente Bolivariano, pues, El Libertador, que concentraba en sí mismo, el poder militar y la autoridad política, se subordinó de forma sucesiva al Congreso de Angostura y luego, de la Gran Colombia, en lo que era parte de su Doctrina Bolivariana en relación con el poder.  

El gobierno de Chávez, contaba con un equipo de Ministros. Los más importantes de éstos, con competencia y capacidad para llevar adelante la gestión gubernamental y la marcha del país. Basta revisar el desempeño de los mismos y sus resultados (visibles, auditados y fiscalizados), para verificar este hecho. 

Sin embargo, hay que decir que la lucha de Chávez era permanente, para que el gobierno lo acompañara en su objetivo de hacer una Revolución al ritmo urgente de aquello que no se puede posponer. Nosotros siempre estuvimos en la vanguardia, junto a Chávez y sus objetivos. Eso nos generó el rechazo y la animadversión de la llamada “derecha endógena” o “chavismo sin Chávez”, que luego llegó al poder de la mano del madurismo. 

Desde el Ministerio, como responsable del sector petrolero, una vez consolidado el poder político del gobierno Bolivariano, tras la derrota del Golpe de Estado y el Sabotaje Petrolero, en 2004, iniciamos la batalla por la conquista de la Plena Soberanía Petrolera. Y aquí surge otra reflexión importante. 

Para poder transformar el país y hacer una Revolución, primero hay que existir y tener una teoría revolucionaria (insistimos en este punto).  Nosotros, una vez consolidado el gobierno Bolivariano, avanzamos con la Plena Soberanía Petrolera; teníamos la preparación técnico-política y una idea clara, una teoría, de lo que debía hacer una Revolución con el control del petróleo.  

Estábamos enfrentando a los intereses más poderosos del planeta, el de las transnacionales petroleras; y lo hicimos bien. En una acción de gobierno, que solo fue posible por la existencia de un gobierno revolucionario en el poder, pudimos revertir la entrega de nuestra soberanía sobre los hidrocarburos —ocurrida durante la Apertura Petrolera— y subordinar, bajo nuestra Constitución y Leyes, a 31 de las 33 empresas internacionales que operaban en nuestro país. Lo hicimos con determinación y capacidad técnico-política; recuperamos, para nuestro pueblo, las reservas más grandes de petróleo del planeta. Para eso es el poder. Con nuestra acción, fortalecíamos el Poder Nacional, que luego nos permitió desplegar la obra de gobierno e incidir en el mundo. 

En 12 años, mantuvimos la producción petrolera estable en 3 millones de barriles diarios. PDVSA se convirtió en un poderoso instrumento del Estado en el ejercicio de soberanía sobre el petróleo, para colocarlo al servicio del pueblo.  Nuestro objetivo fue recuperar la soberanía para hacer uso de la renta petrolera y, así, pagar la deuda social, luchar contra la exclusión, la pobreza  y la desigualdad; luego, con la misma, construir el modelo económico alternativo al rentismo petrolero, que no es el capitalismo, sino el socialismo. Para eso es el poder. 

El poder de Chávez se hizo virtuoso, cuando utilizamos el petróleo para crear todas las Misiones Sociales, ante el pesar de la oligarquía y las élites que siempre se beneficiaron de la renta petrolera, que nos atacaban de manera despiadada. Utilizamos el petróleo para financiar las Misiones de Salud, de Educación, de Alimentación, de Cultura, de Vivienda, hacer universidades, escuelas, liceos, hospitales, para eso es el poder. Un poder popular, un poder revolucionario. 

Cuando utilizamos todo el poder del Estado y el petróleo, para hacer 600 mil viviendas en solo 2 años, en la Gran Misión Vivienda Venezuela; cuando graduamos 800 mil Vencedores de la Misión Ribas; cuando transformábamos cuarteles en Universidades; cuando construimos parques eólicos y centrales eléctricas; cuando entregamos las sedes de PDVSA a las Universidades; cuando nuestros trabajadores petroleros en los Distritos Sociales se colocaron a la vanguardia de la lucha contra la pobreza y la exclusión; cuando con La Estancia, llevamos la cultura y el arte a los nuevos espacios públicos en el país, para de todo el pueblo; estábamos ejerciendo el poder virtuoso, el poder revolucionario, el poder para el pueblo. 

Tantas cosas se hicieron con Chávez, con el poder revolucionario, o mejor dicho, con un gobierno revolucionario en el poder. El país y el pueblo experimentaron un período extraordinario de crecimiento, inclusión, solidaridad, bienestar y cambios estructurales. Teníamos un sueño, teníamos un plan: el Plan de la Patria.  

Hacer una Revolución y mantenerla como tal, es una tarea difícil. Ésta siempre fue la preocupación y la tragedia de grandes revolucionarios en el mundo. Se ha escrito y analizado cómo actúan los mecanismos del poder, para acabar con una Revolución. El libro “Rebelión en la Granja” de George Ortwell, es un escrito de validez universal y, probablemente, el testimonio más trágico del los mismos; es la obra de Trosky antes de su asesinato: “La Revolución Traicionada”.

Y la Revolución Bolivariana, fue traicionada. Su poder virtuoso fue derrocado. La Quinta República, no existe más; tampoco el Poder Popular, ni el Plan de la Patria. El país está en ruinas y el pueblo, sumido en la pobreza y desesperanza, escapa derrotado, atravesando el camino de los Andes o El Darién.

Pero el pensamiento de Chávez está allí, en el corazón de los humildes, con una vigencia extraordinaria en sus elementos fundamentales. De la teoría y la práctica de Chávez, del poder virtuoso de su gobierno, tenemos los elementos y la experiencia para salir de este laberinto; o más bien, de este abismo. 

Para tener el poder nuevamente, para retomar el camino de Chávez, debemos existir; y para ello, tenemos que reivindicar nuestra identidad chavista y profundamente bolivariana, reunificarnos y luchar por el Poder, conquistarlo, para ponerlo al servicio del Pueblo. Son las tareas urgentes, para la reconstrucción de la Patria.

EL DESASTRE DEL BRICS Y LA JAURÍA CONTRA LULA

Lo que sucedió en la XVI Cumbre de los BRICS, celebrada en la ciudad de Kazán de la Federación Rusa, fue un estruendoso fracaso para el gobierno de nicolás maduro, una señal del deterioro y precariedad del país a nivel internacional. 

No existe antecedente de una situación análoga en el mundo diplomático y político internacional. A pesar de que maduro se presentó en la Cumbre seguro de lograr el ingreso de Venezuela a los BRICS y capitalizarlo políticamente, tuvo un “contacto con la realidad”, más bien, un “baldazo de agua fría”, cuando los cinco miembros principales no alcanzaron el consenso para ello. 

Urgido de legitimidad, más aún, después del fraude del 28 de julio, maduro viajó a Rusia, tras recibir las seguridades de la vicepresidenta de la República, quien estuvo, con gran prosopopeya mediática, de “avanzada política” en la Cumbre, sobre el ingreso de Venezuela a la organización.

Pero no fue así. maduro llegó a la ciudad de Kazán en Rusia y nadie lo estaba esperando. Después, arribó tarde a la Cumbre, según se desprende del propio video circulado por ellos, y tampoco lo esperaban. Luego, las redes sociales y las imágenes del propio gobierno, lo muestran en los pasillos, al acecho de los líderes mundiales, para la foto. 

No hubo ni bilaterales de relevancia con los Jefes de Estado, ni acuerdos o encuentros con los países petroleros presentes, ni ruedas de prensa internacionales. maduro fue seis años Canciller y ya tiene 11 de Presidente de la República, por lo que debe resultarle obvio que sus colaboradores de más confianza, lo expusieron a “un papelazo” internacional. 

Todo lo sucedido, da pena ajena y tristeza, por la situación de debilidad de nuestro país en el ámbito internacional, donde no tenemos ningún peso ni relevancia en la geopolítica mundial, justamente, por la precariedad a la que el madurismo ha conducido nuestra patria. 

No importa que tengamos las mayores reservas de petróleo del planeta, si nuestra producción petrolera ha colapsado y caído en un 70% desde 2013.  No contamos en el BRICS y no contamos en la OPEP. En las Naciones Unidas, ni siquiera podemos votar, porque el país no ha pagado su respectiva cuota (cosa que sí han hecho, Cuba, Haití y los países más pobres de África). 

El país atraviesa la peor crisis de nuestra historia, que se refleja en el colapso de la economía y de la producción petrolera, la pobreza generalizada de nuestro pueblo, la diáspora de más de 7 millones de venezolanos y la ausencia de legitimidad de sus instituciones.   

En el BRICS están presentes países con diversos sistemas políticos, desde democracias, autocracias, hasta monarquías. Pero todas ellas gozan de confiabilidad en los compromisos que asumen y tienen elementos que aportar para el fortalecimiento de la iniciativa. 

Por la composición del BRICS, parecería lógico que Venezuela formara parte de la misma; esto habría sido así para el país con Chávez, pero no para el desastre en el que el madurismo ha convertido a nuestra patria.

La oportunidad de ingresar para Venezuela, se abrió en la XV Cumbre del BRICS en Sudáfrica, en agosto de 2023, donde, al final, se decidió invitar a 6 países (de 23 solicitantes, contando a Venezuela) para que fueran miembros plenos: Argentina, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, dando forma a los BRICS+. Pero, cuando Milei asume la Presidencia en Argentina, decide retirar a su país y quedó abierta la vacante de un cupo para Latinoamérica, para el cual buscaban su postulación Venezuela, Bolivia y Colombia.

Ciertamente, como quedó expresado en la discusión entre los miembros principales del BRICS+ en la Cumbre de Kazan, Venezuela, en estas condiciones materiales y sumergida en el abismo de la crisis política y económica, no tiene nada que ofrecer a una iniciativa que le disputa la hegemonía económica internacional, nada más y nada menos, que a los países del G-7. 

Aunque la discusión entre los miembros no fue pública, el resultado es que no hubo consenso para el ingreso de Venezuela. Realmente, no se sabe qué opinó cada uno, solo se ha hecho pública la posición de Brasil, que de manera honesta y transparente, ha dicho lo que piensa; probablemente, porque es el país más importante de la Región, encabezado por el Presidente Lula Da Silva, que no es cualquier cosa. 

Pero, nadie puede saber qué dijeron el resto de los integrantes principales: Rusia, China, Sudáfrica e India, así como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán, estrenando su membresía obtenida en 2023.

La campaña de maduro y su vicepresidenta para ingresar al BRICS, se basaba en ofrecer nuestras inmensas reservas de petróleo y gas. Pero resulta que, el BRICS, tiene bastante petróleo y gas, pues allí están: Rusia, el tercer mayor productor de petróleo del mundo y segundo de gas; Arabia Saudita, el segundo mayor productor del mundo; Irán (sexto de petróleo y segundo de gas), los Emiratos Árabes Unidos (séptimo de petróleo y catorce en gas), Argelia, Nigeria y Kazajistán, los tres últimos, como países socios. 

Éstos, ya integrantes del BRICS, como países miembros o socios, producen en conjunto 30 millones de barriles día de petróleo; Venezuela produce, escasamente, 880 mil barriles día de petróleo, de los cuales, 227 mil barriles día los maneja la Chevron a su antojo.

Entonces, es más que eso. Por cierto, ninguno de estos productores de petróleo y gas, estuvo haciendo ofrecimientos de entregar sus reservas de hidrocarburos a nadie, pues estas naciones petroleras son soberanas en el manejo de sus recursos. ¡Es para pensar!

En esta Cumbre de los BRICS+ en Kazan, fueron admitidos, como países socios: Argelia, Bielorusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.  Mientras que, la posición como país miembro pleno que le corresponde a Latinoamérica, quedó vacante. 

Es curioso notar que, de Latinoamérica, ingresaron como países socios, Bolivia y Cuba, mientras Venezuela quedó fuera. 

De inmediato, el gobierno arremetió en contra de Lula y de Brasil. El Comunicado de la Cancillería se cuida de no mencionar directamente la figura del Presidente Lula, pero todo su aparato de propaganda ya desató el linchamiento moral contra el mandatario brasilero. De este tipo de campañas hay varias cosas que hay que destacar, porque obedecen a un patrón de conducta del gobierno venezolano contra cualquier disidencia política, sobre todo, si proviene de dirigentes de izquierda.  

El Comunicado del gobierno de Venezuela señala que Itamaraty, es decir, la Cancillería Brasileña, que, obviamente, responde a las decisiones del Presidente de la República, “actúa” como Bolsonaro, recurriendo al chantaje permanente contra la izquierda, de que “si no estás con maduro, estás con la derecha”. Éste ha sido el recurso constante del madurismo para pedir apoyos incondicionales a la izquierda, maniobra que, cada vez, tiene menos efectividad, porque quien tenga dos dedos de frente, entiende que el de maduro es un gobierno de derecha y que, por supuesto, no es chavista. 

Luego, y de manera coordinada, el fiscal violador de los DDHH declara en contra de Lula: primero, lo llamó “agente de la CIA”, y ahora, “cobarde”, porque no asistió a la Cumbre, al haber sufrido un accidente doméstico. Como si fuera poco, este señor, que tiene muchas cuentas que rendir ante el pueblo venezolano y en Tribunales Internacionales, pide que se abra una “investigación” al Presidente Lula, por la decisión de Brasil en los BRICS. 

Habría que preguntarse, a cuenta de qué un fiscal tiene que referirse a Presidentes de otros países, y por qué tiene “carta blanca” para ofender a Jefes de Estado. Este individuo, que es un mandadero del madurismo, llega al colmo de pretender abrir una investigación a Lula, un jefe de Estado. En un país sin instituciones, el Ministerio Público se abroga la conducción de la política internacional. Si así actúan con el Presidente Lula, ¿qué quedará para el pueblo venezolano?

Secundando al fiscal violador de los DDHH, toda la maquinaria de propaganda del gobierno arremete contra Lula, en un verdadero linchamiento moral, inaceptable e indignante. 

De todo ésto que le sucede a Lula, podemos hablar con propiedad, porque lo sufrimos en carne propia. Al extremo de que han arremetido –y arremeten–, no sólo en mi contra, sino en contra de mi familia; incluso, desde hace más de 2 años mantienen secuestrado a mi hermano en la DGCIM. 

Lo que el gobierno debería hacer, es darse cuenta de lo que ha sucedido en su dimensión política. Una cosa es la política doméstica, donde ellos tienen el control social y han impuesto el miedo; y otra, es la política internacional, donde tienen que verse las caras con gobiernos soberanos, que tienen sus propios puntos de vista, como es el caso de Brasil y el Presidente Lula. 

No puede pretender el gobierno de maduro, hacer lo que le da la gana, violar acuerdos, robarse las elecciones, mentir, y pensar que tendrá solidaridades automáticas. Por lo menos, no de parte de Presidentes como Lula. Las declaraciones de Celso Amorín, asesor internacional del Presidente brasileño, fueron muy claras: “con Venezuela, se perdió la confianza”. 

El madurismo ha cometido errores estratégicos, que más temprano que tarde,  le costarán el poder: arremetió contra el legado de Chávez y perdió el fervor del pueblo. Derogó la Política de Plena Soberanía Petrolera y  destruyó insensatamente PDVSA, el eje central de nuestra economía, entregada al saqueo de sus grupos de poder. Uno tras otro, van cayendo todos “los campeones” del madurismo en PDVSA o el Ministerio de Petróleo, envueltos en sucesivos escándalos, hechos ilícitos y pases de factura, sepultando al país en el caos económico y social. El colapso de la producción petrolera, que inició desde el mismo 2014, no sólo provocó la profunda crisis económica y social, sino que, privó al país de la única herramienta geopolítica en el ámbito internacional.

Luego, en la medida que le han dado la espalda al pueblo y ha perdido apoyo político y base social, el gobierno ha recurrido a la violación de los DDHH como Política de Estado, es un régimen represivo, impopular, que se define a sí mismo, como policial. 

De manera inexplicable, han concentrado el poder en operadores políticos antichavistas que responden a intereses particulares y que han demostrado su incapacidad en el manejo de temas fundamentales para el país. 

Entregó el manejo de la economía a sus grupos económicos y aliados internacionales. El paquetazo de 2018, ha arrasado con los derechos y conquistas laborales, con los salarios y pensiones, con el bolívar, mientras, se han apropiado de las empresas del Estado, destruido nuestros bosques y saqueado nuestros recursos. 

Por inacción y errática política internacional, y una pésima actuación ante organismos multilaterales de justicia, cedieron nuestra soberanía en El Esequibo. Allí están instaladas las transnacionales petroleras, Exxon Mobil y CNOOC de China, desde 2015, produciendo hoy 660 mil barriles día de petróleo y con una proyección de alcanzar 1,2 millones de barriles día de petróleo en 2027. 

Luego, estos “expertos”, le recomendaron a maduro adelantar las elecciones, para “arrasar” y ganar legitimidad internacional; sin embargo, ello resultó en un fracaso estrepitoso, que puso en evidencia el inmenso rechazo popular a su gobierno y recurrió a un fraude masivo y burdo, que le restó la poca credibilidad que le quedaba, sobre todo en nuestra región, y coloca a nuestro país en otra situación.

Lo sucedido en la Cumbre de los BRICS, es un verdadero desastre y son señales claras del aislamiento internacional del país y del costo que está teniendo, en todos los espacios, la actuación del gobierno en contra de los intereses nacionales y del pueblo venezolano.

CERRANDO EL CÍRCULO

El pueblo venezolano, en su tragedia de sobrevivir el día a día, y los sectores políticos condicionados (conscientes o no) por la acción coercitiva del gobierno, no terminan de darse cuenta que luego del masivo fraude electoral del 28 de julio y la autoproclamación de nicolás maduro en el CNE, el país ha entrado en una nueva situación: la dictadura. 

Hasta el mes de diciembre de este año, el gobierno de maduro es un gobierno impopular que viola la Constitución y las leyes, así como los derechos fundamentales de todos; pero tiene un asidero de legalidad, cada vez más delgado, en el hecho de que resultó electo en las elecciones de 2018, aunque éstas hayan sido muy cuestionadas.

Sin embargo, a partir del 10 de enero de 2025, si nicolás maduro se juramenta para un nuevo período, como todo parece indicar que lo hará, estaremos, entonces, ante una dictadura. Un gobierno con un enorme rechazo popular, violador de la Constitución, las leyes y los derechos del pueblo, pero, que en esta ocasión, ni siquiera tiene el delgado asidero de haber sido electo en un proceso manipulado por ellos mismos, sino que –toda la evidencia señala– perdió por una abrumadora mayoría de votos en contra. 

Así, se repiten los hechos de  la historia contemporánea venezolana, cuando en 1952, la entonces Junta Militar de Gobierno que en 1948 derrocó a Rómulo Gallegos, para tratar de darse un barniz democrático, convocó a un referéndum en condiciones absolutamente ventajosas para ellos. No obstante, fueron derrotados por la URD, dirigida por Jóvito Villalba. Inmediatamente, la Junta desconoció los resultados, montó en un avión a Jóvito Villaba, y Pérez Jiménez fue declarado como Presidente. A partir de allí, se convertiría –abiertamente– en el dictador Marcos Pérez Jiménez. 

Esta es la situación que tenemos en el país. En su aparición durante el acto de sustitución de los Jefes del SEBIN y DGCIM, oficiales señalados por todos los organismos de derechos humanos internacionales como perpetradores de Crímenes de Lesa Humanidad, maduro se presenta trajeado de militar y asegura que está listo para juramentarse como nuevo Presidente en enero de 2025. Llama la atención el hecho de que, más allá de cualquier otra consideración personal, maduro  se presentó para la ocasión uniformado de militar (sin serlo evidentemente), siendo la más clara expresión visual de que ahora se erige como el jefe de un gobierno militar-policial, que se sostiene por la violencia y que no es, y nunca más será, un gobierno civil que se sustenta en los votos. 

Volviendo a nuestra historia reciente, hay que señalar que el Presidente Chávez, siendo militar de carrera, un Comandante durante la Rebelión del 4 de febrero de 1992, teniendo los atributos y la legitimidad para portar el uniforme militar en actos formales de gobierno, extrañamente lo hacía. En los actos más importantes del ámbito militar, como el Desfile de Carabobo-Día del Ejército, el Desfile del Día de la Independencia o la transmisión de mandos, el Presidente Chávez siempre vestía de civil, porque más allá de cualquier otra consideración, se imponía en él el principio –muy bolivariano, por cierto– de que encabezaba un gobierno civil electo por el pueblo, ante el cual se subordinaba la Fuerza Armada. 

Por ello, la imagen de maduro portando un uniforme militar, que le resulta ajeno, es un mensaje político de que estamos en presencia, no de un gobierno civil ante el cual se subordina la Fuerza Armada, sino de un gobierno militar-policial carente de la legitimidad que da el pueblo. 

El madurismo sí está consciente de la nueva situación que se instala en el país, de juramentarse como presidente de manera inconstitucional, tal como hizo Carmona el 12 de abril de 2002. Es por ello que cierra el círculo del poder y trata, ahora, de lavarse la cara para transitar de la manera más inadvertida posible en esta nueva etapa absolutamente inconstitucional de su próximo gobierno. 

Al interno del madurismo, los distintos factores de poder siguen reacomodándose, luego del desplazamiento del poderoso grupo encabezado por Tareck El Aissami, al cual tuvieron que encarcelar, luego que se hizo evidente y se les salió de las manos el modelo del secretismo de la Ley AntiBloqueo, la falta de rendición de cuentas y el uso de criptomoneda impulsado por el mismo maduro y que naufragó en un desfalco escandaloso de 21 mil millones de dólares en petróleo entre 2020 y 2022. 

Ante la ausencia de este poderoso operador político y económico del madurismo, el resto de los factores han llenado este espacio. Unos, son ahora superministros policías, muy dados, por cierto, a la ofensa fácil y a hacer juicios de valores, para complacer a su jefe en su deriva derechista; otros, finalmente, tienen el control del petróleo, para entregar a las transnacionales lo que queda de la Política Petrolera de Chávez y el petróleo y el gas del pueblo. Incluso, ahora maduro llama a formar parte de su gobierno a empresarios muy cuestionados y de muy dudosa trayectoria que, sin embargo, han sido convertidos en héroes e íconos del madurismo. Mientras, el General en Jefe, Padrino López, esa gran incógnita, sigue siendo el único alto oficial inamovible, con el papel de garantizar –a cualquier costo– la estabilidad del gobierno.

Al maduro cerrar su círculo se desprende, sacrifica, o sencillamente hace de lado, a aquellos que le sirvieron a sus intereses en una etapa específica de su gobierno. Está demostrado que al madurismo no le importa nada; de un día para otro, destituye colaboradores y subordinados que, hasta el día anterior, eran elogiados por él mismo o cumplieron tareas bajo sus instrucciones. Ministros, presidentes de empresas, mandos militares, son despachados como piezas de cambio. 

Ésta es una de las características del madurismo: no tienen cohesión ideológica, ni un propósito constructivo; mucho menos, un plan de país virtuoso. Por el contrario, es un grupo de intereses diversos que se sostiene unido con base en objetivos económicos y políticos particulares, que no sólo traicionan a Chávez y  rematan al país, sino que están dispuestos a hacer lo que sea y entregar a quien sea, para mantenerse en el poder. 

Pero, en esta nueva etapa y toda vez que estamos en el siglo XXI, aunque la barbarie de Israel en Gaza nos retrógrada a los peores años del colonialismo, el madurismo necesita “lavarse la cara”. Aislado como está en el mundo y, particularmente, en nuestra región latinoamericana, el gobierno de maduro tiene que hacer algunos “gestos” para congraciarse con la Administración Norteamericana y las transnacionales que se llevan el petróleo, o con los empresarios oportunistas de Fedecámaras, así como con unos pocos del ámbito internacional, sobre todo, entre esa izquierda que aún lo sostienen o lo apoyan, pero que no pueden ocultar el carácter impresentable y violador de los DDHH del gobierno de maduro.  

Para lavarse la cara, ahora maduro destituye a los jefes militares que han estado al frente del SEBIN y DGCIM, organismos tenebrosos y crueles desde donde han perpetrado las peores violaciones a los DDHH, tal como ha sido denunciado por las miles de víctimas y está extensamente documentado en los distintos Informes de los Organismos de Protección de los Derechos Humanos de la ONU

Ahora, maduro pretende, como Pilatos, lavarse las manos  –sin éxito–, pues resulta que los mismos organismos de los DDHH, sobre todo la Misión Internacional Independiente de Determinación de Hechos del Consejo de los DDHH, tomando testimonio de cientos de víctimas e incluso, de oficiales militares, han emitido Informes que les invito a leer, donde queda claro la Línea de Mando de la represión en Venezuela. A pesar de que uno de estos tenebrosos jefes haya sido constreñido a decir que “los errores le pertenecen”, para todos está claro que en este gobierno se hace “lo que maduro diga”, como se ha encargado él mismo de demostrarlo innumerables veces.

Mientras tanto el país sigue a la deriva, en el abismo de la pobreza y la desesperanza, donde 8 millones de venezolanos han abandonado la Patria y 5 millones PASAN HAMBRE en el país, según información de la FAO; los pensionados y jubilados mueren de mengua y los trabajadores sobreviven con un salario mínimo de miseria de 6 dólares mensuales, mientras la burguesía revolucionaria y las nuevas elites derrochan lujos y riqueza.

En esta nueva situación, las fuerzas democráticas y revolucionarias y, muy en particular, el campo chavista y bolivariano, tienen la responsabilidad urgente de organizarse y combatir para restablecer la Constitución y las leyes, poner en la calle nuevamente el pensamiento de Chávez para lograr un cambio político; sólo entonces, luego de ello,  poder iniciar la titánica tarea de reconstruir el país. 

Nadie puede sucumbir a la resignación, al miedo o al chantaje. Hay que insistir, con más fuerza que nunca, en el combate y la lucha por los derechos de nuestro pueblo, por nuestro país, tal como hicieron las fuerzas políticas opuestas a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, a partir del fraude de 1952. 

Ante esta nueva situación, existen tareas urgentes en el campo revolucionario. Para los chavistas y bolivarianos, la primera de ellas, es salir de la dispersión y el aturdimiento, reagruparnos, y volver a existir como una opción de poder; la segunda, es dotar esa opción de poder de una ideología y un pensamiento revolucionario, indubitablemente chavista, que está condensado en los Objetivos Históricos del Plan de la Patria, el original de 2012. 

Sólo existiendo como una opción de poder y con un pensamiento revolucionario, el campo bolivariano podrá jugar un papel clave en la restitución de la Constitución, las leyes y las garantías sociales, para  ser un factor fundamental de la unidad de las fuerzas democráticas y populares. Estar junto al pueblo en sus luchas, para conducirlo hacia objetivos verdaderamente revolucionarios y volver al camino de Chávez, el elemento fundamental, clave, para reconstruir nuestra patria, hoy en ruinas.

EN EL FUTURO DE LUIS BRITTO GARCÍA

En el futuro de Luis Britto García hace rato que el madurismo dejó el gobierno porque una reacción explosiva del chavismo auténtico tomó el control del país y retomó el camino de la revolución socialista, condenada a muerte por Maduro.

La cosa empezó así. Oficiales, jóvenes de espíritu, reunieron a sus superiores en un saloncito y los llamaron a dimitir o superar la vergüenza de claudicar ante la estulticia de los “escorpiones y babosas que se pelean por vender nuestro país al mejor postor”.

Ya en las universidades los mejores luchadores acordaron convocar una manifestación nacional para defender la educación, los derechos de sus trabajadores, obreros y empleados, y la revolución de Chávez, reconociendo que fue traicionada.

Los petroleros rechazan las promesas vanas de los sindicatos gobierneros y llaman al paro general exigiendo reinstalar a sus viejos compañeros y a sus mejores ingenieros. En la CRP claman la presencia de Luongo. Los héroes del paro petrolero del 2004 se reúnen de nuevo para exigir el regreso de Ramírez para que ordene y arme de nuevo el plan “plena soberanía petrolera” y detenga el robo de Chevron y Repsol: “¡si quieren nuestro petróleo, que paguen por él!”, gritan en La Campiña y el grito hace eco en Cabimas, Maracaibo y Maturín.

Los obreros en las fábricas toman las plantas exigiendo mejores condiciones de trabajo y mejores sueldos. Algunos más atrevidos destapan la olla de las ganancias exorbitantes de sus dueños –¡y a la complicidad del gobierno! –, aprovechando el pauperismo de los trabajadores,

Se escucha ¡chas, chas! de gente bajando de los cerros y disparos. Los jefes de calle convocan a sus vecinos y los consejos comunales se reúnen a discutir la situación que se escucha en rumores y se conoce por algunas noticias divulgadas en las redes sociales.

Una “junta patriótica socialista” da sus primeras declaraciones desde la clandestinidad: “Compatriotas, estamos en la encrucijada de la historia, o salvamos la patria o nos rendimos ante la miseria de la codicia y la estupidez…”. La voz del líder se hace viral en las redes y se escucha en todas las emisoras rebeldes del país.

El ministro de la defensa dimite ante una junta militar de oficiales patriotas que exige al gobierno llamar de nuevo a elecciones o renunciar. El gobierno se ve forzado a convocar nuevas elecciones con la resistencia de algunos (pero estos son amenazados con ser encarcelados y se calman)…

…En el 2025 se realizan las elecciones y las gana de forma aplastante la junta patriótica socialista-chavista sobre la base de acción de ejecutar el viejo Plan de la Patria de Chávez, adulterado y mutilado y olvidado por ya sabemos quiénes. Se organiza un gobierno de recomposición nacional, se convocan a todos los actores sociales, a los trabajadores representados por nuevos líderes; a docentes, políticos honestos, profesionales de todas las áreas del conocimiento, técnicos petroleros, se liberan a todos los presos políticos, se restituyen a los trabajadores en sus cargos y se recompone PDVSA bajo la dirección de Rafael Ramírez Carreño con un equipo técnico y político de alto nivel.

Al pasar del tiempo el nuevo gobierno revolucionario ha tenido que resistir con pasión, fuerza y trabajar duro para defender la producción y la industria petrolera, la producción de alimentos, de muchas conspiraciones y sabotajes de la derecha tradicional y la derecha madurista, que ahora, sin sanciones, se reúne con Mariacorina en Mayami, asesorados por Estados Unidos. Los trabajadores están alertas, el pueblo en la calle, activo, despierto, ante la reacción madurista y de la derecha de siempre; pelea en la calle contra los conspiradores contrarrevolucionarios.

En 30 años la junta patriótica se ha hecho pueblo, el alma de Chávez se ha hecho pueblo y su espíritu está en las aulas de clase, en los CDI y en los hospitales, en las fábricas recuperadas de los conspiradores, y en PDVSA.

Ahora “El trabajo crea toda la riqueza, toda la riqueza debe remunerar al trabajo. En treinta años –o mejor mañana- el aparato productivo será de propiedad social de quienes lo hacen producir. La plusvalía dejará de ser devorada por la burguesía parasitaria nacional y transnacional. En lugar de ello, remunerará el trabajo, costeará la educación, la salud, la investigación científica, el ocio creativo, la defensa. Si quedaran vestigios de explotación capitalista, su producto será redistribuido mediante impuestos regidos por los principios constitucionales de territorialidad y progresividad: las rentas producidas dentro de nuestro territorio pagarán impuestos en él (y no en Paraísos Fiscales o en el país de origen de las transnacionales), sus tasas crecerán proporcionalmente al monto del beneficio. Se aplicará estrictamente el principio del artículo 301 de la todavía vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela según el cual «No se podrá otorgar a personas, empresas u organismos extranjeros regímenes más beneficiosos que los establecidos para los nacionales». Por ser principio constitucional, su infracción acarreará la nulidad absoluta de los actos contrarios a él, y severas sanciones para los perpetradores.” “Venezuela en 30 años”, es el sueño de Chávez hecho realidad.

Es un privilegio contar con visionarios en las filas de la revolución socialista.

¡VOLVAMOS A CHAVEZ!

GENOCIDIO EN GAZA

Se cumplió un año del inicio de la intervención militar isarelí en la Franja de Gaza, en la Palestina ocupada. Lo primero que hay que decir, es que no hay nada que justifique el genocidio en Gaza. Sin avalar el asesinato de civiles por parte de Hamas del 7 de octubre, hay que precisar que ello no es el origen del conflicto militar; éste se remonta a mas de 70 años, cuando Palestina fue ocupada, con aquiescencia de los países occidentales, los mismos que hoy guardan silencio ante la tragedia palestina. 

El pueblo palestino es la víctima en la ocupación y el colonialismo israelí, y, por tanto, tienen legítimo derecho de luchar  por su independencia contra la potencia ocupante. Israel ha acumulado un enorme poderío militar, gracias al sostenido apoyo militar y económico que ha recibido –fundamentalmente de los Estados Unidos, Inglaterra y otros países europeos–, convirtiéndolo en un enclave militar y expansionista y pieza clave de occidente, para mantener una permanente presencia e influencia en la estratégica región del Medio Oriente.  

Las fuerzas políticas mayoritarias de Israel, que mantienen en el poder a Netanyahu, no sólo son políticamente de extrema derecha, sino que son representantes de la ideología sionista, aquella que pregona la supremacía racial de los israelíes sobre los árabes y tienen como objetivo declarado la ocupación de todos los territorios de Palestina y más allá, hasta las riberas del Río Jordan, que, según ellos, les pertenece por voluntad de Dios.  

Para lograr este objetivo, Israel ha venido avanzando en la ocupación de todos los territorios, expulsando al pueblo palestino, reduciéndolo a vivir en verdaderos “ghettos”, para luego aniquilarlos, como están haciendo dentro de la Franja de Gaza y en buena parte de los territorios ocupados de Cisjordania. 

Lo que hace Israel contra el pueblo palestino es, en la práctica, “la solución final” que impusieron los nazis a los judíos: desplazarlos y aniquilarlos, hasta ser expulsado de su territorio. Ese ha sido el objetivo declarado por los más conspicuos representantes del gobierno de Netanyahu: el ministro de defensa, Yoav Gallant, y el ministro del interior, Moshe Arbel.

El genocidio de Israel en Gaza, tiene números aterradores. En un año de implacable y desproporcionada acción militar, han sido asesinados 41.800 palestinos, de los cuales el 60% son mujeres y niños, y heridos más de 95 mil.  Para ser más preciso, en tan sólo un año, Israel ha asesinado a más de 16 mil niños palestinos. Éstos, los niños palestinos, son objetivo militar de Israel, quienes aducen que son “potenciales terroristas”. No sólo han muerto casi 17 mil niños, lo cual resulta el número más alto en un año de cualquier conflicto militar desde la II Guerra Mundial, sino que no menos de mil han sufrido mutilaciones en sus extremidades, y más de 17 mil han quedado huérfanos. 

Israel ha violado todos los Acuerdos Internacionales en materia de Derechos Humanos, así como la Convención de Ginebra y los Tratados Internacionales para Conflictos Armados. Ha bombardeado 26 hospitales y 477 escuelas. Ha asesinado más de 200 trabajadores humanitarios de las Naciones Unidas, más de 100 periodistas y destruido 170 mil edificios, arrasando con la infraestructura de servicios, especialmente, electricidad y agua, así como las mezquitas en Gaza.   

Dos millones de palestinos, que sobreviven prisioneros en Gaza, tienen que desplazarse permanentemente de una u otra zona bajo ataque de Israel; incluso, se han lanzado desesperadamente a las orillas del mar, porque ni siquiera en los campos de refugiados escapan a la masacre israelí. 

La superioridad militar de Israel es enorme. La maquinaria bélica de asesinar niños y civiles palestinos, es alimentada continuamente con las bombas de gran potencia y precisión, suministradas –en un flujo de la muerte permanente– por parte de los Estados Unidos y otros países occidentales.

La mortífera precisión que ha alcanzado el armamento israelí, gracias al apoyo tecnológico de las grandes corporaciones norteamericanas, le permite incluso identificar por voz e imagen a su víctima, antes de realizar un bombardeo preciso. No hay errores en las acciones militares de Israel, y por ello son actos punitivos, que van desde el asesinato de líderes y periodistas palestinos, hasta el de sus familias y cualquier objetivo que las fuerzas israelitas considere necesario barrer del mapa, para seguir aterrorizando al pueblo palestino y, finalmente, doblegarlos en su voluntad de luchar e incluso, de vivir. 

Mientras, en los territorios ocupados de Cisjordania, las fuerzas militares de Israel, junto a los colonos israelíes, han asesinado a más de 600 palestinos, y encarcelado a no menos de 7.500, realizando permanentes “pogroms” o “noches de cuchillos largos”,  con agresiones contra los habitantes de dicho país y el incendio de sus casas, así como la ocupación de sus propiedades.   

El silencio de las potencias mundiales, ante el genocidio cometido por Israel en Palestina –particularmente las de occidente, que lo sostienen–, es la expresión trágica del “doble standard” que rige sus políticas internacionales. Pero, la inacción de las poderosas monarquías del Golfo, es una puñalada a la noble Causa del Pueblo Palestino, convirtiéndose en una postura cruel que, por sus propios intereses económicos y alianzas políticas, han dado la espalda a la lucha justa del mundo árabe.

Sólo Qatar, Egipto y, en mucho mayor medida, Irán, han denunciado a viva voz lo que sucede en Palestina, así como el genocidio que allí se perpetra. 

La realidad es que los que tienen posibilidades de incidir y detener el genocidio, han preferido callar, ver hacia otro lado, mientras Israel desarrolla una verdadera limpieza étnica en los territorios palestinos. 

Pocas voces se han levantado en contra del genocidio en Gaza. Una de ellas, la del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, quien –por supuesto– fue declarado “persona non grata” por Israel. Los órganos del Sistema de las Naciones Unidas han informado y reportado, permanentemente y desde el terreno, las atrocidades cometidas por Israel en Gaza. Pero, en el Consejo de Seguridad, donde hace 20 años se autorizó la invasión norteamericana en Irak (por la supuesta presencia de armas de destrucción masiva), los Estados Unidos veta, una y otra vez, cualquier iniciativa para poner fin al conflicto, incluso, la del cese al fuego.  

Por su parte, Sudáfrica, en representación del sentimiento anticolonialista que viven sus pueblos y el espíritu de justicia de Nelson Mandela, introdujo una demanda ante la Corte Penal Internacional, denunciando a Israel por la comisión de crímenes de lesa humanidad y pidiendo orden de captura en contra de Netanyahu y su ministro de la defensa, esto último,  aún no ha sido decidido. Como siempre, se impone la impunidad del poder.  

Es impresionante la enorme manipulación mediática que las corporaciones internacionales de propaganda hacen a favor de la agresión militar israelí. Para empezar, mencionan como origen de todo el conflicto lo sucedido el 7 de octubre de 2023, mintiendo descaradamente sobre sus raíces (la ocupación de Palestina por parte de Israel), silenciando el permanente desplazamiento del pueblo palestino, desde la Nakba de 1947, hasta hoy día, siempre bajo la agresión militar israelí que los ha acorralado o expulsado de su propio país. 

Por otra parte, se refieren al genocidio como “la guerra entre Israel y Hamas”, cuando ello no es ninguna guerra. La superioridad militar de Israel, es abrumadora. La respuesta de los distintos grupos armados palestinos, que luchan contra la ocupación, entre ellos, Hamas, no puede detener la maquinaria militar israelí, que actúa, sobre todo, desde el aire, con sus drones, jets y bombas de precisión. La resistencia palestina es heroica, pero, obviamente, no puede detener la agresión militar israelí. 

Sin embargo, la propaganda internacional justifica el genocidio palestino, en una supuesta lucha contra Hamas, así como, ahora justifica los bombardeos contra Beirut, en una contra hacia Hezbolá. No les importa que el Líbano sea otro país, donde, por cierto, Hezbolá es un partido político legal, con una importante representación y factor determinante en el precario equilibrio en esa nación, que estuvo sacudida por años de cruenta guerra civil. 

Pero a Netanyahu no le importa, justifica el asesinato de más de 2 mil libaneses y los masivos bombardeos en contra de Beirut y el sur del Líbano, con una guerra contra Hezbolá, como si ésta fuera una guerra justa. 

Netanyahu sigue en desarrollo de su política militar agresiva y criminal, sin importarle ninguna Convención Internacional, ni la Carta de las Naciones Unidas. De hecho, voló a la Asamblea General de la ONU para insultar a dicho organismo y a los países allí representados, mientras daba la orden de asesinar, nuevamente con una bomba de alta potencia,  a Hassan Nasrallah (líder de Hezbolá), justificando ante el mundo el terrorismo de Estado. 

Ahora se baten vientos de guerra con Irán, quien ha respondido a los sucesivos bombardeos y agresiones israelíes en contra de sus líderes y, más aún, de su Embajada en Damasco. Ésta pareciera ser la “guerra deseada” por Israel y los actores internacionales que lo sostienen, incluyendo –lamentablemente– algunas monarquías del Golfo Pérsico. Se espera, en cualquier momento, una retaliación de Israel, al lanzamiento de misiles por parte de Irán el pasado primero de octubre.

Israel y los Estados Unidos, están decidiendo en este momento dónde golpear a Irán, si a sus instalaciones petroleras o las nucleares. 

Aquí se abre cualquier escenario de escalamiento de un conflicto que puede tener graves consecuencias para la humanidad, más aún, si se agregan a ello las tensiones y la guerra, tras la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022.  

Los “perros de la guerra” avanzan. Miles y miles de víctimas inocentes pagan con su vida por un orden internacional injusto, donde persisten tragedias como la del Pueblo Palestino, donde la verdad es un tabú y los mas altos valores de la humanidad son sacrificados por los intereses del poder y la fuerza.  

Lo que sucede en Gaza, es una prueba para todos los pueblos del mundo. Tener conciencia del horror de la guerra, de la impunidad del poder, del colonialismo y de la opresión de un pueblo. El pueblo de Bolívar, no puede resignarse a vivir bajo la violencia y la razón de la fuerza. No podemos perder nuestra grandeza, nuestro amor a la humanidad, a la esperanza. 

Justamente, porque estamos en la oscura noche del madurismo, en el éxodo de nuestra patria, debemos elevar el pensamiento, no ser indiferentes, ver lo que sucede alrededor del mundo y no conformarnos con vivir en el abismo. Existen razones sagradas para luchar por nuestro país y los pueblos del mundo. 

Lástima que en nuestro país no existe más la voz valiente y el ejemplo de Chávez. Hoy, Venezuela, en su propia tragedia, otrora voz de esperanza y fuerza para fijar una postura ante el mundo, perdió toda relevancia internacional. Ni siquiera maneja el petróleo (está en manos de la Chevron o la OFAC). A nadie le interesa lo que diga este gobierno, sobre todo, porque no tiene moral alguna para levantar su voz en contra de la injusticia, mientras oprime a su propio pueblo.

“…Y, SIN EMBARGO, SE MUEVE”

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Esta frase («Eppur si muove”, en su idioma) es atribuida al físico y astrónomo italiano Galileo Galilei, luego que fue obligado a abjurar de su visión heliocéntrica del mundo ante el Tribunal de la Santa Inquisición en 1633. 

Pasada la época oscura de atraso y violencia de la Inquisición, las ideas de Galileo se impusieron, demostraron ser ciertas y resultaron en una contribución extraordinaria al pensamiento de la humanidad y el avance de la revolución científica. «Eppur si muove”. 

Este episodio del susurro desafiante de Galileo, colocado ante la hoguera de la inquisición, lo traigo a colación para insistir en dos temas estrechamente vinculados, que no se entienden, o no se quieren entender, en las actuales condiciones en el mundo político venezolano: sin el CHAVISMO, no puede haber un cambio político en el país; e inmediatamente precisar que el CHAVISMO y el MADURISMO son dos cosas distintas, antagónicas. 

Sin embargo, el madurismo, que tras la muerte del Presidente Chávez asaltó el poder para frenar el avance revolucionario bolivariano y acabar con la V República, sí que lo entiende, y muy bien. Ellos saben que se las pueden arreglar o derrotar políticamente a los sectores tradicionales de la oposición, a los cuales conocen bien, saben dividirlos y manejarlos; pueden, incluso, convivir con su base social tradicional, incluyendo los sectores económicos como Fedecámaras o las transnacionales petroleras, y también con los EEUU; pero con el Chavismo, no. Al Chavismo tienen que derrotarlo, desaparecerlo como opción política, subversiva, peligrosa, para el nuevo orden.

Esta idea, tan precisa y poderosa, es lo que explica el cuadro de la situación política actual: en el país NO existe una alternativa revolucionaria, bolivariana, chavista, que luche por el poder. 

El chavismo de Chávez, existe como bloque histórico. Está allí, en el pueblo, en la Fuerza Armada, donde su prédica y su ejemplo dejaron una honda huella. Sin embargo, carece de liderazgo. 

El madurismo, consciente de su deriva derechista y de la existencia del Chavismo como fuerza, ha descabezado al campo Bolivariano y al liderazgo que podría conducirlo para retomar el poder y el camino trazado en el Plan de la Patria. Lo ha despojado de contenido, tal como han hecho con el PSUV, convertido en un partido Adeco. 

Por ello, el gobierno ha sido implacable y violento en contra del chavismo de Chávez, de su liderazgo auténtico, leal al pueblo y al socialismo. Nos ha colocado en el ostracismo, reprimido y perseguido con fuerza. 

Otra parte del liderazgo chavista –lamentablemente, buena parte de él– está disperso, neutralizado, alejado de todo. Muchos han preferido el silencio, no hacer nada, con la eterna excusa “táctica” de que “no es el momento”, para, finalmente y sin darse cuenta, convertirse en un sujeto político inofensivo. Otros, sobre todo militares, se han transformado en otra cosa que sería impensable el 4 de febrero, siendo lo que sea, “hasta emprendedores”, menos chavistas.

Quien quiera ubicarse, a quién le asalte la duda de saber en qué campo está, solo revise lo que hizo Chávez con el Petróleo, con PDVSA, con la Soberanía, con la economía, con el Pueblo, las Misiones y Grandes Misiones, y compare lo que ha hecho el actual gobierno en los mismos sectores. Quien quiera comparar el país de Chávez, con el «milagro» madurista, solo vea alrededor la pobreza, el salario mínimo, la injusticia, la desigualdad; pregunte cuántos se han ido del país y si vive con miedo a opinar, si puede decir lo que piensa.

Por su parte, los sectores políticos de la oposición tradicional, su liderazgo, NO supieron conducir y capitalizar el descontento enorme que existe en el país en contra del gobierno y, mucho menos, aprovechar y conducir la reacción popular después del fraude del 28 de julio. Le echaron un balde de agua fría. No entienden a los sectores populares o no son capaces de trabajar con ellos; pensaban reeditar las manifestaciones del Este de Caracas, sin considerar que buena parte de su base social se fue del país. Sus peleas internas no le permitieron apoyar un mismo curso de acción, donde muchos de sus líderes arrastraron los pies. La intolerancia y prepotencia de sus dirigentes fundamentales, no les permitió establecer una política de alianza o un mensaje inclusivo para el Chavismo, más allá de un tuiter. 

No lo hicieron porque no creen en ello, pensaron que estar arriba de la ola es para siempre, se les nubló el pensamiento político y su propuesta programática sigue siendo absolutamente anti-chavista. Y eso lo sabe la gente, el chavismo, civil y militar. 

Pensaron que bastaba con ofrecer “garantías” a la cúpula del madurismo, sin entender que al Chavismo, eso no le importa. 

El Chavista requiere de garantías y políticas mucho más amplias y concretas, entre ellas: restablecer la Constitución, la Soberanía Petrolera; retomar el control de la economía; atender a los más pobres; no entregar o privatizar el país; no iniciar una nueva razzia de persecución e intolerancia política (para eso, ya tenemos al actual gobierno); no arrasar con las Fuerza Armada Bolivariana. 

En fin, el Chavismo quiere un cambio político, sacar al madurismo del poder. En todos los sectores populares, bastiones del chavismo, perdió el candidato del gobierno; pero, al mismo tiempo, no quiere volver a la IV República. El Chavismo quiere reconquistar lo que el madurismo le ha arrebatado.

Como hemos escrito, en el país existe una nueva situación, después del fraude del 28 de julio. Los estrategas del madurismo pensaron que, con una elección express, un “blitz” electoral, podrían conquistar su añorada legitimidad perdida, pero salieron con las tablas en la cabeza y están más aislados que antes. Ni siquiera los gobiernos más cercanos, de los presidentes Lula, Petro, López Obrador, lo reconocen; mucho menos, el presidente Boric. 

Hasta el 10 de enero de 2025, tenemos un gobierno en funciones que actúa desconociendo los resultados o sin mostrar las actas electorales. Pero a partir de ese 10 de enero, si maduro se juramenta como presidente en esta situación absolutamente inconstitucional, tendremos un gobierno sin sustento legal ni legitimidad constitucional, un gobierno impuesto por la violencia.

En 1952, la Junta Militar en Venezuela realizó unas elecciones para elegir una Asamblea Nacional Constituyente, que redactaría una nueva Constitución y nombraría un presidente provisional. Aunque los principales partidos políticos, AD y el Partido Comunista, estaban prohibidos, participaron URD y Copei. Sorprendentemente (a pesar de todas las ventajas que tenían), la Junta Militar perdió y URD, liderada por Jóvito Villaba, obtuvo el 62,8% de los votos. La Junta Militar desconoció los resultados, metieron a Jóvito Villaba en un avión y lo sacaron del país, y a partir de allí se instaló, formalmente, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que pocos años después, el 23 de enero de 1958, fue derrocada por la Junta Patriótica de Gobierno, presidida por Fabricio Ojeda y que agrupaba a todos los factores políticos del país.

Ésto es un pasaje de nuestra historia contemporánea, con aprendizajes, aciertos y errores. El Partido Comunista y la Acción Democrática de la resistencia, eran de índole progresista, opciones revolucionarias a la dictadura Perezjimenista; sin la existencia de estas dos organizaciones políticas, la dictadura, probablemente, hubiese durado mucho más. Sin embargo, el liderazgo político de entonces, sobre todo la de estos dos partidos en la resistencia, lograron entender la necesidad de unificar esfuerzos para tomar el poder, un objetivo que alcanzaron. 

Lo que sucedió luego de la victoria del 23 de enero, es otra historia, con muchas enseñanzas para los revolucionarios. Pero la prioridad, es salir de la Dictadura, como lo fue entonces el salir de Pérez Jiménez, de Benito Mussolini o del mismo Pinochet. Como dijo Salvador Allende, en su última alocución a su país, el 11 de septiembre de 1973,  desde Radio Magallanes, cuando se producía el infame Golpe de Estado: “se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre”. De eso se trata.


Reivindicar a Chávez, el auténtico, rescatarlo de la manipulación y la intolerancia, ser leal a su obra y pensamiento, es una de las posturas políticas más peligrosas en el país. Los que nos mantenemos con Chávez y el socialismo, somos objeto de verdaderos linchamientos morales y la más feroz persecución política; pero, en verdad les digo, y parafraseando a Galileo Galilei, que “…y, sin embargo, se mueve”.

“YO, EL SUPREMO”

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Observando los últimos acontecimientos en nuestra atribulada patria, me viene a la mente la obra de ese gran escritor paraguayo, Augusto Roa Bastos, escrita en 1974 y titulada “Yo, el Supremo”, inspirada en la figura de Gaspar Francia, dictador paraguayo que se mantuvo en el poder entre 1814 y 1840. 

En la novela, Roa Bastos, hace una excelente relación de los argumentos con los que el autócrata pretende justificar su permanencia en el poder, con la ayuda de su incondicional secretario, “Patiño”. 

El Dictador, solitario y repudiado por su pueblo, mediante circulares y decretos, busca defender su figura, reconstruyendo la historia del Paraguay, y “el camino revolucionario” que él, Gaspar Francia, impulsó para llegar a instaurar su “Dictadura Perpetua”. También se desliga de las críticas sobre la violencia y el terror de su gobierno, y justifica su accionar en los objetivos de liberar a la República del acecho de “enemigos extranjeros”.

No dejan de sorprender las similitudes entre las peripecias de Patiño y las torpes astucias del dictador, con lo que sucede actualmente en Venezuela, donde el madurismo busca la manera de justificar la violacion de la Constitución, para instaurar su propia “Dictadura Perpetua”. 

Podríamos citar, igualmente, “El Oficio de Difuntos”, obra de nuestro gran Arturo Uslar Pietri, que retrataba perfectamente la dictadura de Juan Vicente Gómez; o podría ser “El Señor Presidente”, del Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, inspirada en la dictadura de Manuel Estrada Cabrera; “La Fiesta del Chivo”, donde el Premio Nobel Vargas Llosa, retrata la terrible dictadura de Rafael Leonidas Trujillo (Chapita) en República Dominicana; o la obra maestra del Premio Nobel colombiano,  Gabriel García Márquez, “El Otoño del Patriarca”, donde el Gabo desmitifica la figura del dictador como tal, que podría ser cualquiera de los que ha azotado la América Latina, para colocarlo en su justa dimensión de un tirano con ambición, ego, violencia e intereses personales. 

Lástima, que lo que vivimos en Venezuela no es la ficción ni el realismo histórico o mágico de una obra de la narrativa latinoamericana, sino la tragedia de nuestro pueblo, con un gobierno que ha destruido al país para satisfacer sus propios intereses, y nos ha llevado a una situación de opresión y pobreza, donde se ha impuesto una terrible niebla de miedo y desesperanza en el pueblo. 

Lo que sucede en Venezuela es la consolidación de una situación, donde la violencia del Estado se impone sobre las justas aspiraciones del pueblo, que ha buscado, en las vías constitucionales, la manera de ejercer la soberanía sobre sus propios asuntos. 

La nueva realidad del país nos retrograda a los momentos de oprobio y atraso superados en América Latina, cuando se liberó de las dictaduras que azotaban a nuestros pueblos y luego entró en una época luminosa, que tuvo su clímax en la Región con los gobiernos progresistas –unos– y revolucionarios –otros– de Chávez, Kichner, Lula, Pepe Mujica, Evo Morales, Rafael Correa, entre otros.  

La condición fundamental de este empoderamiento popular que se abrió en América Latina en esos años, fue que la legitimidad de estos gobiernos descansaba en el Principio de que la Soberanía reside en el pueblo. 

Sin embargo, pocos países y liderazgos han resistido a la ola restauradora de gobiernos reaccionarios en nuestra Región, luego de la muerte del Presidente Chávez, uno de los líderes fundamentales de este proceso.  Solamente, los gobiernos progresistas del Presidente Lula Da Silva, Gabriel Boric, Gustavo Petro, en Brasil, Chile y Colombia, respectivamente,  han podido sostenerse con base en la legitimidad que otorga el pueblo.  

Así, lo que sucede en Venezuela es un retroceso, no sólo en términos políticos y de las libertades fundamentales, sino económicos y sociales, cuando éste gobierna para satisfacer los intereses de las élites económicas, tanto las tradicionales, como las nuevas, que los sostienen en el poder.

El gobierno quiere pasar la página del fraude. Ni siquiera ha sido capaz de mostrar las Actas de las mesas de votación. El CNE está en desacato de la Ley; el TSJ viola la Constitución; el presidente se juramenta, sin cumplir los requisitos legales. Pero parece que nada de esto importa, como no le importó a Carmona aquel ignominioso 12 de abril de 2002.

Los  nombramientos de ministros en el gobierno son más de lo mismo, un enroque, un cambio de barajitas. No existe un propósito verdadero, ni honesto, de cambiar nada en el país. No hay autocrítica, no hay discusión, ni intención de enmienda. Están agotados y decididos a mantenerse en el poder, a pesar de tener un mayoritario rechazo popular y de violar la Constitución.

En el área petrolera, sin duda, la más importante del país, las  autoridades designadas responden a la intención del gobierno de profundizar la entrega del petróleo y el gas, así como, lo que queda de PDVSA. Nada cambiará, el petróleo sigue en manos de la Chevron, el gas de las transnacionales de Trinidad y Tobago y la producción por debajo del millón de barriles/día.

Las  nuevas autoridades no tienen nada de nuevo para el sector. Son las mismas caras en distintos cargos. Han estado allí, a los máximos niveles de dirección, desde que inició el colapso de la industria petrolera, con la arremetida y persecución de la que fueron víctimas cientos de trabajadores y gerentes petroleros, muchos de los cuales, aún están presos, sin ningún tipo de derechos.  

Es decir, en el sector más importante de la economía nacional, no se espera nada nuevo: seguirá el desmantelamiento de nuestra Política de la Plena Soberanía Petrolera del periodo Presidente Chávez, cuando, por cierto, manteníamos una producción promedio de 3 millones de barriles/dia de petróleo, sosteníamos las garantías sociales y a la economía nacional. 

A pesar de la compleja situación del país, el gobierno no anuncia ningún plan serio, ninguna política de cambio; al contrario, insiste en la violencia y la manipulación para sostenerse en el poder.

Ahora tratan de recoger los platos rotos en el Chavismo. Cada vez está más claro que el pueblo chavista no les cree, no los apoya. En las últimas elecciones el gobierno perdió por paliza en los Estados, parroquias y sectores tradicionalmente chavistas. Ahora llaman a un “Congreso” del Chavismo, donde ellos mismos deciden quién es “fundador” o no del chavismo, quién “estuvo o no” con el Comandante. Las ausencias son enormes, notables. No pueden ocultar los hechos, ni cambiar la historia.

Volviendo a la narrativa latinoamericana, hay un pasaje de la obra del Gabo, en el “Otoño del Patriarca” donde el autor, refiriéndose al dictador, dice: “Para él, las estaciones del año eran meras formalidades, que podía cambiar a su antojo. Cada vez que se aburría de la primavera, decretaba el verano; si el invierno le parecía un fastidio, lo convertía en otoño”. 

Esto, aunque parezca un chiste, pasa en nuestro país con las navidades, con la historia del chavismo, con el avión en República Dominicana, con el Esequibo y con las novelescas denuncias de “complots” e “intentos” de golpe de Estado. 

Ahora hay nuevos enemigos “extranjeros”. Se arremete contra quien sea, pero se olvidan cosas fundamentales, con inconsistencias discursivas: quien negocia en secreto con los EE.UU. es el gobierno; quien ha entregado el petróleo a la Chevron (EE.UU.), es el gobierno; quien recibió a Erik Prince (fundador de Blackwater, hoy Academi, principal contratista militar privada estadounidense) en noviembre de 2019 en Caracas, fue el gobierno; quien permitió a la Exxon-Mobil (EE.UU.) instalarse en el Esequibo, fue el gobierno. Y ahora, se olvidó del tema. Así como estos, hay innumerables ejemplos, mientras seguimos en el abismo.  

Es como para dejar la indiferencia o el miedo. Reflexionar, pensar un poco en el futuro del país.