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Rafael Ramírez: «PDVSA está en vías de privatización»

 

He denunciado sucesivamente, en mis escritos y entrevistas, que PDVSA está en vías de privatización, que se entrega a empresas transnacionales, como se hizo con el Arco Minero.

Rafael Ramírez: «Nadie le cree a Maduro»

 

Nadie le cree a Maduro, cuando afirma que “desde el exterior” se sabotea la producción petrolera. Todo el país sabe, que, desde la intervención de PDVSA, en agosto del año 2014 se ha producido, de manera insólita, la persecución y desmantelamiento de sus estructuras operacionales, de sus liderazgos, se han encarcelado Directivos, trabajadores y gerentes, acusándolos de corrupción, pero sin darle juicio, ni derecho a la defensa, destruyendo la moral y la autoestima de toda la empresa, que hoy, sus profesionales, abandonan por miles.

Rafael Ramírez: «Maduro miente»

 

Maduro miente. No es verdad que su gobierno haya padecido los precios de petróleo mas bajos de la historia. Nó. La verdad es que, a finales de los noventa, el precio de nuestra cesta rondaba los 10 dólares el barril; así lo recibió el Comandante Chávez; luego, hasta el año 2005 nuestro precio se mantuvo entre 22 y 40 dólares el barril; en el año 2009, nuestro precio cayó hasta los 30 dólares el barril. Fue sólo durante un período de 4 años que el precio estuvo entre 95 y 100 dólares el barril, y fue precisamente gracias al liderazgo del Comandante Chávez y a nuestro trabajo en el seno de la OPEP

Rafael Ramírez: «Les hablo desde el exilio»

 

Compatriotas, me dirijo a ustedes, ante los anuncios hechos por el presidente Maduro en el ámbito económico. Son anuncios hechos a destiempo y carentes de un Plan; además han sido antecedidos de un conjunto de mentiras y excusas. Los hace un gobierno débil, sin credibilidad ni autoridad ante el país, responsable de la mas profunda crisis que hayamos jamás confrontado los venezolanos.

A toda la patria

Compatriotas, me dirijo a ustedes, ante los anuncios hechos por el presidente Maduro en el ámbito económico  Son anuncios hechos a destiempo y carentes de un Plan; además han sido antecedidos de un conjunto de mentiras y excusas. Los hace un gobierno débil, sin credibilidad ni autoridad ante el país, responsable de la mas profunda crisis que hayamos jamás confrontado los venezolanos.

Les hablo desde el exilio, donde me encuentro, producto de la persecución política de Maduro y su Fiscal; me persiguen por denunciar este desastre y no avalar la destrucción del país. A pesar de ello, sigo luchando, como siempre, al lado de los intereses del pueblo y los trabajadores, recibo sus mensajes y comparto sus preocupaciones.

Comienza el presidente Maduro su alocución, evadiendo su responsabilidad, como si acabara de llegar al gobierno. Le echa la culpa de la crisis, a la Política Petrolera del Comandante Chávez. Me trata de utilizar, a pesar de que ya tengo cuatro años fuera de PDVSA y fuera del país, como el «chivo expiatorio» de su fracaso.

Maduro miente. No es verdad que su gobierno haya padecido los precios de petróleo mas bajos de la historia. Nó. La verdad es que, a finales de los noventa, el precio de nuestra cesta rondaba los 10 dólares el barril; así lo recibió el Comandante Chávez; luego, hasta el año 2005 nuestro precio se mantuvo entre 22 y 40 dólares el barril; en el año 2009, nuestro precio cayó hasta los 30 dólares el barril. Fue sólo durante un período de 4 años que el precio estuvo entre 95 y 100 dólares el barril, y fue precisamente gracias al liderazgo del Comandante Chávez y a nuestro trabajo en el seno de la OPEP.

Nadie le cree a Maduro, cuando afirma que «desde el exterior» se sabotea la producción petrolera. Todo el país sabe, que, desde la intervención de PDVSA, en agosto del año 2014 se ha producido, de manera insólita, la persecución y desmantelamiento de sus estructuras operacionales, de sus liderazgos, se han encarcelado Directivos, trabajadores y gerentes, acusándolos de corrupción, pero sin darle juicio, ni derecho a la defensa, destruyendo la moral y la autoestima de toda la empresa, que hoy, sus profesionales, abandonan por miles.

El presidente Maduro ha nombrado sucesivas Juntas Directivas de PDVSA, todas extrañas al sector, desconocedoras del funcionamiento de la empresa, actúan motivados por los intereses de los grupos a los cuales representan. Paralizaron los procesos claves de la empresa. Señor presidente, PDVSA se ha desmoronado bajo su dirección. Hoy día nuestra empresa, que en el 2014 producía 3 millones de barriles día de petróleo y abastecía al mercado interno, hoy, a duras penas, produce un millón de barriles día; sus refinerías operan parcialmente y sus exportaciones están comprometidas con los acreedores que usted ha contratado. La destrucción de PDVSA, es responsabilidad de Maduro y sus equipos.

He denunciado sucesivamente, en mis escritos y entrevistas, que PDVSA está en vías de privatización, que se entrega a empresas transnacionales, como se hizo con el Arco Minero.

Miente Maduro, cuando afirma que el Comandante Chávez no sufrió agresión financiera, ni guerra económica, ni bloqueo al financiamiento. Nó, jamás tuvimos posibilidades de acceder a las fuentes tradicionales de financiamiento, ni al crédito y PDVSA ha sido objeto de sanciones desde el año 2010.

Por eso, mas que nunca, mantuvimos y cuidamos la producción de PDVSA, y con sus exportaciones, y sus fortalezas pudimos apalancar mecanismos alternativos de ahorro y financiamiento: el Fonden, el Fondo Chino, créditos rusos y sí, emisiones de bonos en el mercado internacional, pero además, por primera vez, en el mercado nacional, entre los venezolanos.

La gran diferencia, es que, en el gobierno de Chávez, ni él, ni su equipo económico, improvisábamos, ni se evadían responsabilidades. Pudimos darle al país estabilidad y crecimiento económico, a pesar de haber sufrido golpes de Estado, Sabotaje Petrolero, Plaza Altamira, desestabilización, violencia política, y todo tipo de problemas.

No sabe o miente descaradamente Maduro, cuando afirma que el control de cambios fue lo que garantizó los ingresos para el desarrollo social. Nó, señor presidente, fue precisamente nuestra Política de Plena Soberanía Petrolera: el ajuste de regalías, la reforma fiscal petrolera, la migración de los convenios operativos y la nacionalización de la Faja, lo que nos permitió, a través de PDVSA, esa, la «Roja Rojita», captar mas de 500 mil millones de dólares en el período en el cual estuvimos justamente nosotros, al frente de la Política y la empresa, dinero que entregamos al Ejecutivo Nacional, es decir, al Gobierno del Comandante Chávez, para hacer, como lo hicimos, con gran éxito, y por primera vez en nuestra historia petrolera, una distribución popular y revolucionaria de la renta, a favor del pueblo.

Ésta es una verdad gigantesca que, sin embargo, usted insiste en omitir.

Presidente, este monto de 500 mil millones de dólares, incluye los 45 mil millones de dólares que le entregamos sólo en 2014 a su Cencoex, para salir de la crisis, la cual advertí en los documentos que le entregué en sus manos, y que expuse al país y al III Congreso del PSUV. En aquel año, estábamos a tiempo de desarrollar las propuestas del Plan que le presentamos. Ud. no hizo nada, al contrario, nos alejó y nos extrañó del país.

Nuestra Política Petrolera, es lo único que nos salvará de esta profunda crisis. No se puede decretar el fin del modelo petrolero, si no nos reconocernos como país petrolero, se está cometiendo un grave error estratégico y es la antesala, la justificación, para privatizar PDVSA y la entrega del petróleo.

Sólo la renta petrolera, será capaz de mantener nuestras conquistas sociales, y superar nuestro modelo económico por uno basado en el trabajo.

Maduro señala que «se ha instalado un modelo económico del capitalismo salvaje». Es cierto, pero ello ha sido así durante su gobierno, desde que es usted Presidente. Ésto se expresa en la hiperinflación, ciertamente criminal, la mega devaluación, la especulación, el desabastecimiento y la destrucción del aparato productivo. ¡Usted le ha hecho mucho daño a la posibilidad socialista y a todo el país!

El presidente Maduro pide que midamos por resultados, yo lo reto a que demuestre que su gestión, ha sido mejor que la del Gobierno del Presidente Chávez. No puede usted seguir escudándose en los bajos precios del petróleo, también los tuvimos antes; ni en la guerra económica, siempre la sufrimos; ni las conspiraciones, siempre las ha habido. Los resultados están a la vista.

Se anuncia la eliminación de 5 ceros a la moneda, ésto, de manera aislada, sin un plan, es como maquillar a un muerto. La política monetaria de su gobierno, no existe; se han mantenido valores artificiales del bolívar respecto al dólar, sólo para enriquecer a las élites que han tenido acceso a las divisas del Estado.

Este anuncio es una medida efectista, que pronto se diluirá en la realidad. Nadie cree en la conducción económica del gobierno; se imprime dinero inorgánico, sin respaldo, con lo cual se sostiene la mentira de que se protege al pueblo, con bonos y aumentos que se los traga la inflación en cuestión de horas. Hoy día somos mucho mas pobres que hace tan solo cinco años.

El «petro», además de inconstitucional, es un fraude, al no tener posibilidades de transarse. No circula, nadie lo intercambia, es una mentira mas. Sin embrago, se anuncia que el «Bolívar Soberano» se anclará al «petro», que no existe como referencia en la economía, que no se sabe su valor, que nadie acepta.

Se colocan en respaldo del «petro» reservas petroleras, las del Bloque Ayacucho 1 de la Faja Petrolífera del Orinoco, que son propiedad de la Nación, y por tanto, como establece la Constitución y la Ley Orgánica de Hidrocarburos, del Comandante Chávez, son inembargables, imprescriptibles e inalienables, pero además, deben ser extraídas del subsuelo, con grandes inversiones, por la industria petrolera nacional.

Igualmente, se le asigna el Bloque Ayacucho 2 al Banco Central de Venezuela. Nuevamente, se viola la Constitución. Éstas medidas sólo significan que el gobierno de Maduro está listo para privatizar la Faja Petrolífera del Orinoco y emitir títulos de propiedad para ser transados por los especuladores financieros.

Éstos, son los aspectos mas graves de los anuncios hechos, es importante denunciarlos porque es que la economía define el rumbo del país, y estos anuncios lo único que confirman los mismos es que vamos directo al abismo, que seguiremos en este caos, de un gobierno improvisado y autoritario.

El presidente, descalifica y persigue la crítica, la criminaliza, como si este ejercicio democrático fuese un delito o una moda. ¿Es acaso una «moda y un show», el hambre que padece nuestro pueblo, los niños comiendo de la basura?, ¿las mafias del «bachaqueo» y el contrabando?, ¿el aumento de la pobreza, de la mortalidad infantil, el regreso de las enfermedades que fueron erradicadas hace mucho tiempo?, ¿que no haya medicinas, luz, agua, transporte?

¿Es que acaso no debemos denunciar y preocuparnos porque nuestros jóvenes y profesionales salen por cientos de miles, como pueden del país, a donde sea, porque no ven futuro, porque no aguantan mas?, ¿es pura «moda y show» aspirar al buen vivir del pueblo?, ¿que expresemos nuestras preocupaciones, advertencias, desde una posición revolucionaria, es acaso un delito, una traición?

Pregunto, ¿por qué debemos callar ante la destrucción de PDVSA, de las Misiones, de las empresas del Estado?, ¿Vamos a guardar silencio ante la entrega de la Faja Petrolífera, del Gas, del Arco Minero?, ¿por qué se deben ignorar las protestas legítimas del pueblo, la marcha campesina, el sector salud?, ¿por que se debe callar ante el autoritarismo y la permanente violación de nuestra Constitución?

Hay una realidad inocultable. El gobierno no tiene mas tiempo, ni para seguir ensayando, ni para mas de lo mismo. El país no aguanta. Estamos ante la posibilidad cierta de una conmoción política, o de un zarpazo del fascismo o de una agresión externa. Por ello, necesitamos un gobierno capaz de defender al Pueblo, defender a la Patria.

Usted presidente está instigando de manera peligrosa una confrontación con Colombia, pero al mismo tiempo, guarda un silencio cómplice, mientras la Exxon Mobil, una de las transnacionales petroleras mas agresivas del mundo perfora en aguas territoriales del Esequibo, en reclamación con Guyana. La Exxon Mobil, ante el silencio del gobierno nacional, anuncia que este mismo año producirá 120 mil barriles día de petróleo y que en el 2024 que producirá 750 mil barriles día de petróleo, petróleo que podría ser venezolano.

Se instala el IV Congreso del PSUV. Probablemente, sea una de las últimas oportunidades que tenga el partido, de asumir su responsabilidad histórica, de honrar su juramento a Chávez. Soy miembro fundador del partido junto al Comandante, fui miembro de su Dirección política, electo por ustedes los delegados, fui vicepresidente para el Oriente, para el Occidente, Los Andes, donde obtuvimos contundentes y extraordinarias victorias para la revolución. Así es que tengo la autoridad para exigir una profunda discusión de las bases del partido sobre la situación actual, ejercer el pleno derecho a la democracia participativa y protagónica, eje central de nuestro ordenamiento político. He pedido un derecho de palabra, se me ha negado sistemáticamente.

He tenido grandes responsabilidades en la conducción del Estado, al lado del presidente Chávez, reivindico todo lo hecho en su gobierno revolucionario, jamás abdicare de nuestros principios y motivaciones, estoy convencido de que si él estuviera entre nosotros, se pronunciaría de manera muy firme contra lo que se hace en su nombre, justamente, la destrucción de su legado, la destrucción del país, el sufrimiento de todo su pueblo.

Siempre estaremos del lado del pueblo, de los mas humildes, de la posibilidad transformadora, revolucionaria, pase lo que pase, en la situación mas adversa, hay que insistir en la batalla, la lucha por la suprema felicidad de nuestro pueblo, por la reconstrucción de la Patria. Nosotros, ¡Venceremos!

Mensaje de Rafael Ramirez al PSUV

 

Les hablo desde el exilio, donde me encuentro, producto de la persecución política de Maduro y su Fiscal; me persiguen por denunciar este desastre y no avalar la destrucción del país. A pesar de ello, sigo luchando, como siempre, al lado de los intereses del pueblo y los trabajadores, recibo sus mensajes y comparto sus preocupaciones.

Nuestro pueblo no merece esto

Lo mas duro de toda esta crisis y situación, que, de manera insólitamente cotidiana, se vive en nuestro país, es la indolencia de los responsables del gobierno, y de todas las instancias del Estado, mas aún, de las voces críticas o fuerzas morales de la sociedad. Es un silencio que nuestro pueblo no merece.

El pueblo, cualquier ciudadano, abraza una esperanza de vida; quisiera un espacio digno donde vivir, crecer, tener educación, salud, construir una familia, estudiar, trabajar, ser felices, amar, divertirse, construir.

Cuando se supera el objetivo individual, y se apunta hacia el colectivo, la idea superior, la suerte de toda la sociedad, del país, del destino como especie humana; cuando se adquiere la conciencia del deber social, que priven los principios de la solidaridad, fraternidad, altruismo, desprendimiento, trabajo, por sobre cualquier otro; entonces, los pueblos y las sociedades, alcanzan momentos estelares en su historia, logran movilizarse hacia objetivos supremos, en una explosión de creatividad, trabajo, fuerza, conocimiento; y, dán pasos agigantados hacia la construcción de un nuevo orden, un estado superior, una revolución.

No es fácil. Hacer una revolución no es fácil. Las fuerzas de la opresión, del sistema que se quiere superar, son poderosas, se instalan, por medios muy diversos y eficaces, en la conciencia colectiva. Así, una revolución requiere hombres y situaciones extraordinarias, que vayan a la ruptura, a contra corriente, con una moral distinta a la dominante, líderes que tengan el acierto de interpretar las aspiraciones de su pueblo y de entregarse a su servicio, por encima de cualquier dificultad, debilidad, temor, egoísmo. Nuestra historia es rica en líderes populares, revolucionarios: Bolívar, Sucre, Zamora, Fabricio, Chávez.

Somos un pueblo que ha tenido, al menos, tres grandes momentos históricos de conmoción revolucionaria, que han impactado el orden político, social y económico del país: la Guerra de Independencia, la Revolución Federal y la Revolución Bolivariana. El resto, ha sido la historia del despojo, la dominación, las transnacionales, la violencia, la dependencia y el retroceso en nuestras posibilidades de desarrollo.

La nuestra ha sido una historia de lucha, heroísmo y audacia transformadora, pero también de frustraciones, traiciones y sueños truncados «… Rasgar un instante las tinieblas; fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío», reflexionaba amargamente el Padre de la Patria en sus últimos momentos de vida.

Tantas veces el pueblo ha visto abatir su esperanza y sus posibilidades, que resulta un milagro cuando se vuelve a congregar, a creer, a movilizarse. Sucede, como decía nuestro gran Pablo Neruda, en sus poemas inmortales, «…cada cien años cuando despiertan los pueblos». Nuestro noble pueblo no merece la traición, ni que le trunquen sus sueños.

Nos ha tocado vivir y luchar en uno de los episodios mas hermosos de nuestra historia contemporánea: el advenimiento y desarrollo de la Revolución Bolivariana. Nos ha correspondido el privilegio y honor de trabajar estrechamente al lado del Comandante Chávez.

Para los que venimos del tiempo de la rebelión, del desprendimiento y heroísmo de los jóvenes guerrilleros: su ejemplo, su épica; del heroísmo de los mártires, de nuestro propio desierto de vanguardia; de insistir en el intento revolucionario, de predicar lo que parecía tan lejano, casi imposible, ser actores protagónicos de una revolución, ha sido un honor y una razón de vida.

Para nosotros el advenimiento del Comandante Chávez, fue un milagro, un hecho extraordinario; fue un llamado de la patria, al que todos atendimos, nos fuimos juntando, así, en la marcha, a medida que avanzaba como lo hacían las revoluciones campesinas de hace cien años, donde de cada pueblo salían combatientes: sin muchas preguntas, sin muchas teorías, sin cálculos egoístas, sin precauciones, todos nos juntamos para hacer una revolución.

Algunos de nosotros nos preparamos toda la vida para ese momento, tal vez sin saberlo, pero crecimos trabajando y abrazando los principios y conductas, la ética, de una sociedad que no existía, pero que luchamos toda la vida para que algún día fuera una realidad.

Ya al lado del Comandante, le juramos lealtad a nuestra patria, a nuestros principios y a honrar lo que él esperaba de nosotros: hacer una revolución, servir al pueblo y reconstruir, sobre las cenizas y los despojos de la IV República, un país posible, de justicia, bienestar, grandeza, soberanía, una potencia popular y revolucionaria. Un país que nuestro pueblo mereciera, así lo hicimos.

Fuimos testigos y protagonistas de las batallas populares mas heroicas y hermosas, junto al Comandante Chávez, en todos estos episodios, nuestro pueblo se creció como un gigante, desplegó lo mejor de sí, lo afirmativo venezolano; la solidaridad, el compromiso, la lucha, el estudio, la vida, el encuentro, el amor a la patria, al semejante.

Vivimos esos momentos de revolución, junto a las fuerzas populares, movilizadas y desplegadas toda la potencia de los poderes creadores del pueblo, participando por primera vez en mas de un siglo, en la construcción de su propio destino, empoderándose de su futuro. Era un salto hacia una nueva conciencia colectiva.

El pueblo se movilizó en todo el país, practicó la solidaridad, se ocupó de los excluidos, los olvidados de la tierra, alcanzó educación, salud, cultura, identidad, dignidad, sentido de pertenencia; interpelando a las estructuras burocráticas del Estado que no terminaban de ceder sus espacios y privilegios, fortaleciendo las capacidades económicas y productivas del Estado, uno nuevo, el de la V Republica.

Nuestra Revolución alcanzó un nivel de definiciones fundamentales para seguir el camino: una Revolución Bolivariana, anti-imperialista, socialista. Se practicó el internacionalismo, ayudándose a los mas pobres, mas necesitados, y se hizo un ejercicio cotidiano y valiente de nuestra soberanía en todas las áreas.

En el ámbito de los obreros petroleros, todos, sin distinciones, ni divisiones, participaron en el esfuerzo de conquistar nuestra soberanía, y atender al llamado del Comandante, para asumir tareas, que jamás imaginaron, en la lucha contra la pobreza y la exclusión; también, para construir una nueva ética, al servicio del pueblo, con humildad, y superar los prejuicios de la «cultura corporativa» heredada del pasado, y abrir así, las puertas de la empresa mas poderosa, internacional e importante del país, al pueblo. Los Directivos, trabajadores y profesionales hicimos grandes esfuerzos para cumplir nuestras responsabilidades con la empresa; y, como ciudadanos, patriotas. Se elevaron a un nivel de conciencia superior, mejores seres humanos.

Fue ese el momento del clímax de nuestra Revolución Bolivariana, la que trajo paz y prosperidad con justicia social, como decía el Che, cuando «… lo extraordinario se hace cotidiano, entonces estamos en revolución». Fue el momento de la PDVSA Roja Rojita, del Plan de la Patria, de la Doctrina Militar Bolivariana, de la Democracia Participativa y Protagónica. Una vez movilizado el país, una vez abordados los problemas mas apremiantes en el orden social, económico, estábamos listos para iniciar la construcción del socialismo, la base material que sustentara la nueva conciencia alcanzada.

Vendría el esfuerzo sostenido para superar el modelo capitalista, rentista dependiente, sin renunciar a nuestra realidad y fortaleza de país petrolero; vendría la lucha por la industrialización, la agricultura, la tecnología; una economía basada en el trabajo.

Nosotros siempre acompañamos al Comandante Chávez, lo hicimos en cualquier circunstancia, a cualquier riesgo, sin cálculos, ni grupos de ningún tipo. Hicimos todo lo que teníamos que hacer, para profundizar nuestra revolución, con honestidad, con legitimidad, con la fuerza del Estado y del Pueblo. Servir al Pueblo y al Estado Venezolano.

Desde la nave insignia de nuestro país, PDVSA, dimos todas las batallas junto al Comandante por la conquista de la Plena Soberanía Petrolera, económica, política. Golpeamos de manera definitiva a las fuerzas transnacionales, que impedían nuestras posibilidades de desarrollo, subordinándolas a nuestras leyes y decisiones, a través de las empresas mixtas; mantuvimos nuestra empresa en condiciones operativas óptimas, y fuimos capaces de captar el máximo de la renta petrolera, para empeñarnos en su distribución a favor del pueblo, ésto es, para su engrandecimiento espiritual, material, social.

En medio de los ataques, acusaciones, campañas mediáticas, avanzamos a la vanguardia de la revolución, quebrando la hegemonía del capital en nuestro sector, construyendo junto al pueblo, los espacios y herramientas para la nueva sociedad, la nueva economía, el socialismo.

Viendo en perspectiva lo que ha sucedido, me siento al menos en paz con la conciencia, al haber honrado la palabra empeñada al Comandante y a los trabajadores. El deber de un revolucionario es hacer la revolución, donde quiera que se encuentre.

Todo este impulso extraordinario, este huracán revolucionario se ha truncado. Fundamentalmente, porque murió el Comandante Chávez, murió en la Patria, en medio del combate, escuchando, como Bolívar, el rumor, el canto, de los barrios pobres.

Ya sabemos lo que ha sucedido luego, en tan sólo pocos años, se ha abandonado este esfuerzo, este impulso del Comandante, su legado. Presenciamos cómo, de manera increíblemente cruel e irresponsable, se ha venido destruyendo todo lo que se hizo y conquistamos con tanto esfuerzo, sacrificio; se ha erosionado y desprestigiado su obra, tildándola de «corrupta» o «ineficiente», descalificando y minimizando su épica, como una «revolución a cien dólares el barril». En la mayoría de los casos, se han desmantelado y abandonado: a las Misiones, la alimentación, PDVSA, al Poder Popular, a las empresas del Estado. Se ha dilapidado el capital político del Chavismo, destruido su ética y conciencia. Se ha actuado de una manera que Nuestro pueblo no merece.

Desde el poder, se ha instalado una ética del egoísmo, de la mentira, del individualismo, de desapego al trabajo, al conocimiento; una conducta autoritaria, del «pranato» político, violenta, intolerante; un ejercicio irresponsable, corrupto, entreguista, improvisado del gobierno; una inmensa manipulación con el sentimiento popular, con la figura del Comandante Chávez, se lo han apropiado para destruirlo, sacarlo del corazón del pueblo; se ha practicado e instaurado el peor sentido de la política, la política con «p» minúscula: de espaldas al pueblo, oportunista, de pactos secretos, de cálculos, mentiras, manipulaciones, censura, de abuso del poder del Estado, de «Judicialización» de la política como instrumento de persecución política, de linchamientos morales, de represión de las ideas, del miedo. El pueblo no merece ésto.

Hoy, las condiciones de vida del pueblo venezolano resultan en una calamidad colectiva, con un sinfín de tragedias individuales: hambre, desesperación, hiperinflación, desabastecimiento, destrucción del trabajo, bachaqueros, corrupción, mega devaluación, destrucción del bolívar, de PDVSA, entrega del Arco Minero, caos hospitalario, escasez de alimentos, de medicinas, apagones, falta de agua, de combustible, de transporte, la delincuencia, inseguridad, violencia y toque de queda en las calles, niños abandonados, otros explotados, los que se han ido del país, los que viven en campamentos o las calles en los países fronterizos y mas allá, por el mundo. Ésto no es una revolución, se le ha impuesto al pueblo un paquetazo neoliberal brutal, expresión del capitalismo mas atrasado, dependiente y parasitario. Una situación que nuestro pueblo no merece.

A ello, el gobierno responde con mentiras, excusas, amenazas y chantajes: «sabotaje», «corrupción», «conspiración», «guerra económica», encarcelamiento de obreros, dirigentes sindicales, gerentes y trabajadores petroleros, censura, encarcelamiento de dirigentes políticos, militares, exilio. Nadie asume sus responsabilidades en el gobierno, ni el Presidente, ni los Vicepresidentes, ni los Ministros, ni los jefes de Empresas, muy pocos dan la cara. Nuestro pueblo no merece ésto, ni les corresponde tener dirigentes que guardan silencio por conveniencia, cálculo, miedo, cobardía o simple interés personal.

Tampoco merece unas nuevas élites corruptas, traficantes de dólares, que mandan en el gobierno, que responden a lealtades y compromisos extraños, que están detrás de las empresas publicas haciendo todo tipo de negocios; no merece a los directores de medios que se autocensuran, por muy prominentes que sean; ni Constituyentistas que sólo levantan la mano; ni a los otrora defensores de Derechos Humanos que hoy guardan silencio, ni a los que persiguen y violan los derechos de los ciudadanos; ni a los intelectuales, periodistas, críticos, políticos, que no se atreven a decir nada que moleste al poder; ni animadores de televisión devenidos en una mueca de lo que fueron, temerosos de una llamada «desde arriba».

Nuestro pueblo tampoco merece, nunca ha merecido, una oposición extremista, intolerante, violenta, fascista, que usa a sus jóvenes como carne de cañón para llevarlos a una muerte absurda, cabalgar sobre la muerte, para luego negociar con sus verdugos; generales gorilas que indican cómo colocar guayas para degollar; turbas fascistas que queman seres humanos, que linchan y ejecutan; políticos que piden una intervención de fuerzas extranjeras para mancillar y violar a la patria. Unos insensatos, sólo pensando en la revancha, en la violencia, en sus intereses y en sus aspiraciones personales.

Tampoco merece una burguesía parasitaria, que sólo vive del Estado, de los dólares del Estado, élites profundamente anti-nacionales, que no arriesgan nada en el país, que no invierten, que sus riquezas las obtiene de la explotación salvaje al pueblo, de la especulación, del sistema financiero, de la apropiación de la renta petrolera, para luego resguardarlas en Panamá, Colombia, Nueva York, Miami, Madrid. Que jamás aceptaron al Presidente Chávez, que desprecian a los humildes, a los pobres. Que no tienen sentido nacional, de grandeza. Que siempre apoyaron cualquier aventura golpista, desestabilizadora, por su intolerancia, su odio.

Al final, en el medio de esta profunda crisis económica, política, social, moral, está atrapado el pueblo, el ciudadano, el hombre o mujer de a pié, sufriendo diariamente una situación que no merece.

Está nuestro país, exuberante en recursos y posibilidades, el de los mas hermosos paisajes; nuestra patria heroica, la de Simón Bolívar, cuyo pueblo cruzo un continente llevando libertad; retrocediendo a pasos agigantados en todos los órdenes e indicadores, en una situación de debilidad, aislamiento y postración, que nos harán muchísimo mas difícil recuperarnos e insertarnos en un mundo que, nos guste o nó, está globalizado.

Un mundo donde es hegemónico un sistema capitalista injusto, implacable, que nos devastará aún mas de lo que estamos, arrebatando nuestros recursos naturales y riquezas, como ya sucede en la Faja Petrolífera del Orinoco, en nuestra fachada caribeña y en el Arco Minero; llevándose a nuestros jóvenes, profesionales, como pasa hoy día con cientos de miles que huyen del país, naufragando nuestras posibilidades de desarrollo.

Esta crisis estructural está sumergiendo a nuestra Venezuela en una situación de debilidad y precariedad tal, que nos expone a cualquier agresión externa, escenario cruento o que vulnere nuestra soberanía e integridad territorial, como sucede ahora mismo con la explotación de petróleo que la «Exxon Mobil» adelanta, increíblemente, en aguas que están en la zona de reclamación con Guyana, y que nos bloquea completamente la salida a nuestra fachada atlántica.

Nuestro pueblo no merece ésto, lo que está pasando. Nuestro pueblo, ese que salió el 13 de Abril y que pacientemente ha resistido y derrotado los embates del fascismo, del golpismo durante todos estos años, no merece que nuestra prosperidad se haya cambiado por una caja Clap, además, con alimentos de dudosa calidad nutricional, importados; que tenga que vender su conciencia por un Carnet, a través del cual recibir bonos de hambre; que su trabajo no valga nada, ni su salario; que la moneda que lleva el nombre del Padre de la Patria, no tenga valor; que se necesiten bolsas llenas de dinero sin valor, para comprar apenas un producto diario, o que ni siquiera se pueda comprar nada.

No merece que la mega devaluación haya expropiado los ahorros de los trabajadores, asalariados, profesionales; no merece que nuestras Misiones se hayan desmantelado, burocratizado, capturadas, sólo para ser utilizadas y obligadas a participar, aplaudir sin pasión en las interminables y cada vez mas escazas movilizaciones o eventos de propaganda.

Los trabajadores de PDVSA, los héroes en la derrota del sabotaje petrolero, los miles de jóvenes profesionales que acudieron al llamado de la revolución para recuperar la empresa, no merecen ser tratados como delincuentes, ofendidos, maltratados como en un territorio enemigo, desprestigiados, avergonzados en público, ante el pueblo, hablando en voz baja en los pasillos de La Campiña, porque se les presume de antemano culpables; que se sientan apenados de su origen, que el trabajo de tantos años haya sido destruido por un grupo de irresponsables, oportunistas, que se repartieron la empresa para entregarla. No merecen que se les coloque en «flotavén», se les mantenga sin trabajar, pero marcando tarjeta, para, finalmente, mandarlos a disfrutar de sus obviamente largas vacaciones, (antes, en el clímax del trabajo creativo, nadie nunca deseaba tomarlas), para luego despedirlos, sin importarles que pierdan su jubilación, ni pagarles debidamente sus correspondientes prestaciones sociales.

No merecen ésto los soldados del 13 de abril, los que no rindieron honores a los golpistas, los que enarbolaron las banderas, saludando al pueblo desde el Palacio Blanco; no merecen nuestros dignos oficiales, ver, lo que está pasando, después de todo lo que arriesgaron; no lo merecen los Comandantes y oficiales del 4F o 27 de Noviembre, hoy presos, perseguidos o sencillamente, hechos a un lado.

Tampoco lo merecen los jóvenes que hoy salen como pueden, incluso caminando, del país, aquellos niños de la patria, los de las Escuelas Bolivarianas, los del Sistema de Orquesta, los de las Universidades que han estudiado, crecido en Revolución, y hoy día tienen que dejarlo todo, abandonar sus sueños y su patria, para ir a ser maltratados, o a trabajar con mucha dignidad, en una tierra que no es la suya, pero en un trabajo que no era su sueño, ni su aspiración.

No lo merecen los profesionales, ingenieros, médicos, odontólogos, arquitectos, músicos, tantos que han tenido que salir del país, a empezar de nuevo. No lo merecen los hijos de los inmigrantes, que acentuaron cada día su sentimiento venezolano, a los que nuestra patria recibió hace tantos años, que vinieron esperanzados de establecerse para siempre y en lo adelante; y ahora, deben volver, repitiendo la historia de sus padres o abuelos, a su país de origen, buscando entre las fotos la de aquella familia lejana que posiblemente los reciba.

Todos los que salen por miles del país, dejan sus afectos, aspiraciones, pequeños negocios, casas; sino que además deben sufrir el último vejamen para «apostillar sus vidas», los insultos del «pranato», y las burlas de los trabajos que deben hacer nuestros muchachos para sobrevivir. Hoy salen del país jóvenes de cualquier posición política, de cualquier nivel social.

No es justo para el familiar de cualquiera que haya perdido la vida en la violencia irracional, en los procesos de desestabilización, en la intolerancia y el secuestro; no es justo para las víctimas de Puente Llaguno, ni de la oposición, muertos por francotiradores; ni para los niños guajiros que murieron quemados en un carro llevando gasolina durante el sabotaje petrolero; ni para los trabajadores que derrotaron el sabotaje y lo arriesgaron todo, para estar hoy exiliados, perseguidos, presos, ofendidos; no es justo para los 43 que murieron durante «la salida», ni los mas de 130 que murieron durante la violencia política en 2016; no es justo para el Joven asesinado brutalmente cuando fue quemado vivo, ni para el joven degollado por la guaya, ni para la señora muerta por un objeto lanzado desde un edificio, ni para el joven asesinado a quemarropa por algún cuerpo de seguridad, ni para los soldados y guardias muertos por francotiradores, ni los heridos al paso de una bomba. No es justo para los presos quemados vivos de Carabobo ni para sus familiares.

No es justo tampoco para las parejas que decidieron unirse, a pesar de sus diferencias políticas. No es justo para los miembros del PSUV, quienes se vieron burlados en su buena fé por un grupo «rosado y de colores pasteles», de utilería. No es justo para quien ve su nombre manchado «ex profeso» por quienes lo hacen para mantenerse en el poder. No es justo para el estudiante, que tuvo que salir, a quien sólo por ser venezolano, le niegan una visa de entrada, una admisión universitaria, e incluso la posibilidad de abrir una cuenta que le permita seguir sus estudios.

No es justo para el paciente de una enfermedad crónica, o de alto riesgo, que no consigue sus medicamentos y presiente o tiene el temor real de morir, no lo es para los enfermos, ancianos, o padres desesperados que recorren toda la ciudad con la angustia de no conseguir una medicina, o resolver una emergencia.

Lo que está sucediendo no lo merece nadie. He advertido, en mis escritos desde hace un año, que estamos dando un salto al vacío, he denunciado lo que está sucediendo y lo que va a seguir sucediendo si no hacemos algo. Lo he dicho, y lo digo con convicción, que la salida a esta profunda crisis está en manos del Chavismo. Esta crisis al, final es una crisis del capitalismo, donde Maduro ha sido, de manera inesperada, su mejor aliado, su instrumento perfecto. Desmantelan la revolución, la posibilidad revolucionaria y socialista, al Chavismo y su fuerza, actuando justamente en nombre del Comandante Chávez, como si éste le hubiese dado un poder o permiso para destruir su obra.

Tenemos que hacer algo antes que sobrevenga el fascismo u otra salida de fuerza. Hay que actuar en el marco de la Constitución, pero apegados al sentido profundamente revolucionario del mensaje, ejemplo y legado del Comandante Chávez.

El Chavismo tiene probablemente una de sus últimas oportunidades históricas en el IV Congreso del PSUV que se realizará el venidero 28 de Julio. Allí sabremos si estaremos a la altura o nó de las circunstancias históricas; si nuestro partido, el PSUV, será merecedor de este pueblo y su tremenda responsabilidad y carga histórica; si serán capaces nuestros delegados de levantar la voz y hacer algo para darle una oportunidad mas a la Revolución; si el liderazgo entiende que el madurismo ha fracasado y se llevará al abismo al Chavismo y al país entero.

Ninguno de nosotros merece lo que está pasando, ni los ex ministros, ni los compañeros, ni nuestras familias, hijos, ni los que trabajaron tan duro y prácticamente arriesgándolo todo, en un ejercicio amoroso y revolucionario de la lealtad y compromiso con el Pueblo y la Revolución.

No merecemos, los de Chávez, ser extrañados del país, exiliados, perseguidos, presos, silenciados, sin poder volver a la Patria, a estar entre el Pueblo, contribuyendo de la manera que sea. Mientras los agentes mas connotados del golpismo, la derecha y responsables de los episodios de desestabilización que ha sufrido el país, hablan, declaran, recorren Venezuela, «dialogan» permanentemente con los dirigentes del madurismo, tienen sus derechos políticos intactos; mientras se trata de pactar por la puerta trasera con la «Exxon Mobil», se hacen negocios con grupos económicos en el Arco Minero, en la Faja Petrolífera; mientras ésto sucede, nosotros, los de Chávez, somos perseguidos, amenazados y vilipendiados, somos tratados como no se ha hecho con los peores enemigos de la Patria.

Al final, parece cierto que, como dice la derecha, «la revolución devora a sus hijos», sólo que ésto hace tiempo que dejó de ser una revolución. Habría que decir mas bien que, los que se desvían de los principios, los que no saben defender o proteger a su pueblo o cumplir la misión encomendada, temen verse al espejo, temen a los hombres y mujeres que les recordamos una postura y un juramento al que han fallado, en aras de lo «táctico», «pragmático», lo «conveniente», a veces simplemente, por tener poder o cualquier interés mezquino.

No sólo pasa aquí, pasa en todas partes, no importa cuántas cosas hayamos hecho juntos o trabajado para una ayuda recíproca entre países. Lo llaman la «Realpolityk». Que dirían Chávez y Fidel, hombres extraordinariamente humanos y consecuentes, con los que tuve el privilegio de trabajar y ser testigo de excepción de cuántas cosas hicieron y trabajaron por la felicidad de nuestros pueblos.

Finalmente creo, que el Comandante Chávez y su obra no merecen ésto que está pasando, ni que su historia quede maltrecha por lo que hacen los que mal obran en su nombre. Creo firmemente en el Pueblo, en que todo lo hecho ha valido la pena, y que al final como el «gallo marañón» de los «Últimos días de Pérez Jiménez», después del aturdimiento y el frío de las procelosas aguas del egoísmo, volverá el «Abel de América», a estar en el corazón del Pueblo. Con Chávez siempre, ¡Venceremos!

A los trabajadores petroleros

He recibido y leído con mucho interés, la Carta abierta de los trabajadores petroleros a Rafael Ramírez que me dirigieran e hicieran pública un grupo de compañeros trabajadores petroleros agrupados en los «Comités Resteados con Chávez». Es un texto que invito a revisar a los trabajadores de todo el país. Agradezco sinceramente, las expresiones de apoyo y solidaridad hacia mi persona, y sobre todo, a la posición que mantengo en el ámbito político de lealtad al ideario revolucionario del Comandante Chávez.

Hacen los trabajadores un conjunto de afirmaciones y reflexiones críticas muy importantes, con respecto a lo que hoy día está sucediendo con nuestra principal industria, y en el país, como un todo. Es un documento que refleja conciencia y valor, pues, todos sabemos el riesgo que implica, en tiempos del madurismo, expresar cualquier crítica o posición revolucionaria en el país.

Les digo queridos compañer@s que cuentan conmigo, siempre lo podrán hacer, para la tarea, titánica, épica de reconstruir nuestra empresa y al país, la obra de la revolución, revisar y avanzar devolviendo al pueblo trabajador, el protagonismo en la conducción de los destinos de la Patria.

Saben bien, porque lo mismo sucede en PDVSA, que soy objeto de persecución política por parte del madurismo, que ha abusado del poder y utilizado a sus voceros, medios de comunicación, y a la Fiscalía, en una miserable «vendetta» en persecución de revolucionarios.

Se me ha acusado, sin presentar ni una sola prueba, sin darme la oportunidad de defenderme, se me ha vilipendiado, se ha ofendido mi nombre y reputación junto al de los trabajadores de PDVSA, se me ha amenazado de ser un prisionero más del madurismo, por haber denunciado y roto con él, con este gobierno, y sobre todo, por asumir la defensa de la obra del Comandante Chávez, orientar con la palabra (que es la única posibilidad que tengo en este momento), y trabajar en todo lo que hay que hacer para reconstruir el país.

Los ataques y el odio de la derecha en mi contra y contra la obra petrolera de Chávez, se han quedado cortos ante el odio y la persecución del madurismo en contra de la Nueva PDVSA, la Roja Rojita y sus trabajadores. Para nosotros hace bastante tiempo que cayó el gobierno de Chávez.

No podía guardar silencio, no podemos guardar silencio, ante lo que está sucediendo, ante la tragedia que vive nuestro pueblo a diario. En estos momentos, el cálculo y la «prudencia», rayan en complicidad, en aprobación.

Pase lo que pase, hay que actuar, hacerlo de manera coordinada, precisa: movilizar al pueblo, al Chavismo, para que salgamos de este inmenso fraude, romper el chantaje de los que se han apropiado del legado de nuestro Comandante, despojándolo de todo su contenido revolucionario, para, en su nombre, ser verdugo de su propio pueblo, de su esperanza.

Pero también me atacan y persiguen, nos persiguen, porque ellos saben que destrozaron PDVSA, que se les fue de las manos, y con ella, las posibilidades de gobernar la economía; por lo que necesitan una «cabeza de turco», alguien a quien culpar por su irresponsabilidad e improvisación. Siempre han evadido sus responsabilidades. En este caso, como en otros, necesitan una excusa, un rostro. Están aterrados y no saben qué hacer. PDVSA es cosa seria, no es para estar inventando, necesitan destruirlo todo, prefieren entregar la empresa antes que rectificar. La soberbia no los deja pensar.

Sin hacerle concesiones a la derecha ni a nuestros enemigos históricos, debemos entender que el madurismo no representa al bloque histórico del Chavismo, que es profundo y está en el corazón del pueblo. Por otra parte, ante la desesperanza y el caos que ellos han creado, debemos insistir en que esta crisis sólo puede ser resuelta por la Revolución Bolivariana, y que no tiene nada que ver con el legado del Chavismo, todo lo han destruido en tan sólo cinco años y es responsabilidad de Maduro.

El madurismo ha entrado a «saco roto» a controlar y destruir nuestras instituciones y empresas fundamentales, y se han refugiado en sus privilegios y excusas para no asumir sus responsabilidades, dejando al pueblo solo en su tragedia, en un «sálvense quien pueda», donde han prevalecido las salidas individuales o la resignación, corriendo detrás de una caja de la vergüenza, un «carnet a la conciencia», un bono de hambre o escapando de la patria como sea, a lo que sea.

El madurismo se ha constituido y agrupado en torno a la traición a Chávez y a su obra. El núcleo duro del madurismo está compuesto por personajes que el mismo Comandante Chávez, en vida, hizo a un lado, sabía de sus aspiraciones, ambiciones, desorden e improvisaciones, estaban agazapados y ascendieron después de su partida.

Cuando el Comandante, el 8 de diciembre de 2012, encarga a Maduro, lo hace con la convicción de que volvería de su operación en Cuba, tal vez en condiciones de tanta debilidad física que no le permitirían asumir el nuevo período presidencial y habría que realizar nuevas elecciones, pero que, en cualquier caso volvería y estaría allí, junto a todos nosotros, manteniendo la dirección del proceso revolucionario.

En todo caso, con Chávez, siempre trabajamos como un equipo político, que fue al que él mismo convocó en sus últimos momentos, a quienes nos dió instrucciones precisas para pasar la «tormenta» que sabíamos vendría, era ese el equipo de Chávez y no otro, nó el madurista.

El Comandante Chávez, siempre estuvo consciente de la diversidad de fuerzas e intereses que hacían vida en el seno del movimiento Bolivariano, se manejaba en esa circunstancia y equilibrios. Por eso, durante su gobierno, fue construyendo su propio equipo, tomando de aquí y de allá, se fue rodeando de ministros de su confianza, y en casos como el nuestro, asignaba posiciones claves en la conducción del Gobierno, a compañeros sobre los que depositaba tareas de gran complejidad.

Así lo hizo en el sector petrolero por doce años consecutivos. En privado, a algunos de nosotros nos hablaba de los «pilares» de la revolución. Hoy día, esos pilares, o no existen, o se desmoronan ante los ojos mansos del silencio y del oportunismo.

Nadie puede creer que el Comandante Chávez hubiese apoyado lo que ha hecho el madurismo con sus ministros y miembros del equipo político: algunos presos, otros hechos a un lado, minimizados; otros, como yo, exiliados. Nadie puede creer que el Comandante Chávez hubiese permitido la destrucción y el saqueo de PDVSA, su principal obra, a manos del madurismo; el Comandante Chávez no permitiría que se digese que su gobierno fue fácil porque era una «revolución a 100 dólares el barril», que fuese acusado de ser «corrupto», de no velar y cuidar los recursos del pueblo Venezolano.

Creo firmemente que nuestro Comandante no estaría de acuerdo con nada de lo que ha hecho Maduro, ni con el madurismo. Chávez no aceptaría las inverosímiles excusas en las que se refugia el madurismo, evadiendo su responsabilidad de lo que acontece.

Estoy convencido que el Comandante Chávez tomaría un látigo y sacaría a todos estos mercaderes, farsantes, del templo del Pueblo, de Miraflores, de la Patria. Que reclamaría a sus mas cercanos, por el silencio; a sus Comandantes, por su subordinación, por no ser capaces de proteger al pueblo de esta barbaridad. Le hablaría claramente al país, le diría lo que ha sucedido, las razones reales, las causas de esta crisis; reconocería errores, desviaciones, y mostraría el camino a seguir, y mas aún el por qué lo debemos seguir, para retomar la esperanza y el impulso revolucionario.

Estoy seguro que el Comandante nos llamaría a todos los que hoy estamos fuera, perseguidos, amenazados; que liberaría a los presos, que reagruparía a su equipo de gobierno, hoy desmantelado, convocaría a una gran reunión, un golpe de timón o una insurrección del Chavismo para poner las cosas en su sitio. Se iría a la calle a reconstruir su obra, a devolver la esperanza, a reanimar la pasión revolucionaria, a reagrupar a los suyos, a trabajar allí donde está el pueblo mas pobre, mas sufrido, el que se ha resignado a otra traición, llamaría a todos los venezolanos que se han ido de la patria, volvería a los campos petroleros, como durante el sabotaje, a reconstruir la empresa, levantar la producción, la moral.

El Comandante, seguro haría un gran acto de desagravio a todos los trabajadores perseguidos y acusados de corruptos por el madurismo infame. Un gran acto de desagravio al pueblo que ha sido tan golpeado; se pondría al frente de sus reclamaciones, de sus justas luchas; le devolvería el poder al pueblo; barrería implacablemente con los que lo han maltratado y traicionado, con los responsables de este desastre, que han destruido las instituciones y empresas del Estado, que se repartieron en la rebatiña madurista.

El Comandante devolvería la esperanza a los pueblos del mundo, de nuestra Latinoamérica, del Caribe; que el intento revolucionario continuará, que no hay que retroceder, que «la espada de Bolívar por América Latina» volverá a ser una canto que espante al opresor; un retumbar de tambores de libertad, de soberanía y justicia social.

Pero el Comandante Chávez no está mas entre nosotros, es una dura realidad, a veces todavía no caemos en cuenta que todo ha cambiado; su muerte prematura, en combate, es equivalente a que Bolívar hubiese caído en la Batalla de Araure, durante los terribles años de la Segunda República, el intento revolucionario habría naufragado entre las ambiciones de los caudillos; o si hubiese caído en Carabobo en 1821, no se hubiese consolidado la Independencia, Páez hubiese asaltado el poder como lo ha hecho el madurismo; Sucre, Urdaneta y tantas lanzas de la República, hubiesen caído o sido expulsados del país, los Ejércitos Libertadores hubiesen vuelto a los campos a ser esclavos o cimarrones.

Por eso es tan importante lo que hagan o dejen de hacer los trabajadores, y en particular, los trabajadores petroleros; lo que hagan o dejen de hacer el PSUV, las «UBCH», el Pueblo, el Poder Popular, los dirigentes civiles o militares del Chavismo y la revolución, estemos donde estemos, en las condiciones mas difíciles o arrinconados en el gobierno. El pueblo tiene la palabra, porque la única manera de que Chávez vuelva, es de su mano, en su lucha, su obra.

Chávez volverá cuando estamos todos juntos, si retomamos la esperanza, la pasión patria; si el trabajo, la solidaridad y la justicia vuelven a ser valores de nuestra sociedad, si volvemos a tiempos de transformaciones revolucionarias de la sociedad, de construcción del socialismo; si volvemos a la democracia protagónica, participativa, si cesa el miedo, si cesan las persecuciones y crímenes políticos, si volvemos a un Estado de bienestar, de plenas garantías políticas, sociales.

El Comandante estará, cuando volvamos al Plan de la Patria, a la PDVSA Roja Rojita, a las Misiones; cuando derrotemos la pobreza, la injusticia, la desigualdad. Volverá con la certeza de que nuestros jóvenes tienen futuro, de que todos podemos trabajar para engrandecer nuestra patria, tener nuevamente un país de prosperidad, libertad, justicia social.

Si logramos devolver la alegría, la sonrisa y la esperanza a todo el país, el amor a la patria; a la «utopía de lo posible»; si podemos volver a que «lo extraordinario sea cotidiano», donde el pueblo sea el protagonista; entonces, el Comandante estará entre el Pueblo y éste comerá todos los días, lo que quiera, como lo quiera, multiplicando los panes con el trabajo de todos, sin estar corriendo detrás de una caja de miseria, dejando atrás el bono y el carnet, recuperando su dignidad. Volverá cuando el Estado garantice la posibilidad de trabajar, de producir, de educarnos, de tener salud, de comer tres platos diarios, de comer proteínas, de vivir del trabajo, de ser felices y construir una patria libre, soberana.

Para ésto debemos volver a tener estabilidad política y económica, una inflación controlada, donde el bolívar tenga valor, donde tengamos crecimiento con justicia social, donde todos los sectores estén a máximas capacidades productivas, satisfaciendo las necesidades de todo el país; una economía basada en el trabajo, equilibrada, hacia nuestro socialismo, con un Estado capaz de proteger al pueblo, con autoridad, credibilidad.

Todo ésto, que hoy suena lejano, extraordinario, lo teníamos con el Comandante Chávez, hasta el año 2012. Hace tan poco tiempo, tan sólo cuatro años, que nuestra PDVSA Roja Rojita producía tres millones de barriles día de petróleo; abastecía el mercado interno de combustibles; exportábamos; que éramos el motor de la economía; que captábamos la renta petrolera, para su distribución al pueblo; que éramos la quinta empresa mas importante del mundo; que sus trabajadores eran respetados como ejemplo y orgullo del pueblo, de toda la sociedad; los vencedores del sabotaje, envidia del mundo, ejemplo extraordinario de cómo una empresa petrolera puede ayudar a su pueblo, subordinada al Estado, al interés colectivo, garante de nuestra soberanía económica. Era el orgullo de Chávez, su nave insignia, su vanguardia.

Cuando volvamos a alcanzar este horizonte, que sólo es posible en revolución, que sólo es posible si el madurismo se hace a un lado, que sólo es posible con la unidad del Chavismo, de todas las fuerzas progresistas, de todo el país, en torno a los principios que dieron origen y vida a esta revolución, a lo afirmativo Venezolano; cuando conquistemos la tranquilidad, sosiego y felicidad de nuestro pueblo, en su día a día, cuando volvamos al «vivir bien», al «vivir viendo», a la grandeza espiritual, cuando las razones sagradas para la lucha vuelvan a prender en nuestros corazones, la «llama sagrada» anide nuevamente en todos los patriotas; entonces, sólo entonces, ocurrirá el milagro: nuestro Comandante dejará el Cuartel de la Montaña y estará entre nosotros.

Estará allí en los ojos de los niños, en una sonrisa franca, solidaria, en el respeto a la vida, al trabajo, en los jóvenes, en una pareja enamorada, en los adultos mayores, en la cultura popular, en la educación, en los campos, en los espacios públicos, en los campos petroleros, en los campos sembrados para alimentar al pueblo, en la fábrica, en el barrio en paz, en las ciudades con su bulla, en nuestra mente y corazones; estará Chávez, su sonrisa, su palabra, siempre viva, orientadora, reconfortante, vivo en el pueblo, en las generaciones futuras.

Los trabajadores petroleros alcanzaron, con el período revolucionario del Comandante Chávez, un nivel de conciencia extraordinario, alcanzaron la ecuación perfecta que él siempre buscaba y pregonaba en sus discursos, una vanguardia con «calidad revolucionaria», con la pasión indispensable, pero además, con capacidad y eficacia revolucionaria.

La derrota del sabotaje petrolero, le dió a nuestros trabajadores una épica y una conciencia que no tiene otro sector en el país, porque fueron los protagonistas del proceso de ruptura radical con la dominación, con el capital transnacional y su cultura, en la transformación del petróleo en instrumento de liberación del pueblo.

Los trabajadores petroleros dieron pasos agigantados hacia una profunda transformación en su conciencia. Lo primero es que, superamos las divisiones absurdas a lo interno, cuando hablo de trabajadores, hablo desde la dirección hasta el obrero porque, en una empresa del Estado, revolucionaria, no existe el «patrono»: todos somos servidores públicos, al servicio del Estado, del Pueblo. Por ello, luego de la derrota del sabotaje, y a partir de 2004, eliminamos todos los elementos que creaban diferencias y fracturas dentro de la empresa, se eliminó la nómina ejecutiva, sus privilegios, los groseros bonos y remuneraciones excesivas (un directivo podía ganar 32 millones de bolívares de aquellos años y recibir ¡17 meses en bonificaciones!), se estimuló el trabajo, el conocimiento , la participación política-social, y sobre todo, se introdujo el compromiso con el desarrollo social y la suerte de la sociedad, de todo el país.

Ya no seríamos mas una empresa como la Shell, la Exxon Mobil, ¡nó! Ahora seríamos una empresa nacional al servicio del pueblo, explotando un recurso natural de todos los venezolanos para beneficio del país, ¡no para las élites «meritocráticas», ni para las transnacionales!

Los trabajadores de la Nueva PDVSA (bajo esta visión revolucionaria hablaré siempre de «nosotros»), fuimos los fundadores de la Nueva PDVSA, Roja Rojita. En enero de 2003, luego de los efectos devastadores del sabotaje, sólo producíamos 23 mil barriles día de petróleo. Todo se paralizó, se saboteó, se destruyó. Los golpistas nos provocaron pérdidas directas por mas de 17 mil millones de dólares y el caos al dejarnos sin automatización, sin contratos, sin presupuesto, sin dinero. Todo eso lo supimos restablecer, ¡para marzo de 2003 ya estábamos en tres millones de barriles día y todas las refinerías operativas! Nosotros mismos, no necesitamos de ninguna transnacional, ellas se cruzaron de brazos para ver a PDVSA caer, tuvieron que esperar a que llegara el madurismo para ver sus deseos hechos realidad.

En aquellos años y todos los años que estuvimos al frente de la industria, siempre estuvieron en las áreas e instalaciones operativas, al frente de las mismas, verdaderos patriotas, con toda la convicción y el conocimiento, con la autoridad ganada en años de experiencia y en la calle, derrotando el sabotaje y al golpismo, desde la Costa Oriental del Lago, en el Lago de Maracaibo, en las distintas sedes del Occidente, el Edificio Miranda, Las Morochas, en el CRP, el Coloso de Paraguaná, en El Palito, en Yagua, en Puerto La Cruz, en las sabanas de Anzoátegui y Monagas, en Barinas. El Comandante Chávez los conocía a todos, era su «equipo petrolero», «los tanques» como él los llamaba afectuosamente.

Lo triste es, que con muy pocas excepciones, todos estos líderes, con su conocimiento, experiencia, prestigio, están fuera de la empresa, o del país, perseguidos, y otros presos, por el madurismo.

La relación entre el Ministerio de Petróleo y PDVSA era estrecha, el «Grupo Colina», el Comandante Chávez. Todos bajo su autoridad, su conocimiento, su asertividad. Un jefe gana su autoridad por varias razones, entre ellas, por su capacidad de trabajo, su ejemplo, su conocimiento, su honestidad y lealtad a un principio; su valor, pero también porque toma las decisiones correctas, asume riesgos, está en la primera línea de la batalla. Chávez estuvo allí, con nosotros, en todas las áreas, asumiendo todos los riesgos, no lo detuvo lo complicado de la Misión, creyó en todos nosotros, supo articular la recuperación, nos dió su confianza, nunca lo defraudamos.

Nuestras Juntas Directivas estaban compuestas por compañeros patriotas, con toda la experiencia y el conocimiento de la industria, el prestigio; a nadie se le ocurrió, y mucho menos al Comandante, repartir PDVSA entre los distintos grupos políticos ni entre grupos económicos, ni transnacionales, como hoy día hace el madurismo. Nosotros confrontamos una situación muchísimo mas complicada que la que enfrentamos ahora, sólo que Chávez era un gran jefe y conductor, y porque nosotros, nuestros trabajadores, teníamos la pasión, determinación y capacidad de recuperar, como lo hicimos, a PDVSA, de las ruinas del Sabotaje.

Logramos unificar y democratizar las organizaciones sindicales dentro de la industria. Dejamos atrás al poder corrompido de las viejas estructuras sindicales de la Cuarta República, refugio del sindicalismo adeco. Aunque sabíamos que se seguirían colando alguno de ellos, se creó una sola Federación, la FUTPV, no volvimos a discutir mas Convenciones Colectivas con sindicatos corruptos.

Pero además, impulsamos y abrimos las puertas a todas las corrientes clasistas, en algunos casos, era difícil superar la cultura corporativa; pero se crearon y estimularon las organizaciones obreras, ahora superando lo meramente reivindicativo, organizaciones que nos acompañarían en el esfuerzo revolucionario, que nos vincularan al pueblo, como lo hicimos.

Luego vino el proceso de despliegue de la Plena Soberanía Petrolera; y, nuevamente, ustedes trabajadores, estuvieron en la primera línea del combate, junto a Chávez, junto a nosotros, en la recuperación de nuestro petróleo, en nuestras áreas operativas entregadas durante la nefasta «apertura petrolera», ajustamos todos los contratos a nuestras leyes, nuestros intereses soberanos, nuestro control. Recuperamos para el pueblo, para la Patria mas de 480 mil millones de dólares, que, de otra manera, se hubiesen llevado las transnacionales.

Ustedes me acompañaron a restablecer la autoridad del Estado Venezolano sobre todos los negocios petroleros; ocupamos campos, instalaciones, reactivamos plataformas, asumimos operaciones con gran éxito.

Acompañamos al Comandante a la Nacionalización del la Faja Petrolífera del Orinoco, el primero de mayo de 2007, miles de ustedes estuvimos juntos a Chávez, en «Jose», norte de Anzoátegui, en el acto de reafirmación de la Patria mas hermoso de nuestra historia. No fue un acto de élites, fue un acto de los trabajadores, del pueblo, Rojo Rojito.

Juntos vivimos el hermoso proceso de la justicia social para nuestros trabajadores, el carácter socialista de nuestra empresa, tenía que reflejarse también, necesariamente, en las relaciones de producción, teníamos que acabar con la tercerización. Lo hicimos.

Pero lo hicimos de manera radical, revolucionaria. Comenzamos el proceso de absorción de miles de trabajadores, contratados permanentes: los de los comedores, taladros, etc; a los de las empresas nacionalizadas; a los trabajadores del Lago de Maracaibo (mas de 7000 trabajadores, tripulaciones de las lanchas, remolcadores, gabarras, buzos), se hizo justicia. En la Nueva PDVSA, la Roja Rojita, se acabó la tercerización.

El Comandante nos requirió que nos incorporáramos a la lucha para derrotar la pobreza y la exclusión. Es decir, la batalla por el socialismo. La asumimos con pasión y eficacia, se crearon los «Distritos Sociales», todas las áreas operativas de PDVSA tendrían que adelantar y desarrollar los planes y proyectos que el Estado indicara, para derrotar la pobreza y la exclusión.

Lo hicimos, bien y por miles: escuelas, hospitales, Universidades, vías, agua, electricidad, viviendas, fábricas, parques eólicos, poder popular. El objetivo era doble: por un lado, nunca mas pasaría un oleoducto al lado de un rancho o un trabajador de la industria en su «camioneta», indiferente a la realidad social que lo circundaba. Por el otro, el trabajo social hacía a los trabajadores conscientes de la realidad, de nuestros problemas, y se estimulaba en ellos, ustedes, la conciencia del deber social, la solidaridad, el compromiso, la revolución. Nos hacía a todos, mejores seres humanos.

Además de los Distritos Sociales, tuvimos tareas concretas, como, por ejemplo, la Misión Ribas, pagar la deuda social con cerca de un millón de personas que tuvieron que abandonar sus estudios durante la Cuarta República por razones económicas. Acondicionamos mas de 24 mil espacios educativos y reclutamos a miles de voluntarios y trabajadores de PDVSA para educar a nuestro pueblo. Al salir de la Industria, en 2014, habíamos graduado a 800 mil vencedor@s de la Misión Ribas.

Coordinábamos todo tipo de Misiones y tareas que nos asignaba el Comandante: Misión Barrio Adentro, Barrio Adentro Deportivo, proveíamos de recursos y obras a todas las Misiones. Cedimos nuestros edificios a las Universidades, hicimos nuevas Universidades, liceos, aldeas universitarias, colegios, PDVSA La Estancia.

El Comandante además nos dió tareas extraordinarias, entre ellas, la Gran Misión Vivienda Venezuela. Donde coordinamos el nacimiento de ese esfuerzo supremo del Comandante, comenzamos construyendo 150 mil viviendas el primer año (en aquel momento sólo se construían 27 mil viviendas al año); luego, 200 mil el segundo año; después, 250 mil el tercer año. Cuando salimos de la empresa, habíamos entregado 600 mil viviendas y «el campo estaba sembrado, como el maíz, como el trigo», decía un buen y respetado amigo.

Fueron muchas las experiencias, las tareas asignadas y sobre todo, éramos una empresa poderosa, que producíamos nuestros tres millones de barriles día, que refinábamos y exportábamos productos, que manteníamos todas nuestras operaciones e instalaciones en perfecto estado; cada año se invertían miles de millones de dólares en nuestras instalaciones, en nuestra expansión, en el desarrollo de la Faja Petrolífera, en nuestra soberanía operacional: taladros, plataformas, refinación, gas, servicios a pozos, guayas, cementación, complicación, mantenimiento, entre otras.

Avanzábamos con éxito en el Plan «Siembra Petrolera», y concentramos esfuerzos en nuestras nuevas fronteras: la producción Costa Afuera y el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, que no era sólo un proyecto petrolero, era el proyecto mas ambicioso y completo del Comandante Chávez; la oportunidad de reordenar al país y lograr un desarrollo sostenible, ocupando grandes extensiones territoriales, al sur de Venezuela, que fueron abandonadas, precisamente, por el modelo rentista petrolero impuesto por las transnacionales a principios del siglo XX.

Podría seguir describiendo lo que hicimos con el Comandante, lo estoy haciendo en un libro que, creo, estremecerá a la patria.

Ustedes compañer@os trabajadores fueron los protagonistas, hicieron la diferencia, conocieron a Chávez de primera línea, nadie les puede contar historias, ¡ustedes hicieron la historia! Ustedes saben la verdad de lo que sucede, nos conocen, saben que toda esta historia y persecución del madurismo, es una infamia para desmantelar PDVSA y entregarla, como están haciendo ahora mismo. Ustedes tienen entonces la legitimidad para actuar.

Ustedes saben que PDVSA está virtualmente paralizada, porque estos directivos de la Empresa no saben nada de petróleo, ni tienen la autoridad, ustedes saben que Maduro quería tener a PDVSA desde siempre, lo hicieron, se puso a inventar, a colocar «a los suyos» en todos los puestos de dirección, no le importó si sabían o nó, tenían que entrar como sea, como si estuviesen ocupando un territorio enemigo. Existía incluso un sentimiento de envidia o de rabia contra la empresa. La mediocridad, improvisación y corrupción generalizada están destruyendo a la industria. Estos señores, en su afán de controlar y barrer con el Chavismo, lo que hacen, es perseguir a los que ellos llaman «ramiristas», es decir, a los de Chávez, porque ellos saben que con nuestro equipo allí, no podrían hacer lo que les viniera en gana, como lo están haciendo.

Hoy, ustedes están sometidos a todos los vejámenes y maltratos inimaginables por parte del madurismo. No sólo sus condiciones de vida son deplorables, como las de todo el pueblo, sino que son perseguidos, tildados de «corruptos», de «saboteadores». La empresa vive presa del miedo, de la incompetencia; ahora, todas las responsabilidades están en manos de militares o políticos, que no tienen noción del negocio, ni de las operaciones, ahora los privados entran y salen del salón de Junta Directiva, se ha perdido la majestad del Estado, todos mandan, «de arriba», «de allá», «fulano de tal», se perdió la línea. Se restablecen los privilegios, surgen, entran, grupos y mafias de todo tipo.

El Sebín y otros cuerpos de seguridad, entran cuando les provoca, y sacan esposados o encapuchados a trabajadores acusados de cualquier cosa, en las permanentes peleas entre los grupos que ahora pujan por el control de lo que queda en la empresa. Nuestros muchachos, nuestra generación de oro, los miles de ingenieros, abandonan la empresa y salen del país, decepcionados, perseguidos, asqueados. Toda su experiencia, pasión, conocimientos, estudios: perdidos.

Todos los trabajadores laboran bajo sospecha, vigilados, grabados, perseguidos por pichones de fascistas que, megáfono en mano, van por los pasillos amenazándolos, insultándolos, acosándolos, dividiéndolos. Ahora los trabajadores siempre resultan culpables de cualquier mala decisión «de arriba». En la empresa ya nadie habla de revolución, ni de Chávez, ni de Ramírez. Cuando Maduro va a las instalaciones, sus movimientos son secretos, sin cámaras, sin que los trabajadores lo vean, tienen miedo. Los actos en La Campiña son de utilería, entran a ellos sólo los trabajadores de sus listas, son puestas en escena, sin pasión, sin compromiso. Va Maduro a La Campiña a verter su veneno, a destruir lo que queda, a seguir entregando la empresa.

El madurismo ha promulgado decretos y sentencias ilegales que vulneran muestra soberanía, y son ilegales. Pretenden convertir a PDVSA en un cascarón vacío, que sólo le administre contratos a los sectores privados, a los que están entregando las operaciones, a los que están entregando la industria, el petróleo, el país y su soberanía económica.

Ustedes queridos trabajador@s, tienen la legitimidad, un prestigio y una obligación con la Patria. Tienen la palabra, tienen una acumulación de experiencia y conciencia política que los hace distintos, peligrosos a ojos del madurismo.

Nosotros nunca atentaremos contra la patria, ni la Industria, nadie saboteará la empresa como lo hizo la derecha. Hay que deslindarse de estas posiciones de los enemigos de la Patria, pero, lo que sí debemos hacer, y es una obligación moral con Chávez y el Pueblo, es dar un paso al frente, alzar la voz, denunciar e impedir esta traición al Pueblo, esta entrega de PDVSA, de la Revolución, de la Patria.

Tienen que vencer el miedo, ustedes tienen el futuro del país en sus propias manos, pensemos en Chávez, en lo que le está sucediendo al pueblo. Siempre he dicho que los trabajadores de PDVSA son un baluarte de nuestra soberanía, ésto abarca la soberanía política y económica del país. Ustedes son custodios del sueño de Chávez y de todo un pueblo. Su voz, debe ser escuchada y respetada por todos, por el PSUV, por las fuerzas patriotas

Los Presidentes de PDVSA y Ministros de Petróleo que me sustituyeron no supieron asumir sus responsabilidades, no velaron por la política petrolera de la Revolución, no los protegieron a ustedes, ni a la empresa, ni al legado de Chávez; hoy están presos, solo uno de los ex ministros del madurismo pareciera tener inmunidad, hoy deben estar rumiando su deslealtad a Chávez y su debilidad ante el madurismo. Otros Directivos y Jefes operacionales guardaron silencio, se plegaron, hoy muchos están presos, perseguidos por el mismo madurismo. Ellos los utilizaron, hicieron lo que les pidieron, algunos hasta renegaron de Chávez y la revolución, pactaron la entrega y después, el madurismo los hizo a un lado, los maltrataron e hicieron presos.

Compañeros trabajador@s escuchen al Comandante Chávez, recuerden su épica, las luchas a su lado, las razones sagradas para insistir en el intento revolucionario. No se dejen arrinconar, ni que nadie los ofenda, ni maltrate. Son ustedes los que saben como recuperar la empresa y tienen la responsabilidad de preservarla para el Pueblo y las generaciones futuras.

Yo estoy siempre con ustedes, cerca de ustedes, sé lo que está pasando, gracias a ustedes, creo mil veces en los trabajadores y el pueblo. Tan pronto el Partido o las fuerzas patriotas y Chavistas se muevan en la dirección correcta, nos encontremos en el camino de Chávez, tan pronto nos unamos en el esfuerzo de rescatar al país, yo estaré allí entre ustedes, aportando mi experiencia y mi fuerza, ocupando la posición que me corresponda. Aquí no se rinde nadie, con Chávez siempre, ¡Venceremos!

Mephisto

«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».

F. G. Niemöller

Quería referirme a la película «Mephisto» (1981), adaptación de la Novela de Klaus Mann’s del mismo nombre, dirigida por István Szabó, con la magistral actuación de Klaus María Brandauer como Hendrik Höfgen, la cual invito a revisar porque deja muchas enseñanzas con respecto al dilema ético del comportamiento ante el poder.

La adaptación fílmica y la novela, están basadas en el «Fausto», que, en la leyenda y literatura alemana versa sobre la vida del médico, alquimista, astrólogo y «estudioso de otras artes mágicas» Johann Georg Faust (1480-1540) quien, según la leyenda, vendió su alma al diablo para lograr sus propósitos.

El «Fausto» de Göethe, su obra literaria mas importante y una de las joyas de la literatura universal, inmortalizó la leyenda y la relación entre «Fausto» y «Mephisto», el diablo, quien, finalmente lo arrastra a su propio infierno.

Lo importante de la película «Mephisto», mas allá de su extraordinaria calidad artística, es que adapta un tema universal a una situación política concreta, ubicando la trama y los personajes en la Alemania de principios de los años 30 del siglo pasado, durante el surgimiento del Nazismo.

En ella, «Fausto», el actor principal de la trama Hendrik Höfgen, es un actor de teatro de provincia que desarrollaba una vida artística constreñida a las limitaciones propias del interior del país, y, junto a sus colegas, intentaba interpretaciones de contenido, literario o político, incluso obras de compromiso revolucionario en una sala teatral «bolchevique».

En medio de una profunda crisis económica del capitalismo, donde cundía el hambre, la desesperación y desesperanza en el pueblo alemán, y ante la clara intención de la burguesía alemana de apoyar una salida a la crisis, de facto, violenta, apoyando al partido Nazi Alemán, así como, de financiar a su líder Adolf Hitler; las aspiraciones y compromisos de Hendrik eran sólo de índole individual: surgir económica y socialmente en la «élite» de la aristocracia alemana, ser aceptado por ésta, además de poder interpretar obras y personajes de transcendencia en los grandes teatros de la Capital Alemana.

Es allí donde aparece «Mephisto», el Nazismo alemán, representado en diversos rostros y personajes del poder en ascenso, situaciones diarias de persecución, desapariciones, censura, control político, «adhesiones y lealtades», que creaban un ambiente de miedo, desconfianza, traiciones y fortalecimiento del control social del Nazismo, barriendo cualquier disidencia, y persiguiendo las posiciones progresistas que le hacían frente.

De allí, la persecución contra los comunistas, socialistas, sindicalistas, judíos, intelectuales y de cualquier minoría en el país. El Nazismo se expandía y controlaba a toda la sociedad. Mientras los amigos de Hendrik, eran perseguidos, deportados, encarcelados o desaparecidos, éste, como tantos otros, prefirió abdicar de sus ideales, renegar de su pasado, olvidar sus principios, y plegarse a la nueva situación.

Tal como «Fausto», Hendrik decidió callar ante lo evidente, y vender su alma al diablo: el Nazismo, con tal de satisfacer sus aspiraciones mezquinas de poder y privilegios. Claro, como siempre sucede, su dilema y traición, los amortiguaba en su conciencia, con la justificación que «desde adentro» podría ayudar a sus antiguos camaradas (cosa que, por supuesto, nunca llegó a suceder), o, que lo que sucedía en el país «no era tan grave».

El Nazi-fascismo o el autoritarismo, cabalga sobre las debilidades de los miles de «Faustos», que le son necesarios para lograr su control político y social, su poder. Al final «Mephisto», necesita de muchas almas, para prevalecer, imponerse por la violencia y la coacción.

Como siempre sucede en este tipo de «tratos», Hendrik no puede realizar sus sueños de poder porque, tarde entendió, que el Nazismo, jamás lo consideró de los suyos, «Mephisto» no estaba dispuesto a cumplir su parte, él sólo necesitaba de su alma, esto es, que Hendrik abdicara de sus principios, para, luego de «engullirlo», arrastrarlo, por su debilidad y ambición, a su propio infierno.

Volvamos a nuestra realidad en la Patria. Por supuesto, que poniendo las cosas en su apropiada dimensión y atendiendo a nuestro momento histórico, la trama de esta película «Mephisto», y toda su carga política, filosófica, el dilema ético y la experiencia histórica planteada, me resulta de suma importancia, para la reflexión de cada hombre o mujer sobre los que pesan responsabilidades en el devenir o suerte inmediata de nuestro país.

Probablemente, nuestro pueblo y la historia, tendrán muchas cosas que preguntar, cuestionar o reclamar a todos los dirigentes revolucionarios, al estamento político, y a los distintos sectores sociales, en relación a lo que sucede en nuestra atribulada tierra. Nadie escapará a esa interpelación del Pueblo, que es al único a quien le debemos explicaciones, no sólo porque es el alma de nuestra Nación y la razón de ser de toda esta lucha, sino porque es el gran tribunal que juzgará, para bien o para mal, el período histórico del Chavismo, del intento revolucionario.

De allí que, nuestra responsabilidad colectiva es enorme, de lo que hagamos o dejemos de hacer en este momento, dependerá mucho ese veredicto y la existencia misma de la Patria como la conocemos, y la hemos soñado, desde nuestra juventud.

Cada uno tendrá que rendirle cuenta, allá donde esté, al Comandante Chávez: en el Cuartel de la Montaña, en los ojos inocentes de un niño, en el grito desesperado de una madre, en la impotencia y rabia de un padre, en la frustración y decepción de un joven, o en las ruinas de lo que pudo ser.

Cada uno tendrá que explicar cómo es que se ha llegado a esta situación, increíblemente cruel y dura contra nuestro pueblo, cómo es que esta revolución ha sido traicionada por sus «autoproclamados hijos, y por qué ni sus compañeros
de lucha, ni su partido, ni su ejército, ni sus dirigentes revolucionarios, fueron capaces de defender los mas sagrados intereses de la Patria, de la madre, del niño, del anciano, del humilde, de los desposeídos.

Cada quien tendrá que ir pensando muy bien lo que debe hacer para cuando llegue ese momento, mas allá de los privilegios y del poder, cuando deba volver a las calles, a pié, a responder al pueblo.

Pero de todas, creo que la pregunta mas difícil para muchos será: ¿por qué el silencio cómplice?; ¿cómo permitieron todo ésto?; ¿por qué no hiciste nada, no dijiste nada, no alzaste la voz?; ¿qué aplaudías?; ¿cómo te prestaste a esta traición?; ¿cómo guardaste silencio mientras se llevaban, encarcelaban o perseguían a tus antiguos compañeros, camaradas, amigos? ¿Por qué vendiste tu alma a «Mephisto»?

Preguntarán: ¿Por qué callaste cuando el madurismo comenzó a perseguir y entregar a los revolucionarios, a los de Chávez, a su obra, sus instituciones, sus logros, a su pueblo?; ¿por qué permitiste que destruyeran y entregaran a PDVSA, la Faja Petrolífera del Orinoco? ¿Por qué entregaron el petróleo, el Arco Minero? ¿No te dolía ver sufrir al pueblo, cómo lo asesinaban en las calles, cómo padeció de hambre, enfermedades, solo, indefenso, chantajeado, desconcertado, cómo volvió a sus guetos de miseria y desesperanza, cómo abandonaban el sueño de Chávez, entre las ruinas de su proyecto, cómo dejaban su país por cientos de miles para ir hacia la nada? Si tu sabías todo ésto, si fuíste de Chávez, ¿Por qué no hiciste nada?

Será sólo una parte del infierno de «Fausto», haberle fallado a su Pueblo, al Comandante Chávez, ver sufrir al pueblo en un país en ruinas.

Sé de muchos casos de antiguos compañeros, dirigentes, personalidades, civiles y militares, que han vendido su alma al diablo. Cual «Faustos», la han entregado al madurismo, han abdicado de su pasado, de sus convicciones, de su trayectoria, para guardar un silencio cómodo, oportuno, ver hacia otro lado, desde su pedacito de poder, su «posición y zona de confort».

Callan por distintas razones: por miedo, para no quedar «fuera» del poder, para no ser perseguidos o encarcelados, porque consideran que la «vendetta» no es contra ellos, aprueban, sonríen, aplauden, para que no los «jodan», no los hagan de lado, no sospechen, no los execren, no los ignoren, o, peor aun, muchos, sencillamente, no quieren perder su «puesto». Tienen la precaución del cobarde, han dejado solo a Chávez y a su obra.

Incluso, los otrora mas comprometidos con el Comandante Chávez, han agachado la cabeza, se han hecho a un lado, han cedido sus espacios, su responsabilidad histórica y política, para dar paso al madurismo, al «pranato» de la política.

Así vemos, el triste espectáculo de antiguos Comandantes ocupando posiciones subalternas, otros, en la calle, olvidados; políticos de trayectoria, utilizados para oxigenar al madurismo, y luego perderse en el olvido; voces de gran trayectoria y prestigio guardando silencio ante las causas evidentes de la grave situación que se vive en el país; antiguos defensores de los derechos humanos, actuando de verdugos de revolucionarios, guardando silencio cuando se despacha al oponente, rodeado y sin posibilidad de escapar, con un cohete, guardando silencio ante cientos de crímenes por razones políticas; hombres y mujeres que ganaron su prestigio denunciando la violación de los derechos humanos de los detenidos por razones políticas, guardando silencio ante los secuestros políticos, encarcelados con audiencias postergadas por años, con sus viviendas y las de sus familiares, incluso lejanos allanadas, y tomadas para convertirlas en sus casas particulares, como un botín; la violación del derecho a la defensa, las venganzas personales del madurismo, «La Tumba» y otros depósitos de seres humanos; grandes personalidades ignoradas, convocadas para aplaudir y usados como simples «jarrones chinos» que se colocan para la foto; dirigentes populares desplazados por la camada extraña y oportunista de «autoproclamados dirigentes» del madurismo, aquellos a los que el Comandante hizo a un lado o los mantuvo lejos del poder.

Vemos grandes nombres de la política, con historia y trayectoria propia, ganada al lado del gigante, aplaudiendo y subordinados a dirigentes de tuiter, de utilería, del madurismo, del partido «ni fu ni fa», oportunistas que nadie sabe de donde salieron, pero que ascendieron políticamente con la partida del Comandante. Intelectuales y comunicadores sociales de dilatada trayectoria en su lucha por el ejercicio pleno de la libertad de opinión, libertades políticas, hoy autocensurados, dirigiendo periódicos y medios propiedad de los grupos económicos del madurismo, guardando silencio, censurando la crítica política, ocultando la verdad al país de lo que sucede día tras día; otros, convertidos en animadores de programas de chismes, desinformando, desarmando ideológicamente al pueblo, con un culto a las personalidades del madurismo que son una vergüenza para cualquier revolucionario, haciendo malos chistes y dándole espacio a cualquiera de los aduladores del madurismo.

Tanto dirigente revolucionario, antes muy críticos y contestarios, incluso en franca disidencia con el Comandante Chávez, hoy aplauden, calculan sus palabras, desmovilizan al pueblo, les hacen abdicar de sus razones legítimas para la lucha, en el ejercicio de un pragmatismo que raya en la traición a sus propios postulados y antiguos discursos.

Dirigentes, economistas, pensadores, diputados, que se proclaman revolucionarios, socialistas, incluso comunistas, hoy guardan silencio, sólo opinan para justificar el desastre del madurismo, sólo hablan para sumarse a la «vendetta» de turno, para destrozar cualquier opinión disidente, ganando la simpatía o beneplácito, aunque sea transitoria, del madurismo.

Sé de tantos antiguos compañeros que se prestaron a todo tipo de trampas, mentiras, pidieron perdón por su pasado Chavista, sus acciones en Revolución, entregaron lo que les pidieron, acusaron y persiguieron a antiguos compañeros, rindieron pleitesía a «Mephisto», creyendo que serían aceptados en su cerrado círculo, mintieron, callaron, entregaron, traicionaron al propio Chávez y luego fueron botados, de la peor manera, echados a un lado, expuestos esposados como delincuentes, presos, secuestrados, olvidados.

Sé de tantos hombres de Chávez, que persiguieron antiguos compañeros, se prestaron a todo lo que el madurismo les pidió que hicieran, ocuparon las posiciones que les dejaron, han callado, declaran y confunden al pueblo que los escucha con esperanza de que su voz los oriente, sin embargo, los desmoviliza, han pasado por todos los puestos, de un lado para el otro, siendo utilizados, no se dieron o no se dan cuenta, que «Mephisto» sólo necesita o necesitaba su nombre, su prestigio, su alma, para luego enviarlo a su infierno, al olvido, a vivir con el cargo en su conciencia de haberse prestado a todo ésto.

Un partido, el PSUV, que nació como el partido de la Revolución, el partido del Comandante Chávez, sucumbe y se diluye ante la acción del madurismo, se desvía de su principal responsabilidad: ¡hacer una revolución! ¿Qué clase de Partido o Dirección revolucionaria es ésta, que no dice nada si no está autorizada por el madurismo, que no es capaz de levantar su voz exigiendo un cambio, que no es capaz de defender al pueblo venezolano de los efectos terribles del paquetazo del capitalismo salvaje y atrasado que se ha impuesto con Maduro?

¿Qué partido es éste, cuáles son los partidos de la revolución, y qué clase de dirigentes que no le pueden decir al pueblo la verdad? ¿Por qué no denuncian la inflación mas alta del mundo, la hiperinflación, la mega devaluación, la especulación y el desabastecimiento de comida, medicinas?; ¿por qué no se bajan de las camionetas y dejan los escoltas y se van con el pueblo, a vivir su drama, a luchar por sus derechos? ¿Dónde está el partido de Chávez, sus mas cercanos, dónde quedó la lealtad que le juraron?

¿Cómo se guarda silencio ante la destrucción y entrega de PDVSA?, ¿del petróleo?, ¿del Arco Minero? ¿Por qué se siguen repitiendo las consignas del madurismo, donde según ellos, el problema era Chávez y su gobierno a 100 dólares el barril, según ellos un gobierno corrupto?

¿Por qué se guarda silencio ante la calamidad que sufre el pueblo, el desmontaje de las Misiones, del Poder Popular, del Sistema de Salud, de Alimentación? ¿Por qué se guarda silencio ante los desmanes, abusos, privilegios y corruptelas del madurismo, del «pranato» político, del envilecimiento y descomposición de las instituciones del país, ante la entrega de nuestra soberanía económica, petrolera? ¿Por qué no se dice nada sobre la disfuncionalidad del Gobierno, del Estado, sobre la incapacidad para proteger a nuestro pueblo, nuestro territorio, nuestra soberanía, las fronteras, los recursos naturales, Guyana? Son preguntas que deberán responder en algún momento.

Mas allá del Chavismo y del campo de la revolución, ha existido una subordinación de los estamentos políticos tradicionales al madurismo, cuya única explicación es el pacto, un nuevo pacto, con otros actores, en una mezcla extraña e impensable hace tan sólo cinco años, donde el objetivo común ha sido el de desmontar y paralizar el proceso revolucionario, en una acción común de perseguir y desacreditar al período revolucionario del Comandante Chávez. Unos operan desde el ataque frontal y lleno de odio desde la oposición intolerante, y otros operan por la destrucción en los hechos de la obra revolucionaria, y esa apropiación del alma del Chavismo para, cual «Mephisto» utilizarla, «engullirlas», neutralizarla y luego hacerla de lado y avanzar con su propio proyecto, el del madurismo, un proyecto que liquidará nuestras conquistas políticas y sociales, y que ha traído a nuestra tierra el infierno de «Fausto».

«Mephisto», necesita el alma de «Fausto», para extender y mantener su reino de corrupción, alimentando su infierno, atrayéndolo a su propia condición, derrotando el reino de la virtud del hombre. El madurismo, débil y sin prestigio en el seno del pueblo, necesita «engullir» como lo está haciendo, el alma del Chavismo, de sus dirigentes, para utilizarlos, aprovechar su prestigio y luego desecharlo, pero neutralizando al dirigente y despojándolo de sus virtudes Chavistas. Al final, el madurismo terminará por diluir y «engullir» al propio Comandante Chávez, destruyendo su obra, su legado, y no les importa que su nombre, su imagen y su prestigio sea asociado al infierno que ellos mismos han creado, por ello, abusan de su nombre e imagen, le achacan al Comandante el origen de esta situación catastrófica.

La única diferencia con «Fausto», es que el Comandante Chávez ya no puede obrar, no está entre el pueblo para poner en su sitio las cosas, decir la verdad, por ello, su defensa depende de lo que podamos hacer los que quedamos, los testigos de excepción, los que lo conocimos, los que trabajamos a su lado, los que nos mantenemos leales a sus ideas y su obra.

Yo no tengo toda la verdad, jamás he pretendido tenerla, soy un revolucionario, militante político, con una ética y cultura revolucionaria, un profesional que lo que he hecho toda mi vida es trabajar. El madurismo ha abusado de mi lealtad y mis principios. Han ofendido mi nombre y pretenden horadar mi moral. El Pueblo Venezolano me conoce, el campo revolucionario me conoce, la oposición me conoce muy poco. Tengo una gestión y trayectoria de la que estoy muy orgulloso, era el momento de hacer las cosas de la única manera que era posible para romper el cerco sobre nuestro pueblo, y así lo hicimos: siempre en ofensiva, al «rompe», sin mirar a los lados, sin cálculos egoístas, apegados a nuestra Constitución y leyes, pero, por sobre todas las cosas, a los mas altos intereses de la patria. He actuado siempre, con honestidad y apegado irreductiblemente a mis principios revolucionarios, como lo hizo el Comandante Chávez, como siempre actuó y me enseñó mi padre.

Me negué a venderle mi alma al diablo, a «Mephisto», ni al capitalismo, ni al imperialismo, ni a las élites que han explotado durante cien años a nuestro pueblo, ni a los oscuros intereses que siempre han medrado en el seno del Chavismo, ni a estos señores del madurismo, sus grupos de interés, sus torpes astucias, su falta de lealtad al Pueblo. No lo hice nunca, no lo haré jamás. Yo estoy listo para ayudar a nuestro pueblo, a salir de esta trampa. Es la única manera de abordar y resolver los graves problemas de nuestro país, mas allá de todas las propuestas, planes y medidas que se puedan tomar y que son muchas, y viables, el problema está en Miraflores.

Siempre he actuado de manera responsable y con un absoluto respeto a nuestro pueblo, nuestras leyes, a mis antiguos compañeros y camaradas, a mi partido el PSUV, al Comandante Chávez y a su memoria. Siempre he actuado con profundo amor patrio y respeto a todas las posiciones políticas, nunca he abdicado, ni lo haré, de mis principios y convicciones, esa es mi alma. Hoy les digo a todos, a cualquiera que me quiera oír y leer, que la situación es muy pero muy compleja.

Así como en la película de «Mephisto», el silencio y el dilema ético que «Fausto» decidido a favor de la entrega de su alma al diablo, multiplicada en las élites y fuerzas morales de su país, tuvo terribles consecuencias para el pueblo alemán y el mundo con el advenimiento del Nazi-fascismo y su régimen intolerante y violento; de la manera que se resuelva el dilema ético de «Fausto», de muchos dirigentes, factores políticos, militares, las fuerzas morales del país, de la revolución y de toda la sociedad, en esta encrucijada y momento de inflexión histórica, de cómo actuar ante el fenómeno extraño, autoritario y violento del madurismo, definirá la suerte de nuestra revolución y del país.

El daño es profundo: la fractura en la sociedad, los valores fundamentales, espirituales, el interés colectivo, la conciencia del deber social, el valor del trabajo, la ética y la moral que sustentan a la Patria. La prevalencia de la violencia, del individualismo, el miedo, el pranato en todas las instancias. La economía destrozada con unos indicadores negativos nunca vistos en nuestra historia, la hiperinflación y caída consecutiva a niveles de catástrofe de nuestro Producto Interno Bruto, del valor de nuestra moneda, de los salarios reales, con nuestras fuerzas productivas y empresas en ruinas, PDVSA víctima de un estúpido ensañamiento político y de la improvisación e irresponsabilidad en su manejo, comprometidos nuestros recursos naturales petróleo, gas, oro, con una situación social insostenible, con un país donde el futuro huye. En condiciones de deterioro tal, que nada funciona, ni el gobierno, ni el Estado, ni los servicios públicos, un país absurdo donde el pueblo, todo el pueblo, vive con tristeza, rabia, resignación.

Al mismo tiempo, ante la debilidad e incapacidad del madurismo, su aislamiento internacional, producto de una errática política internacional que pasó al menos tres años insultando y chocando con toda la región, aislados políticamente, nadie quiere una foto con Maduro: desprestigia, crece la amenaza externa. Se prepara una agresión, vista la confusión y el caos en la Patria, las fuerzas hostiles de todo tipo, ven la oportunidad del zarpazo, desde los países vecinos, la extrema derecha, el imperialismo, fuerzas paramilitares y todo tipo de aventureros y sicarios económicos, especialistas en apropiarse de países enteros.

Frente a este deterioro generalizado y la agresión externa, el madurismo insiste en mantenerse en el poder, ellos prefieren que caiga la Patria, antes de hacerse a un lado y entregar el poder a las fuerzas Chavistas y patriotas, como señaláramos en el anterior artículo: «Ya no hay tiempo». No hay tiempo, se le acabó el tiempo al madurismo, ahora le toca al Chavismo la responsabilidad de asumir la conducción del país, y de convocar a las fuerzas patriotas y progresistas a la reconstrucción de la Patria y prepararnos para defenderla de la agresión y del colapso.

Con mis artículos, mis opiniones y conductas políticas, asumo mi responsabilidad histórica ante el pueblo, además, y a pesar de la manera tan cruel como me cobran mi postura, creo que los que estuvimos con el Comandante Chávez en tan altas responsabilidades en la conducción de los asuntos del país, debemos unirnos para asumir esta tarea, estamos en la obligación moral y ética de hacerlo, a cualquier costo. Les hago un llamado a no vender su alma, a no claudicar, ni a renunciar a lo que hemos sido, a renegar de nuestra obra colectiva: la Revolución Bolivariana.

Además, pretendo mostrar y explicar la verdad, de como han sido las cosas, de lo que sucede entre las procelosas aguas del egoísmo y el miedo, denunciar y desenmascarar al madurismo y su caos, pero también aportar soluciones, que entendamos que no debemos sucumbir al fatalismo del caos, que existen las vías, políticas, económicas y Constitucionales para superar esta crisis profunda y estructural que vivimos. Esta tarea impostergable, tenemos que asumirla los que conformamos las fuerzas mas conscientes, progresistas, patriotas, antes que el fascismo nos alcance, la intervención extranjera o un golpe cruento de derecha que condene a nuestro pueblo a la violencia y a la destrucción.

El IV Congreso del PSUV, que habrá de realizarse el próximo 28 de Julio, es una oportunidad histórica para recomponer la unidad del Chavismo, y dar una profunda discusión y un debate democrático y revolucionario sobre éstos y otros temas, que resultan fundamentales para definir el futuro y continuidad de nuestra Revolución.

Igualmente, el Congreso debe implicar una renovación de todas sus autoridades, electas por las bases, devolverle su poder a las UBCH y bases del partido. Impedir que el Congreso sea secuestrado por los oportunistas de siempre, o por sus enemigos internos. Yo reitero mi solicitud de un derecho de palabra en el Congreso, de poder exponer mis argumentos a las bases del Partido de manera libre y sin sufrir ningún tipo de persecución. El Partido debe exigir al gobierno que cese la persecución contra los Chavistas que hemos expresado diferencias con el madurismo, que podamos volver al país, sin ser detenidos. Que cesen los ataques y las infamias sobre nosotros, que sean resarcidos nuestro nombre y reputación, que los prisioneros políticos del Chavismo, sean liberados de la misma forma que han sido liberados los prisioneros políticos de la oposición.

No permitamos que «Mephisto» nos siga imponiendo su caos y su infierno acá en la tierra, todavía «Fausto» está a tiempo de darse cuenta de la trampa y reaccionar. Creo firmemente que las sociedades no se suicidan, ni los espacios políticos permanecen vacíos por mucho tiempo, vendrá una conmoción política y social, la cuestión es quién la conducirá y qué orientación tendrá.

Que cada quien asuma su responsabilidad histórica, no entregar el alma de este pueblo, no claudicar en nuestros principios ni en la posibilidad de un futuro mejor y justo para todos. Con Chávez siempre, ¡Venceremos!